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Fábulas de Esopo ; Vida de Esopo ; Fábulas de Babrio PDF

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CLASICA BIBLIOTECA GREDOS, 6 FÁBULAS DE ESOPO VIDA DE ESOPO FÁBULAS DE BABRIO INTRODUCCION GENERAL CARLOS GARC~A GUAL INTRODUCCIONES. TRADUCCIONES Y NOTAS DE P. BADENAS DE LA PE~A Y 1. L~PEZF ACAL EDITORIAL GREDOS Asesor para la sección griega: CARLOGSA RCG~UAA L. Según las normas de la B. C. C..l a traducción de este volumen ha sido revisada por J. L~PEFZA CAyL P. BADENADSE LA PERA. INTRODUC:CI6N GENERAL ACERCAD E LAS FABULAS GRIEGAS COMO GÉNERO LITERARIO O EDITORIAL CREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 81, Madrid. España, 1985 La Vida y Fábulas de Esopo han sido traducidas por Pedro Bddenas de Proponer una definicibn de la fábula como género la Peña. Las Fábulas de Babrio. por Javier López Facal. literario es mucho más difícil de lo que el lector inge- nuo puede suponer. Una tal definición debe ser precisa, de modo que distinga pertinentemente la fábula de PRIMEREAD ICI~Ne, nero de 1978. otros tipos de narración, como la alegoría o la parábo. I .a reimpresión, abril de 1985. la, en general, y también del proverbio, de la anécdota y del cuento fantástico clon animales. Por otra parte, la definición ha de ser lo suficientemente amplia para com- prender las variadas realizaciones históricas del género, tan extendido en la literiatura universal. (Es decir, que pueda convenir a la fábula mecopotimica, la grecolati- na, la oriental, las versic~nesm edievales, las diecioches- cas, etc.) La lectura de algunos estudios críticos, por ejemplo de los de Perry, Fable (1959), y de Nejgaard, La fable antique, 1 (19641, da una clara idea de lo arduo de la cuestión, que en ese aspecto remonta a los estu- dios críticos rsobre la esencia de la fábulas que G. E. Depósito Legal: M. 4826-1985. Lessing publicó en 1759. Aristóteles que, al menos para nosotros, es el primero ISBN 84-249-3499-7. en teorizar sobre la fábula, no la define, al aludir a eiia Impreso en España. Printed in Spain. muy brevemente, en su Retórica (11, 20). Es interesante Criflcu Cóndor, S. A.. Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1985. - 5842. 8 FABULAS Y VIDA DE ESOPO. FABULAS DE BABRIO INTRoDUCCI~N GENERAL 9 advertir el punto de vista en el que se sitúa su refe- un nuevo instrumento. Corno tal puede servir las nece- rencia, más atenta a su utilidad como recurso retórico sidades de personas de actitudes sociales opuestas, que que a la consideración poética de las fábulas. Como se- incluyen las necesidades d~ela mo ocasionalmente tanto ñala Nrajgaard (o. c., p. 27), ~Aristótelesn o considera como las del esclavo o el oprimidos. (La última frase la fAbula como un género de ficción independiente, sino alude a cierta concepción de la función social de la fá- como uno de los numerosos medios del orador para pro- bula, que trataremos luego.) vocar la persuasión (pístis), es decir, como figura retó- Esa visión de la fábula como un nuevo instrumento rica. Esta manera de ver reinará exclusivamente hasta retórico, un tanto al margen de la literatura propia, ha el siglo xvm, hasta el punto de que el género no será influido en la escasa consideración teórica que la fábu- juzgado digno, en la patria de La Fontaine, de ser ad- la recibió hasta el siglo XVIII,a pesar de la innegable mitido en e1 Arte Poético de Boileau, ferviente [admi- popularidad y la sorprendente difusión del género. (Por rador] de Aristótelesm. Aristóteles considera la fábula lo demás, esa difusibn t;an mostrenca y ese aprecio como una especie del ejemplo (parádcig~i~eam) pleado popular lo caracterizaban como un subgénero poético por los oradores, y señala dos rasgos de la misma: que vulgar, de escasos formailismos literarios y con una es una narración ficticia y alegórica l. amplia tradición oral.) Si ]La Fontaine consiguió, gracias Desde la misma perspectiva, y tras las huellas de a su maestría estilística y a sus dones poéticos, recu- Aristóteles, los autores de otros manuales retóricos brirlo de un nuevo prestigio estético, el honor de haber- escolares (progymnásmata) como son Teón, Hermóge- lo tomado como tema de una seria consideración crf- nes (traducido por Prisciano al latín) y Aftonio, insisti- tica recae sobre teóricos ademanes del XVIII, en L'essing rán en el uso de las fábulas con una finalidad retórica ante todo, seguido a distancia por Herder, y mucho más y pedagógica. Un eco de esta consideración, atenta sobre tarde (en 1839) por J. Gri~nm2. todo a la función utilitaria del género, aparece aún en Después de Grimm, otros estudiosos -por ejemplo, Perry (o.c ., p. 24): aLa fábula en su origen no es una podemos recordar a O. Crusius (1920). a W. Wienert forma literaria independiente, creada, como la novela o (1925) y a K. Meuli (19514)- se han ocupado de esa el drama, por una nueva clase de sociedad con una perspectiva cultural, sino tan s610 un medio retórico, 2 Cito a este respecto unas líneas de NBJCAAR(OD. C., P. 30): *No fue a la patria de La Fontaine a la que cupo el honor de conducir la crítica a su punto más elevado. Los alemanes no se 1 ARIST~TEsLeE rSef iere a la fábula como ldgos. Otros escrite hicieron jamhs a la idea de que un francés les había conquis- res griegos emplean indiferentemente este ttrmino o el de tado el lugar dominante en la literatura animal que ellos po- mythos. La oposición entre ambos es irrelevante, aunque puede seian desde el Reinhart Fuchs. Pero como no podan aniquilar el pensarse que ldgos apunta más a la coherencia lógica del relato texto de La Fontaine, intentaron al menos mostrar, con la ayu- y mjthos a su carácter de ficción. No existe en griego un tér- da de especulaciones estbticas, que sus fábulas eran brotes ge- mino específico para denominar la fábula. Hesfo~o (Traba- niales, cierto, pero degenerados de la buena, de la verdadera, de ios 200: introduce la *del halcón y el ruiseñor. con el de ainos, la antigua f8bula. (Cf. GRIMM,X VII.) que tiene un valor bastante amplio, entre arelato. y rejemplos Fue, pues, el alemh Lessing quien, continuando la critica has- o .consejo.. El de apdlogos, usado por retóricos latinos, como ta entonces principalmente francesa, la llev6 a un grado de per- QU~NTILIANO, tiene en griego clásico un sentido más amplio de fección jamás igualado por la crítica posterior con sus cinco historia». *narración.. (Cf. PLAT~NR, ep. 614a.) tratados de la fhbula (1759).w 10 FABULAS Y VIDA DE ESOPO. FABULAS DE BABRIO INTRODUCCI~N GENERAL 11 *esencia, de la fábula. En tal sentido, todos ellos están está formulada en una máixima, o bien, sobreentendida, en la dirección trazada por Lessing, intentando avanzar procede por inducción: es la moraleja. La fábula es pro- en el sentido de la función social de tales relatos piamente la puesta en acción de una moraleja por me- (K. Meuli) o de sus tipos característicos (W. Wienert). dio de una ficción, o, incluso, una instrucción moral Sin embargo, ninguno ha podido ofrecer una definición que se cubre del velo de la alegoriar. general satisfactoria, como puede verse por las críticas posteriores de Perry y de Nojgaard. También estos han vuelto a subrayar la agudeza de Lessing al señalar como caracteres de la fábula la brevedad y la conclusidn moral (aunque esa «moral. sea objeto de posteriores discusiones sobre su validez y su pragmatismo). El carácter alegórico del relato fabulístico está bien El folklorista Wienert, ante la diversidad de los indicado ya por los retóricos antiguos. Así en la defi- ejemplos analizados, insiste en el carácter metafórico nici6n de Teón de que alla fábula es un relato fingido de las fábulas, sin diferenciarlas bien de otras especies que da una imagen de la verdad. (mythos ésti Iógos de alegoría. Perry (o.c ., p. 25) dice que ula fábula en su pseudts eikonízcin al.?theian). forma más sencilla es idéntica con un cierto tipo de A través de la escena fantástica de su mundo animal, proverbio.. K. Meuli renuncia a una definición especí- la lección de la fábula se aplica, alegóricamente, al en- fica de validez universal. Nejgaard descarta, en aras torno real. A diferencia del cuento fantástico, las figu- de una mayor precisión, la idea de definir el tipo gene- ras de los animales parlantes no invitan a una evasión, ral, uesencial~,d e la fábula, para ceñirse al análisis sino a una meditación sobre el mundo humano. Las estructural de un corpus histórico ya fijado: las colec- criaturas de ese microcosimos bestial aparecen humani- ciones antiguas de Augustana, de Fedro y de Babrio. zadas en cuanto dotadas de Iógos (en el sentido griego Sólo con referencia a estos textos concretos nos ofre- de arazón y palabram), y su actuación se conforma según ce sus conclusiones y su definición de nla fábula anti- ciertas normas que excluyen lo prodigioso. De ahí el gua, como un arelato ficticio de personajes mecánica- =realismo irónicor del gtinero, que acude a la ficción mente alegóricos con una acción moral que evaluar* falsa (pseúdos) para descubrir la verdad (al8theia). (O. C., p. 82). aEl mundo es así. quiere decir el fabulista; tan bestial Frente a este intento de concisión de N~jgaardv, ale y pragmático como el reflejado en estas increíbles imá- la pena ofrecer en contraste alguna descripción más genes. extensa, como, por ejemplo, la de J. Janssens (p. 7): La aplicación alegórica de las fábulas puede revestir «La fábula es un relato de poca extensión, en prosa un aspecto general, como el indicado en las moralejas o en verso, que se propone instruir, destacar una ver- de nuestras colecciones; o puede tener una referencia dad, enunciar un precepto con la ayuda de una histe concreta, como cuando Estesícoro contaba la fábula de rieta que ilustra un caso dado y cuya conclusión lógica aEl caballo, el ciervo y el cazador. a sus conciudada- tiene la fuerza de una demostración y el valor de una nos de Himera para prevenirles de las pretensiones del enseñanza. La lección que se desprende de la misma tirano Fálaris. Una no excluye la otra; por el contrario, INTRODUCCIÓN GENERAL 13 la aplicación concreta ejemplifica el valor de la alege otro punto de vista ético puede considerarse como poco ría de sentido general. elevada o bien inconveniente para un uso pedagógico. Como un tipo de alegoría, la fábula se caracteriza Recuérdense, por ejemplo,, las críticas de J. J. Rous- por: 1) su carácter dramdtico y 2) su aspecto mecánico. seau en su Emilej. Pero la valoración de esa moral El dramatismo de la fábula, ya indicado por Arist6teles pragmática es otro tema (al que más tarde aludiremos). al hablar de su tema como prágma, está claro: en ella De momento subrayemos que la conclusión implícita se representa una acción. La evaluación de la conducta en el relato es lo que fundamenta una explicitación de de sus personajes se deduce de la actuación de éstos. la misma en una moraleja abstracta, colocada antes o Este rasgo diferencia la fábula de otras alegorías y despuks de la narración m.isma, como promitio e epimi- ejemplos. A su vez, excluye de las fábulas ciertos rela- tio. (Es más frecuente colocarla al final.) tos transmitidos en las colecciones tradicionales: por Desde el punto de vista histórico, hay que notar que ejemplo, el famoso de ala zorra y la máscaras (o .el las moralejas de la colección esópica son añadidos pos- busto* en las versiones modernas). La acción es un teriores, y que, en algunos casos, no están adaptados elemento esencial. (No lo es, por ejemplo, en el pre a la conclusión implicita cle la fábula. La aplicación de verbio.) una fábula a un caso concreto, personal (como las na- El aspecto mecánico de la fábula ha sido destacado rradas por Arquiloco) o político (Estesícoro) parece por Nojgaard. Los personajes de este microcosmos lo más antiguo. En la Vida de Esopo se ofrecen ejem- dramático actúan según ciertas normas rnaturalesw y plos de ambos tipos de referencias concretas. Es pro- están caracterizados, esquemáticamente, de acuerdo bable que las moralejas con referencias a determinados con ciertos rasgos fijos. (Están básicamente determina- tipos de personas de tal cual carácter estén influidas dos en cuanto a su fuerza y su inteligencia.) De tal 01 por los epimitios moralizaidos de la colección de Deme- modo, el resultado de su actuación, que coincide con trio de Falero, discípulo cle Teofrasto. la evaluación de su conducta, tiene siempre una impla- cable lógica. Esta trabazón lógica de las fábulas está en dependencia de esa su contextura mecánica, que la 3 La crítica de J. J. Roussue (en su Emile, 11) recae sobre las apariencia pintoresca de los relatos parece a veces fabulas en cuanto instmmento~e ducativo. (Como tal se utilizaban encubrir. desde el Renacimiento a la eipoca de la Ilustración.) SegSin el, en primer lugar, los niños no entienden bien las fábulas, y en segundo lugar -pero lo más importante-, la moral de las fh- bulas corrompe a la juventud, al mostrar que los m& fuertes y astutos son los que vencen en la vida. Aunque Rousseau di- Toda fábula tiene una intención moral, en cuanto rectamente ataca las de La Fontaine, las cinco fabulas que criti- ca como dañinas en sus conclusiones son de ascendente clásico. sugiere la evaluación de una determinada conducta, (.La cigarra y la hormigas es *una leccidn de inhumanidad.; bien de un modo explícito (en la moraleja oportuna), .El cuervo y el zorro., ama lección de la más baja adulación.; o de un modo implícito (en el éxito o el fracaso de un aLa ternera, la cabra y la oveja en sociedad con el le6nn, .una personaje en su actuación). Ya se ha apuntado el carác- lección de injusticias; *El le6n y el moscardón*, .una lección de sátira.; .El lobo y el perro., auna lecci6n de independencia y de ter pragmático de esta apreciación moral, que desde licencias.) 14 FABULAS Y VIDA DE ESOPO. FABULAS DE BABRIO INTRODUCCI~N GENERAL 15 En la estructura de la fábula esópica sencilla pueden no poseen un valor fijo, sino que se hallan sujetos a distinguirse varios elementos imprescindibles: 1) una una determinada valoraci~ónd entro del conflicto, defi- situación de base, en la que se expone un cierto conflicto nido por su posición y su relación recíproca. Para deci- entre dos figuras, generalmente de animales; 2) La ac- dir el éxito de la acción importan sólo dos rasgos: la tuación de los personajes, que procede de una libre fuerza y la inteligencia. decisión de los mismos, que eligen entre las posibili- Cada uno de los animaks encarna, de modo plástico dades de la situación dada, y 3) la evaluación del com- y acorde al orden natural, un cierto grado en la escala portamiento elegido, que se refleja en el resultado de esos valores. De esos rasgos, fuerza y astucia, que pragmático de su acción, calificada así de inteligente cada uno posee en su graido peculiar, el primero (y en o necia. la superioridad de fuerzai hay que considerar tanto la Este análisis de la secuencia narrativa en tres mo- ventaja física natural corno la que resulta de la situa- mentos (de acuerdo con Najgaard) o en cuatro (según ción dada) es un elemento estático, fijado previamente; Gasparov, que prefiere distinguir entre eexposición, mientras que la inteligencia es el elemento dinámico y proyecto, actuación y resultador; es decir, subdivide el susceptible, por tanto, de ser valorado amoralmenten. segundo momento en udecisiónr y aacciónw) refleja la Mediante el buen uso de ella puede el más débil triun- sencilla arquitectura lógica de la fábula y su intenci6n far del más fuerte, arrelbatarle la presa, sacar prove- moral. Como hemos apuntado antes, la evaluación se cho o escapar de él. A la postre, es la inteligencia la halla inserta en la conclusi6n del relato, puesto que es que decide el conflicto y de ahí el valor didáctico del pragmática. Los personajes (generalmente animales) género. En el espejo alegórico del mundo bestial se refleja 4 El porcentaje de fábulas con personajes animales puede va- una sociedad dura, en una constante lucha por la vida. riar de una a otra colección. En las colecciones griegas supera a los dos tercios. (Por ejemplo, en las 357 fábulas editadas por A pesar de su pretendida1 ahístoricidad, con su referen- CHAMBRY2,5 5 son de animales), y los animales son los persona- cia a unos seres guiados por sus apetitos naturales, en jes típicos de las más famosas. Junto a ellos aparecen figuras de dioses o de vegetales o de hombres. El uso de las figuras de presenta otro; por ejemplo. en el fotktale del Africa occidental, animales (a modo casi de .operadores lógicos., según una cali- la liebre o la araña ocupan un puesto semejante al del zorro ficación de C. LtvrS~~~usses )d ebe a la definición de las espe- griego o el chacal indio, o el coyote en el folktale americano, cies en el orden natural. Aunque puede advertirse que junto a como paladín de la astucia (el personaje denominado utrickster~ una cierta referencia a la naturaleza (por ejemplo, el le6n es el por los antropólogos) en e?& mundo bestial. (Cf. el libro de animal que encarna la fuerza, el lobo es feroz, manso el cor- M. COURDELDLIEAR RASSOULeB Alie,b re et I'araignle dans les con- dero, etc.) interviene una convención cultural muy notable (por res de l'ouest africain, Paris,, 1975.) ejemplo, el asno de Esopo se caracteriza como envidioso, ansio- Acerca de las connotaciones culturales de los principales ani- so de mejorar su posición, como el grajo y el mono; la serpien- males de las fábulas clásicas, puede verse el libro de M. PU- te es perversa, etc.). Pueden advertirse diferencias en las carac- GLIARPLLLOe , origini della favolisiica classica, Brescia, 1973. terizaciones de animales entre Esopo y otros autores griegos. Cf. además, sobre el zorro, el articulo de M. DEI~NyE J . P. VER- (Por ejemplo, el asno en el Lambo de las mujeres, de S e ~ h NANT, aLa mktis du renard r:t du poulpes (1%9), recogido ahora NIDES DE CEOSs, e define por su carácter resignado y lubrico, muy en su obra Les ruses de l'tintelligence, París, 1974, pp. 32-57, y diferente del asno de las ftibulas.) En otras culturas, el papel C. GARCG~UAA Le, n Emen'ta, 1970, pp. 417-31. Sobre el papel del desempefiado en las tábulas de Esopo por cierto animal lo re- mono, cf. ID.,e n Emerita, 1!#i2, pp. 45M. 16 FÁBULAS Y VIDA DE ESOPO. FABULAS DE BABRIO INTRODUCCI~N GENERAL 17 esta concepción del universo animal como una sociedad como en arabescos, a la vez que poseen un fuerte colo- competitiva y despiadada se deja sentir un transfondo rido oriental. histórico ineludible. La fábula esópica refleja ciertos No sabemos si esa forma escueta de las fábulas rece rasgos del pensamiento griego de la época arcaica5. gidas en las colecciones anbnimas griegas es la original, La inteligencia significa habilidad para la trampa y el o bien es el resultado de luna transmisión larga y oral engaño, y lo único que importa es el éxito, sin otra que habría reducido las niarraciones a sus núcleos es- sanción transcendente. Lo natural es que el más fuerte quemáticos. En todo caso, la brevedad extrema es típica devore al más débil y que el más listo engañe al más de la tradición esópica. IPara su utilización didáctica tonto. No hay otra justicia natural, según esta concep- o retórica sobraban otras galas literarias. Otros fabu- ción, que se asemeja a la postulada por Calicles. Como listas, con pretensiones padticas, han decorado el texto concluye La Fontaine en un célebre verso: d a razón original, tomado a modo de cañamazo para su narra- del más fuerte es siempre la mejor,. (En comparación ción. El mejor ejemplo tal vez sea el de La Fontaine, con otras colecciones de fábulas, por ejemplo las orien- que ya advierte en el prólsogo (de 1668) a sus primeros tales, se advierte en la esópica una peculiar amargura libros: aOn ne trouvera plas ici l'élégance ni l'extdme y dureza, que se acentúa con tonos personales en Fedro . bréveté qui rendent Phkdre recommendable.. j'ai cm y Babrio.) qu'il fallait en rdcompens'e égayer l'ouvrage plus qu'il n'a faitm. Las fábulas griegas prescinden del costumbrismo his- tórico y de cualquier decoración. Las fábulas indias tie- La brevedad característica de estos relatos fabulis- nen, en cambio, un decorado cortesano. Los varios mi- ticos está llevada al máximo en los ejemplos de la colec- males ocupan cargos y se ,visten a la usanza del tiempo. ción esópica, con su estilo austero y su ascética senci- El león es el rey (como ya aparece en Fedro) y otros llez. Esta manera escueta de contar, que prescinde dz animales aparecen como vjisires y empleados regios. Algo los adjetivos y de todo lo accesorio, permite captar semejante sucede en la versión épicenovelesca del mejor la estructura lógica del relato, con su esquemá- Roman de Renart o el Reinhart Fuchs. Todo el am- tica exposición. Frente a esa simplicidad esópica, todos biente cobra entonces un colorido Cpico, como en La los posteriores traductores y adaptadores colorean a su Fontaine toma un cierto tono de comedia burguesa. manera el relato. Y esto ya se percibe en las versiones Sin embargo, bajo los ropajes de moda se conserva como el esqueleto de las f'fibulas antiguas. Es muy inte- versificadas de Fedro y de Babrio; pero muchísimo más resante cotejar algunos episodios (por ejemplo, el en- en los fabulistas de la Edad Media o de los siglos dieci- siete y dieciocho. Por otra parte, las fábulas indias están cuentro del zorro y el cuervo) en varias de estas ver- engarzadas en un relato de historietas entrecruzadas, siones para apreciar mejair la sencillez del texto griego y los aditamientos margiriales de los fabulistas 6. 6 El Reman de Renurt empiea al máximo la decoraci6n y ca- 5 Sobre este aspecto remito a los artículos de C. Cmch CUAL racterización histbrica de los :personaja, de modo que el zorro, citados en la nota bibliogr4fica. convertido en protagonista novelesco de una serie de aventuras, 18 FABULAS Y VIDA DE ESOPO. FABULAS DE BABRIO Otro detalle interesante de la colección de fábulas nus) y del otro, la india (Panchatantra, sus versiones es su presentación, bien como ejemplos sueltos (por Arabes, etc.). Y a su vez la colección griega y la india ejemplo en las colecciones antiguas, La Fontaine, Iriar- parecen remontar a las fiábulas mesopotamias, que, a te, etc.), o bien engarzadas a través de la presencia de partir de Babilonia, habrían llegado a Grecia a través un narrador (como en el Panchatantra, y sus varias de Asia Menor, y por otra parte, a través de Persia, adaptaciones). Es curioso pensar que Esopo en la Vida posteriormente, Ilegarían a la India. Los orígenes meso de Esopo hace un papel similar al de Vichnusarman. potamios del género han sido detectados y estudiados Lokman o Bidpay en las colecciones orientales, un papel -por Ebeling, Gordon, hbert, Perry, etc.-, aunque como el de su precedente asirio Ahikar. Es el consejero es muy dificil precisar lo que luego los griegos añadie- educador que, oportunamente, narra sus pintorescos ron en la formación de este género popular. Esopo, ejemplos. (Como el Patronio de El Conde Lucanor, et- desde luego, no fue su iilventor ni su introductor en cétera.') Pero en el mundo griego La Vida de Esopo ha Grecia, puesto que ya Hesiodo cuenta la fábula de ael subsistido como independiente y marginal a la colec- halcón y el ruiseñor^ (T,rab. 202-212) en el siglo VI11 ción de apólogos; y ésta es demasiado extensa como (varios siglos antes, por tanto, de las primeras fábulas para poder encajar en su totalidad en el marco de atestiguadas en la India, pues la redacción del Pancha- aquélla '. tantra remonta al siglo 11 6 I a. C.). La fama de Esopo se debe a que fijó el tipo clásico de la fábula y divulgó la primera colección de Izis mismas. Pero el género estaba yar atestiguado en Grecia mucho antes. de la existehcia, reial o literaria, de este curioso La difusión del género fabulístico en la literatura eu- personaje, el esclavo frigio que, según los diversos tes- ropea parte de una tradición de raíz doble: de un lado, timonios biográficos, habría vivido en la segunda mitad la tradición clásica (Esopo, Fedro, Romulus, Zsengri- del siglo VI a. C. Quintiliano designa a Hesíodo como el inventor del género (uNam videtur fabellarum primus vive en un mundo cortesano y feudal, y en la pintura los temas auctor Hesiodus~,e n Inst. V 11, 19). Después de éste, de fábulas se unen con pinceladas de sátira y de parodia. En ese también Arquüoco, Estes;fcoro y Semónides aluden a contexto medievalizado hay episodios de precisa alusión hist& algunas fábulas con anteinoridad a Esopo. rica, wmo cuando el zorro toma el hábito de cruzado (para lue- go frotárselo por el trasero y arrojarlo a la cara del rey, el león), Ya Heródoto y histófatnes conocían, probablemente, inventados por los clérigos, que, a la vez, recrean los antiguos una versión de la Vida de Esopo8. Las referencias de lances de las bestias esópicas. (Cf. la edición de Le Roman de Heródoto a Esopo como logopoiós (Hist. 11 134, 3) y Remrd, de J. DUP~IJRNITP, arís. 1970, Col. Garnier-Flarnmarion; ciertas expresiones de Azistófanes parecen indicar que y para sir relación con la literatura novelesca de la &poca, conocían una obra escritai atribuida a él (o de un autor cf. C. Gmdrr GUAL, Primeras novelas europeas, Madrid, 1974, capitulo XIII.) 7 Véase la introducci6n a la Vida de Esopo en este mismo volumen. Sobre el desarrollo de la misma es tambidn muy clara 8 A los artículos ya citados puede afiadirse el de Q. CATA-, la introducción de CHAMBRYa SU edición (1927), así como los aAristofane e il cosidetto Romanzo di Esopon, en Dioniso IX 1 estudios de PERRYy ADRADOS sobre el tema. (1942). 20 FABULAS Y VIDA DE ESOPO. FABULAS DE BABRIO INTRODUCCX~N GENERAL 21 anónimo que se escondía bajo la figura del protagonis- En algún caso se ha detectado un paralelo bastante ta del relato biográfico). Las citas de Aristófanes testi- preciso entre un ejemplo griego y un indio. Asi, por monian la popularidad de esos ap6Iogos, que !%mates, ejemplo, entre la fábula de re1 asno con la piel de por ejemplo, se sabía de memoria y versificaba en la l&ns (Esopo, 188) y la de: ael asno con la piel de tigre, prisión en los últimos dias de su vida (según Piatón (Panchatantra, IV, 8). Pero aun en tales casos pode- cuenta al comienzo del Feddn, 61 B). Otros autores clá- mos dudar si nos hallamos ante una influencia directa sicos, como Heródoto, Antistenes, Jenofonte, Teopompo de una sobre otra, de una coincidencia debida a un leja- y Aristóteles, cuentan ocasionalmente alguna fábula. no origen común, o de dios creaciones paralelas sobre La creación de la estatua de Esopo, obra del escultor un motivo muy repetido en ambas colecciones: la inuti- Lisipo, en el ágora ateniense fue otra muestra del reco- lidad del disfraz para encubrir la condición natural. nocimiento de esta ciudad al fabulista, cuyos ejemplos En otras ocasiones enc:ontramos curiosas variantes, recopiló de nuevo, en una edición definitiva para el como la de alguna fábula de Babrio que se aproxima futuro de la colección, el peripatético Demetrio de Fa- más a una versión babilainia que a la divulgada como lero, en el Úitimo tercio del siglo IV. Probablemente esópica. Así, por ejemplo, la de ael mosquito y el toros. las colecciones anónimas de las fábulas griegas que En otros casos, no encontramos en la colección esó- han llegado hasta nosotros -la más antigua de las pica algún ejemplo que Fedro cita como perteneciente cuales, Augustana, no es anterior en su redacci6n al a la misma: Así la fábula adel lobo y la zorra con el siglo I 6 11 de nuestra era- descienden de esa bene- mono juez,, que Fedro relata (1 10) señalando expre- mérita recolección de ese discípulo de Teofrasto. samente: aHoc adtestatur brevis Aesopi fabulas. Por cierto que Fedro, autor muy consciente de sus intencio- nes literarias, introduce una oportuna distinción entre afábulas de Esopos (Aesopi) y afábulas esópicass (Ae- sopias), contando entre las primeras aquellas que son En su larga tradición secular las fábulas se han trans- versiones latinas de un prototipo griego (transmitido mitido con múltiples variantes y adaptaciones de deta- como de Esopo) y las segundas, inventadas por 61 sobre lle, como era de esperar, dado e1 carkter de su trans- el esquema de composición esópica, tomado como pauta misión, en gran parte oral, y su aspecto de literatura para una nueva ilustración, usus uetusto genere, sed popular. Desde muy antiguo conocemos la alternancia rebus nouis. (Fedro, Proemio al libro IV, vs. 10 SS. Cf. los de prosificaciones y versificaciones sobre una colección proemios al libro 111 y a1 V.) abierta a la que podían agregarse repetidamente nuevos Efectivamente, nos parece Csta una distinción opor- ejemplos u omitir otros. Incluso las moralejas sugieren, tuna y que sería útil para calificar las fábulas de otros a veces, una readaptación de los temas a una conclu- autores; por ejemplo, para distinguir los dos tipos en sión abstracta. Ya hemos aludido a esto para sugerir La Fontaine, o para advertir la posición de Iriarte y de la enorme dificultad que supone el rastrear una trans- Samaniego, en cuanto versificadores de *fábulas de misión textual como la de un Corpus fabuiístico o un relato anecdótico como la Vida de Esopo. 9 Cf. S. LURIA,a L'asino njella pelle del leonen. en Rivista di Fil. e d'lstruz. Classica 13 (1943). pp. 447-73. 22 FABULAS Y VIDA DE ESOPO. FABULAS DE BABRLO INTRODUICCI~NGE NERAL 23 Esopo, y autores de afábulas esópicas,, asando el comido, he bebido y me he bañado; si muero no me añejo genero con motivos nuevos,. A este viejo género importa!, (el hedonismo proclamado por esta mosca, con nuevos motivos pertenecen también las fábulas de explicado en la moraleja de que alos hombres sopor- J. Anouilh, por poner un ejemplo más reciente, o las de tan con facilidad la muerte cuando ésta llega sin dolor., tantos fabulistas castellanos del siglo xrx. Pero es evi- no deja de parecer una conclusión extraña). Creo que dente que esa distinción supone la existencia de una la fábula se entiende mejor, si la consideramos cons- colección fijada por escrito y la toma de posición del truida como una réplica a la que Chambry transmite fabulista como autor con pretensiones de originalidad con el número 239 (y qu.e Perry, a mi parecer injustifi- ante la colección tradicional. Entre las fábulas trans- cadamente, no recoge). En esta fábula las moscas, caí- mitidas como ade Esopo, hay que contar, sin embargo, das uen un panal de rica miel,, exclaman al morir con las aportaciones anónimas de muchas afábulas criDesgraciadasd e nosotras, perecemos por un instante esópicasn, que se han integrado en esa colección abierta. de placer!, (la moraleja correspondiente es que la gl6 Entre las modificaciones de una fábula, las más ca tonería resulta causa de muchas desgracias). rrientes y triviales son las que afectan a algún detalle Es probable que alguna fábula más, como la del a=- de la acción o de los personajes de un ejemplo. En los mello danzarín* (249) se explicara mejor del mismo manuscritos encontramos, como indica Charnbv, que modo, considerándola como una réplica a otra supues- la fábula de eLa encina y la caña. (Esopo, 70) aparece ta, que hablaría de lo ridículo del camello en un oficio en ocho formas y con cinco títulos variables (..La enci- tan impropio de su especie. (Tema muy difundido en na y la caña*, aLa encina y las cañas,, aLos árboles y la colección.) En ese caso la fábula original se nos las cañas*, aLa caña y el olivon, «Las cafias y los ci- habría perdido. preses~). La modificaci6n del resultado, y de la moraleja, de En algún caso, encontramos alguna variante pinte una fAbula mediante una nueva versión, con un afán resca en los cambios muy frecuentes de animales, como consciente de corregir el sentido original, es un pro- en Chambry 33 ala zorra y la serpienten que equivale ceso muy repetido en la historia literaria. Así, por ejem- a la 268 de Perry: ael gusano y la serpiente,. (Ha inter- plo, Lessing da su versión del episodio famoso de ael venido un error del copista, que en lugar de skdlex zorro y el cuervos, dejando que lo que el vano cuervo agusanom ha copiado al6pex azorra,, animal más f re- pierde sea un trozo de carne (en lugar de un queso), en cuente en la colección, pero inadecuado en esta fiibu- mal estado, con el cual se envenena el taimado zorro la.) Por otro lado, este tema, el del animal que por adulador, para resaltar así la tesis de que el engañador imitar a uno superior se estira hasta partirse, ha sido recibe un pago justo. De modo semejante, en versiones readaptado felizmente por Fedro en 1, 24, con otros dos modernas para niños de ala cigarra y la hormiga,, ésta animales: ala rana y el buey.. acaba compadeciéndose de la holgazana cantora y le da Un caso más curioso es el de la fábula de la mosca cobijo y comida, mientras aquélla ameniza con sus que se ahoga en un tarro de comida (Fab. 167 Perry= cantos la rutinaria faena del hormiguero. Asf se dulci- Chambry 238). y que, antes de morir, exclama: uiHe fica la lógica y cruel conclusión del relato.

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