Maurice Godelier Funcionalismo, estructuralismo y marxismo 1100071696 Maurice Godelier Funcionalismo, estructuralismo y marxismo EDITORIAL ANAGRAMA Fuente: EL HORIZONTE DEL PROBLEMA Fonctionalisme, structuralisme et marxisme Y LOS CAMINOS RECORRIDOS París, 1972 Traducción: Joaquín Jordá Racionalidad e irracionalidad en la economía quería ofrecer, en 1966, el balance provisional de una inves- Maqueta de la colección: tigación emprendida en 1958 y que se proponía ofrecer Argente y Mumbrú una respuesta a dos preguntas, que en el fondo no son más que una: «¿Cuál es la racionalidad de los sistemas económicos que aparecen y desaparecen en la historia, es decir, cuál es su lógica oculta y su necesidad pro- funda de existir o de haber existido y cuáles son las condiciones de un conocimiento racional de esos sis- temas, es decir, de una ciencia económica comparada y desarrollada?» Pregunta precisa, pero que abría un campo de in- vestigación que parecía que, de hecho o de derecho, ningún límite podía encerrar y restringir, y cuya des- mesura explicaba suficientemente que estuviera plan- teada por un filósofo, es decir, por una mente que © Maurice Godelier, 1972 apunta de entrada a las verdades fundamentales, a las C) EDITORIAL ANAGRAMA verdades sobre los fundamentos de lo real y del cono- Calle de la Cruz, 44 Barcelona-17 cimiento que de él se tiene. Pero al mismo tiempo —y esto era lo que denotaba Depósito Legal: B. 5492 - 1976 que el filósofo que había planteado pregunta tan desme- ISBN 84-339-0702-6 surada ya no era un filósofo tradicional sino que se Printed in Spain afirmaba como marxista— la respuesta a esta pregunta GRÁFICAS DIAMANTE, Zamora, 83, Barcelona-5 no se buscaba en la filosofía o a través de ella sino en 7 y a través de la inspección de los conocimientos acumu- prolonga la primera: las condiciones de aparición, de lados por las ciencias y por las diferentes prácticas funcionamiento y de evolución de cualquier sistema son teóricas. dobles y algunas de ellas atañen a una realidad humana De ahí, ese extraño itinerario de la filosofía a la eco- intencional, pero otras, de importancia más decisiva, nomía y después a la antropología que jalonó los textos- manifiestan las propiedades inintencionales de las rela- etapas reunidos en Racionalidad e irracionalidad en la ciones sociales de producción, propiedades que no de- economía. penden de la conciencia de los hombres ni encuentran Por dos veces, pues, fue preciso volver a ser apren- en ella su origen o fundamento, y contienen las posi- diz de una nueva práctica teórica y buscar si el pro- bilidades de transformación de estas relaciones sociales. blema de la racionalidad seguía manteniendo su sentido [Pero si unos sistemas económicos y sociales se con- y bajo qué formas nuevas se planteaba. Pero si fue pre- tradicen y si uno de ellos evoluciona y se transforma ciso ir más allá de la economía política hacia la antro- para acabar desapareciendo de la historia, esto signifi- pología, es porque la economía política, en su estado ca que cualquier sistema sólo puede existir y reprodu- actual, se limita al análisis de das sistemas económicos cirse dentro de unos límites precisos, a través de unas contemporáneos, y el problema de la «racionalidad» transformaciones compatibles con las propiedades in- económica lleva irremediablemente a la afirmación, cada intencionales de sus estructuras internas, y que dichos vez más «probada», de la superioridad de un sistema límites no son más que la manifestación de dichas sobre otro y de la necesidad de ver a uno de los dos propiedades inintencionales y de las relaciones de com- (sea el que fuere) triunfar en la historia sobre el otro. patibilidad y de incompatibilidad funcionales que de- Era necesario, pues, realizar la inspección crítica de las termina' Era preciso, por consiguiente, confrontar «pruebas» aportadas por los partidarios de uno y otro esos conceptos de compatibilidad, de incompatibilidad sistema y buscar las condiciones que permitirían a tales y de límite con el concepto de contradicción y los pruebas ser una demostración científica y no ideológica. conceptos de la teoría de los sistemas y de la ciber- En esta búsqueda de las condiciones epistemológicas nética. Ahí residió el origen de nuestras investigacio- de una demostración rigurosa, se impuso un primer nes sobre los conceptos de correspondencia y de con- resultado:Fel problema de la «racionalidad» de un sis- tradicción entre estructuras y de nuestra crítica a los tema es fuldamentalmente el de la «necesidad históri- conceptos heredados de Hegel o de un Marx desnatu- ca» de su existencia, es decir, para ser pensado exige la ralizado por el marxismo dogmático. construcción de la teoría de las condiciones de apari- Sin embargo, el problema último seguía vigente: ción y evolución del sistema, problema habitualmente ¿existe un motivo, un fundamento último de las trans- desdeñado o mantenido fuera del campo de investiga- formaciones de los sistemas económicos y sociales, ción de la economía política, y abandonado a los «his- transformaciones reguladas a partir de las relaciones de toriadores» de la economía:1Una segunda conclusión compatibilidad e incompatibilidad existentes entre las 8 9 estructuras que componen esos sistemas? A menos de la que intentaba explicar las razones de ser de la di- suponer que la historia haya recibido su sentido desde versidad de las sociedades y de la historia, se traducía fuera y esté movida por una finalidad a priori, hay que en las siguientes preguntas: ¿cómo imaginar las rela- buscar ese fundamento en el propio seno de los diferen- ciones entre atracturasinerminaute y eátructata_domi tes tipos de relaciones establecidas por los hombres en- nte? ¿Qué determinación de las relaciones econó- tre sí; la pregunta, pues, se convierte en la siguiente: micas impone la dominancia bien de las relaciones de ¿cuáles son, entre estas relaciones, las que asumen la parentesco, bien de las relaciones politico-religiosas en- responsabilidad primera de las mayores transformacio- tre los hombres? Ahora bien, ni el marxismo dogmático nes de la historia humana y, en última instancia, las de- ni cualquiera de las restantes formas del materialismo terminan? Entre las respuestas posibles, conocemos ya vulgar de que forma parte, aunque lo niegue, el mar- la que dio Marx: las relaciones que los hombres esta- xismo dogmático, pueden responder a esta pregunta, blecen entre sí para (y en) la producción de las condi- y mucho menos plantearla. Para el materialismo vul- ciones materiales de su existencia determinan en última gar, la economía, reducida a las relaciones de la tecno- instancia las relaciones de compatibilidad y de incom- logía y del medio ambiente, «produce» la sociedad y la patibilidad entre todos los niveles de la vida social y, engendra como un epifenómeno. Eso equivale a negar por dicho motivo, son las transformaciones mayores las diferencias irreductibles entre niveles y estructuras de las condiciones materiales de su existencia las que de la vida social, base de su relativa autonomía de determinan en última instancia las transformaciones funcionamiento, y reducir todos los niveles a unas importantes de las formas y funciones de los restantes funciones económicas, visibles u ocultas. Bastará un niveles: político, ideológico, etc. ejemplo para mostrar en qué callejón sin salida se Pero diríase que se impone una objeción a esta res- precipita el materialismo vulgar, ofreciendo de este puesta de Marx: ¿cómo conciliar esta hipótesis con el modo su impotencia como ofrenda a las diferentes teo- hecho de que en el seno de numerosas sociedades rías idealistas de la sociedad y de la historia. Bajo cual- primitivas las relaciones de parentesco entre los hom- quiera de sus formas, existe un elemento en el seno bres dominan la organización social (Radcliffe-Brown, de las relaciones de parentesco que jamás puede redu- Evans-Pritchard), o con el hecho, por ejemplo, de que cirse únicamente a una relación económica y deducirse las relaciones religiosas parecen dominar la sociedad exclusivamente de ella. Se trata de la relación entre in- hindú al jerarquizar a los hombres en castas a partir dividuos de sexo opuesto que cooperan en el seno de de una ideología de lo puro y de lo impuro (Louis una relación socialmente regulada, el matrimonio, en Dumont)? la reproducción biológica de la sociedad. Es evidente Así pues, a menos de negar dogmáticamente los que de las condiciones determinadas de la producción hechos y de considerarlos como apariencias, la proble- de la vida material depende que la división entre 1,, mática marxista en las ciencias económicas y sociales, sexos sea o no la forma dominante de la división del 10 11 trabajo, que las relaciones de consanguinidad en el gida por el historiador o el economista de las socie- interior de un grupo o de alianza entre los grupos dades occidentales, en la medida en que éstos tienen sean el medio de una cooperación directa en la pro- espontáneamente la impresión —y la mayoría de las ducción o indirecta en la circulación de bienes. Pero, veces, la ilusión— de una mayor familiaridad con lo desde el primer momento, las relaciones de parentesco que estudian, de un conocimiento previo de su terre- no se reducen a la práctica exclusiva de estas funcio- no que les lleva menos a conocer que a reconocer, a la nes y por ese motivo no se las puede «deducir» sim- manera del conocimiento de las esencias en la filosofía plemente de ellas. Es evidente, por tanto, que sólo a platónica. cambio de un rechazo radical del materialismo vulgar Ahora bien, esta práctica existe y se designa como podemos esperar que se aborde correctamente el análi- «antropología». Me convertí, pues, en antropólogo. sis entre determinación y dominancia, y establecer, Pero sólo podía dirigirme, dada mi voluntad de anali- pues, con respecto a algunas sociedades el juego de la zar unos sistemas económicos y sociales de tal manera causalidad estructural de sus respectivos modos de pro- que aparecieran sus propiedades estructurales ininten- ducción sobre su organización y su evolución. cionales, hacia la antropología estructural, aún sabiendo Estas conclusiones teóricas y la necesidad de con- que[el estructuralismo —más que el funcionalismo pero frontarlas con unos modos de producción y unas formas por otros motivos— era impotente para teorizar las de sociedad diferentes de las que explora la economía condiciones necesarias de aparición y desaparición en política, nos encaminaron necesariamente hacia la prác- la historia de los sistemas que estudia y, por tanto, de tica científica que, entre las numerosas ciencias deno- pensar la historia. Recusé de antemano el dilema «an- minadas «humanas», se enfrenta al mayor número posi- thropology versus history» que bajo formas opuestas ble de sistemas económicos y sociales vivientes, y que han planteado Boas, Goldenweiser, Leach o Lévi- todavía retienen, pese a la diversa amplitud de las J Strauss transformaciones impuestas por la intervención directa Me dispuse a iniciarme en la antropología al lado del de los sistemas capitalistas y socialistas, algunos elemen- profesor Lévi-Strauss, que se interesó por mi proyecto tos esenciales de su antiguo funcionamiento. Este mo- y me procuró toda clase de facilidades para llevarlo tivo, el mantenimiento en el seno de numerosas socie- a cabo, prestando siempre una particular atención a lo dades contemporáneas de elementos precapitalistas que se denomina «antropología económica», ámbito vivientes, pero que, a primera vista, se le aparecen al que parecía que debía contener los datos y quizás los investigador europeo como insólitos, cuando no absur- elementos de la solución de estos problemas teóricos. dos, fue el que me encaminó hacia una práctica cientí- Significaba aparentemente abandonar el análisis de lás fica que exige de antemano del investigador una des- realidades y de los problemas de nuestra propia socie- centralización respecto a los hechos, la historia y la dad, pero bastó poco tiempo para que volviera a en- ideología de su propia sociedad muy superior a la exi- contrar estas realidades instaladas en el propio cora- (cid:9) 12 13 zón de la teoría y de la práctica de la antropología. con unos extranjeros que se arrogaban el «derecho», Después de un primer balance de los problemas me- en n,ombre de la «superioridad» de su propio sistema todológicos de la antropología económica', salí a efec- social y de sus valores, de «pacificarla» militarmente, tuar el aprendizaje de «campo» entre los baruya, una de «civilizarla» y de convertirla en objeto de estudio an- tribu del interior de Nueva Guinea que había visto tropológico; en pocas palabras, de someterla a partir de al primer blanco en 1951 y que no había sido situada aquel momento al orden de un mundo europeo que bajo el eficaz control de la administración australiana ya no era el de Herodoto o de Cortés, sino el de la hasta 1960, o sea, seis años antes de mi llegada. Per- exploración de la luna y de las guerras imperialistas. manecí allí de 1967 a 1969 2. Los baruya son una De repente, el «problema de la racionalidad» de los tribu de horticultores de roza que hacia 1950 dejaron sistemas económicos y sociales de la historia se plantea- de utilizar sus antiguos instrumentos de piedra y de ba por entero, pero esta vez con la yuxtaposición viva bambú para sustituirlos por hachas y machetes de acero y dolorosa de dos de estos sistemas aprehendidos a tra- que les llegaron a través de los canales de su antiguo vés de la práctica de campo del oficio de antropólogo, comercio intertribal con los sectores de la isla donde oficio que debía ser ejercido tal como es, es decir, como los blancos ya tenían una presencia dominante. Esta inevitablemente investido de antemano y desde den- sustitución de los factores de producción se había pro- tro por los problemas que plantea la historia, tanto la ducido por su propia voluntad, sin presión de adminis- de hoy como la de ayer. tradores o de misioneros blancos, puesto que éstos Una vez más, el «problema de la racionalidad» apa- todavía no les habían descubierto. recía como un problema al que la ciencia no puede Es decir, en unos valles aislados de las montañas de «escapar» en absoluto y que no desprende el trabajo Nueva Guinea la historia se me ofrecía de manera pri- productor de conocimientos científicos de lo presente vilegiada en un salto gigantesco que abolía bajo mis o de lo real, y que no aleja de su relación íntima el ojos la distancia que separaba en el espacio y en el tiem- hoy, el ayer y el mañana, así como tampoco lo próximo po dos formas extremas de su desarrollo, una sociedad y lo lejano. primitiva que apenas acababa de cerrar a sus espaldas la Éstos fueron el horizonte teórico de mi «cuestiona- puerta del neolítico para encontrarse frente a frente miento» de la racionalidad económica y los caminos re- corridos en el espacio dibujado por este problema y su 1. M. Godelier: «Objet et méthodes de l'Anthropologie horizonte. Soy consciente de que estos caminos no son economique», en L'Homme, V, abril de 1965. más que unos recorridos minúsculos que producen des- 2. Esta investigación fue financiada por el Conseil Natio- cubrimientos insulares en un espacio infinito cuya ex- nal de la Recherche Scientifique y la Wenner Gren Founda- ploración sistemática exige la cooperación de grandes tion que en dos ocasiones me concedió una subvención de in- vestigación, y hacia los cuales quiero testimoniar mi agrade- masas de investigadores. cimiento. Pero hay algo que importa más que el número de 14 15 investigadores y que contiene al mismo tiempo la pro- ACERCA DE ALGUNOS «EFECTOS CRITICOS» mesa de atraerlos en número siempre creciente: la ne- DEL CUESTIONAMIENTO DE LOS SISTEMAS cesidad de efectuar una revolución teórica en las ECONOMICOS Y SOCIALES ciencias humanas, revolución cada día más urgente si queremos sacar a esas ciencias de los callejones sin salida del empirismo funcionalista o de la impotencia del estructuralismo frente a la historia. En mi opinión, dicha revolución pasa actualmente por la reconstruc- ción de estas ciencias sobre los fundamentos de un marxismo radicalmente depurado de todo materialismo Necesariamente, los efectos críticos debían recaer en vulgar y de todo dogmatismo. Gracias a ello, unos pro- tres direcciones: la crítica de la dialéctica de Hegel, del blemas que se acumulan sin solución podrían encon- empirismo —fundamentalmente del empirismo funcio- trarla, y si bien el objetivo principal de una revolu- nalista— y del estructuralismo. ción es resolver unos problemas no hay que olvidar, La necesidad de pensar las relaciones de incompa- sin embargo, que uno de los medios y de los efectos tibilidad entre estructuras, de descubrir por qué existen de dicha transformación es el de someter a la crítica unos límites a las transformaciones posibles de esas del nuevo punto de vista las viejas aproximaciones y estructuras, límites más allá de los cuales la reproduc- métodos que siguen siendo dominantes en el campo de ción de un sistema queda dificultada, cuando no im- las ciencias humanas. posibilitada, llevaba obligatoriamente a una reflexión La continuación de este escrita estará dedicada al sobre la dialéctica y ante todo sobre la dialéctica de esbozo de alguna de estas clitiéas indispensables. Hegel, ya que en la mente de numerosos marxistas la dialéctica de Hegel y la dialéctica de Marx son una sola cosa a nivel de los principios, y sólo la base idea- lista o materialista de ambas dialécticas cambia su al- cance sín cambiar sus leyes. Al término del análisis, creí haber demostrado que el fundamento del idealismo hegeliano, el postulado de que la materia es el pensamiento-en-sí que no se pien- sa, por tanto, el pensamiento que es él y su contrario, se expresaba directamente en el principio primero de la dialéctica hegeliana: el postulado de la identidad de los contrarios. Este postulado no pertenece a la ciencia sino a la metafísica. Al pensamiento científico perte- 16 17 nece únicamente el principio de la unidad de los con- secundario; resultado positivo en la medida en que trarios que permite comprender a un tiempo su comple- supone y evidencia la imposibilidad de reducir entre sí méntariedad (su compatibilidad) y su conflicto necesa- las instancias de la sociedad, pero resultado secundario rio (su incompatibilidad) y la capacidad de la reproduc- en la medida en que no pone en evidencia el carácter ción de esta unidad dentro de ciertos límites 3. radicalmente «metafísico», no científico, del primer Muy lejos de contradecir los recientes descubrimien- principio de la Wissenschaft der Logik, el principio de tos de la cibernética o de la teoría de los sistemas, la la identidad de los contrarios. El amo no es el esclavo, dialéctica marxista despojada de su relación equívoca y el patrón no es el obrero, aunque cada uno de ellos deformadora con la de Hegel aparece como un instru- no pueda existir sin el otro y esta relación les una tanto mento abstracto positivo que, en cierta manera, se como les separa. encuentra actualmente enriquecido por las investiga- ¿Era preciso, pues, para volver a los hechos reales, ciones matemáticas sobre la teoría de los sistemas y sus retornar al empirismo? Pero ¿a qué empirismo? ¿Al regulaciones internas. Sin esta crítica radical de la rela- empirismo abstracto, al empirismo funcionalista, idea- ción entre principios y contenido de la dialéctica de lista (por ejemplo, en antropología la corriente deno- Hegel, la dialéctica seguirá siendo lo que era, una «má- minada de la antropología cultural) o materialista (por quina-de-demostrarlo-todo» ajena a la ciencia, a la ejemplo, la ecología cultural defendida por Marvin que seguiría horrorizando. Esto me lleva a oponerme Harris)? a las fórmulas ambiguas de Lenin, de Mao Tse-tung Es conocida la debilidad esencial del empirismo abs- o de marxistas como Lucien Séve, y me hace conside- tracto. El individuo es considerado como punto de rar la tesis de Louis Althusser según la cual la diferen- partida de la ciencia pero, de hecho, es fácil demostrar cia fundamental entre la dialéctica de Hegel y la de que este principio es violado apenas acaba de ser esta- Marx se basaría en el hecho de que, en el primero, la blecido. Basta con mencionar el modelo walrasiano contradicción siempre es simple y en el segundo está de la economía pura que sirve de paradigma a la teoría «sobredeterminada», como un resultado positivo pero neoclásica de las condiciones óptimas de funcionamien- to de una economía determinada que se mantiene en 3. Cfr.' Karl Marx: Einleitung zur Kritik der Politischen un estado de equilibrio. El análisis parte de la existen- Ekonomic. (Dietz Verlag, Berlín, 1958): cia de individuos abstractos dotados de algunas escalas Según esto, nada más fácil para un hegeliano que (no importa si transitivas o intransitivas) de preferen- identificar la producción y el consumo (p. 240). El resul- cias subjetivas y de una psicología somera, pero «na- tado que hemos obtenido no es que sean idénticos la tural»: la tendencia a maximizadas. Se supone a con- producción, la distribución, el intercambio y el con- tinuación que estos individuos que son otras tantas sumo, sino que todos ellos son miembros de una totali- dad, son diferencias dentro de una unidad. (Subrayado encarnaciones de un fetiche teórico, el horno oeconomi- por mí [M.G.].) cus eterno, se mueven en un mundo donde obligatoria- (cid:9) 18 19 mente tienen que entrar en competencia. Queda enton- Polanyi 6, (la economía trata de las relaciones sociales ces por descubrir cómo estos individuos, que se supone ligadas a la producción de los medios materiales de exis- (otro postulado fantasmal) que se enfrentan en igualdad tencia, relaciones sociales) de las que la economía mer- de medios y de información, intercambiarán su trabajo cantil capitalista sólo es un ejemplo entre otros. Esta y sus productos para maximizar sus satisfacciones. definición recoge la de los clásicos y se opone a la de Queda claro en este resumen que partir del individuo los marginalistas, aunque sea ésta, en realidad, la que T será siempre una salida falsa, una apariencia, pues de aplican en su práctica todos los economistas Por dicho manera inmediata, pero clandestina se sitúa a estos motivo, la polémica sobre la definición de lo económico individuos en un universo, ciertamente abstracto, pero sólo tiene un alcance limitado pues una vez superada que tiene la misma forma de la economía capitalista, y la discusión sobre esta definición, sustantivistas y for- está determinado y organizado formalmente por algu- malistas pueden estar totalmente de acuerdo sobre las nos de los principios del modo de producción capitalis- definiciones esenciales de la economía política no-mar- ta: a) todo producto, incluida la fuerza de trabajo, es xista referentes a los conceptos de valor, salario, bene- una mercancía intercambiable; b) las relaciones entre ficio, precio, etc. Ahora bien, es precisamente a pro- todos los individuos son unas relaciones de intercambio pósito de estas definiciones que se desarrollan las po- de mercancías; c) las relaciones de. intercambio son lémicas fundamentales de la ciencia económica y que relaciones concurrenciales. se oponen hipótesis y análisis no-marxistas y marxistas. Se entiende ahora la polémica que opone a forma- Se podría proseguir el análisis y mostrar cómo Pare- listas y sustantivistas en antropología económica a to consiguió dar una eficacia mayor al modelo walrasia- propósito del mismo objeto de la economía política. no eliminando uno de sus puntos débiles, la hipótesis Para los primeros 4, que siguen a Lionel Robbins y restrictiva de la igualdad de medios de información y Samuelson 5, y se unen por consiguiente a la mayoría de medios de produción de todos los individuos que se conservadora de los economistas de los países capita- enfrentan en un mercado concurrencial. Al mostrar listas, la economía sólo estudia unas formas de compor- que, incluso en una situación de desigualdad, podía tamiento de individuos que quieren maximizar sus alcanzarse un punto óptimo en la apropiación de los satisfacciones; para los segundos, los que siguen ¿Karl medios de producción, Pareto 7 introducía en el modelo 6. K. Polanyi, Arensberg y Pearson, Trade and Markets in Early Empires y de K. Polanyi, Primitive, Archaic and Modern Economics, ed. por G. Dalton, Anchor Books, 1968. 4. Por ejemplo, Leclair, Burling, Salisbury. Ver Leclair y 7. Vilfredo Pareto. Manuel d'Economie potingue, 2e. éd. Schneider (eds.) Economic Anthropology. Holt, Rinchart and Giard, París, 1927, cap. VI, 32-51. Winston, 1968. Ver a este respecto: A. Marshall: Principies of Economics. 5. Lionel Robbins, The Subject Matter of Economics, 1932, 8th ed. Macinillan, Londres, 1920. Book IV, cap. 13 y A. C. Cap. I, § 4. «La economía y la economía de intercambio». Pigon, The Economics of Welfare. Macmillan, 1932, cap. 9 a 11. 20 21