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Figuración proverbial y nivelación en los nombres propios del refranero antiguo PDF

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Figuración proverbial y nivelación en los nombres propios del refranero antiguo : figuras vulgarizadas del registro culto por Ángel IGLESIAS OVEJERO (Universidad Católica de Angers) A - PROVERBIALIZACIÓN Y NIVELES. 7 B - VULGARIZACIÓN DE FIGURAS. 9 I - FiguAoA gx&couU¿na& 12 II - F-ÍQUUOÁ b/bíüuu .................................................. 15 III - TiguJiab e\>ang¿L¿ca& ............................................. •• 24 IV - Figwuu, ép¿co-novel&&ca&.... . 29 1 - F-LQUA-M v-Li-Lgodai .......................................... 30 2 - FtyuAcu, ¿lançai ........................ 37 3 - F¿gtMM nac¿ona¿u ... . . . 40 4 - F-tguAoó muÁuJbnanai ... ....... .......... ...... 53 5 - FÍQUJIM noveZucM ... ...... 62 6 - F¿guAa¿ h¿6tó'U.co-¿ege.nda>i¿a6 ........... .... 70 C - CONCLUSIÓN .............. .................. ... ... 87 ÍNDICE ONOMÁSTICO, DE PERSONIFICACIONES Y MOTIVOS. 91 Ángel IGLESIAS OVEJERO Criticón, 28, 1984 En un estudio reciente se ha abordado el estatuto lingüístico del nombre propio en el refranero antiguo (1), tomando como base el inventario de festoneó y 4>ia&Zi pKovs.X- b¿ale¿ mpañolaó de ¿a Edad MexUa de Eleanor S. O'Kane ( 2 ), aunque sin ceñirse exclusivamente a esta colección y fi- jando, por las razones allí expuestas, en el te^-tanzAO de Francisco de Espinosa (3) los límites del rastreo de otras fuentes. Por supuesto, la comprobación del carácter prover- bial requiere el parangón con obras o testimonios posterio- res en determinados casos . Se pudo comprobar allí que el nombre proverbial es una marca impersonal asumida por la opinión colectiva, como resultado de una codificación pun- tual y progresiva de referencias culturales múltiples. El proceso en sí es anólogo al movimiento de normalización lingüística, en que se tienden a nivelar distintos regis- tros históricos, geográficos y sociales. Así el corpus parcial de nombres allí citados ins- criben su llamada referencial en la biblia : Adán; el mun- do grecolatino; Alejandro, César, Catón; el santoral cris- tiano : Magdalena, Domingo; el mito o la leyenda exótica : Tristan; junto a nombres de raigambre germánica : Rodrigo; o árabe : Mahoma. Pero algunos de esos nombres tienen una referencia mucho menos remota, pues pasados por el tamiz de la historia, la literatura o la leyenda, se convierten en signos de reconocimiento del grupo, la nación o la cla- se social, con una llamada a la historia nacional : Alman- zor, el Cid; filtrada a través del romancero, en que con- fluyen también la figuración de tipo diverso : Beltrán; y la leyenda nacional o exótica : Macías, Preste Juan. De modo que, sobre las referencias de eco lejano, se superpo- nen las que se asimilan en la escuela o la universidad : U) Ver Ángel Iglesias Ovejero, íl estatuto del nombre proverbial en el refranero antiguo, artículo enviado para su publicación a dos re- vistas de Madrid : Revista de Dialectología y Tradiciones Populares y Revista de Filología Románica (Universidad Complutense). A este estudio se aludirá eventualmente en las notas en su forma abreviada : Nombre proverbial. (2) Ver Eleanor S.O1Kane,Refranes y frases proverbiales españolas de la Edad Media,Hadrid,Anejos del Bol.de la Real Acad.,II,1959(abrev.:0'Kane). (3) Ver Francisco de Espinosa,Refranero (1527-15"*7) ,ed.Eleanor S.O'Kane, Madrid,Anejos del Bol.de la Real Acad..XVIII,1968 (abrev.: Espinosa). LOS NOMBRES PROPIOS DEL REFRANERO ANTIGUO Avicena, Bartolo; para dejar paso a una figuración paródi- ca, manifiesta en la personificación de la literatura hu- morística, con el santoral burlesco : San Martín; la paro- dia litúrgica : do'mino Apodoño; la pulla social antinobi- liaria : don Laheo'n; anticlerical : Fray Mortero; antiju- día: Juan de Voto a Dios; antimusulmana : Jadillas; anti- popular : el Otro; y a veces con una contextura foránea, al servicio de una técnica de ocultación : it. Maestre Pas- quino, fr. Mastregicomar (4). Sin embargo el producto lite- rario es antes que nada manipulación lingüística, y como tal hace aflorar las figuras de la imaginería popular, al mismo tiempo que la actitud lúdica es también reflejo de un comportamiento lingüístico del nivel inferior, bien pa- tente en las personificaciones refranisticas : Fogaza. Por otra parte, esta figuracio'n atemporal se incrementa con la proverbializacidh de nombres con referencia histórica, casi en vida de sus portadores : Juan de Mena, Juan del Encina, Colón. A - PROVERBIAUZACIÓN Y NIVELES Sin afán de volver sobre cuestiones excesivamente teóricas, los nombres recordados a título de ejemplo permi- ten matizar algunos aspectos del fenómeno de la proverbia- lizacion. En efecto, si se comparan los nombres del inven- tario de E. S.O'Kane con los de Gonzalo Correas (5), puede apreciarse que hay figuras proverbiales bien asentadas, presentes en ambas colecciones : Adán, Beltrán, Catón, Do- mingo, Mahoma, Rodrigo. Existen también nombres que figuran en Correas y no en O'Kane : Alejandro, Avicena, Bartolo, el Cid, Juan de Mena, Hacías, Magdalena, San Martín. Esto sería prueba de su proverbializacion a lo largo del siglo XVI, lo que naturalmente hubiera sido imposible para algu- nos nombres de personajes que vivieron en ese siglo y apa- recen en la segunda colección : Fray Mortero, Juan del En- cina. En tercer lugar, se comprueba inversamente la presen- cia de algunas figuras en O'Kane, ausentes en Correas, pe- ro cuya proverbializacion parece confirmada en los inven- (t) Ver. A Iglesias, Nombre proverbial, índice onomástico. (5) Ver Gonzalo Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), éd. L. Combet, Bordeaux, Institut d'Etudes Ibériques et Ibéro- Américaines, 1967 (abrev. : Correas). Ángel IGLESIAS OVEJERO Criticón, 28, 1984 tarios de L. Montoto o P. Sánchez Escribano y A. Pasqua^ riello (6) : Alaanzor, César, Don Laherfn. Aunque también hay algunas personificaciones que, por no figurar más que en la paremiología medieval, habría que considerar sin va- lor proverbial los nombres que no figuran en esos inventa- rios cerrados : Apodoño, Jadillas, Tristán. Pero esta ul- tima afirmación no siempre es cierta, pues hay personifi- caciones que no recogen O'Kane ni Correas, pero están en otras colecciones : Colon, el Otro; e incluso que no se recogen tampoco en otras nominas de personajillos, pero sí en inventarios de carácter léxico, como el Tuoio de Cova- rrubias (7) : Masegiconar, Pasquín, Preste Juan. Esto último pone de manifiesto la necesidad de re- currir a otras fuentes, ademas de los inventarios cerrados de refranes, para tratar de cernir la figuración proverbial, teniendo en cuenta los testimonios literarios de la época en que debe operarse la proverbializacion de gran parte de los nombres personificantes. En efecto, los coleccionis- tas de refranes incluyen tales figuras siguiendo una auto- ridad anterior, literaria con frecuencia, o de acuerdo con un consenso general implícito del que ellos participan. Se- guramente se apoyan para ello en criterios formales, como puede ser la integracio'n de tales nombres personificantes en formulas de enunciación breves lexicalizadas, lo que a su vez presupone una arquetipización de la imagen del refe- rente, aspecto estudiado en su lugar (8). El origen del fe- nómeno es comprobable en unas ocasiones, y en otras no. De tal manera que tratar de señalar fronteras fijas entre nom- bres de registros populares, o popularizantes, y cultos, o vulgarizados, viene a ser un nuevo aspecto de la relación entre folklore y literatura (9). (6) Ver Luis Montoto y Rautenstrauch, Personajes, personas y personi- llas que corren por las tierras de amias Castillas, 2 ed..Sevilla, Gi- rones, 1921 (abrev.:Montoto); Federico Sánchez Escribano y Anthony Pas- quariello, Más personajes, personas y personillas del refranero español, New York, Hispanic Institute, 1959 (abrev.: Sánchez Escribano). (7) Ver Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o es- pañola, Madrid, Turner, 1979 (abrev.: Covarrubias).s.v.Hasegicomar, Pas- quín y Preste Juan. (8) Ver A. Iglesias, Eponimia : motivación y personificación en el espa- ñol marginal y hablado, en BRAE, 61, mayo-agosto 1981, pp. 297-348. (9) Ver Margit Frenk Alatorre,•Estudios sobre la lírica antigua, Madrid, LOS NOMBRES PROPIOS DEL REFRANERO ANTIGUO No se trata aquí de dilucidar una cuestión tan espi- nosa, pero es indudable que la diferencia de ambos niveles existe en lo que atañe a los nombres proverbiales, al me- nos en lo que concierne a la referencia inicial, comproba- ble en los del registro literario y naturalmente apócrifa en el oral. En el primer caso se trata de un proceso de proverbializacion que, de un modo esquemático, debe de efectuarse a partir del libro, pasando por la escuela (his- toria antigua) o el pulpito (leyenda dorada), para llegar a la calle o la plaza (romancero) y terminar su desigual vulgarización en el mentidero de la solana o el serano de la cocina (10). Pero la nivelación también se operara en el otro sentido, aunque la tarea de saber cómo los KB,£ianu qu.í diz&n ¿tu \iiZjai> ÜiOA zt hutgo (11) y las figurillas que los pueblan se ennoblecen en la reelaboración literaria se queda con frecuencia en la mera conjetura. Así se da por supuesto que su lugar de referencia inicial no son los textos, sino los relatos breves orales, que también tienen su correlato en la literatura apotegmática, tan en boga en la época a que se alude (12). Es ma's, resulta muy probable que el gra- do de popularidad de la figuración de raigambre literaria dependa de la posibilidad de funcionar como referencia cul- tural sin la apoyatura libresca. El presente trabajo se li- mita a analizar, precisamente, esta andadura vulgarizadora de referencias cultas, y se deja para otra ocasión el estu- dio del nivel popular o popularizante. B - VULGARIZACIÓN DE FIGURAS La entrada de nombres en el refranero es sintomática del grado de asimilación de fo'rmulas sapienciales y modelos de conducta, en la que inicialmente se ve la mano del poeta Castalia, 1978, pp. 115-136; Fernando Lázaro Carreter, Estudios de lin- güística, 2a éd., Barcelona, Crítica, 1981, pp. 207-217. (10) Ver Julio Caro Baroja, Ensayo sobre la literatura de cordel, Ma- drid, Rev. de Occidente, 1969, pp. 50-60. (11) Marqués de Santularia, Refranes que dizen las viejas tras el hue- go (Sevilla, 1508). (12) Ver Alberto Blecua, La littérature apophtegmatique en Espagne, en L'humanisme dans les lettres espagnoles, éd. Augustin Redondo, Paris, Vrin, 1979, pp. 119-132. 10 Ángel IGLESIAS OVEJERO Criticón, 28, 1984 o el erudito. Los nombres proverbiales de la historia, pa- radigmas arquetípicos de la antigüedad, permiten a Jorge Manrique elevar a la condición de héroe ejemplar nacional a su padre, émulo de sus dechados en el epicedio de sus célebres coplas (13). Es una forma de nacionalización de los modelos arquetípicos que, en último término, conduce a la vulgarización de nombres inscritos en la historia cla- sica antigua o la Biblia, mezclados en el inventario de imá- genes modélicas o casos admirables de los Pn.OVZAb-ÍOi de San- tillana (14) : la sabiduría de Salomón, opuesta a la impru- dencia de Roboán; las fuertes caídas, a causa de la lujuria, del mismo Salomón, David, y el romano Tarquino, en contraste con la castidad de Escipión; la dignidad de los romanos Frondino y Catón, prestos a morir por la observancia de las leyes, o antes que aceptar una vida ignominiosa; las mujeres hermosas, virtuosas o desgraciadas, como la mártir Catalina, la diosa Diana, la romana Lucrecia o Dido de Car- tago, entre otras; la largueza de Alejandro y Tito, opues- tas a la reprochable codicia de Midas; la caída del rey Da- río, frente a la incorruptible integridad del romano Fabri- cio; las tristes consecuencias de la envidia, ilustradas con la muerte de Abel a manos de Caín; la trágica presun- ción de Absalón; para concluir que, según se confirma en el refranero, la ciencia es hija de la experiencia de la edad perfecta, encarnada en las figuras de Catón y Escipio'n. Por su parte, Fernán Pérez de Guzmán, menos prolijo, sólo cita en sus VKO\ieAbÂ.O6 las muertes desgraciadas de César y Teseo y hace recaer todo el peso de la autoridad proverbial sobre Séneca y Salomón : Sigul&ndo a-ón dí&cA&clon a Sén&ca e Satomón, en zt ddzlt pn.o\iZA.biado. (15) (13) Ver Pedro Salinas, Jorge Manrique o Tradición y originalidad, Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1970, pp. 182-19"+. Ver Marqués de Santillana, Los proverbios con su glosa (Sevilla, It9t), Valencia, Soler, 1964. Se le señalan como antecedentes naciona- les los Castigos e documentos de Sancho IV y los Proverbios de Pérez de Guzmán, citados más abajo. Ver Rafael Lapesa, Los proverbios de Santillana, en De la Edad Media a nuestros días, Madrid, Gredos, 1971, pp. 95-111. (15) Fernán Pérez de Guzmán, Proverbios, en José María Sbarbi, Monogra- LOS NOMBRES PROPIOS OEL REFRANERO ANTIGUO 11 En balde se buscara la mayor parte de los nombres citados en las primeras colecciones de refranes; pero al- gunos de ellos se generalizan después junto al motivo anec- dótico, como los cabellos de Absalón o los trágicos amores de Marco Antonio y Cleopatra, que aparecen folklorizados en la copla andaluza, junto a los también bíblicos Sansón y Dalila : De 4O6 cabeJLLot,^ Abiatán pKuumía que no te. competían ángeZe¿ beltot,... Se.gu.ndo MOACO Antonio deAÍ en qu.eA.eAte., que en bimoi de CLeopafia àe dio ¿a mxeAte... VatUa i, míentAM Samán doimía, lot¡ kilo* de ¿a £u.eA&a í>upo contante... ( 16 ) Son muestras de cómo el uso de nóminas cultas, verdaderas series litánicas de figuras unidas por la evocación de ras- gos extraordinarios, entran en la imaginería popular, a través de la canción en este caso y de la anecdotizacio'n en general. Pero no siempre se mantiene la figuración en el pedestal de lo admirable, sino que la proverbialización va acompañada de una familiarizacio'n de los sujetos, cuan- do no es una inversión de la imagen, para ponerla a la al- tura de la fantasía popular. A ésta se le supone, en efec- to, cierta predisposición por lo tremendista y chabacano, que no ha dejado de ejercer atracción entre las capas so- ciales elevadas. Por otra parte, en esta imaginería popu- lar han convivido hasta hace poco los héroes bíblicos, cuen- tísticos, caballerescos, hagiográficos, históricos o terro- ríficos (17), como debían convivir en la época medieval. fía sobre los refranes, adagios y proverbios castellanos (Madrid, 1891), Madrid, Atlas, 1980, p. 282. (16) M. García Matos, Sevillanas bíblicas (El Alosno, Huelva), en Magna antología del folklore musical de España, Madrid, Hispavox, 1979, p.54, con errores en el texto. (17) Ver J. Caro Baroja, ob. cit., pp. 17-33. 12 Ángel IGLESIAS OVEJERO Criticón, 28, 1984 Por ello se hace necesaria la clasificación de las referen- cias de origen. I - Figwiai giexiottLtLnaA La labor de los paremiólogos renacentistas posterio- res a la época estudiada —Pero Mexía, Juan de Mal Lara o Juan de Timoneda— es en distinta medida la de divulgar un saber al que tienen acceso por su condición de humanistas(18), posición que resalta precisamente frente al vulgo ignoran- te. Los sujetos a quienes se atribuyen hechos o dichos en la paremiología erudita tienen su contexto histórico-cultu- ral en la antigüedad clásica en su inmensa mayoría : filóso- fos, legisladores, poetas, reyes, guerreros. Asi se ha con- firmado con el rastreo de fuentes cla'sicas en la paremio- logía del siglo XVI. Los agentes o dictores suelen ser Dio- genes, Bías, Tales, Demócrito, Licurgo, Sócrates, Filipo, Alejandro, Cicerón, Catón, Séneca (19), nómina que es en buena medida idéntica a la de un libro muy anterior, los ÜOCadoé de Oto (20), por la misma época en que Juan Ruiz in- voca la autoridad de Aristóteles, Catón, Hipócrates, Isope- te, Ovidio, Platón y Virgilio. Sin embargo prácticamente ninguna de esas figuras había pasado al refranero vulgar medieval. Eran, sin duda, nombres proverbiales en los li- bros escolares, de donde emergía en particular la imagen modélica del filo'sofo o su caricatura (21), cuya estela onomástica llega incluso a borrarse con la divulgación de las formulas apotegmáticas : un filósofo, un astrólogo, un rey. La ejemplaridad-de la figura parece resaltar así con la anonimia del agente, hecho que suele acompañar a la na- cionalización y localización de las anécdotas o dichos (22). (18) Ver A. Blecua, art. cit., p. 122. (19) Ver María Pilar Cuartero Sancho, Fuentes clásicas de la literatura paremiológica española del siglo XVI, Zaragoza, Instituto Fernando el Católico, 1981. (20) Se han registrado varias ediciones de este libro en los siglos XV y XVI. Ver José María Sbarbi, ob. cit., pp. 80-81. (21) J. Caro Baroja, Ensayos sobre la cultura popular española, Madrid, Dosbe, 1979, pp. 100-103. (22) Ver A. Blecua, art. cit., p. 124-; M. P. Cuartero, ob. cit., pp. 77-100 y 125-lt7. LOS NOMBRES PROPIOS DEL REFRANERO ANTIGUO 13 Con todo, es al final de la Edad Media cuando se vulgarizan algunos nombres proverbiales clásicos, aspecto que no sólo conlleva de ordinario la apuntada modificación de la refe- rencia, sino una verdadera inversión de la imagen, aprecia- ble en la visión lúdica de los modelos. a) La visión laudativa de los dechados de valentía, Alejandro en La. QñJÜLktina. (23) o César, cuyo paso del Rubi- cón convertido en frase proverbial (24) se evoca en las CancÁ.onU de Santillana (25), puede aplicarse a otros regis- tros para encarnar la actitud de 'el bravucón1 o 'el ambi- cioso ' , como ha sucedido más tarde con Cipión en el roman- cero nuevo : Pcuia m¿& •t&ngo un Cipión, biavo pojndzncÁ.zh.0 y aciícMJLJLadoK. (26) b) Mucho mas temprana es la inversión de la imagen modélica de Lucrecia 'la casta1, asociada cómicamente a 'la necia' en una rima que se hizo proverbial en la litera- tura clásica española (27). Seguramente es la representa- ción de la mujer insensible a las ventajas del dinero, efec- to definitorio sugerido por el contraste con la etimología aparente Lucrecia/lucrar, que se evoca a través de Barrabás 'el credenciero ' , en la lÁJ/lZ&aJiÁJL de Torres Naharro : Mo¿ e¿ ntcÁ/i. Haxto le. digo : UicAicÁa, con&eAva mí buzn panXido-, ma¿ e£ b-cen nanea ¿e pKZdia. haita dupaéi qu'u peAcUdo. (28) (23) Ed. Julio Cejador y Frauca, Madrid,Espasa-Calpe, vol. I, p. 45. (2t) D.R.A.E., s.v. rubicón. (25) Canciones y decires, ed. Vicente Garcia de Diego, Madrid, Espasa- Calpe, 1968, p. 89. (26) Ver. M. Frenk Alatorre, Estudios sobre Xvviaa antigua, p. 70. (27) Ver Joseph E. Gillet, "Lucrecia-necia", en HR, 15, I9t7, pp. 120- 136. (28) I, vv. 20-24, en Comedias, ed. D.W.McPheeters, Madrid, Castalia, 1981, p. 109. 14 Ángel IGLESIAS OVEJERO Criticón, 28, 1984 c) El personaje folklorizado de Virgilio tampoco corresponde al referente histórico, aunque la fama de adi- vino y nigromántico se apoya en sus églogas 4 y 8a, como se ha insinuado (29) . la Cele&t¿na y el Corbacho le citan entre los sabios engañados por mujeres, recogiendo la alusión al famoso motivo de la colgadura en el cesto, cono- cido en toda Europa, citado por Zapata y evocado tal vez en la no menos célebre colgadura de Don Quijote en la ven- ta, ecos lejanos todos ellos de Juan Ruiz : Al ¿alxidoi Vifiailix), como d¿ze en eí tuto, engañóle, la dueña, quando I'colgó en et çe&to, coydando que. t'i obla a ÓU tonjve. pon. e&to. ( 30) d) La referencia culta puede entrar más fácilmente en el registro popular, si es favorecida por algún detalle acorde con el estilo bajo, cómico o truculento. Tal sucede con la figura mítica de Caco, que se atrevió a robarle las vacas de Gerión a Hércules, por el original procedimiento de tirarles del rabo, con lo que vino a personificar ya en el siglo XV 'el ladrón1, antonomasia confirmada en el Can- aíon&HO de. buttai, : "Otros dizen que el ladrón Caco" (31). El mismo Hércules, héroe por excelencia de la mitología clá- sica, célebre por sus doce trabajos, debía de presentar ciertos rasgos de primitivismo en sus atributos, con su piel de león, maza y coraza (32), que lo asimilaban segura- mente a determinados personajes de cuento popular u otras figuras definidas por la fuerza gigantea y bruta : Sansón, Goliat. San Cristóbal. (29) Ver Julio Cejador y Frauca, en Juan Ruiz, Libro de buen amar, 10a éd., Madrid, Espasa-Calpe, 1967, vol. I, n. 261, p. 98. (30) Juan Ruiz, ob. cit., est. 261, p. 98. Ver Alfonso Martínez, Cor- bacho, 1 , XVII, ed. J. González Muela, Madrid, Castalia, 1970, p.77; F. de Rojas, La Celestina, VII, vol. 1, p. 243; Luis Zapata de Chaves, Varia historia (Miscelánea), ed. Isidoro Montiel. Madrid, Castilla, n. 195, vol. 2, p. 236; M. de Cervantes, Quijote, 1 , XLIII. (31) Cancionero de obras de burlas provocantes a risa, ed. J.A. BelIon y P. Jauralde Pou, Madrid, Akal, 197t, p. 39. (32) Ver Antonio Ruiz de Elvira, Mitología clásica, Madrid, Gredos, 1975, pp. 207-239.

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