Cambió su verdadero nombre por el de Mary Amesbury y trató de rehacer su vida. Contó para ello con la ayuda de Julia Strout, una viuda reservada y afable que le alquiló una pequeña cabaña junto al mar; con la de Willis, trabajador solícito que pretendió, no obstante, 'cobrarse' sus favores; con la de Everett Shedd, tendero y policía que la encubrió ante los primeros indicios de que alguien indagaba sobre su paradero; y, sobre todo, con la de Jack, junto a quien pudo saborear, por primera vez en su vida, un amor sosegado y lleno de ternura.
Pero, finalmente, ocurrió lo que en el pueblo llamaban 'esa cosa espantosa que pasó en la cabaña de Julia'. Y si la sangre vertida y el dolor sufrido aquella aciaga noche no fueron suficientes, la aparición de una periodista a la que Maureen le cuenta toda la verdad acabará por cerrar el círculo de lo inevitable. El artículo publicado no será precisamente fiel al relato y sus consecuencias agravarán el desastre. Años después, la periodista entrega el material original a Caroline, la hija, que se enfrentará, a la vez que el lector, a la cruda realidad…