EDUARD ZELLER FUNDAMENTOS DE LA FILOSOFÍA GRIEGA EDICIONES SIGLO VEINTE BUENOS AIRES Título del original alemán GRUNDIS DER GESCHICHTE DER GRIECHIS< phelosophie Traducción yor ALFREDO LLANOS Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 © EDICIONES SIGLO VEINTE — Maza 177 — Buenos Aires Impreso en la Argentina Printed in Argentina — DEL PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN Ha sido mi 'propósito, en primer término, brindar a los estudian tes una ayuda para sus conferencias académicas que les facilitase su preparación y les ahorrase el tiempo perdido en recoger datos, sin interrumpir sus tareas escolares ni imponerles ninguna limi tación. Me he empeñado, pues, en dar a mis lectores una idea de los contenidos de los diferentes sistemas filosóficos y del curso de su desarrollo histórico, que contuviera todos los rasgos esencia les, y también poner en sus manos las más importantes referencias literarias y las fuentes. Pero puesto que en el último aspecto no he ido más allá de lo que es absolutamente necesario, así en el relato histórico he indicado como norma, sólo de manera breve, las partes con las que consideraciones de naturaleza general o ex plicaciones especiales e investigaciones se hallan relacionadas, o en las que parecía apropiado ampliar mis primeros trabajos... Mi bosquejo está destinado, en primer lugar, a los principiantes, quie nes, por lo común, constituyen la mayoría de los oyentes. Pues éstos resultan más bien confundidos que beneficiados si el mate rial histórico les es dado con excesiva abundancia o si son abru mados con títulos de libros de los cuáles ellos verán apenas una pequeñísima proporción. Quien, sin embargo, desee estudiar la historia de la filosofía no debe contentarse con compendios sino que debe'consultar las fuentes y las obras más amplias sobre aquélla. E. Zeller INTRODUCCIÓN 1. El sentido de la filosofía griega Es interesante investigar por qué nos ocupamos hoy del estudio de la filosofía griega, 1400 años después que el emperador Tristí mano disolvió la Academia platónica (529 d. de Cristo}, la última escuela filosófica helénica. ¿Catorce siglos no han sido suficien tes para desalojar a esta filosofía pagana y tornarla superflua para nosotros? ¿Acaso la filosofía de la época moderna no ha superado los resultados del pensamiento griego, así como lo han hecho nues tra ciencia natural y la tecnología con las realizaciones del mundo grecorromano en tales sectores, al punto que ya no tenemos nada que aprender de los antiguos? Parece que cada pueblo y cada edad poseyera su propia v particular filosofía. ¿Cómo puede, en tonces, la de una comunidad desaparecida hace tanto tiempo, cual la griega, pretender tener para nosotros ahora algo más aue un interés de anticuario? Quienes se dedican al estudio deJla filosofía helénica están legítimamente autorizados para plantear estas cues tiones y tratar de obtener las respuestas pertinentes. En primer término, el hombre moderno es atraído hacia estas investigaciones por un motivo histórico. La filosofía griega se con sidera un inorediente importante de la vida intelectual europea cuyo desarrollo no se entiende fuera de aquélla. Mas desde este punto de vista puramente histórico la evolución de la filosofía se presenta, en efecto, como parte de la historia de la civilización, y en particular del pueblo griego. Esto es verdad, sin duda, en tanto los sistemas filosóficos individuales y sus creadores personales hun den sus raíces en la idiosincrasia mental característica del tiempo y resultan, en consecuencia, históricamente condicionados, aun cuando se remontan por sobre su generación y con sus ideas seña- 9 lan los nimbos de lo futuro. Sin embargo, la historia de la filo sofía tiene también su propio sistema de leyes, en cuanto los diver sos intentos para resolver los problemas filosóficos del conoci miento del mundo no siguen simplemente un orden externo más o menos accidental. Un problema surge más bien de otro por íntima necesidad y un sistema genera otro después de él a manera de progreso o acabamiento, contradicción o contraste. Así la historia de la filosofía de un pueblo refleja el desarrollo de su- pensamiento mientras que la historia del conocimiento, por su parte, deviene, en alguna medida, conocimiento de la historia. Pero, en general ¿podemos hablar absolutamente de una his toria de la filosofía^ No todo pueblo ni siquiera cada comunidad civilizada ha tenido filosofía. Muchos pueblos poseen santos, pro fetas y reformadores religiosos, mas sólo muy pocos han produ cido filósofos. Entre los pueblos de la antigüedad, aparte de Gre cia, únicamente China e India se hallan en tal situación. Los estu diosos familiarizados con la literatura filosófica china nos infor man que esa lengua está mal dotada para la filosofía. Su sistema más profundo, el taoísmo de Lao-tse, resulta más misticismo que filosofía, en tanto que Kon-tse, quien según propia confesión era “repetidor pero no creador”, adherido firmemente a la religión, fue un moralista y no un filósofo, pues careció de comprensión para las cuestiones metafísicas. Los indios han producido, en verdad, varios sistemas filosóficos; no obstante, ellos jamás abandonaron su contacto con la religión y'así nunca se independizaron de ella. Su carácter extramundano parece extraño a nuestro espíritu. Sin embargo, no hay relación entre los sistemas filosóficos de los chinos, y de los indios ni de ambos con los de los griegos puesto que cada uno de estos pueblos desarrolló su propia filosofía según su peculiar índole. El conjunto del pensamiento europeo desciende, empero, de la filosofía griega. Las ideas que los romanos expresa ron en su literatura filosófica no son originales, ya que fueron tomadas de los helenos, vertidas en lenguaje latino y transmitidas a la posteridad medieval y moderna. La filosofía griega, junto con otros productos del espíritu helé nico, fue una creación original, y ha sido de importancia decisiva en el desarrollo total de la cultura de Occidente. Jamás pueblo alguno juzgó su propia idiosincrasia y las instituciones, la ética y las costumbres que produjo con mayor imparcialidad que los 10 griegos. Tampoco nunca una comunidad observó el mundo a su alrededor y buceó dentro de las profundidades del universo con más atenta penetración que ellos. Fue este equilibrio, combinado con un vigoroso sentido de la realidad y un idéntico poder de abstracción el que los habilitó desde muy temprano para reco nocer sus ideas religiosas según lo que ellas realmente eran —crea ciones de la imaginación artística— y colocar en lugar de un mun do mitológico otro de ideas construido por la energía del pensar humano independiente, el Logos, el que podía pretender expli car la realidad de modo natural. Hubiera sido no pequeña hazaña simplemente advertir estos problemas y plantearlos, puesto que la impaciencia de las ideas ingenuas y tradicionales, el sentido del asombro, encierra el comienzo de todo filosofar; pero los griegos además, hicieron inmensas contribuciones para la solución de estos problemas. Formularon todas las cuestiones fundamentales de la filosofía, teoréticas y prácticas a la vez, y las contestaron con la transparente claridad que es característica de la mente helénica. Ellos forjaron para el pensamiento filosófico, en amplia medida para las ciencias naturales —pues la filosofíá y la física son ori ginariamente inseparables— los conceptos básicos dentro de los cuales la filosofía y la ciencia europeas posteriores discurrieron y con los cuales aún trabajan. Fundaron las principales discipli nas filosóficas y desarrollaron todas las formas típicas que la filo sofía adopta. Aun la filosofía eclesiástica de la Edad Media, el escolaticismo, no pudo prescindir de los griegos, y cuando el pen samiento amenazó congelarse en la figura de un aristotelismo incom prensible, fue otra vez el espíritu helénico, liberado de sus atadu ras, el que en el Renacimiento despertó el filosofar y la investi gación a una nueva vida y preparó el camino para la filosofía de ia época moderna. Si como consecuencia del progreso de la divi sión de las ciencias los problemas filosóficos se han complicado, el hombre, sin embargo, mantiene claramente en vista las líneas principales del pensamiento filosófico, según fueron diseñadas de una vez para siempre por los griegos, quienes enseñaron a remon tarse de lo múltiple a los fundamentos simples y llegar a la com prensión a la luz de éstos. Fueron ellos los primeros en hallar el camino de estos difíciles procesos del pensamiento. Pero los sistemas construidos por los pensadores griegos no deben ser considerados simplemente como una preparación para la filo 11 sofía moderna. Aquéllos tienen valor en sí mismos, como una con quista en el desarrollo de la vida, intelectual del hombre. Fueron los griegos quienes obtuvieron para el ser humano libertad e inde pendencia en el pensamiento filosófico, los que proclamaron la autonomía de la razón y dieron a ésta una doble tarea. El saber en el sentido griego incluía no sólo la explicación teorética del mundo sino también una definida actitud práctica ante la vida. Así, aparte de la independencia del pensamiento científico, era la libertad de vivir según su complacencia, la "autarquía”, lo que distinguió al sabio griego. Los principales pensadores helénicos vivieron siempre como filósofos. Esto és lo que Nietzsche llamó “la atrevida franqueza de una vida filosófica” y lo que echó de menos en la existencia de los modernos pensadores. La ausencia de dogmatismo religioso favoreció la creación y difusión de los intentos filosóficos para explicar el mundo. Al mismo tiempo, en ausencia de una ética fundada en la autoridad religiosa, la filo sofía práctica llenó un vacío en la vida espiritual y moral del pueblo, necesidad que otras sociedades reemnlazaban con la creen cia en una religión basada en hechos revelados, la que regulaba también su vida práctica. Este rasgo prestaba a la filosofía griega su universalidad y le concedió un lugar en la vida de los helenos mucho más importante y significativo que el que la filosofía mo derna jamás ha poseído, la oue a pesar de las protestas teóricas de independencia, está en verdad, limitada por el poder de la Igle sia y de una ética religiosamente condicionada. La filosofía se ha convertido, pues, en tarea de especialistas, confinada a un círculo más o menos reducido. La filosofía griega, por otra parte, como el arte y la poesía antes que aquélla, creció en la mente del pue blo y constituyó un ingrediente orgánico de la cultura helénica. Alcanzó ese carácter supratemporal que conquistaron las demás creaciones del mundo griego e igual que ellas, en sus mejores expresiones, se distingue por la perfecta forma artística en su pre sentación. Como los poemas de Homero, las obras maestras de la tragedia ática y el arte de la época de Pericles, esta invención del espíritu helénico exhibe ante nosotros su inagotable fecundidad. 12 2. Las fuentes de la filosofía griega Sólo de muy pocos filósofos griegos se conservan sus trabajos completos, y entre ellos de uno de los realmente grandes, Platón, pues buena parte de la producción de Aristóteles se ha perdido, en particular sus primeros escritos. En verdad, Platón, de ninguna manera consideraba su actividad literaria como el aspecto más importante de su vida; por el contrario, la llamaba simplemente un “pasatiempo agradable”. Creía de mayor valor la comunicación oral con sus discípulos. Gran número de pensadores no escribió nada en absoluto: Por ejemplo, Tales, Pitágoras, Sócrates, el escéptico Pirrón; los jefes de la Academia media y nueva, Arcesilao y Car- neades; el estoico Epicteto; el fundador del neoplatonismo, Ammo- nio Saccas, y muchos otros. Lo que conocemos de la vida de estos filósofos se lo debemos a los escritos de sus discípulos. Es instruc tivo darse cuenta de este hecho, pues nosotros, hombres moder nos, nos sentimos demasiado inclinados a considerar a la filosofía griega como un fenómeno predominantemente literario, en tanto que para los helenos lo esencial resultaba la palabra hablada y el contacto personal entre el maestro y el alumno. Sin embargo, en el curso del tiempo la producción del tipo señalado alcanzó consi derables proporciones. La mayor parte de ella, por supuesto, y en particular el conjunto de la filosofía presocrática y helenística, con escasas excepciones, se ha perdido, de modo que para largas citas deberqos recurrir a las colecciones de fragmentos diseminados en autoras de distinta procedencia. Por fortuna, durante la antigüe dad posterior había ya comenzado la tarea que con cierta gene ralidad puede llamarse historia de la filosofía. Los siguientes tipos de escritos son valiosos en este sentido: los doxográficos, los bio gráficos y los de las escuelas de filosofía. A éstos hay-que agregar laS investigaciones cronológicas, los trabajos críticos y polémicos, así como también los comentarios y las colecciones. De la mayor importancia son las sentencias de los filósofos. Los registros de éstas, de segunda o tercera mano, se denominan lite ratura doxográfica.- Aristóteles fijó una norma al respecto en sus obras,' particularmente en la Metafísica, donde precede la expo sición de sus propias teorías de un esbozo sumario de sus antece sores. Este ejemplo fue seguido por su discípulo Teofrasto en Historia de la física (18B), primera obra en griego que trata de la historia de la filosofía. Fue confeccionada según los diversos temas: Los principios, Dios, el cosmos, meteorología, psicología y fisiología. Aparte de numerosos pasajes aislados se conserva en ella un fragmento considerable sobre las percepciones sensibles. Este libro constituyó durante toda la antigüedad la fuente jprincipal sobre la filosofía presocrática. La llamada Vetusta Placita, que fue compilada en la primera mitad del siglo I (de nuestra era) por un autor del círculo del estoico Posidonio, es un extracto de este trabajo de Teofrasto. Estas obras, a su vez, originaron las Colec ciones de opiniones (de los filósofos) reunidas por Aecio (alre dedor del año 100 de nuestra era), de las cuales se derivan los Placita philosophorum (cerca del 150 de nuestra era), indebi damente atribuidos a Plutarco, y los resúmenes de Estobeo en el primer libro de sus Extractos (siglo V de nuestra era). Aecio había reunido la doxografía desde¡ Platón hasta la mitad del siglo i antes de Cristo. La segunda clase de escritos que tienen importancia como fuen tes son las biografías de los filósofos. Éstas comenzaron también con la escuela peripatética; el género fue creado por Aristójeno de Tarento, discípulo de Aristóteles que se inclinaba hacia el pita gorismo. En tanto que las anécdotas, las leyendas y las frecuentes animosidades personales demandaban buen espacio en estos rela tos, los estudiosos alejandrinos, en particular Calimaco de Cirene, en su gigantesco catálogo, dentro del cual los filósofos ocupaban preferente lugar, se empeñaban,en recopilar evidencia documen tal de la vida y obras de los pensadores griegos. Las nóminas de los escritos, preservadas por Diógenes Laercio especialmente, se remontan a las fuentes originarias. Una combinación de estos dos elementos, lo auténtico y lo anecdótico, fue intentado por Her- mipo de Esmirna, alumno de Calimaco (alrededor del 200 antes de Cristo), autor de la más importante de las colecciones alejan drinas de biografías. Antígono de Caristo se mantuvo separado de esta corriente y de los círculos peripatéticos. En sus biografías se esforzó por interpretar el carácter personal del filósofo junto con el relato externo de su vida (segunda mitad de la tercera centuria antes de Cristo). Naturalmente, sólo trabajos muy posteriores' de este tipo han sido conservados. Entre ellos pueden mencionarse los de Luciano Demonax; la vida del neopitagórico Apolonio de 14 Tiana, por el segundo Filóstrato, y la biografía legendaria de Pitágoras de los neoplatónicos Porfirio y Jámlico. Un tercer grupo de escritos trata de las escuelas filosóficas, en parte según sus puntos de vista sobre los problemas fundamen tales de la filosofía, tal como acontece con los autores de Las escue las de filosofía, entre los cuales pueden ser mencionados el aca démico Cleitómaco (segunda centuria a. de Cristo), y el estoico Ario Dídimo (época de Augusto); en parte de acuerdo con el desarrollo externo de las escuelas y sus relaciones históricas. Entre estos últimos se hallan los autores de las Sucesiones filosóficas. El creador de este género fue Soción de Alejandría, quien escribió entre el 200 y el 170 antes de Cristo. Según él hubo dos líneas paralelas de desarrollo: jónica una, la que lleva de Tales a la Aca demia media y a Crisipo, y otra itálica, desde Pitágoras a los eleatas y los atomistas y de aquí a los sofistas, los escépticos, y finalmente a Epicuro. Su error consistió en atribuir a la vieja filosofía presocrática, de modo totalmente carente de crítica, las relaciones que existían entre las diversas escuelas de los siglos iv y iii antes de Cristo. Con el propósito de hacer máis claros los vínculos de estas comunidades no pocas veces aquél inventaba arbitrarias conexiones de maestro a discípulo que se extendían desde el primer fundador de una secta filosófica a un miembro poste rior. Otros autores de trabajos parecidos fueron Filodemo de Ga- dara (siglo i antes de Cristo), de cuya Reseña de la filosofía se han conservado las secciones sobre los académicos y los estoicos, y Diocles de Magnesia quien compuso un Compendio de filoso fía, el que en su totalidad, o por lo menos un extracto, fue usado por Diógenes Laercio (siglo ni después de Cristo). El trabajo de éste, Vidas y opiniones de ilustres filósofos, en diez libros, que ha llegado completo hasta nosotros, es el último representante del género. Se trata de una compilación elaborada sobre la base de escritos de la misma índole, con el rechazo de algún material y el agregado de nuevos datos que el autor obtuvo de Diocles y Favo- rino, Memorias e historia miscelánea. Buena parte de esta infor mación carece dq valor; sin embargo, en muchos puntos ofrece excelentes noticias. Para la cronología de la filosofía griega la fuente principal es la Cronología de Ápóbdoro, escrita en trímetros yámbicos destinados para ser aprendidos de memoria. El período comprendido se extien 15
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