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Fragmentos póstumos II (1875-1882) PDF

458 Pages·2008·172.026 MB·Spanish
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NI P OS w re V o l u m en tétaos I R I I . D R I CH N I E T Z S C HE F R A G M E N T OS P O S T U M OS V O L U M EN II ( 1 8 7 5 - 1 8 8 2) Edición española dirigida por DIEGO SÁNCHEZ MECA Traducción, introducción y notas de M A N U EL BARRIOS y JAIME ASPIUNZA Edición realizada bajo los auspicios de la Sociedad Española de Estudios sobre Nietzsche (SEDES) Tjwlo original-' (1875-1»8*' Í N D I CE Diseño de Carlos Usarte Gonzálet ABREVIATURAS Y SIGNOS 9 INTRODUCCIÓN AL VOLUMEN I I, por Manuel Barrios 11 CRONOLOGÍA 31 FRAGMENTOS PÓSTUMOS (1875-1882) PRIMERA PARTE ' ^ .I i'l ' H j w f f i ' f fi 1. N I 4. Invierno-Primavera de 1875 39 2. U II 8a. Hasta comienzos de Marzo de 1875 41 3. MP XIII 6b. (U II 8, 239-200). Marzo de 1875 45 4. N I 3b. Primavera de 1875 63 5. U II 8b. Primavera-Verano de 1875 65 6. U II 8c. ¿Verano de 1875? 105 7. Mp X I II 6a. 1875 121 8. U I 6b. Verano de 1875 127 9. U I II 1. Verano de 1875 131 10. NI 6. Verano de 1875 163 11. U I I 9. Mp XIII 4, 6-8. 47. Verano de 1875 167 12. U II 10. Mp X I II 4, 13-46. Desde Verano hasta finales de Septiembre de 1875 205 13. D 10a (DmN). Verano-Otoño de 1875 223 14. Mp X I II 4, 9-12. De Otoño de 1875 a Primavera de 1876 225 15. U II 11. ¿Primavera de 1876? 229 16. N II 1. 1876 235 17. U II 5b. Verano de 1876 243 Resenados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las 18. M i l. Septiembre de 1876 257 correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes 19. U II 5c. Octubre-Diciembre de 1876 269 reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en 20. Mp X IV 1 a (Brenner). Invierno de 1876-1877 291 todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transforma 21. N II 3. Final de 1876-Verano de 1877 297 ción, interpretación o ejecución artística, fijada en cualquier tipo de 22. N II 2. Primavera-Verano de 1877 307 soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva 23. Mp X IV Ib. Finales de 1876-Verano de 1877 327 autorización 24. Mp X IV le. Otoño de 1877 369 25. Mp X IV I d. (Gast). Otoño de 1877 373 26. D 11. Invierno de 1877-1878 377 O de la edición de la obra: DIEGO SÁNCHEZ MECA, 2 0 08 t' de la introducción, traducción y notas MANUEL BARRIOS y 27. N II 5. Primavera-Verano de 1878 379 JAIMI A S H U N /A 2 0 0X O EDITORIAL TECNOS ANAYA, S. A.), 28. N II 6. Primavera-Verano de 1878 391 ( G R U PO 2 0 08 Juan Ignacio Luca de Tena, 15 - Madrid 2 8 0 27 29. N II 4. Verano de 1878 399 Maquetación: Grupo Anaya 30. N 11 7. Verano de 1878 4 05 ISBN: 978-84-309-W83-4 (obra completa) 31. N 1 5. Verano de 1878 4 31 ISBN: 978-84-3094812-3 (volumen I I, 32. N 1112. Otoño de 1878 4 33 ~— Depósito Legal: M-47392-2008 [ 7] COMENTOS 4 I • d, 4. * ¡g : : : : : : : : : : : : :: SS A v »• , „ ,. OMflO * « «• • 445 N I 5 » ? g& S = = = S Í= :: ¡2 39 , 3 c. « ^ * J? 2, 453 A B R E V I A T U R AS Y SIGNOS N * N I V 1 Í ¿ ^ » ^: 46? N I V 1. ^ ^¿ ^ 477 41. El Anticristo AC 42. N I V ^ K V A ^ O *^ 4 77 Sobre el futuro de nuestros centros de formación BA 43. M i :. Julio-AÍOMÍ * 479 Cinco prólogos a cinco libros no escritos CV 4 4. N í V 4 . A g c ^ d e '^ 481 DD Ditirambos de Dionisio 45. M l3 A ^ t o ^ ^ - 483 DS David Strauss. Primera consideración intempestiva ¿ 46. D 13. S ^ ^ r ^ r u h ^ ^. DW La visión dionisiaca del mundo 4 85 47. NIV 5. Sepoembte-NovieiliM EH Ecce homo FW La Gaya ciencia GD Crepúsculo de tos ídolos SEGUNDA PARTE GM La genealogía de la moral GMD El drama musical griego 491 GT El nacimiento de la tragedia 1. n V 1. Principio de I $80 507 HL Sobre la utilidad y los inconvenientes de la historia para la vida Segunda conside 2. N V 2. Primavera de 1880 5 15 ración intempestiva 3. MD I. Primavera de 1880 *" 5 49 JGB Más allá del bien y del mal 4 N V 3. Verano de 1880 M Aurora 5 97 5. Mp XV la. Verano de 1880 MA Humano, demasiado humano 6 Q5 ¿ N V 4. Oioño de 1880 ggj MD Exhortación a los alemanes 7. N V 6. Finales de 1880 NF Fragmentos Postumos NW Nietzsche contra Wagner 8. N V 5. Invierno de 1880-1881 PHG La filosofía en la época trágica de los griegos 9. M I I 2. Invierno de 1880-1881 Schopenhauer como educador Tercera consideración intempestiva SE 10. MpXV Ib. Primavera de 1880-Primavera de 1881 743 SGT Sócrates y la tragedia griega 11. M UI I Primavera-Otoño de 1881 7 59 ST Sócrates y la tragedia 12. NV 7. Otoño de 1881 8 37 UB Consideraciones intempestivas 13. Ejemplar-Emerson. Otoño de 1881 865 VM Miscelánea de opiniones y sentencias 14. M III5. Otoño de 1881 869 WA El caso Wagner 15. M UI 4a. Otoño de 1881 875 WB Richard Wagner en Bayreuth. Cuarta consideración intempestiva 16. M III 6a. Diciembre de 1881-Enero de 1882 891 WL Sobre verdad v mentira en sentido extramoral 17. M III 7. Extractos de los Ensayos de Emerson. Comienzo de 1882 895 WS El caminante y su sombra 18. Mp XVIII 3. Febrero-Marzo de 1882 901 WM La voluntad de poder Así habló Zaratustra Za 19. M III 6b. Primavera de 1882 903 20. M III 3a. Primavera-Verano de 1882 907 21. M III 2a. Verano de 1882 \9 09 F. Nietzsche, Werke und Briefe. Historisch-Kritische Gesamtausgabe, Münich, Beck, BAW 1933 ss. (cinco tomos de obras) F. Nietzsche. Werke und Briefe. Historisch-Kritische Gesamtausgabe, Münich, Beck, B AB 1933 ss. (cuatro tomos de Carlas) (iO\ Friedrich Nietzsche Werke, Grossoktavausgabe. Leipzig, Kröner, 1905 ss. (los Nach gelassene Fragmente estan en los vols. IX al XVI) Ml Friedrich Nietzsche Werke, Musaurionausgabe, Münich, 1920-1929 (23 vols.) [91 M»sn>s R I T M OS ( K A(¡ - i Munich Mauser. (ed de K Schlecht«) 1 ^ 51 ed deci Colli y M. ^ licrlm. ^jlier de ; ^ , , A , ed. de Ci Colli y M. Montinari, B . n f l J W ( e r Un. Walter de tiru>tcr. ^ ^ Kritische Studienausj^ibe. ed. de G. Colli y rheänch SteC~*m Jcliriittrr. , M Monniun. Beri» ^ . Giuliano Campioni y olros. Berlin, Walter ; i k A., I N T R O D U C C I ÓN di* AL V O L U M EN II SKiNOS Friedrich Nietzsche, 1875-1882: Incluido por los editores Las metamorfosis de un espíritu libre Palabra uídesrifraNe En este segundo volumen de la edición íntegra en castellano de los Fragmentos Tres • mas palabras indesci (rabies , Postumos de Nietzsche se incluyen los apuntes redactados por él entre comienzos de . Laguna de una palabra , 1875 y verano de 1882. Se trata de un extenso material, que abarca el complejo y dila > v ( Laguna tado período comprendido entre los años finales de su docencia en la Universidad de Ncgria en el texto original. Doble subrayado en manuscrito Basilea y los primeros años de su existencia como filósofo errante: años en los que Leerás espaciadas en el original, subrayado en el manuscrito. Palabras en otros Nietzsche se desprende definitivamente de las ataduras de la profesión, asi como de Ksc-mas la tutela de los grandes referentes de juventud, Schopenhauer y Wagner; en los que transforma de manera drástica el estatuto de sus relaciones con la filología, la filoso fía y el arte; en los que se reinventa a sí mismo bajo la figura del espíritu libre, incor porando a su proceso de emancipación intelectual sus numerosas lecturas de textos de autores científicos, pensadores positivistas, neokantianos y moralistas franceses; y en los que, por último, comienza a gestar algunos de los motivos centrales de una de sus obras más singulares y emblemáticas, Asi habló Zaratustra. Nos encontramos, por tanto, ante un cuerpo textual de enorme importancia a la hora de procurar desentrañar el sentido más profundo de esa difusa y tantas veces malentendida —cuando no, sen cillamente, desatendida— «etapa intermedia» en la evolución del pensamiento nietzs¬ cheano: una etapa tildada a menudo de <q>ositivista>> o «alustrada», sin mayores preci siones acerca de lo que comporta en su caso el empleo de dichos términos. Y, sin embargo, es precisamente en estos años cuando se produce la decisiva irrupción de un nuevo estilo de filosofar en la obra nietzscheana, ligado de manera indisoluble a la asunción de unos presupuestos teóricos sumamente originales, que sancionan la des pedida del ideario romántico de juventud. Es, pues, en este periodo de crisis y transi ción, antes del Zaratustra y de las grandes obras de madurez, donde comienzan a emerger los perfiles más característicos y perdurables de ese Nietzsche que continúa siendo un destacado inspirador del pensamiento contemporáneo. L ANTICIPOS DE UNA CRISIS: NOSOTROS, FILOSOFOS La polemica suscitada en 1872 a raíz del panfleto de Ulrich von Wilamowitz- Mollendorf en contra de la primera obra de Nietzsche, El nacimiento dé la tragedia desde el espíritu de la música, había arrojado como saldo más significativo una evi dencia incontestable, que iba a pesar en el rumbo seguido a partir de entonces por aquel joven catedrático de filologia clásica de la Universidad de Basilea: para bien o [11] 12 su_ ttiieemmppoo,. NN»iccit//s^chhec nhaatbiii»a INI KOIMJCCIÓN 13 . .. de la ciencia filologica ^ ,, |o sterna acadé- am OStK ^ ^ S T S r i 1 ! SUS C O m C n t a d ° 3 R ° h dc en su c a r ta *» ** de febrero de ^ T^ c ^^ * - escuela de I r cs M tan es o f£ £ Í £ 52 de U p r ° Í C S Í Ón f ' l o l ó * ca P°r de « representantes «titules no podía entender del gesto ruptunsta de Nietzsche En su m*o * - ¡ ^ , a ^ n d a L - . on de su mae ^ e g ^ ad.iH.ustnil.vos l t f esen to de recomendación a las autoridades académicas de Basilea r "O hab" ^ por la enfática rec Ocurrido a ' n lí ^ , d os en la revista Rheirns. p u h h a dejado de consignar que, además de un notable espec.al.sta, sorprendentemente U , P Z Z T S^ «" ¡2 t S t E Í Í ^" *1 titulo de doctor. maduro para su edad, su candidato acumulaba tal cantidad de doteVuTtelectuales que .,.,s lutHniMkv a- cufíc.enio par.< u| , t a tragedia tenia por e> r™ 73 . .7i/(» i/f w m^Ví/í.í iciuu por r al refenrlas, uno podía parecer estar describiendo a «una especie de fenómeno». Y lw(í n lu a de aquel esperado «l.bro aun asi, en esa misma carta habia tratado de relega restos aspectos a un segundo ^ ; r r ^ . r ^ : ' : , , o n K - , S U C r^ r; ; > ¡ l K n u t Ka de Nietzsche -, i bar o plano, como algo irrelevante. Fue precisamente esta incapacidad para reconocer parecer hasta que punto la pasión por la música y, sobre todo, la pasión del conocimiento : : ; ;„ ¿ , , ¡ u k, - - i * m mi único modulaban y conferían sentido, originalidad y peso específico al acercamiento de Nl s i q u ¡ e l Nietzsche al pasado helénico lo que provocó no sólo la incomprensión generalizada !; „ion publica, de una ^ s na a defender a su colega y buen opi con que fue recibido El nacimiento de la tragedia, sino también la forma tan sesga nióloso de prestigio que se ^ ^ , ¿ deslices, errores e .nexacti- u e n lé de da en que se interpretó después la evolución de su pensamiento. «n.ga pudo evitar, mas alia de! proporcionadas en gran Cuando, a instancias del propio Nietzsche, Ritschl tuvo que manifestarle qué Sí por Parte de » ^ » ^ ¿ ^ 2^ de El nacimiento de ¡a tragedia impresión le había causado el libro, no hizo sino evidenciar aún más la distancia que medida por el propio Vetzs.be- " ^filosófico que poseía esta s.n- Jd separaba a su propio enfoque del de su pupilo: «debe usted de considerar que soy consistiera básicamente en una ren-m - ^ ^ existencia1. En su recensión del libro demasiado viejo para asomarme a orientaciones vitales e intelectuales totalmente guiar consideración del arte como ™~ ^ ^ ¡ i tido en este punto, sin entrar a b ía ns s nuevas. Y, lo que es más importante, por naturaleza estoy totalmente dentro de la previa al estallido de la polémica. Kc tratamiento de materiales filo- corriente histórica y de la consideración histórica de los asuntos humanos, y tan L io en una de esta obra provenía del decididamente, que nunca me pareció encontrar la salvación del mundo en uno u otro lógicos por parte de N.etz*he ^a^nana y en la música wagne- sistema filosófico... al igual que tampoco me parece que una religión baste, haya hecho de haber reconoc.do en l a J u W t i a^ pe ^ fó bastado o haya de bastar jamás para las diferentes individualidades de los pueblos. nana dos grandes fuerzas ***** é ^ T T ^l de ellas el sentido de la Usted no puede exigir al "alejandrino" y al erudito que condene el conocimiento y Nietzsche lamentaría «e, vea sólo en el arte la fuerza liberadora, salvadora y transformadora del mundo... ¿Se ¿ £ t ^ T r « « t» con formulas schopenhauenanas unos presen .m.en- pueden valorar sus intuiciones como nuevos fundamentos para la educación* ¿no lle «el haber puesto esperanzas donde nada había que esperad, como garía la gran mayoría de nuestros jóvenes, si siguen tales caminos, sólo a un desdén era el caso de la obra de arte venenaría, así como el haber confiado vanamente en inmaduro por la ciencia, sin conseguir a cambio una sensibilidad acrecentada para el una posible renovación de las instituciones docentes gracias al empuje de una nueva arte?»4. Es indudable que estos recelos de su antiguo preceptor tuvieron que hacer generación de filólogos, imbuida del espíntu trágico-dionisíaco de los griegos pre- mella en aquel joven príncipe de filólogos recién destronado, resultándole bastante socráticos. Pero, a pesar de todas estas rectificaciones, decepciones y abandonos, en dolorosos de asimilar. Más que nada, sin embargo, debieron parecerle extraordina riamente sintomáticos. Casi se diría que presagian los distintos jalones del trabajo de lo más esencial, su cometido intelectual nunca se apartaría del planteamiento esbo crítica de la cultura moderna que Nietzsche habrá de acometer en los años inmedia zado aquí por Rohde: atisbar en los diversos movimientos culturales pujantes en la tamente subsiguientes: el ataque a la figura del culrifilisteo en la primera de las Con¬ época los motivos de la crisis de fundamentos del ideario metafísico-moral del Occi sideraciones Intempestivas, el cuestionamiento del presunto objetivismo del sentido dente cristiano, e indagar en ellos los posibles estímulos para una resolución afirma histórico en la segunda o la búsqueda de nuevas bases vivenciales para la educación tiva de dicha crisis, tomando a la cultura trágica y vitalista de la antigua Grecia como en la tercefárclbe pensar, por tanto, que las observaciones de Ritschl. además de elemento de contraste. . r tí agudizar el sentimiento de soledad de Nietzsche ante la difícil tarea emprendida, con A esta formidable tarea, de innumerables registros e imprevisibles desarrollos, tribuyeran también a matizar su primera impresión de que el rechazo hacia su libro es a lo que verdaderamente se había sentido llamada la polifacética personalidad de se hubiera debido única y exclusivamente a la disputa entre las escuelas filológicas Nietzsche cuando trató de aunar en su primer escrito las muchas almas que habita rivales de Berlín y Leipzig, o a lo que en otro plano se conoce como el enrrentamien- ban en ft «Ciencia, arte y filosofía crecen ahora tan juntos dentro de mí, que en todo to entre «filólogos de la palabra» y «filólogos de la cosa»'. Por más que las tesis his- 4 Porto HP f Ritschl a Nietzsche del 14 de febrero de 1872 T. exto tornado de Curi Paul Janz, 2 ? 2 S£ Z* Mi «m->Sm.Trad. de laeobo Muftoz e .s,dc ro Regnerà. A l t o. . M ^ ' ^ ^ '^ „ „ «filologia de la palabra,. d l s p u ta e n t te a s as a 1 * * * * * M /, /a tniftniui se hubiesen nulriilo en b 1N I t'fíDUCCIÓN 15 U o na * f ""Tn'n'ul.c.on heterodoxa .le una filología roniá„, . . W K C V O l o t ón ic orientadores. La alternativa al superficial optimismo moderno era susceptible de ser lida u V B P , " , ,U ',"K"S V n no* filología elasinsta. Itt poiición do w^nda v i'xpiiK-t'l-i .le I.»K 1 1 , u . \, sobre todo, estábil guiadapo, interpretada como un mero escape csteticista, y el «Ensayo de autocrítica» antepues l i n n t M l J I s to en 1KK6 a la tercera edición de El nacimiento de la tragedia constituye un claro diiorwt ,c ',T"KlN l M ' "^ !||e mee \ iailn-alul.nl. en la que el par clásico- N,CI/M)H- reconocimiento de que, en este punto, las reticencias de Ritschl ante la eficacia de unacomcpción 1 ,0 '"f " ¡ ^ \clu ventos entre arto y conocimiento, C I U ^ . I K .I algunos de esos «nuevos fundamentos para la educación» pronto habían comenzado o n C 0 romántico, al igual l l uc L ls " ^ Va quedar desbordadas por un pensamiento q a ser compartidas por el propio Nietzsche. Uc entre impulso > n l / , , n - a > , , u ' " ' a ^ , ^ , | ionismo invertido». Lo que los filó, No hay que olvidar, sin embargo, que n siiquiera en su primer libro la apuesta ) M Jc lip a s,- dejaba icdiieir a la N»"P v* ^ q e aquel brillante advenedizo hab[ nictzschcana se limitaba a ser, en sentido estricto, un asolución «estética» de corte vr c rj U a de la época so roisiiaii a i ^. ^ ^ oroso edificio do la cultura apolf- romántico, por cuanto ya el arte funcionaba ahí, a determinado nivel, como lenitivo p nm hecho con su cienoia lo mismo' ^ ,, ^vidad y qufl él se había atrevido a ante la turbadora irrupción de la «sabiduría dionisiaca» de Kant y Schopenhauet6. El ( oca. que ellos teman por quin >* tras el luminoso mundo olímpico de recurso wagneriano al mito debía contar con este conocimiento trágico y era de c o i m desmontar piedra a nodra. par ^ ^ pnmordial de sesgo dionisíaco. Del hecho una intensificación de sus propios elementos críticos lo que debía llevar a la o s c u lv los dioses homoncov latía j explicar cómo el sentimiento des- razón a disolver su falsa autosuficiencia y reconocer su dependencia de los impulsos J c c r t a 0 a mismo modo en que ' ^ ^^ , | s griegos con su profunda vitales. Sólo que todavía en esa época el valor superior del arte respecto a la ciencia Jo a mv j v ir e n t rc 0 poseía una connotación metafísica y el papel rector del artista como nuevo educador bordante de una wOi p ^ espantos de la existencia ,había demostrado cómo la derivaba de su supuesta capacidad para expresar directamente la esencia del mundo. sensibilidad rara os o ibili/arxo con una concepción filosófica del vmMt Por eso el filólogo pretendido por Nietzsche debía ser ante todo artista. Mas no por munuo^ias Z ' í a V ia ^ s to on o idónea cómo ora oso también, a fin de cuentas, ello dejaba de ser filósofo. Y conforme se fue abriendo la brecha con los distintos mundo. mas aun .había pu , que hacían su. colecas de profesión, aun sin querer reconocerlo debido a un falso aspectos del ideario wagneriano, este papel fue haciéndose cada vez más predomi 4 - - • * encía do estar limitando su trato con la Antigue- nante, hasta terminar decidiendo el auténtico sentido de su mptura con la filología profesional. dad")1 estudio aséptico de un asunto académico, estaban, de hecho, transmitiendo al ia-s \ proyectando sobre el helenismo todo un cúmulo de prejuicios, abonados en Así, en 1873, en el mismo año en que Nietzsche publicaba su último trabajo filo nnmera instancia por la recepción cnstiana de una cultura griega crepuscular, «ale lógico de carácter erudito, su ensayo inédito Sobre verdad y mentira en sentido extra- jandrina» >• sancionados lueao por un neohumanismo, que había venido a fijar en un moral le permitía explorar la génesis metafórica de los conceptos y la íntima cone patrón racionalista cada \ez más estrecho y amoldado a la sbuenas costumbres xión existente entre conocimiento e invención poética, subrayando de este modo el pequerio-burguesas su imagen del hombre griego como prototipo de una humanidad componente de ficción útil para la vida situado a la base de todas nuestras verdades. ideal. Contra ese blando clasicismo acuñado por la filología oficial, desprovisto de La música dejaba de ser, por tanto ,expresión inmediata del genuino ser de lo real. sentido trágico y de capacidad para revitalizar la propia época mediante una confron Con este enfoque, que proporcionaba un «giro retórico»7 al problema de la verdad. tación intempestiva con el pasado, había reaccionado Nietzsche, y no por cierto Nietzsche podía seguir defendiendo la conveniencia de ver la ciencia con la óptica del arte sin recaer por ello en las tentaciones irracionalistas de su metafísica de artis mediante el simple anhelo de una recuperación, tan imposible como reaccionaría, de ta. Ambos remitían a un mismo trabajo originario de figuración, desvelado por esta dicho pasado, sino activando ya una primera indagación genealógica, que lo era tam crítica filosófica a los fundamentos del conocer. El camino para un desarrollo más bién del ongen de los prejuicios de la filología clasicista, para comprender qué otra coherente de su temprano proyecto de que lo qu eera filología terminase convirtién dirección podía darse a las anestesiadas fuerzas del presente. A quienes, como dose en filosofía8 quedaba así abierto. Si todavía en la época de redacción de El naci Ritschl. se escudaban en su pretendido «sentido histórico», Nietzsche podía replicar miento de la tragedia el ascendiente de Wagner había retraído a Nietzsche a la hora les que era justamente eso lo que les faltaba, por haberlo domesticado bajo una abso- de poner de manifiesto sus ya numerosas objeciones a la metafísica de Schopen- luti/acion del Jetztzeit. intemporal izando los valores de la sociedad burguesa de su tiempo. En U «enferrrvcdad histórica» denunciada por la segunda Intempestiva había 6 Ctr KSA 1 101 y 118: El nacimiento de la tragedia, ed. CiL. pp. 129-130 y p. 148. T ^ : z ? ^ z ^ ¿^ r do de ,a r e , a c i ón c on ei o n - 7 Para las implicaciones de esta expresión, cf. Manuel Barnos Casares. «Retorica y ennea de Niet/sché contraponía / j ^ ^ L S ^ ! ^^ t e r m , n os en a uc el joven la gramática teológica de la Historia en Nietzsche». en Sarrar el abismo. Ensayos sobre Sietzsche, J ^ ^ T í ? ™ "1 y ooMaádo ífcfflcnd.entes a..n Z K u l t ur trágico-dionisíaca, Hölderlin v ¡a disolución del clasicismo. Pre-textos, Valencia, 2001. pp. \ 39-174; asi como d estu aun oe su formulación wagneriana, podían resultar des- dio de Enrique Lynch. Dioniso dormido sobre un tigre. A través de Sietzsche y su teonadel lengua je Destino, Barcelona. 1993 v la introducción de Luis E. de Santiago a su edición de los Escritos sobre retórica (Trotta. Madrid. 2000) de Nietzsche. . . , f fi nnllp • Con esta fórmula, tphilosophia facta est quae philologuxput» («se ha hecho filosofia lo que ^ * f c W ^ c ^ J ^ * P PhJhlí*ie> <**•. 1920; Manuel fuera filología»), que invertía la máxima de Seneca y llamaba a una superación del ejercicio con vencional de la filologia por medio de una concepción fílosóticadelmundo concluíaN^he su Sietzschr y ¡a polémica sobre aSlJZt I , S a n h a 8° «iuervóf. «Intro¬ lección inaugural Hörnern v la filologia clásica, impartida el 28 de mayo de 1869 con motivo de su T U *° d tl <* fi^Sn^wJ?^**' Mátala toma de posesión como catedrático de filología clasica de la Umvers.dad de Basilea. • m,daddeMal»8".Analcctamalacita- '* , . ^ u -/ mau. ropevto » los termino* cn IN I RODUCCJÓN 17 q uc ., •••• . >u>,i 1 > ' ! " lo -ha a pcrtniti, rJ m trado intento de acceder a una plaza de profesor de filosofía cn la propia Universi . .. - - . - . • itMiu" I *" " m ui su t? i n i c i a l^ #»% fi sine J*-' "t>** * dad de Basilea, esa va a seguir siendo durante unos cuanto saños más su actividad ondar en toda esta sen „ profesional, si bien claramente orientada desde hace tiempo hacia la lectura c inter figura de' artista como genu pretación de textos y autores filosóficos —básicamente, presocráticos y Platón- contando con el método histórico-filológico como instrumento auxiliar. Nietzsche «n«lTROS DEL piensa que es justamente debido a su adiestramiento en este riguroso modo de pro E D U C A D O R ES F U T U R O: D, N T ó So C OMO PROBLEMA ceder por lo que el filólogo sí estaría en condiciones de asumir, pese a todo, una lec EL ción de realismo —anticipo de la nueva óptica de Humano, demasiado humano— ,. „ . jos requisitos que ha de satisfacer la alter¬ que no compete al artista. Ahora la educación es vista también como «doctrina de lo r ¡ R % íl Es esta creciente « f e ^ n t es de ia cultura moderna, fruto de una necesario» (KSA, 8, 58), como enseñanza para la vida en su complejidad real, sm las nauva arbitndi " l ^ f í r ^ q ue los fragmentos postumos permiten apreciar mixtificaciones ilusorias del arte. Esta significativa inflexión puede detectarse en los a mayor exigencia ™ *™ " j ra publicada. Así, por ejemplo, ya en los apuntes preparatorios de lo que en principio iba a ser la cuarta Intempestiva. Noso q u e a 0P tros, füólogos, en la cual trabaja Nietzsche durante la primera mitad de 1875. Tras menudo con B ^ ^ ^ ^ dramática redactados por Nietzsche entre óa M p i cn una cura de verano en el balneario de Steinabad, al sur de la Selva Negra, deja a un ^ Z ^ I s T S dc im 1 peonaje de Empedocles -temprana prefi- lado ese proyecto, así como el de otro posible libro de temática griega, y se concen £ 3 t. por lo demás, del de Zararustra- constituye un claro exponente del fraca tra en tomar notas para la que finalmente será en verdad su cuarta y última Conside so de un empeño reformista, que no cabe atribuir tan solo a las barreras impuestas ración intempestiva, la dedicada a Wagner. Leídos en cominuidad, los fragmentos de por una cultura aletandnna avant la lettre, sino a insuficiencias internas, que lo son este año crucial permiten comprender hasta qué punto su autor se siente ajeno a la también del prop» programa nietzscheano de implantación de una cultura trágica, concepción wagneriana del arte cuando, tras no pocas vacilaciones, se decide a publi manifiestas aquí por primera ver. E igualmente es en las anotaciones de 1874 donde car esa obra cargada de ambigüedades que es Richard Wagner en Bayreuth. se da curso libre a una hoada disensión con Wagner. que no se expresará públicamen En el transcurso de este periodo, Nietzsche se ha ido haciendo cada vez más cons te sino mucho después, A lo largo de estos años se suceden además diferentes textos ciente de la importancia y complejidad del esfuerzo «formativo» como elemento pro no puWicados. en los que ia relación entre helenismo y critica de la cultura va mati ductor de cultura. Bien es cierto que dicho empeño educativo requiere asimismo de zando su sentido y en ios que la figura de lfilósofo como médico de la cultura cobra transmisión viva, y aquí reside su mayor reproche a los modos habituales de la filolo preponderancia. Ai termino de este itinerario, Nietzsche alcanza unas conclusiones gía de su tiempo. El problema radica en que e lfilólogo académico se queda tan sólo que sellan su ruptura con la ideología estética wagneriana y que inevitablemente en esos preliminares metodológicos de su ciencia y no asume que. por encima de todo. afloran en numerosos pasajes de su intempestiva Richard Wagner en Bayreuth, en Su tarea es la de ser educador. Con ello cone el riesgo de que el verdadero suelo de la contradicción con la presunta soberanía del arte. Pues como se lee ahí: «El arte, cier filología termine por serle arrebatado por completo, toda vez que los corwcimientos tamente, no adiestra ru educa para la acción inmediata; el artista jamás es en este sen técnicos de cuestiones tales como las de geografía, ciencia natural, economía política tido un educador y un consejero; los objetos ansiados por los héroes trágicos no son o ciencias sociales han pasado a constituir el contenido material en que primero se ins truye a la juventud". Difundiendo la imagen esclerotizada de la vida helénica que autornáticamente las cosas en si más dignas de ser deseadas por ellas mismas. Como mejor sirve para legitimar la bondad del tiempo presente y otorgándole el rango de en los sueños, la valoración de las cosas se altera mientras sentimos que estamos fir- «clásica», la filología oficial cree preservar sus privilegios como estamento docente, m e n ^ t e a n^ bajo el influjo del arte: lo que en semejante situación tenemos pero en realidad pervierte su papel de escuela de lo humano, ya que sustituye dicha Z e 7 e ~ t q ™ r T *^ ™ Ci h é r oe t r á g ¡ co c u a n d0 Pariere la enseñanza por una preparación meramente formal y un estudio completamente castra 7 1 3 12 10 d c S C a d ° ~ mh v i da r e aI r a ra vez es de idéntico valor y do y falaz del mundo antiguo12. Que estas delicuescentes humamdades acabarán pre Í £ E E£ T™ P r C C , S a m e mC e l I ° el a r te es » ac, vid d de que cipitando la reducción de toda formación supenor al molde de unas escuelas técnicas, í t S í í^ *¡° ¡ " P ^ a c i o n es de las luchas reales'de supeditadas al mercado de trabajo y a un obtuso sentido de la rentabilidad, es el hori zonte pro fóticamente vislumbrado aquí por Nietzsche. Ante todo seria preciso, por consiguiente, «educar a los educadores», denun * b S U ™ ' n f ' «~ -trincada de las ciando su «interés corporativo en no dejar que lleguen a ponerse de manifiesto pun tos de vista más depurados acerca de la Antigüedad, en especial, la idea de que la Antigüedad hace intempestivo, en el sentido mas profundo del termino» (AuL^. n * wm I , l o l o g °' A fin de cuentas, tras su frus- 48-49) LO que se persigue por medio de esta óptica mas depurada no es «imitar a Cfr. Manuel Barrios Casares H u w «' Cfr. KSA, S, 49, frgto. 5 [32J. - J ^ S. ^ , T— «W Edición de Juan B. Lli- » Cfr. KSA.8.frgtos.5lM].5[3:iy3llSl FRAGMENTOS POSTUMOS ] i >ma intempestivo para Ut propia morJemLi .. particular u n ^^ , , .,ual. a fin de dolarlos t U n u I I u to k ' INTRODUCCIÓN £ £ T^ e « l o *^ , e , n ., no constituye w Preicnuer t a ^ ^ f TS una dun.bil.dad se s c n i p t lación de nuevos valores mu 10) | ii lugai de ello, habrU * ^ Mo to^oiW^ „ ( an ( íW de un ámbito metafisico de | L £T ^ ' "T • W f l í0 a la Z* * la rvahdad^ sentuK o moderno > volver la vista ntS^ a J c| Nin la decadencia desde un abU uto "afuera" n . l* " Y 0 "* d l b o r ar ^ l —B * ' ^ r ^ ' l - - - , ., en ,uc c>u, supieron o r^ ginaria e Incontaminada- ™ ^ n 25 m T ^ * ^ o r i " ',, ¿er/is irreductibles en conflicto, p r o m o v i ó lo un arieong uní cdhHM T.A i ' d < - n t ! co motivo, «nada más necio que atribuir a los a ai o o f D u e b ^ r ^ ^^ , M áS b l Cn « d i e r on toda cultura viva presente en cultura saludable. ^ , reiterar el punto de vista q S S hS S mitn í H g dC a d m i r a d ón « * arte de aprender fructíferamente»". a q l li Ue h ab Apareniernente. S i C U ^ tragedia, al destacar la capacidad de mantener También cl m, o de la pureza racial se tambalea en este punto. Y, con él, la rígida con J ( J e ¡a aostemdo ya en ¿7 nai,m^¡^ s como una de las pr incipales condic¡ traposición entre civilización latina y cultura alemana, que había llevado a Nietzsche e M t n D u e s X O 0 en fructífera tensión ,n1fH1_ ' d o ra de la vida. En realidad, su idea de córrio a compartir con Wagner su menosprecio por el Renacimiento italiano en n opocas J df i m u nes de crean* .dad de una v ^ expresión a una cultn. formulaciones de la época de El nacimiento de la tragedia. Se trata de otra délas de q ue importantes aportaciones de Burckhardt (en concreto de su obra La cultura del Rena * «<« a ^ l j " ~ ^r -nos en esa misma medida, va divergiendo ¿ cimiento en ¡taha), minuciosamente analizada por ese gran conocedor de lpensa , adoptando ma. e>Nak ^ En efecto, tal como ya pusiera rJ a de miento nietzscheano que es Giuliano Campioni". La estirpe de los poetas-filólogos del Renacimiento, a la que Nietzsche atribuye en principio cierto desconocimiento Sí ^^ ^ ^^ M S O b re l a ; Í da y Cl P C n S a — de ^ K , m'nuenc a de Jacob Burckhardt se muestra decis.va en este punto: el de la Antigüedad18, se contrasta ahora favorablemente con la especie actual de los N.etzsche. 3 * a ^ . to en las lecciones de / W , «simples filólogos-eruditos» y se valora como precursora en el redescubrimiento del 2 n e e a d e s c n G rfjf S E R^ ^ -^ sentido pagano de la existencia cultivado por Goethe o Leopardi19. A veces, en la rn ~r fr c o n i d e a: misma secuencia histórica aparecen consignados también los nombres de Schopen¬ R t L m S J m ^ m^ entre otros por su colega de Basilea , Ludwig Rutime- hauer y Wagner; mas no cabe duda de que la apelación a la autoridad de sus figuras se va cargando de un componente retórico; lo que se estima en ellos es sobre todo su v e T r L i i te a Nietzsche afrontar desde una perspectiva distinta el problema de l a función negativa, en tanto críticos de una cultura cuyos fundamentos se revelan decadencia de la cultura moderna-. Como un.dad viviente que es, un organismo inconsistentes. Pero Nietzsche guarda ya evidentes distancias trente a sus puntos de social resulta capaz de extraer un vieor renovado de la incorporación de elementos vista. Es algo similar a lo que ocurre con las numerosas referencias laudatorias a que en pnnctpio. parecen poner en peligro su existencia y que, de hecho, le llevan Goethe que se registran en los fragmentos postumos de este periodo, las cuales con en ocasiones a enfermar. Aquí la unidad ya no posee el rígido sentido unilateral que viven con una neta oposición a las formas idealizadas y excesivamente unitarias bajo le asigna Wagner. en una formación cerrada, puesta además al servicio de su nacio las que el clasicismo weimariano había concebido el carácter paradigmático de la cultura griega. El filósofo insiste, por el contrario, en que la gran lección de los grie nalismo ^germánico. Contra e! abandono a esas potencias estabilizadores, «contra gos consiste en mostrar cómo «los mayores productos del espíritu poseen un trasfon¬ la supravaloración del Estado, de lo nacional, J<acob> B<urckhardt>» (KSA, 7, do terrible y malvado» (KSA, 8, 19). La crueldad, la envidia, el impulso uránico, la 780), profusamente empleado por Nietzsche en sus anotaciones para Nosotros , filó rivalidad constante, el placer de fabular, la falta de moderación o el apasionamiento logos, se convierte en un poderoso aliado. Este sentido positivo de la contaminación son rasgos característicos del pueblo griego, que desmienten la unilateralidad de la cultural se aplica tanto a la concepción del propio ejercicio educativo, en cuanto ino imagen acuñada por un racionalismo optimista y superficial. Su verdadero «carácter culación de elementos extraños, innovadores, dinámicos, como a la manera de enten instructivo» (ibid., 18) deriva más bien del hecho de que «el elemento humano uni der cómo los gnegos conquistaron un sentido más bello y noble de la existencia. Un versal» se manifiesta en ellos «con un desenmascaramiento e irmumamdad tales» (Ídem) que invita a desmontar todo el edulcorado constructo del humanismo meta Nietzsche cada vez más acostumbrado a la enfermedad como su estado habitual, fisico. Lo que Nietzsche aduce, pues, en todos esos casos s e £ ~ ¡ ^ » £ "* aquejado de frecuentes vómitos y dolores de cabeza, que acabarán por decidir, en ipos de la actitud más radteal que espera de los filólogos del mtunxEn su tmo con mayo de 1879, su retiro anticipado de la universidad, pero que también lo pondrán, la Antigüedad, éstos deberían adoptar una perspectiva «mas escepuca». Claro que paradójicamente, en el camino de su creación más libre y personal, va mostrándose cada vez mas proclive a interpretar la situación de crisis de su tiempo — al igual que 1 ! t ?^ C ° m0 ™ ' < C S t a d0 '"•«nwdio». del que cabe esperar tanto s a t: ~ zr , T d e s c u b n m i e mo de m e j ' r es y m ás utocnio en el n r m tl 7 l ' a í | u e, ^ J 3 " 0 m o , , vo simbólico de la peste A . . c .-"ir, n 1921 «Sobre el darwinismo», de finales de - "otado ahora de espesor teó- BÍ Véase ,al respecto, el importante fragmento 1 2\22\. «boore e d l t a C , on * *" la decadencia como ámbito de expenmen- cuenco de plata, Buenos Aires, WOActps, 3 y 4. H Cfr. KSA 8, l8-l°.frgto. 3[151. Cfr. KSA. 8, 44, frgto. 5 [17]. Ir* A* ilil M H" "H * *1MI til Mi una* lo IN1M)[MJCC1ÓN 21 [2 S I l.lrrr..U ^ . . , > ü . , l o s p | . c ^ i l n u i ( n uue el filósofo comicn/a a trabaiar c™, •— •* - - . , . U TC , ;„„ i ui J . M J ar 0 00 intensidad durante ese mismo verano de 1 8 7 5, contiene insalvables discrepancia» con el artista. ' • l . ' » ' * a l « M l l 4 |2 ,,, , ..• mu-v" hlologo. en tunto cncíl! Iggi piopi-um-ntc un «aniquilador di III. NOSOTROS, MÉDICOS DE LA CULTURA NIETZSCHE EN BAYREUTH >gc suma el Don\cnt límenlo do q e uc mío con el. i.iinhicii el cristianismo El «tirano» que «no permite que se afirme ninguna otra individualidad que no ,, nm-sira aociodiitl y nuestra p<>líti y Ca) sea la suya y la de sus fieles» (KSA, 7, 765), es la caracterización negativa de Wag¬ de Nict/sche cambia. No cu en | w c ner que despunta en los fragmentos postumos de 1874 y qu reeaparece ahora en algu II se las hu-r/.is capuces de traui 11 h nas de las anotaciones de 1875 para la nueva Consideración intempestiva. Se trata de >go tomo educador del futuro una caracterización que, como ha documentado Giuliano Campioni, emplea los mis Uu w'nl.iii inicial de Nosotros, filólogos y durante mos términos con los que Burckhardt se había referido al «cesarismo» en La cultu ,1 mullid pata lo que será MI último proyecto de un ra del Renacimiento en Italia2*. De ahí que toda la descripción nietzscheana del gran ( Kuo el ululo de i sabiduría en VÍ'/IÍ'/VÍ dioso esfuerzo de síntesis cultural y artística llevado a cabo por el compositor des C O n tt Icwiitm's de Huickhardl tic Historia de la cultura prenda una considerable dosis de ambigüedad. De Wagner se alaba, en efecto, su ,hi.i cxiraci.ulo bastante material al final de un cua- capacidad para fusionar gesto, palabra y música, ethos y pathos, deleite sensual y „ ,!< %u Mumno I otiis Kelterhorn unos apuntes de ansia de redención, cultura popular y cultura abstracto-erudita, materia de leyendas uuc aquellos de los que había dispuesto anterior, medievales y motivos tomados de la Antigüedad. Se afirma además que posee un alumno. Adoll liaunigartncr, y oslo debió servirle enorme talento comunicativo y un notable sentido rítmico en la composición de grandes masas sinfónicas, paralelo a sus dotes para fascinar a las masas populares. .(|.i que h.ibu sido hasta entonces tina de sus temá- Ahora bien, todo este subyugante poder, se advierte asimismo en dichos fragmentos, .ucstion de la filología ha desaparecido tic aquí por encierra no pocos peligros: la falta de mesura, la tendencia a la pompa y al lujo, la « filósofos prcsocnitu'os y el tratamiento histórico envidia, la versatilidad, la astucia y el arte del engaño, el querer tener siempre la ultur.i griega IV la mano tic Hurekhurdt y de su razón... Peligros todos ellos —se añade— que son «los peligros del actor dramáti mtmcnciomsmo estatal en asuntos culturales. co» (KSA, 8, 192). ¿Qué quiere decir Nietzsche con todo esto? Más aun: ¿por qué lo denoiniii.it un agonismo de la salud, del cual sur expresa con tanta reticencia y vaguedad? ¿Por qué se limita a hablar, por ejemplo, de ta, del agonismo enfermizo que provocó su hundí¬ «elementos en Wagner que parecen reaccionarios» {ibid., 190)? No se trata sencilla a troica, «gemimos estadistas», fueron precurso- mente, como opina Andler22, de que aquellas fórmulas severas de 1874 se hayan tra u-nula ,i la creación tic la mayor cantidad posible tado de dulcificar, hasta convertirse en aparentes elogios, porque Nietzsche. emanci niento de tipt>s supremos de vida. Pretendieras pado ya de la tutela wagneriana, haya querido tener un último gesto de gratitud hacia mpulso titánico presente en lodo ciudadano de la el artista, dando la impresión de justificar su obra para prestar así su generoso apoyo /düWav surgidas .i raí/ de las guerras medicas» a un proyecto como el de Bayreuth. que en aquel momento no contaba con todas las tracta nacional» (ibid., IOS), que frustró dicha garantías de llegar a buen puerto. El perfil psicológico del artista trazado en estos iranoe. *e dc-atamn todos los malos instintos, el apuntes, que darán forma a los capítulos iniciales de la cuarta Intempestiva, sugiere c aoc se propago a cada mdivuluo v a cada ciu- algo más que una mera imaeen positiva de Richard Wagner. El recato en la critica no a t»c Atenas impidió que los griegos llegasen esconde su presencia efectiva. Pero más allá de la innegable cautela con la que el uc grnio quedaron solidados por culpa de filósofo expresa aleunos de sus juicios menos condescendientes, porque teme perder definitivamente una amistad que ya habia comenzado a dar síntomas claros de dete rioro, hav una oscilación real del propio posicionamiento. susceptible de ser explica da ante todo por el hecho de que. al emprender este examen de la personalidad del »lixi u* *u um A I*1 ^iltura griega con músico. Nietzsche acomete al mismo tiempo la tarea de esclarecer su propta perso «cntuL i- ^ ^ * * n * n , cs de su declive, que le nalidad. Somete asi a autocrítica su propio proceso de evoluaon mtclecmal^asu .*, . ramera propuesta do renovación K llegar a tdcntiftcar el punto donde su camino se separa del de Wagner. Por eso las * óchat> v * n , I C n , » *> al íctH>mcno del wag- ftn kJdto 4 p w t n , c m c n lc cntusia* " " ^ «M 1 Campiom.op. eil.,p. 1*1. : Cfr Andler. op. ciL, \t 2 1 0.

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