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Francisco Soca: el ilustre enigmático PDF

2021·9.6 MB·Spanish
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(1976 y 2006, respectivamente), tam- bién forma parte de otras sociedades científicas, nacionales y extranjeras. Socio del Sindicato Médico del Uru- guay (1965), mereció la Distinción Sindical al Mérito Docente y en el Ejercicio Profesional (2014) Miembro Titular de la Sociedad Uru- guaya de Historia de la Medicina (1981), ha sido presidente en dos opor- tunidades. Obtuvo por dos veces (1987 y 1997) La biografía de FRANCISCO SOCA, tema de este libro, es un ho- el Gran Premio Nacional de Medicina menaje, que se suma a los muchos que se le han tributado, al filo de (en colaboración). cumplirse el centenario de su muerte. Es autor de numerosos trabajos cien- tíficos, capítulos y libros de su espe- La presente obra recoge documentos no conocidos hasta ahora y cialidad, así como sobre historia de la abunda en reflexiones y comentarios a propósito de esta figura clave, medicina uruguaya. tanto de la Medicina como de la cultura uruguaya toda. RicaRdo Pou FeRRaRi (Montevideo, 1948), es Doctor en Medicina (Facul- tad de Medicina de Montevideo, 1972), Sus aportes en los más variados ámbitos, originales, valiosos y aún con Medalla de Oro en mérito a la vigentes, si bien imbuidos de espíritu francés, contribuyeron a la con- escolaridad. creción de la idiosincrasia nacional en el ámbito latinoamericano. Ginecotocólogo (Montevideo, 1976), realizó estudios de postgrado en París Vida ejemplar, plena y comprometida, en sintonía con la de otros (1973-1974), Madrid (1975), Buenos intelectuales coetáneos, dejó una fuerte impronta, mantenida a lo Aires (1979) y Baltimore (1981). largo de generaciones y que hoy renovamos. Miembro Titular de la Academia de En suma, SOCA fue un verdadero héroe civil, que bien merece ser Medicina del Uruguay (2015). recordado, una vez más. Docente en la enseñanza Media y Su- perior (1966 al presente), está a cargo de la coordinación docente del Depar- tamento de Historia de la Medicina (Facultad de Medicina de Montevi- deo); allí desarrolla su actividad de investigador en la materia. Profesor Libre Honorario de la Facul- tad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (2019). Miembro Titular y Honorario de la So- ciedad Ginecotocológica del Uruguay Continúa en solapa posterior Francisco soca (1856 - 1922) R P F icaRdo ou eRRaRi F s Rancisco oca el ilustRe enigmático m ontevideo 2021 ISBN: 978-9974-8795-7-7 Primera edición - abril de 2021 FRANCISCO SOCA. EL ILUSTRE ENIGMÁTICO © Ricardo Pou Ferrari Queda hecho el depósito que ordena la ley Impreso en Uruguay - 2021 Mastergraf Minas 1367 - Montevideo. Queda prohibida la reproducción parcial o total de este libro, por medio de cualquier pro- ceso reprográfico o fónico, especialmente por fotocopia, microfilme, offset o mimeógrafo o cualquier otro medio mecánico o electrónico, total o parcial del presente ejemplar, con o sin finalidad de lucro, sin la autorización del autor. Diseño de portada y armado: Augusto Giussi F s Rancisco oca el ilustRe enigmático “Es raro, hasta en el físico. Un hombre alto, dominante, naturalmente echado hacia atrás, pecho saliente, piernas largas y tiesas. Calmo en los movimientos; rostro inconfundible, de tinte cetrino, con ojos no grandes, negros, levemente oblicuos, con un mirar profundo que no puede olvidarse y que se pierde cuando algo lo preo- cupa, en el infinito, en un asombrante mirar sin ver; nariz aguileña, labios caídos, finos, bigote lacio, como el cabello, negro, reluciente, que cae sobre la nuca y que ha de ensanchar con su caída, la amplia frente. Voz fina, algo sorda, clara. Un hombre que llama la atención [...] Un hombre triste y amante de la soledad, arisco aun en el pináculo de sus éxitos estudiantiles...”1 “Nacido en una época de hierro en la que sólo eran hermosas las virtudes viriles, el ambiente me hizo frío, sombrío en la expresión de mis íntimas emociones. He admirado siempre todos los grandes sentimientos: he desdeñado la palabra que los encarna. Esta rigidez natural e indomable parecía deber cerrarme el camino de los corazones...Y, sin embargo, tuve amigos, tengo amigos eternos, amigos después de todo, a pesar de todo, a pesar de las más profundas disidencias en los principios y en la acción...”2 “Soca fue más de un clínico eminente: fue un maestro y durante largos años, el único que ha enseñando la clínica en nuestra Facultad, el guía luminoso de varias generaciones y su obra de maestro está de tal modo unida a la de nuestra Facultad de Medicina, que su muerte señaló, como alguien ha dicho, el fin de una época para ella: la época de Soca.”3 1 Muiños, H. H. Introducción a: Soca, Francisco. Selección de Discursos. Biblioteca Arti- gas. Colección de Clásicos Uruguayos, Montevideo, 1972; 1: CXXVII. 2 Soca, F. Carta a Ramón López Lomba. 3 Urioste, J. P. Discurso. Le Professeur Vaquez à Montevideo. Discours prononcés par les médecins uruguayens à l’occasion de l’arrivée du Dr. Henri Vaquez à Montevideo. Hommage du Comité France-Amérique de Montevideo, Montevideo, Impren- ta y Editorial Renacimiento, 1924. Publications du Comité France-Amérique de Montevideo. 7 P Rólogo C omo afirma el autor en la introducción a este magnífico libro: “Francisco Soca es uno de los paradigmas de la me- dicina del Uruguay que hoy ha adquirido la condición de mito y al que pocos conocen”. Por ese motivo le ha pareci- do útil “emprender la tarea de traerlo de nuevo a la memoria contem- poránea, con suficiente perspectiva, procurando atenernos a lo objetivo, con algunos documentos desconocidos hasta el presente”. Sin duda alguna Ricardo Pou Ferrari ha culminado exitosa- mente la tarea emprendida. Por cierto que han habido biografías y reseñas biográficas de Soca de numerosos autores, entre ellas la excelente de Héctor Homero Muiños, sin olvidar los escritos y ho- menajes de Solís Otero Roca, José María Delgado y Juan Carlos Dighiero. Todos ellos fueron no solo contemporáneos, también fueron discípulos del maestro Soca, condición esta última que ine- vitablemente deja traslucir admiración y a veces veneración por el personaje, todo lo cual fue alimentando el mito. A un siglo de la muerte de Soca, Pou ha logrado traernos al personaje real: “Figura basada en contradicciones: abstraído y atento, intuitivo y metódico, distante y comprensivo, duro y capaz de miseri- 9 Francisco soca. El ilustre enigmático cordia. La suya no era pose sino actitud natural, que captaba todo sin velos de fantasía, incluyéndose a sí mismo. Pudo haber dicho en cada etapa “Yo sé quien soy” sin importarle lo que supusiera el entorno… Despertaba curiosidad, envidias, críticas, temor y admiración”. La trayectoria vital de Soca está extensamente detallada en una primera parte generosa en ilustraciones y referencias. En una se- gunda parte, en forma de anexos, aparecen documentos de distintas épocas, transcripciones de notas del biografiado y de comentarios de personalidades de la época, una lista de sus publicaciones y final- mente un catálogo de los componentes de su biblioteca, registrados en el Archivo Francisco Soca del Museo de Historia Nacional. En esa primera parte, luego de repasar los escasos antecedentes familiares y de la infancia poco conocida del joven Francisco, se in- cursiona en el ambiente de la inquieta juventud en una época difícil para la República. Mientras cursó el bachillerato, y luego de una frustrada inscripción en la Facultad de Medicina de Barcelona, du- rante los primeros años en la Facultad de Medicina de Montevideo, Soca mantuvo contactos y amistad con varios de los jóvenes inte- lectuales del momento, entre ellos Prudencio Vázquez y Vega, José Batlle y Ordóñez, Ramón López Lomba, o Pedro Figari, vincula- dos algunos a la Sección de Filosofía del Ateneo del Uruguay, o al diario “La Razón” o la revista “El Espíritu Nuevo”. Abundaban las discusiones filosóficas entre partidarios del racionalismo, del mate- rialismo, del espiritualismo y del positivismo, entre los jóvenes que en el futuro participarían en las lides políticas como aliados o como adversarios. Poco antes de dar el examen final, Soca tuvo un serio incidente con el profesor de clínica médica, que el autor recuerda de esta ma- nera: “Por primera vez se muestran los arranques de ira con que Soca era capaz de reaccionar sin atenerse a las consecuencias ante situaciones que lo contrariaban, más allá de que a veces lo asistiera la razón… Ellos jalonan casi toda su prolongada actuación académica y política. Él mismo los reconoce y a modo de disculpa invoca como atenuante ser un “gaucho refinao” o estar de “mal talante”. 10

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