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Estudio del imperialismo PDF

340 Pages·1981·12.916 MB·Spanish
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Alianza Universidad J. A. Hobson Estudio del imperialismo Versión española de Jesús Fomperosa Alianza Editorial Título original: Imperialism - A Study © George Alien & Unwin, Ltd., 1902, 1905, 1938, 1948, 1954, 1961, 1968 Under the Berne Conyention © Ed. cast.: Alianza Editorial,,S/A.¿ Madrid, 1981 Calle Milán, 38; 200 00 45 ISBN: 84-206-2237-7 Depósito legal: M. 42.655-1980 Fotocomposición: Efca, S. A. Impreso en Hijos de E. Minuesa, S. L. Ronda de Toledo, 24. Madrid-5 Printed in Spain INDICE Página Nota del traductor ..................................................................... 9 Nota del editor inglés a la edición de 1968 .................................... 21 Prólogo del autor a la primera edición................... ........................ 23 Estudio del imperialismo: Nacionalismo e imperialismo............... 25 PARTE I. —LA ECONOMIA DEL IMPERIALISMO..................... 35 1. Cuantificación del imperialismo........................................... 37 2. El valor comercial del imperialismo....................................... 49 3. El imperialismo como salida para el exceso de población..... 60 4. Los parásitos económicos del imperialismo ........... 65 5. El imperialismo basado en la protección............................... 80 6. La clave económica del imperialismo.................................... 86 7. Las finanzas imperialistas................................................... 105 PARTE II.—LA POLITICA DEL IMPERIALISMO........................ 119 \ 8. El significado político del imperialismo................. 121 9. La defensa táentíficá del imperialismo.................................... 155 10. Factores mójrá^s y sentimentales............... 190 11. El imperialismo y las razas inferiores....................... 212 12. El imperialismo en Asia......................................................... 264 13. Federación imperial ................... 299 14. Conclusiones........................................................................... 321 APENDICES ................................................................................. 332 NOTA DEL TRADUCTOR El libro que el lector tiene ante la mirada es un libro clásico sobre «el nuevo imperialismo». Por clásico entendemos, dicho lisa y llanamente, un trabajo perdurable y universalmente apreciado. Y que la obra que hoy ofrecemos al lector de habla española lo es, está demostrado, por un lado, por las incesantes ediciones que ha tenido y sigue teniendo en muchos idiomas, desde que apareció por primera vez en agosto de 1902, y por otro, por el lugar de honor que ocupa en la bibliografía que, a par­ tir de entonces, se ha publicado sobre el tema. Pocas serán las obras que, como ésta de Hobson, merezcan ser citadas en las bibliografías corres­ pondientes de las enciclopedias española (Espasa, última reedición), americana (Encycjopedid Americana, 1965), alemana (Der Grosse Brockhaus, 1965'-.y Staatslexikon Recht Wirtschaft Gesellschaft, 1959), británica (The NewÉncyclopaedia Britannica, 1974) v francesa (Gran En- ciclopedie Larousse, 1976), e italiana (Lessico Universale Italiano, 1972). Por otra parte, el 'libro de Lenin, El imperialismo, estadio supremo del capitalismo (para citar solamente la obra marxista más conocida sobre es­ ta cuestión), no tiéne inconveniente en admitir, en sus primeras líneas que, aunque el trabajo de Hobson presenta el punto de vista de un «pa­ cifista y social-reformista burgués», brinda «una descripción muy buena y completa de los principales rasgos económicos y políticos específicos del imperialismo». v 9 Jesús Fompérosa 10 Al hablar de «nuevo imperialismo», nos íeferimosal movimiento ex- pansionista que —tras el casi agotamiento de la primera iniciativa impe­ rial, puesta en marcha por españoles y portugueses a finales del siglo xv, y a la que se suele colocar la etiqueta de «viejo imperialismo»— empren­ den las naciones desarrolladas de Occidente entre 1870 y 1914, lapso en el que se apoderan apresuradamente de pueblos y territorios que supo­ nían el 90 por 100 de Oceanía y el 56 por 100 de Asia. Al frente de esta marcha expansionista ondeaba la bandera de Gran Bretaña que, en 1905, con una población de 40,5 millones de habitantes regía y gober­ naba un imperio de 345 millones de personas. Este libro de Hobson, «a seminal study», como lo juzga la Encyclo- paedia Britannica (1974), es el punto de arranque para interpretar racionalmente1 el nuevo imperialismo, hasta el punto de que todo lo que después de él se ha escrito sobre este multiforme fenómeno puede dividirse en dos grupos: los trabajos que, en términos generales, adop­ tan el enfoque de Hobson y los que, teniéndolo en cuenta, se oponen a él por considerar que fueron factores sociológicos, políticos, estratégicos, diplomáticos, morales, etc., y no económicos, como defiende Hobson, los que determinaron la índole y la dinámica del nuevo imperialismo. Sobre esta cuestión volveremos brevemente al final del prólogo. Sin em­ bargo, por uno de esos azares de la vida de los libros, el Estudio del im­ perialismo no se había traducido al español hasta ahora, y la figura y la biografía del autor son poco conocidas para el gran público de habla es­ pañola, lo que justifica la presente introducción. 1. Biografía de John Atkinson Hobson J. A. Hobson, primer formulador de la teoría explicativa del nuevo imperialismo y uno de los pioneros de la economía moderna, nació en Derby (Inglaterra), el 6 de julio de 1858, dos días antes de que su país sofocara definitivamente el motín antiimperialista de la India, y unas se­ manas después de que, por el Tratado de Tientsin, de junio de 1858, se obligara a la vencida China —que se había opuesto, en vano, con las.ar­ mas a ello— a abrir puertos al comercio con las potencias occidentales, y a importar sin restricciones opio de las colonias inglesas y francesas en 1 «A partir de 1870 los países más altamente desarrollados, al unísono pero con feroces rivalidades entre ellos, se lanzan a la anexión del resto del mundo. ¿Por qué? El libro de j. A. Hobson, Imperialism (1902) es el punto de partida de toda explicación racional. John Strachey, The End of Empire, Víctor Gollanz, Londres, 1959, pág. 98. Nota del traductoi 11 Asia, para que éstas pudieran equilibrar su balanza comercial con Chi­ na. ¡ «Nací», dice el propia Hobson, «en una familia perteneciente al estrato medio de la clase media, en una ciudad de tipo medio, situada en las Tierras Medias [los Midlands\ inglesas». Su padre era fundador y director del periódico liberal Derbyshire Advertiser, de Derby, ciudad que hoy tiene algo más de 200.000 habi­ tantes, y en esa publicación colaboraría, no tardando mucho, el hijo, en las tareas de dirección y como articulista. Dado que la situación econó­ mica de la familia era desahogada, John, tras realizar los estudios prima­ rios y secundarios en centros de Derby, pudo ir a Oxford, al Lincoln College, donde estudió humanidades: clásicos, literatura y filosofía, entre 1870 y 1880. Después de salir de la Universidad, John A. Hobson trabajó siete años, entre 1880 y 1887, como profesor de estudios clásicos en centros de enseñanza secundaria en Faversham y Exeter. En 1885 contrajo matri­ monio con una americana, con la que tuvo un hijo y una hija. Y desde 1887 a 1897 enseñó literatura inglesa y economía a alumnos de enseñan­ za universitaria nocturna —trabajadores en su mayor parte— en las uni­ versidades de Oxford y Londres. Quizá por esta labor docente, los pri­ meros libros de Hobson tienen el propósito de explicar a los trabajadores el funcionamiento de la sociedad industrial en la que vivían y laboraban, para sugerirles maneras de mejorar su situación. A partir de 1897, Hobson se dedicó enteramente a escribir libros y artículos y a dar conferencias. Se centra y especializa en economía, en­ tendida ésta, a la manera de Ruskin, no como una ciencia académica y deshumanizada, sino como unos conocimientos prácticos que pueden aplicarse a resolver el despilfarro de energías en la competencia de unos con otros, el paro demandes masas de obreros, y a dar solución a los problemas de la pobreza que, desde niño, había observado en la so­ ciedad capitalista. Desdex^ntonces escribió treinta y cinco libros sobre cuestiones económicas y sociales ^dirigidos todos ellos al gran público y no a las minorías-^fliditas, y colaboró en las publicaciones liberales, como The Speaker, y su sucesor The Nation, y en el periodismo diario en The Manchester Guardian. El seguir día a día los acontecimientos mun­ diales y de su país le proporcionó un conocimiento mucho más completo y actual de la realidad social que el de la mayoría de los economistas aca­ démicos. Su labor como periodista se concentraba en comentar los hechos po­ líticos diarios, en analizar sus consecuencias económicas y sociales, con vistas a su ideal reformista d& solucionar el problema de la pobreza, de Jesús Fomperosa 12 distribuir mejor la riqueza, de aumentar el bienestar-de la mayoría, de acuerdo con las ideas utilitaristas sobre las que se polemizaba a finales del siglo XIX. Esta meta estaba muy lejos de alcanzarse, por lo que Hob- son emprendió un ataque frontal contra algunos de los dogmas de la teoría económica aceptada por entonces, porque creía que se oponían a la marcha del progreso social. Era un hombre de salud frágil, que viviría, sin embargo, como muchas veces ocurre con las personas de sus características, más de ochenta años. Tenía un pequeño impedimento en el habla, que le hacíá ponerse nervioso cuando se dirigía al público. Aunque luchó contra este defecto y consiguió superarlo, quizá por ello no se dedicó nunca a la po­ lítica activa directa, sino que la hizo a través de sus escritos. Se manifestó siempre con gran libertad e independencia. No le im­ portaba ir a contrapelo de las creencias más consagradas y arraigadas, ni aparecer como un economista herético. Al final de su vida, en 1938, publicó una especie de autobiografía, cuyo título es precisamente Las confesiones de un economista herético. No faltaría, no obstante, quien hiciera la observación de que la valentía intelectual de Hobson, el hacer frente, como lo hizo, a los círculos económicos universitarios (nunca se le concedió un título honorífico, ni se le ofreció cátedra alguna, como es costumbre hacer en Inglaterra con las personas que destacan en una dis­ ciplina) resultaba más explicable teniendo en cuenta la renta privada vi­ talicia de la que disfrutó2. Son muchos los que piensan —particularmente de entre los espe­ cialistas en economía—que donde más destacó Hobson fue precisamen­ te en esa disciplina, y que sus libros sobre el imperialismo no son más que una aplicación a ese fenómeno histórico de sus hallazgos como eco­ nomista. Muy importante a este respecto es la amistad que, a finales de la dé­ cada de 1880, trabó Hobson con un hombre de negocios, preocupado por la dinámica económica, y conocido montañero (que en 1895 perece­ ría escalando un pico del Himalaya), llamado Mummery. Este terminó por convencerlo de que el exceso de ahorro es perjudicial para la marcha de la economía, toda vez que produce una caída en el consumo de las masas. Fruto de la controversia entre los dos hombres sobre el particular fue el libro que publicaron juntos en 1889 con el título de The Phy- siology oflndustry, en el que formulaban por primera vez, aunque de manera un tanto cruda —como señala el también reformista e histo- 2 A. M. Quinton, The Twentieth Century Mind, Oxford University Press, 1972, tomo I, pág. 120. Nota del traductor 13 fiador socialista G. D. H. Colé en el artículo necrológico que dedicó a Hobson3—, la incidencia negativa del exceso de ahorro en la economía. De forma breve y somera, esta teoría del exceso de ahorro o, vista desde el otro cabo, del subconsumo, que hoy puede estudiarse en cual­ quier tratado de historia económica moderna y que es fundamental en la explicación que Hobson propone del imperialismo, afirma que al acu­ mularse el dinero en pocas manos, por la mala distribución de la ri­ queza, las masas tienen poca capacidad adquisitiva, lo que ocasiona un descenso en su consumo y, de rechazo, un subconsumo generalizado. Esta falta de consumo obligará, a su vez, a la industria a disminuir la producción, con las consiguientes repercusiones en el aumento del paro, el estancamiento y la depresión económicas. Por su parte, el capital fi­ nanciero procurará emigrar al extranjero, a zonas donde pueda conseguir mayores beneficios. Dicho con las palabras de Hobson y Mummery: «Ahora bien, el ahorro, al tiempo que hace aumentar el agregado de ca­ pital existente, reduce simultáneamente la cantidad de bienes y servicios consumidos. El hábito de ahorrar de manera inadecuada ocasionará, por consiguiente, una acumulación de capital por encima de la cantidad que resulta necesaria, y este exceso del capital dará lugar a un fenómeno de superproducción general.» Como era de esperar, The Physiology oflndustry pasó desapercibida en su momento. De todas formas, en los treinta y cinco libros que Hob­ son publicó sobre cuestiones económicas y sociales, y en sus numerosos folletos y artículos, el autor fue elaborando y perfilando su tesis, cuya ex­ posición más sistemática aparece en el libro The Industrial System: An Enquiry into Earnedand Uneamedlncome, publicado en 1909- Pero no llegó a distinguir con claridad entre el ahorro entendido como mera abs­ tención de consumir y el ahorro como capital destinado a la inversión provechosa. Por ello, dejó la puerta abierta a muchos y fáciles ataques, entre otros el del propiojohn Maynard Keynes, quien, a propósito del párrafo de The Physiology oflndustry antes citado, comenta: «En la últi­ ma frase de este pasaje aparece la raíz de la equivocación de Hobson, es decir, su idea de qüe-<|l exceso de*ahorro es el que ocasiona de hecho la acumulación de capital "por encima de lo que se necesita, cuando, en rea­ lidad, es un mal secundario, que sólo acontece por errores de previsión. El mal fundamental; sin embargo, es la propensión a ahorrar, en condi­ ciones de pleno empleo, más de la cantidad de capital,que resulta preci­ sa, con lo que se imposibilita el pleno empleo, a no ser que haya habido una equivocación en las previsiones»4. 3 Publicado en The EconomicJournal, junio-septiembre de 1940. 4J. M. Keynes, The Qeneral Theory of Employment, Interest, and Money (Mac- millan, Londres, 1939), págs. 367-3681.

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