BERNARD FAY F R A N K L I N EL APÓSTOL DE LOS TIEMPOS MODERNOS TRADUCCIÓN DEL INGLÉS POR M. MONTES LUEJE í i EDITORIAL JUVENTUD ARGENTINA CALLE MORENO 554 BUENOS AIRES Reservados todos los derechos. Copyright by EDITORIAL JUVENTUD ARGENTINA Nueva edición, febrero 1939 Impreso en la República Argentina Printed in Argentine Imprenta López - Perú 666 - Buenos Aires I N D I C E Pá,£. Prefacio.................................................................. 7 LIBRO PRIMERO Los albores del radical siglo X VIII................................ 11 LIBRO SEGUNDO <4E1 camino de la prosperidad"....................................... 97 LIBRO TERCERO El doctor Franklín construye un imperio..................... 214 LIBRO CUARTO Su excelencia el doctor Franklín el patriarca............... 309 rf ß- PREFACIO Cuando Franklin vivía en Francia dijo que su rostro era tan conocido allí corno la luna. No exageraba: innumerables impresos y grabados representabap al Patriarca por todas partes; columnas enteras de los periódicos relataban sus actividades, y se preocupaban de él constantemente los historiadores. Lo han seguido haciendo así desde entonces — al menos en América. — Pocos hombres célebres se han visto honrados con mayor número de biografías, algunas de ellas excelentes; tales son: el voluminoso trabajo de Parton "Life and Times of Benjamín Franklin", que es fuente de inagotable erudición; y el de incompa rable exactitud, de Paul Leicester Ford, "The Many-Sided Fran klin"; pero la más reciente de todas las biografías, "Franklin the First Civilized American", por el señor Philips Russeíl, es algo cómica. ¿A qué viene entonces el escribir un nuevo libro sobre Fran klin? Sencillamente, porque en los últimos seis años que he dedica do a investigaciones he descubierto innumerables documentos, des conocidos para los anteriores biógrafos: de seiscientas a novecientas cartas inéditas que proporcionan nueva luz en la vida del Doctor y han aclarado muchos puntos oscuros, tales como su actitud reli giosa y moral, su papel masónico, su actividad política y diplo mática y los amores de sus últimos años. Algunos le han llamado cristiano; otros, ateo. Ambos juicios son igualmente injustos. Estos nuevos documentos de la vida pri vada de Franklin me dan la posibilidad de demostrar que fué par tidario de los pitagóricos ingleses del siglo XVIIL Creía en la me- tempsícosis y en una Deidad Suprema a la que rodeaban gran can tidad de dioses inferiores, siendo, en su concepto, Cristo uno de sus profetas. Estas ideas fueron el resultado de la frecuentación con su hermano Jacobo, durante la niñez, de la curiosa sociedad de ra dicales anticlericales, doctores, tenderos, taberneros y periodistas (1720-23). Los éxitos y las contrariedades de Franklin, así como 7 PREFACIO sus principios y opiniones, no pueden ser comprendidos ni observa dos, a no ser que se estudie cuidadosamente su carrera masónica, con todas las complicaciones. Nunca hubiera podido formar un partido político de clase media etí Pensilvania, ni haber sido acepta do por un Gobierno inglés, ni — lo más importante de todo -— hubiera podido ganar para la causa americana a Vergennes, ni a Luis XVI, si no hubiese sido por sus hermanos masones. He inten tado dar en este libro la historia completa de la carrera masónica de Franklin, y es esta la primera vez que se emprende semejante tarea. Los documentos inéditos que tuve a mi disposición me die ron un sentido enteramente diverso de la actividad política de Fran klin. Su carácter nacionalista desaparece, y el hecho de que su plan de acción se basase en el ideal obsesionante de un imperio, es cada vez más evidente. Los diarios del conde Loudoun, que se hallan en la actualidad en la Biblioteca de Huntington, aclaran el miste rio de la brusca partida de Franklin para Inglaterra, y revelan las grandes esperanzas que cifraba en ese viaje. La correspondencia en tre Franklin y Galloway, que se conserva en la Biblioteca Masón, nos permite seguir día por día su incomparable diplomacia entre los astutos Penn, el orgulloso rey y el Parlamento mercenario. Contie ne también la carta extraordinaria a Pitt, en la que Franklin le di ce que el Consejo Privado del Rey es un hato de pillos. Este docu mento revelador, desconocido hasta ahora, ofrece una prueba bri llante de su gran habilidad. Gracias a los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia y a la Oficina de Registros de Londres, podemos darnos cuenta cabal de las dificultades que hubo de vencer para conseguir que Francia se inmiscuyese en la Guerra Revolucionaria (1). Lo rodearon de espías. Algunos de sus mejores amigos y consejeros americanos, como Bancroft, estaban pagados por Inglaterra. Su colega Rafael Izard, que era enviado del Congreso, casi consiguió impedir la firma del Tratado Franco-Americano, mediante una ma niobra de última hora. También mantenía a Londres al corriente de lo que pasaba. Además, algunos franceses, los Filósofos, que eran los más amigos de Franklin y de quienes se sospechaba, estaban rodea dos de traidores. Pero, siendo< partidarios de la paz, mantenían co rrespondencia continua con Londres. El triunfo de Franklin es bien conocido, pero los obstáculos que hubo de vencer para ello lo son mucho menos. En cuanto a su vida sentimental, se ha insinuado bastante, y, (!) Guerra de la Independencia Americana, 1775-83. 8 PREFACIO a pesar de todo, ¡había tanto por descubrir! Los archivos de Roel- ker nos proporcionan los detalles concernientes al amor de Franklin hacia Katy Ray, la hermosa joven de Rhode Island, a la que impi dió el casamiento con un simpático español. (Años después, en agra decimiento, ella envió confites a Franklin). Debido a los documen tos de la familia Guestier y Mun, sabemos el noviazgo de Franklin (a la edad de 75 años) con Madame Helvétius, que había sido bella y aún era atrayente; el proyecto que tenia de casar a su nieto Tem ple con una joven francesa, encantadora y de buena posición, Ma demoiselle Brillon; y cómo Temple le pagó villanamente sus esfuer zos obsequiándole con un biznieto ilegítimo, lo que llenó de dolor a una preciosa francesita de ojos azules. La innumerable cantidad de hechos que he reunido por vez primera, nos hacen conocer mejor a Franklin y nos lo muestran más pintoresco, más en contraste con el carácter de su época, que fué el siglo XVIIL No tiene esta biografía sabor local o nacional, sino que es la historia de uno de los grandes caudillos de aquel tiempo. Así es, como se puede juzgar y estimar su inmensa influencia, que, además, fué tan variada, puesto que dominó el mundo político, cien tífico y filosófico de su época, pero de todos los timbres de gloria que tuvo, et más notorio es el de haber sido el primer burgués. En aquel siglo XVIIL que intentó terminar con la aristocracia para tratar de dominar a la clase media, Franklin fué el gran precur sor y ejemplo♦ Definió en sus obras los principios de la burguesía e hizo de su vida un modelo que imitât\ La ejemplarizó mediante el “Poor Richard” y por eso todo el universo se sometió a su influjo. Para comprender la amplitud e importancia suyas habríamos de con siderar a Franklin desde un punto de vista internacional, y su acti vidad en la ciencia, en la política, en la religión y en la filosofía ha brían de ser estudiadas plenamente. Un trabajo de tal magnitud no podía haberse llevado a cabo sin la ayuda y la asistencia de muchas personas generosas que con su erudición, crítica, y conocimientos me proporcionasen sus inestima bles servicios. Tuve a mi disposición la colección del señor Masón, la más rica del mundo, y le estoy particularmente agradecido por sus inapreciables indicaciones, tanto a él como a su bibliotecario Jor ge Edward. El señor G. S. Eddy, cuya erudición respecto a Fran klin es profunda, me proporcionó la parte más valiosa de mi bi bliografía y me dió soluciones para intrincados problemas, tales co mo las especulaciones territoriales de Franklin, el asunto Hutchin* son, el de Gargaz, etc. En algunos de estos casos he copiado los he chos que me relataba o que me permitía acumular, aunque, por su puesto, sólo yo soy responsable de mis conclusiones y mi método■. 9 PREFACIO Deseo también hacer constar mi agradecimiento a la Biblioteca Nacional de Francia — en particular a los señores Lailler y a sus co legas por los buenos servicios que me han prestado; —» a la admi nistración del British Museum, a la Biblioteca Pública de Nueva York, a la Biblioteca Imperial de Berlín, a la Biblioteca Real de Es- tocolmo, a los Archivos Reales de Dinamarca, a la Biblioteca Publi ca de Boston, a la Sociedad de Estudios Históricos de Massachupets, a la Sociedad Anticuada Americana, a la Sociedad de Estudios His tóricos de Nueva York, a la Biblioteca Morgan de Nueva York, al doctor Rosenbach, etc. Debo mencionar en párrafo aparte al señor Franklin Bache, descendiente directo de Franklin, para demostrarle con ello mi es pecial gratitud, pues me permitió hacer uso de su colección extraordi naria; a la Sociedad Filosófica Americana, y a la Sociedad de Estu dios Históricos de Pensilvania (Filadelfia), cuyos archivos estuvie ron a mi disposición con generosa liberalidad. El peso de mi trabajo se hizo más llevadero por el estudio es pecial de la colección de la Biblioteca,Huntington en Pasadena, y me fué muy beneficiosa la erudición de su director señor Farrand, así como también la bondadosa ayuda del bibliotecario, señor Bliss, la del responsable de tos manuscritos, señor Hazelden, y la del en cargado de los libros impresos, señor Shad. Me facilitaron mucho las indagaciones y me dieron ideas nue vas muy preciosas el profesor Laski, de la Escuela de Estudios Eco nómicos de Londres, y su secretaria la señora Tunn♦ En Filadelfia, la señorita Cherry, una estudiante graduada en la Universidad de Pensilvania, me preparó inapreciable asistencia práctica* Finalmente, deseo hacer presente mi reconocimiento al se ñor Bravig Imbs, que preparó la versión inglesa de este libro con amistoso fervor y su acostumbrado talento. Debiera añadir muchos más nombres a esta lista si quisiera dar una relación completa de todos los que me animaron e indirectamen te contribuyeron a mejorar mi obra; no los he olvidado, pero temo que resulte presuntuoso, por mi parte, el presentar este libro al pú blico acompañado de tantos amigos. Sólo espero que, una vez publi cado, despierte tantas simpatías como ha conseguido el manuscrito. BERNARD FAY París, junio 1929. 10