Description:Son las siete de la mañana. Según mi inveterada costumbre de muchos años, me despierto con puntualidad cronométrica, sin la molesta ayuda del rechinante timbre del despertador, adminículo para muchos tan necesario como el cepillo de dientes o la afeitadora eléctrica. Afortunadamente, yo he conseguido prescindir de ese aparato y, les aseguro, sólo en muy contadas ocasiones suelo fallar. Mi sueño ha sido sólido y compacto, como de costumbre. Apagué la luz a las once en punto, después de haber leído una adormecedora novela policíaca. Las ocho horas siguientes han transcurrido lo que literalmente se dice, de un solo tirón. Me siento ágil y fresco, completamente descansado y dispuesto a empezar la tarea del nuevo día.