ebook img

Estudios De Historia Y De Filosofia De Las Ciencias PDF

448 Pages·9.407 MB·Spanish
Save to my drive
Quick download
Download
Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.

Preview Estudios De Historia Y De Filosofia De Las Ciencias

De Georges Canguilhem en esta Editorial Escritos sobre la medicina Ideología y racionalidad en la historia de las ciencias de la vida Esta obra, editada en el marco del Programa de Ayuda a la Publicación Victoria Ocampo, recibió el apoyo del Ministerio de Asuntos Extranjeros y del Servicio Cultural de la Emba­ jada de Francia en la Argentina. Estudios de historia y de filosofía de las ciencias Georges Canguilhem Amorrortu editores Buenos Aires - Madrid Biblioteca de filosofía Études d’histoire et de philosophie des sciences, concernant les vivants et la vie, Georges Canguilhem © Libraírie Philosophique J. Vrm, París, 1968, para la primera edición (reimpresión en 1970,1975,1979); 1983, para la quinta edición aumenta* da (reimpresión en 1989); y 1994, para la séptima edición aumentada (re­ impresión en 2002) - http://www.vrin.coni Traducción: Horacio Pons ©Tbdos los derechos de la edición en castellano reservados por Amorrortu editores S.A,, Paraguay 1225,7o piso - C1057AAS Buenos Aires Amorrortu editores España S.L., C/López de Hoyos 15,3° izquierda - 28006 Madrid www.amorrortueditores.com Queda hecho el depósito que previene la ley n" 11.723 Industria argentina. Made in Argentina ISBN 978-950-518-381-4 ISBN 2-7116-0108-0, París, edición original Canguilhem, Georges Estudios de historia y de filosofía de las ciencias. -1* ed. - Buenos Aires : Amorrortu editores, 2009. 464 p.; 23x14 (Biblioteca de filosofía) Traducción de: Horacio Pons ISBN 978-950-518-381-4 1. Filosofía. I. Pons, H., trad. II. Título. CDD 190 Impreso en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 192, Avellaneda, provin cía de Buenos Aires, en junio de 2009. Tirada de esta edición: 2.000 ejemplares. índice general 9 Palabras preliminares 11 Introducción. El objeto de la historia de las ciencias 27 Primera parte. Conmemoraciones 29 El hombre de Vesalio en el mundo de Copérnico: 1543 39 Galileo: la significación de la obra y la lección del hombre 54 Fontenelle, filósofo e historiador de las ciencias 63 Segunda parte. Interpretaciones 65 Auguste Comte 65 1. La filosofía biológica de Auguste Comte y su influencia en la Francia del siglo XIX 80 2. La escuela de Montpellier juzgada por Auguste Comte 86 3. Historia de las religiones e historia de las ciencias en la teoría del fetichismo de Auguste Comte 105 Charles Darwin 105 1. Los conceptos de «lucha por la vida» y «selección natural» en 1858: Charles Darwin yAlfred Russel Wallace 119 2. El hombre y el animal desde el punto de vista psicológico según Charles Darwin 135 Claude Bernard 135 1. La idea de medicina experimental según Claude Bernard 7 152 2. Teoría y técnica de la experimentación en Claude Bemard 166 3. Claude Bemard y Bichat 173 4. La evolución del concepto de método de Claude Bemard a Gastón Bachelard 183 Gastón Bachelard 183 1. La historia de las ciencias en la obra epistemológica de Gastón Bachelard 198 2. Gastón Bachelard y los filósofos 207 3. Dialéctica y filosofía del no en Gastón Baehelard 219 Tercera parte. Investigaciones 221 I. Biología 221 l.De lo singular y de la singularidad en epistemología biológica 237 2. La constitución de la fisiología como ciencia 290 3. Patología y fisiología de la tiroides en el siglo XIX 313 4.E1 concepto de reflejo en el siglo XIX 324 5.Modelos y analogías en el descubrimiento en biología 340 6. El todo y la parte en el pensamiento biológico 357 II. El nuevo conocimiento de la vida 357 El concepto y la vida 389 III. Psicología 389 ¿Qué es la psicología? 407 IV. Medicina 407 Terapéutica, experimentación, responsabilidad 417 Poder y límites de la racionalidad en medicina 439 El estatus epistemológico de la medicina 8 Palabras preliminares La reunión de los estudios y artículos presentados en es­ ta compilación sólo tiene razón de ser en cuanto se encuen­ tra en ellos, sin artificio, la huella, más o menos nítida se­ gún los casos, de una identidad de la intención y una homo­ geneidad de los temas. Si es o no es efectivamente así, soy el menos indicado para juzgarlo. La idea de armar esta compi­ lación no fue mía. Me conmueve que otros la hayan ima­ ginado. Agradezco a la Librairie Joseph Vrin por haber teni­ do a bien dar cuerpo a un proyecto. Mi agradecimiento, asi­ mismo, a los señores editores y directores de revistas que permitieron la reproducción de estos textos. Quiero expre­ sar aquí mi reconocimiento a la señora Fran£oise Brocas y a la señorita Evelyne Aziza, que reunieron estos estudios y prepararon su edición. G.C. Nota para la quinta edición Con el acuerdo del editor, el autor agregó al final del libro un artículo inédito sobre la racionalidad médica, con la es­ peranza de que aparezca, a veinte años de distancia de algu­ nos estudios precedentes, como un signo de continuidad al mismo tiempo que de renovación. Pero quien debe juzgar es el lector. G. C. Diciembre de 1982 9 Nota para la séptima edición El editor agradece al autor por haber tenido a bien agre­ gar a la presente edición un artículo sobre «El estatus epis­ temológico de la medicina», así como al señor M. Grmek, di­ rector de la revista History and Phüosophy ofLife Sciences, por haber autorizado su reproducción. 10 Introducción. El objeto de la historia de las ciencias* Considerada según el aspecto que presenta en la recopi­ lación de las actas de un congreso, la historia de las ciencias puede parecer más un rótulo que una disciplina o un con­ cepto. Un rótulo puede ampliarse o reducirse casi indefini­ damente porque es sólo un membrete, en tanto que un con­ cepto, por encerrar una norma operativa o judicativa, no puede variar en extensión sin que se modifique su compren­ sión. Así, bajo el rótulo «historia de las ciencias» pueden ins­ cribirse tanto la descripción de un portulano recientemente descubierto como un análisis temático de la constitución de una teoría física. Por ende, no es inútil interrogarse, ante to­ do, sobre la idea que se hacen de la historia de las ciencias quienes pretenden interesarse en ella al extremo de cons­ truirla. Con respecto a esta tarea, es indudable que desde hace ya tiempo se plantearon y continúan planteándose va­ rias preguntas: las del quién, el porqué y el como. Pero hay una cuestión de principios que debería formularse y casi nunca se plantea: la pregunta de qué. ¿Historia de qué es la historia de las ciencias? Si no se formula, es porque en gene­ ral se cree que su respuesta está dada en la expresión mis­ ma de historia de las ciencias o de la ciencia. Recordemos brevemente cómo suelen presentarse hoy las preguntas del quién, el porqué y el cómo. * Título original: <-L’objet de l’histoire des sciences». Conferencia pro­ nunciada el 28 de octubre de 1966 en Montreal, por invitación de la Société Canadienne d’Hístoire et de Philosophie des Sciences. Texto revisado y au­ mentado para la presente publicación. La problemática de la historia de las ciencias fue objeto de trabajos y discusiones de seminario en el Institut d'Histoire des Sciences et des Tech- ñiques de la Universidad de París durante los ciclos lectivos de 1964-1965 y 1965-1966. No podíamos dejar de tenerlos en cuenta. En especial, una par­ te de los argumentos aquí expuestos en el examen de las preguntas referi­ das al quién, al cómo y al porqué se inspira en una ponencia del señor Jac* ques Pique mal, por entonces profesor adjunto de historia de las ciencias. 11 La cuestión del quién entraña la cuestión del dónde. En otras palabras, la exigencia de investigación y enseñanza de la historia de las ciencias, según que se presente en tal o cual campo ya especificado del saber, lleva a su afincamien­ to aquí o allá en el espacio de las instituciones universita­ rias. El señor Bernhard Sticker, director del Instituto de Historia de las Ciencias de Hamburgo, destacó la contradic­ ción entre la destinación y el método.1 Su destinación de­ bería situar la historia de las ciencias en la Facultad de Ciencias; su método, en la Facultad de Filosofía. Si la vemos como la especie de un género, la historia de las ciencias de­ bería tener su lugar en un instituto central de las discipli­ nas históricas. De hecho, los intereses específicos de los his­ toriadores, por un lado, y de los eruditos, por el otro, sólo los llevan a la historia de las ciencias por un camino lateral. La historia general es, ante todo, historia política y soda!, com­ pletada por una historia de las ideas religiosas o filosóficas. La historia de una sociedad en su conjunto, en lo concer­ niente a las instituciones jurídicas, la economía, la demo­ grafía, no exige necesariamente la historia de los métodos y de las teorías científicas como tales, mientras que los siste­ mas filosóficos se relacionan con teorías científicas vulgari­ zadas, es decir, debilitadas y transformada^ en ideologías. Por otra parte, los científicos, en su carácter de tales, y con prescindencia del mínimo de filosofía sin el cual no podrían hablar de su ciencia con interlocutores no científicos, no ne­ cesitan de la historia de las ciencias. Es muy poco frecuente —sobre todo en Francia, con excepción de Bourbaki— que incorporen sus resultados a la exposición de sus trabajos especiales. Si en ocasiones se convierten en historiadores de las ciencias, lo haeen por razones ajenas a los requisitos intrínsecos de su investigación. Su competencia, a la sazón, los guía no sin ejemplos en la elección de cuestiones de inte­ rés primordial. Así sucedió con Pierre Duhem en historia de la mecánica y con Karl Sudhoff y Harvey Cushing en histo­ ria de la medicina. En cuanto a los filósofos, pueden orien­ tarse hacia la historia de las ciencias ya sea de manera tra­ dicional e indirecta, a través de la historia de la filosofía —en la medida en que tal o cual filosofía haya exigido a una 1 B. Sticker, «Die Stellung der Geschichte der Naturwissenschaften itn Bahmen unserer heutigen Universitaten», Phílosopkia Natvrolis, 8(1-2), 1964, págs. 109-16. 12 ciencia triunfante, en su momento, una aclaración sobre los caminos y los medios del conocimiento militante—, ya sea de manera más directa, por la epistemología —cuando esta conciencia crítica de los métodos actuales de un saber ade­ cuado a su objeto se siente obligada a celebrar su poder con un recordatorio de los obstáculos que demoraron su con­ quista—. Por ejemplo, si le importa poco al biólogo y menos aún al matemático probabilista investigar lo que impidió a Auguste Comte y Claude Bernard, en el siglo XIX, admitir la validez del cálculo estadístico en biología, no ocurre lo mismo en el caso de quien se ocupa, en epistemología, de la causalidad probabilista en aquella disciplina. Pero queda por demostrar —intentaremos hacerlo más adelante— que si la filosofía mantiene con la historia de las ciencias una re­ lación más directa que la que mantienen la historia o la ciencia, lo hace con la condición de aceptar de tal modo un nuevo estatus en su relación con la ciencia. La respuesta a la pregunta del porqué es simétrica de la respuesta a la pregunta por el quién. Hay tres razones para hacer historia de las ciencias: histórica, científica y filosófi­ ca. La razón histórica, extrínseca a la ciencia, entendida co­ mo discurso verificado sobre un sector delimitado de la ex­ periencia, radica en la práctica de las conmemoraciones, en la existencia de rivalidades en la búsqueda de la paternidad intelectual y en las disputas de prioridad, como la concer­ niente al descubrimiento de las funciones elípticas en 1827, evocada por Joseph Bertrand en su elogio académico de Niels Henrik Abel. Esta razón es un hecho académico, li­ gado a la existencia y la función de las academias y la mul­ tiplicidad de las academias nacionales. Hay una razón más expresamente científica, experimentada por los estudiosos en cuanto son investigadores, y no académicos. Quien llega a un resultado teórico o experimental inconcebible hasta el momento y desconcertante para sus pares contemporáneos, no encuentra, por falta de comunicación posible, ningún respaldo en la comunidad científica. Y dado que, en cuanto estudioso, debe creer en la objetividad de su descubrimien­ to, trata de averiguar si lo que piensa no ha sido ya, acaso, pensado antes. Al procurar acreditar su descubrimiento en el pasado, por no poder hacerlo momentáneamente en el presente, un inventor inventa a sus predecesores. Hugo de Vries redescubrió así el mendelismo y descubrió a Mendel. 13

See more

The list of books you might like

Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.