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Fundamentos De La Terapia Familiar PDF

324 Pages·2009·2.808 MB·Spanish
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LYNN HOFFMAN FUNDAMENTOS DE LA TERAPIA FAMILIAR Un marco conceptual para el cambio de sistemas FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉXICO Primera edición en inglés, 1981 Primera edición en español, 1987 Segunda reimpresión, 1992 E! autor agradece el permiso de reproducir material de las siguientes obras: W. Roben Beavers: Psycotherapy and Growth. Brunner/Mazel, Nueva York, 1977. Permiso del autor y del editor. E. Wertheim: "Family Unit Therapy and the Science of Typology of Family Systems", Family Process 12 (1973). Permiso del editor. Lynn Hoffman: "Deviation-Amplifying Processes in Natural Groups", en Haley, J. (comp.): Changing Families. Grune and Stratton, Nueva York, 1971. Permiso del editor. Lynn Hoffman: "'Enmeshment' and the Too Richly Cross-Joined System", Family Process 14 (1975). Permiso del editor. Lynn Hoffman: "Breaking the Homeostatic Cycle", en Guerin, P. (comp.): Family Therapy: Theory and Practice. Garner Press, Nueva York, 1976. Permiso del editor. Lynn Hoffman: "The Family Life Cycle and Discontinuous Change", en Carter, E., y M. Orfa- nides (comps.): The Family Life Cycle. Gardner Press, Nueva York, 1980. Permiso del editor. Título original: Foundations of Family Therapy. A Conceptual Framework for Systems Change © 1981, Basic Books, Inc., Nueva York ISBN 0-465-02498-X D. R. © 1987, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, S. A. DE C. V. Av. de la Universidad, 975; 03100 México, D. F. ISBN 968-16-2105-0 Impreso en México RECONOCIMIENTOS Muchas personas formaron parte del largo viaje que desembocó en este libro. Deseo expresar mi agradecimiento a Don Bloch, director del Acker¬ man Institute, quien muy generosamente me concedió una beca extraoficial, al darme el tiempo y el espacio necesarios para completar el manuscrito. En el Ackerman Institute me ofrecieron una atmósfera cordial y emprendedora Olga Silverstein y Peggy Papp, del Proyecto de Terapia Breve, así como miembros de mi actual equipo de investigación: Gillian Walker, Peggy Penn, John Patten, Joel Bergman y Jeffrey Ross. Debo muchas de mis ideas a las estimulantes discusiones que he tenido con estos importantes colegas. Peggy Penn y Cari Bryant leyeron las primeras versiones del manuscrito, y me ofrecieron aviso inteligente y enorme aliento, que les agradezco infini tamente. En una etapa posterior, el manuscrito fue cuidadosamente leído por Paul Dell y Carlos Sluzki, cuyas excelentes sugestiones se incorporaron al texto. En cuanto a mis colegas que participaron menos en el proceso final, pero cuya energía individual y apoyo personal constituyeron una aportación ina preciable, deseo dar las gracias a Mará Selvini Palazzoli y sus asociados en Milán, Giuliana Prata, Luigi Boscolo y Gianfranco Cecchin, que infalible mente me alentaron a seguir adelante. También estoy sumamente agradecida a otros colegas, que me enseñaron, me inspiraron y creyeron en mí; entre ellos, el difunto Don Jackson, Virginia Satir, Jay Haley, Dick Auerswald, Salvador Minuchin, Harry Aponte, Cari Whitaker, Monica McGoldrick, Ca- rrell Damman y Harry Goolishian. Por apreciar y comprender mi obra, y darla a conocer entre mis colegas de Inglaterra y Europa, estoy en deuda con John Byng-Hall, Philippe Caillé, Rosalind Draper y Mia Andersson. En Basic Books, deseo dar las gracias a mi editora, Jo Ann Miller, quien creyó desde el principio en el proyecto y me ayudó a seguir adelante y llevar el manuscrito hasta su forma final. Raras veces se encuentra un editor que participe tan completa y creativamente en todos los detalles que dan forma a un libro y lo pulen. La editora del proyecto, Julia Strand, trabajó paciente y diligentemente en cada etapa, transformando el manuscrito en un libro terminado. También agradezco los esfuerzos de Leo Goldberger, que me llevó a Basic Books. Por último, tengo que expresar mi gratitud al personal y la facultad del Ackerman Institute por darme un medio respetuoso, y sin embargo desa fiante, en el cual trabajar, y por las muchas manos útiles que se tendieron hacia mí, en cuestiones pequeñas y grandes. A estas personas y a mi familia, 9 10 RECONOCIMIENTOS que me soportó durante el largo proceso, y a muchos otros a quienes debo tanto pero a quienes no tengo espacio para mencionar, doy mis más rendi das gracias. LYNN HOFFMAN Febrero de 1981 PREFACIO En este volumen, Lynn Hoffman emprende un despliegue y una integración de la teoría y la técnica de la terapia familiar, que han sido aguardados desde hace tiempo. Su visión es panorámica; posee ese fondo de información pertinente y enciclopédica que sólo puede proceder de una larga y cuida dosa observación de los mejores de sus colegas en acción, de haber luchado con la enseñanza y haber practicado ella misma la terapia familiar y, por último, de haber abarcado la hoy voluminosa literatura pertinente. La empre sa es audaz: correctamente ha sido titulada "fundamentos". Puede decirse con certeza que ésta es la primera vez en que un libro semejante pudo haberse escrito; asimismo, que no fue escrito demasiado tem prano. Estamos en el fin del segundo gran ciclo de desarrollo en este campo. Es menester hacer inventario, unir los cabos sueltos y consolidar las conquis tas que se han logrado. Este volumen lo logra todo soberbiamente; aportará una base sólida al futuro crecimiento, que ya está por venir. La atención a la familia como entidad clínica y como campo fructífero de interés teórico se desarrolló de manera minúscula pero portentosa en el tercer decenio de este siglo. La psiquiatría clínica en tal periodo, y duran te los años más importantes que siguieron a la segunda Guerra Mundial, fue dominada por el psicoanálisis, que a su vez luchaba contra movimientos revi sionistas. Psicoanalistas como Sullivan, Horney, Thompson, y Fromm-Reich- mann, entre otros, iban ensanchando las perspectivas de su ciencia para que incluyese atisbos de la teoría de campo, la lingüística y la antropología cultural. Así, conforme la teoría psicoanalítica construía modelos cada vez más intrincados de secuencias intrapsíquicas y funciones estructurales, "no ticias de una diferencia" empezaban a oírse con insistencia cada vez mayor. La diferencia era el contexto: primero, que el contexto, en términos lineales, tenía un efecto; después, que el contexto era el efecto. De la manera más natural, siguió entonces el interés clínico en la familia, y empezó el primer gran ciclo de crecimiento. Como Lynn Hoffman lo deja en claro, la evolución del sistema en la psicoterapia fue contemporánea de profundos cambios en las perspectivas de las ciencias naturales y de otras ciencias del comportamiento. Como ejemplo, en 1954 se organizó la Sociedad para la Investigación de Sistemas Generales, y comenzó la publicación de su estimable serie de anuarios dos años después. Acabo de abrir el segundo volumen de tal serie, y he encon trado la crítica que Anatol Rappaport hace de la "Teoría matemática de la guerra", de Lewis F. Richardson. Con el título de "Etiología de las disputas mortales" encontramos esto: "Siempre queda la tentación de buscar relacio- 11 12 PREFACIO nes lineales de causa-efecto, especialmente cuando se trata de acontecimientos vitales para nuestra supervivencia." Así es, y Hoffman toma precisamente esto como sus puntos de partida y de terminación. Lynn Hoffman comienza su esfuerzo integrador saltando directamente a la lucha epistemológica: "El concepto central de una nueva epistemología —tanto el paradigma homeostático como el evolutivo— es la idea de circu- laridad." Sólo un momento se detiene en la linealidad, y avanza rápida mente, con una descripción de su jornada intelectual. La esencia de tal jornada, me parece, se encuentra en el esfuerzo por comprender la creación, la génesis: "Me sentí... intrigada por la idea de que la desviación, per se, no era aquella cosa que se consideraba negativa, en cuanto abandoné el punto de vista de quienes la querían corregir." El acertijo epistemológico de la morfostasis-morfogénesis aporta el hilo central de Fundamentos de la tera pia familiar, de que dependen las obras de teóricos e innovadores clínicos de la terapia familiar, como otras tantas joyas deslumbrantes. Bateson consti tuye la pieza central: la consideración que hace Lynn Hoffman de su pri mera obra, Naven, y el concepto de esquismogénesis aportan las bases de su análisis de "estos curiosos ciclos que se refuerzan a sí mismos" y que, a la postre, son de interés para el psicoterapeuta familiar. Supongo que algunos de los eruditos, investigadores e innovadores clíni cos cuya obra se describe en este volumen sentirán deseos de protestar ante la inevitable forma abreviada en que se presenta su obra. Pero véase qué ex traordinario despliegue de talento: están incluidas todas las estrellas de pri mera magnitud y, con raras excepciones, también las luminarias menores. Lynn Hoffman les ha prestado atención, es amable y trata de incluirlos a todos. Me ha impresionado el resultado de sus años de minuciosa observa ción; sabía quién era bueno y, lo que es más, quién llegaría a ser bueno. Yo deseo apoyar de todo corazón e inequívocamente su elección. La obra de los autores aquí citados constituye la lista básica de lecturas en este campo. El estudiante serio puede comenzar ya a instruirse a sí mismo, siguiendo sis temáticamente el camino que Lynn Hoffman le ha señalado: Bateson, Haley, Buckley, Wertheim, Watzlawick, Jackson, Ackerman, Minuchin, Rabkin, Selvini Palazzoli, Auerswald, Wynne, Whitaker, Satir, Weakland, Paul (Hof fman tiene oído absoluto para los buenos), Prigogine, Elkaim, y la lista sigue y sigue. Es importante recordar que la psicoterapia familiar es una ciencia clínica. La prueba para ver si sus teorías son buenas consiste en ver si generan (o racionalizan) acciones tendentes al cambio en una dirección considerada como deseable (por alguien que habrá de pagar la cuenta). Desearíamos también que las teorías fueran elegantes, breves e isomórficas con otras buenas teorías; quisiéramos que fuesen empíricamente verificables (véase la impaciencia de Bateson ante los esfuerzos por verificar empíricamente la PREFACIO 13 hipótesis de la doble atadura). Pero el clínico invariablemente aceptará una mala teoría que funcione, y preferirá que sea eficaz más que rigurosa, si funciona bien. El milagro de la terapia familiar ha estado en que el cambio a una perspectiva de sistemas —"necesito conocer a su familia, para ayudarlo a usted"— es una intervención efectiva en sí misma y por sí misma. Si se sigue con apego, desde una actitud abierta y no dispuesta a la censura, la reunión de una familia para estudiar y modificar el dolor o el mal funcio namiento de uno de sus miembros facilita enormemente la tarea. En otra parte he comentado que hoy, todos los clínicos debieran ser obligados a explicar por qué han decidido no comenzar su participación en un pro blema por esta vía. Por el volumen corren dos ríos de ideas. El primero, como ya lo he notado, empieza con Bateson, y se dedica a reunir los elementos de una teoría unifi cada de la función familiar y la terapia familiar. Lynn Hoffman bien habría podido limitarse a esta tarea monumental, y a aquellos autores cuyas obras son pertinentes. Pero los avanzados, los iconoclastas y también los grandes originales tienen mucho que decirnos. Donde, en realidad, aún no existe por completo una teoría unificada —sin duda, este volumen está ayudando a hacerla nacer—, una elección estratégica de Hoffman fue cómo enfrentarse, a la vez, con la única verdad y con las muchas verdades. Desde luego, todos los autores citados son, a la vez, zorros y erizos, y conocen muchas verdades o una sola (pero conocen bien esta única). Sin embargo los grandes naturales y los puros buscadores de la verdad necesitan un tratamiento distinto. Por ejemplo, compárese a Ackerman y Minuchin con Satir y Jackson. Ambos pares se originaron y trabajaron en el mismo marco general: Satir y Jackson en el Instituto de Investigación Mental, orientado hacia la cibernética, en Palo Alto, California; Ackerman y Minu chin, con raíces en el mundo (de la costa del Este) de la psiquiatría psicoana- lítica infantil. Los cuatro tienen poderosas personalidades, y no cabe duda de que producen una gran impresión; son distintos e individuales, y nadie confundiría el uno con el otro. Sin embargo, Ackerman y Satir deben con servarse si queremos que se dé la debida importancia a gente de su genio y de sus especiales aportaciones. A Lynn Hoffman debe acreditarse su conciencia de esto, así como su capacidad de realizar su tarea. Tiene una mirada curiosa y benéfica, un modo de investigación que no sólo pregunta "¿Qué está ocurriendo aquí?" sino "¿Qué está ocurriendo aquí que sea bueno?" Los resultados de su investigación están expuestos con lucidez y acierto. He tenido la gran fortuna de conocer a todas aquellas personas de quienes Lynn Hoffman trata en este volumen: puedo asegurar que es muy precisa en su elección de las ideas esenciales de todos ellos, y cuando hace falta una des cripción personal, es una pintora con una paleta rica, que sabe usar bien. Consideremos su semblanza de Virginia Satir. Ésta ha tenido una enorme 14 PREFACIO influencia; formó parte del grupo original del Instituto de Investigación Mental, en Palo Alto, madre fundadora del campo de la terapia familiar. A lo largo de los años, ha galvanizado a multitudes de pacientes y colegas; sin embargo, considero justo decir que Virginia Satir es sui generis, tanto como Milton Erickson, en opinión de Lynn Hoffman y mía. Ejemplos magníficos ambos, enseñan siendo. Su genio contrasta agudamente con las técnicas de "libros de cocina" de Jay Haley, maestro dramaturgo, quien evita todo "uso del ego" y obliga a sus estudiantes a ser circunscritos y explícitos acerca de lo que debe establecerse y cómo hacerlo. Pero yo deseo dirigir la atención del lector a la anécdota acerca de Satir que narra Lynn Hoffman. Ocurre en una primera entrevista. El paciente identificado es un joven que ha embarazado a dos muchachas. La familia se consume de vergüenza, el muchacho se encuentra aislado en un rincón de la sala de tratamiento. Y allí tenemos el maravilloso primer renglón de Satir: "...sabemos algo de cierto: sabemos que tiene usted buena semilla." En una frase tenemos connotación positiva, encuadre y un magistral poder de reequilibrar... y, probablemente, una "profunda" interpretación de la his toria y dinámica del acontecimiento. Debemos estar agradecidos a Lynn Hoffman: ella estuvo allí (esto ocurrió en 1963), supo lo que era significa tivo, lo recordó y nos ha hablado de ello. Este volumen está atiborrado de tales anécdotas, tomadas de la observa ción directa y de una sensible lectura de la bibliografía. Y ante todo, allí están las ideas originales de Lynn Hoffman, elaboradas e interpretadas con los otros materiales que nos presenta. Como ejemplo, su vinculación de Ashby y Minuchin en su clásico escrito, "El 'Enredo' y el Sistema excesiva mente entrecruzado" dará alimento a clínicos y teóricos durante muchos años por venir. Me habría gustado que el libro fuese más extenso, y con ello pretendo elogiarlo con tenue reproche. El lector deberá notar los frenos impuestos por la limitación de espacio, en particular el estudiante, que debe considerar este volumen como una prodigiosa tarea para estudiar en casa. Los lectores tendrán que volver a él una y otra vez: una razón tan buena para comprar un libro como la mejor que pueda yo imaginar. DONALD A. BLOCH, M. D. Febrero de 1981 PRÓLOGO: TRAS EL ESPEJO Este libro constituye un viaje a un reino recién descubierto, el mundo situa do tras el espejo. Para mí, el advenimiento de la pantalla en un solo sentido, que clínicos e investigadores han utilizado desde el decenio de los cincuenta para observar entrevistas de familias en vivo, fue análogo al descubrimiento del telescopio. Al ver de otra manera pudimos pensar de otra manera. Y las nuevas maneras de pensar han conducido a una revolución epistemológica, que toca todas las ciencias y desafía muchos conceptos tradicionales, desde la fe en la causalidad lineal hasta las teorías de motivación individual. La terapia familiar, aunque no sea per se una ciencia del comportamien to, se encuentra en la extraña posición de ser uno de los pocos campos de la investigación y la práctica del comportamiento que han sido influidos por este cambio epistemológico. Por consiguiente, no sólo es una nueva técnica terapéutica; se basa en nuevas suposiciones acerca del comportamiento huma no y de la interacción humana, que tienen implicaciones de gran enver gadura. Para comprenderla realmente, habremos de volver atrás varios decenios y explorar los diversos temas y conceptos en torno de los cua les ha evolucionado el movimiento familiar. UN MODELO BICAMERAL Empecemos con la invención técnica que acabo de describir: la pantalla. El finado antropólogo Gregory Bateson habla, en Mind and Nature, de las ventajas de un formato bicameral: el salto a una nueva perspectiva o surgi miento de posibilidades nuevas que siguió a la reunión de dos ojos, dos manos, dos cámaras del cerebro.1 Este formato también se aplica a la panta lla en un solo sentido. La pantalla convirtió la psicoterapia en una interac ción bicameral que ofrecía una oportunidad similar de explorar una dimen sión totalmente nueva. Tenemos dos asientos. Podemos adoptar una posi ción, y hacer que alguien más tome otra posición, para comentar o revisar nuestra posición. Así pues, no es extraño que la pantalla se convirtiera en un lugar aventaja do desde el cual pasar revista a la fauna de un reino que siempre había estado ante nosotros; y sin embargo, nunca lo habíamos visto. Uno de los tempra nos descubrimientos hechos por quienes primero analizaron las familias con esquizofrénicos fue que lo que se había considerado como enfermedades mentales de individuos acaso no fueran enfermedades en el sentido médico. 1 Bateson, G., Mind and Nature, Nueva York: E. P. Dutton, 1979. 15

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