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espacios homoeróticos en la literatura argentina PDF

552 Pages·2013·3.48 MB·Spanish
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UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA ESPAÑOLA PROGRAMA DE DOCTORADO EN TEORÍA DE LA LITERATURA Y LITERATURA COMPARADA ESPACIOS HOMOERÓTICOS EN LA LITERATURA ARGENTINA (1914-1964) POR JORGE LUIS PERALTA TESIS DOCTORAL DIRIGIDA POR EL DR. RAFAEL M. MÉRIDA JIMÉNEZ TUTORA DRA. MERI TORRAS FRANCÉS 2013 A mi madre, por darme libertad y un lugar al cual volver. A Blanca Escudero (†), porque me incitó a conocer lugares otros. SUMARIO INTRODUCCIÓN 1 PRIMERA PARTE: EL ESTUDIO DE LA LITERATURA Y DEL ESPACIO HOMOERÓTICOS 15 Capítulo I. Los estudios gais, lésbicos y queer argentinos 17 1. Contextos críticos 17 2. Estudios historiográficos y literarios 26 Capítulo II. La representación literaria del espacio homoerótico 45 1. Espacio y homoerotismo: perspectivas teóricas 46 2. La textualización del espacio: cronotopos y descripción 66 SEGUNDA PARTE: HACIA UNA GENEALOGÍA DE ESPACIOS HOMOERÓTICOS 81 El espacio genealógico 83 Espacios esquivos: de El matadero (c. 1839) a Las fuerzas extrañas (1906) 88 Entre «maricas» e «invertidos»: Buenos Aires en los comienzos del siglo XX 101 Capítulo III. Espacios fundacionales 111 1. Los invertidos (1914)de José González Castillo: ámbitos secretos de la burguesía 111 1.1. Un espacio para la crítica social 112 1.2. La garçonnière: la suspensión del orden 121 1.3. La casa burguesa: de la norma a la transgresión 128 2. Espacios de transición. De la homosociabilidad al homoerotismo 135 2.1. Hombres en la oficina: «Riverita» (1925) de Roberto Mariani 138 2.2. Muchachos en la pensión: El juguete rabioso (1926) de Roberto Arlt 148 3. Primeras imágenes del yiro: los bosques de Palermo en Reina del Plata (1946) de Bernardo Kordon 168 Capítulo IV. Espacios retóricos 181 1. La espacialidad homotextual 181 2. Álamos talados (1942) de Abelardo Arias: un paraíso (im)posible 186 3. Los «límites» de José Bianco 203 4. Manuel Mujica Lainez: otras historias, otros espacios 214 4.1. Los ídolos (1953) y la escritura del secreto 218 4.2. El retrato amarillo (1956): territorios del (auto)descubrimiento 233 TERCERA PARTE: CONSTRUCCIONES DEL ESPACIO HOMOERÓTICO PORTEÑO 245 Entre «homosexuales» y «chongos»: Buenos Aires en los años cincuenta 247 Ediciones Tirso: un espacio para la disidencia 260 Hacia una «ciudad homosexual» 275 Capítulo V. Espacio urbano e iniciación 281 Las narrativas del aprendizaje callejero 281 Fuera de lugar: la novelística de Renato Pellegrini 288 1. Siranger (1957): del mar al asfalto 291 1.1. Dos topografías temporales 295 1.2. Una trama desviada 302 1.3. Entre el mar y la ciudad 320 2. Asfalto (1964): el deseo a la calle 330 2.1. La irrupción de la ciudad 335 2.2. La educación homosexual 342 2.3. Mi Buenos Aires monstruoso 376 Capítulo VI. Circuitos homoeróticos 391 Carlos Correas, los espacios del paria 396 Un yiro por la narrativa correísta 402 1. El armario 406 1.1. «El revólver» (1954): a puerta cerrada 409 1.2. Una espacialidad armarizada 418 1.3. Un espacio sin espacio 423 2. La calle 430 2.1. «La narración de la historia» (1959): los bordes de la ciudad (y del deseo) 431 2.2. Aventura en los bajos fondos 439 2.3. La espacialización de la historia 462 3. El bar «homosexual» 467 3.1. «Los jóvenes» (1953): aquí si podemos hacerlo 469 3.2. Hablando del asunto 475 3.3. Un ambiente frenético 485 CONCLUSIONES 495 BIBLIOGRAFÍA 513 INTRODUCCIÓN La presente tesis doctoral propone un abordaje de la representación de espacios homoeróticos en la literatura argentina. Si tal como afirma Aaron Betsky (1997: 7), «we make and are made by our own spaces», una investigación de estas características puede echar luz sobre los modos en que diversos textos literarios han refractado el diálogo y la interacción entre espacialidades «reales» y espacialidades «imaginadas». El proceso en el cual determinados sujetos crearon el espacio y fueron, simultáneamente, creados por él, a través de múltiples transformaciones y re-definiciones, se explora en un corpus de obras escritas o publicadas entre 1914 y 1964. La elección de estas coordenadas espaciales y temporales concretas obedece al interés de explorar un campo apenas visitado, hasta el momento, por los estudios gais, lésbicos y queer argentinos; tampoco, por supuesto, por los estudios literarios tradicionales. La idea de que El beso de la mujer araña (1976) de Manuel Puig habría marcado «un antes y un después en la representación de la homosexualidad masculina» (Melo, 2011: 263) parece sugerir que con anterioridad a esta obra –indudablemente crucial– las configuraciones textuales del deseo erótico entre varones estaban asociadas, de modo inevitable, a imágenes «negativas», «estigmatizantes» u «homofóbicas».Sin embargo, algunas aproximaciones a textos fundacionales –Los invertidos (1914) de José González Castillo, El juguete rabioso (1926) de Roberto Arlt o Reina del Plata (1946) de Bernardo Kordon– así como el exiguo interés que han suscitado obras menos conocidas y estudiadas –entre ellas «La narración de la historia» (1959) de Carlos Correas, Siranger (1957) y Asfalto (1964) de Renato Pellegrini, La boca de la ballena (1973) de Héctor Lastra o Función de gala (1976) de Ernesto Schoo– nos llevaron a valorar la necesidad y la importancia de un acercamiento crítico que examinara con mayor detenimiento las representaciones literarias del homoerotismo en el periodo previo a la emergencia de los movimientos de reivindicación de las minorías sexuales. A nuestro juicio, El beso de la mujer araña consiguió articular un nuevo discurso sobre la homosexualidad –y sobre su conflictivo entrecruzamiento con la política– en virtud de un contexto mucho más favorable a esa problematización discursiva. Consideramos, no obstante, que el análisis de obras escritas o publicadas cuando las manifestaciones de la disidencia sexual no eran bien recibidas –o incluso se las perseguía y condenaba– podría aportar una perspectiva novedosa a los estudios literarios sobre género 1 y sexualidad. La discusión de premisas a menudo incuestionadas, por evidentes, permitirían abordar desde otro ángulo interpretativo textos más o menos canónicos, y recuperar, paralelamente, algunos otros que no han merecido suficiente atención, a nuestro juicio. Esta actividad de recuperación y relectura, además, contribuiría a ampliar la reflexión en torno de las complejas figuraciones literarias del homoerotismo, íntimamente relacionadas con –y a menudo sujetas a– contextos históricos y socio-culturales inestables, en los cuales se modificaron los límites de lo decible y representable. La elección del espacio como categoría orientadora del análisis procede de la intención de elaborar una investigación que, aunque contenga un inevitable andamiaje histórico, no se postule como una «historia» de la literatura homoerótica argentina, tarea que por otro lado ya ha sido acometida (Melo, 2011). Al organizar el recorrido de lecturas sobre la base de la problemática espacial, se advierten afinidades, recurrencias, intertextualidades, rupturas y transformaciones que enriquecen el discurso y proponen trayectorias hermenéuticas alternativas al enfoque historiográfico tradicional y a sus imperativos cronológicos. No se trata, entonces, de historizar las representaciones del espacio homoerótico, sino de intentar esclarecer en qué medida esas representaciones, vinculadas a realidades socio-sexuales específicas, dan cuenta de ellas, ya sea acatando sus convenciones o quebrantándolas, con distintos grados de intensidad. Las formas heterogéneas de habitar y usar el espacio –el real y el literario– pueden ayudar a comprender cómo han operado la opresión y la resistencia relativas a la (homo)sexualidad en una esfera y en otra, esto es, cuáles han sido las imposiciones ejercidas sobre los sujetos que practicaban/representaban una sexualidad no normativa y cuáles las estrategias empleadas por ellos a modo de desafío y transgresión. La concepción de espacio homoerótico que sustenta y atraviesa este trabajo posee una significación y un alcance determinados. Se ha preferido el término «homoerótico» a «homosexual» o «gay» por cuanto su uso, siguiendo a Rodríguez González (2008: 203), remite a «prácticas sexuales entre personas del mismo sexo que no suponen la construcción de una identidad determinada». Según tendrá ocasión de justificarse, la identidad homosexual no se consolidó en Argentina hasta la década de 1950 (Ben, 2009), mientras que el modelo identitario gay se afirmó recién entre las décadas de 1980 y 1990 (Sívori, 2004; Meccia, 2011). Resultaría anacrónico, por lo tanto, hablar de un «espacio homosexual» o de un «espacio gay» en periodos en que esas identidades no habían cristalizado todavía. Una razón más poderosa obliga al uso de «homoerótico»: con frecuencia, los hombres que se involucran en prácticas sexuales con otros hombres no se 2 identifican a sí mismos como «homosexuales» o «gais».1 Esta situación es particularmente notable en el caso de espacios regidos por una sociabilidad masculina, como cárceles o internados, pero puede extenderse a enclaves paradigmáticos de interacción sexual como parques, baños públicos, cuartos oscuros o saunas. Al estar despojado de las diversas connotaciones, positivas y negativas, de «homosexual» y «gay», «homoerótico» se ofrece como un término afortunado para describir la espacialidad asociada a los hombres que se relacionan sexualmente con otros hombres. Se ha descartado, asimismo, el uso de «queer», frecuente en la bibliografía sobre espacialidad en lengua inglesa (Betsky, 1997; Chisholm, 2005; Halberstam, 2005), dada su escasa proximidad con el espacio y el lapso histórico examinados. Consideramos que «homoerótico» se ajusta mejor a las realidades socio- sexuales que estudiaremos y mucho más acorde desde el punto de vista lingüístico y contextual.2 Ahora bien, el homoerotismo no se circunscribe, por definición, al género masculino: el «espacio homoerótico» comprende, en este sentido, el espacio «lésbico», o aquel en que las mujeres interactúan entre ellas (independientemente de si se autoidentifican como lesbianas o no). Las razones por las cuales se excluye el análisis de la representación de esta espacialidad son fundamentalmente dos. En primer lugar, requeriría un abordaje teórico específico. Los estudios consagrados a las relaciones entre espacio y género han mostrado que los hombres y las mujeres no habitan ni emplean de la misma manera el espacio (Cortés, 2010). Los hombres gozan de los privilegios que les otorga la hegemonía espacial de la masculinidad; por este motivo, incluso cuando contravienen las normas inherentes a su género, o cuando su comportamiento sexual no encaja en el patrón prescriptivo, no dejan de disponer de un acceso ventajoso a la esfera pública. Las mujeres que se relacionan con otras mujeres, en cambio, padecen una doble exclusión –por mujeres y por «lesbianas», razón por la cual los espacios homoeróticos «femeninos» tienden a ser de carácter privado o doméstico. El estudio de esta espacialidad exigiría, en consecuencia, instrumentos de análisis que permitieran esclarecer sus conexiones con una subjetividad particular femenina/lésbica. La caracterización teórica del espacio homoerótico que fundamentará el análisis del corpus seleccionado se ciñe, por todo lo apuntado, a enclaves 1 En relación con «gay», cabe señalar que su uso a lo largo de la tesis se ceñirá a la normativa de la Real Academia Española, que en el avance de la vigésimo tercera edición de su diccionario establece el singular «gay» y el plural «gais». 2 La justificación de Betsky (1997: 196n) de su uso de «queer» en lugar de «homosexual» o «gay», se apoya en un desplazamiento conceptual y terminológico cuya aplicación en el contexto argentino resultaría, a nuestro juicio, forzada y artificial: «[queer] echoes the notion that the spaces that I am discussing here are somehow odd, unusual, or haunting. I admit, however, that there is a method to this choice: it implies a movement from unnamed safe sex desires through the stigma of homosexuality and the self-concious celebration of gayness to the aggressive claims of Queer Nation». 3 donde varones se relacionan social y sexualmente entre sí, y se interrelaciona con aspectos referidos a la construcción de subjetividades o identidades que podrían denominarse, a grandes rasgos, «homosexuales», aunque sea preciso valorar con mayor atención cómo se definieron –y fueron definidos–, en diferentes contextos históricos y socioculturales, los varones que no se acogían a los modelos de comportamiento sexo-genérico dominante. En segundo lugar, la exclusión de la espacialidad «lésbica» se justifica por sus escasos ejemplos literarios en el periodo considerado en nuestra investigación. Con excepción del cuento «El quinto» (1926) de Salvadora Medina Onrubia y de la novela Habitaciones de Emma Barrandéguy, escrita en los años cincuenta pero publicada en 2002, la representación de espacios homoeróticos «femeninos» no empezaría a ganar terreno en la literatura argentina hasta mucho tiempo después: Monte de Venus (1976) de Reina Roffé y En breve cárcel (1981) de Sylvia Molloy iniciaron la exploración de una topografía literaria asociada al deseo entre mujeres que continuó, sobre todo a partir de la década del 2000, en las obras de Alicia Plante, Gabriela Bejerman, Guillermo Saccomano, Dalia Rosetti y Romina Paula.3 Aunque resulte de indudable interés, el análisis de esta producción se aleja de los objetivos planteados para la presente investigación; exige, en cambio, un abordaje que dé cuenta de los problemas específicos de la textualización del deseo «lésbico» y los espacios en que este se expresa y se difunde. La hipótesis que se pretende demostrar sostiene que los espacios homoeróticos comenzaron a proliferar en la literatura argentina a partir de la década de 1950. El fortalecimiento de la homosexualidad como categoría identitaria y de una subcultura urbana específica se proyecta sobre una serie de obras literarias que comparten regularidades genéricas, argumentales y temáticas. Esta circunstancia permite afirmar la existencia de cronotopos específicamente vinculados a la experiencia homosexual. El surgimiento de un nuevo paradigma de representación del homoerotismo masculino no constituye, sin embargo, un fenómeno aislado o imprevisto: se comprende como la instancia final de un dilatado proceso, en el curso del cual espacio y deseo se articularon de formas heterogéneas, prefigurando en muchos casos la ruptura que sobrevendría a mediados del siglo XX. Por este motivo, la tesis se orienta a indagar, por una parte, cuál fue el aporte de obras anteriores a 1950 a la conformación de una espacialidad homoerótica en las letras argentinas; por otra parte, se analizan las construcciones de esa espacialidad como resultado de cronotopos particulares que contribuyen a su comprensión e interpretación. 3 Algunos títulos destacados: La lengua del malón (2003) y 77 (2008) de Guillermo Saccomano, El círculo imperfecto (2004) de Alicia Plante, Me encantaría que gustes de mí (2000) y Dame pelota: una chica menstrúa cada 26 o 32 días y es normal (2009) de Dalia Rosetti, Linaje (2009) de Gabriela Bejerman y Agosto (2009) de Romina Paula. 4

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SEGUNDA PARTE: HACIA UNA GENEALOGÍA DE ESPACIOS HOMOERÓTICOS. 81. El espacio genealógico. 83. Espacios esquivos: de El matadero (c. 1839) a Las fuerzas extrañas (1906). 88. Entre «maricas» e «invertidos»: Buenos Aires en los comienzos del siglo XX. 101. Capítulo III. Espacios
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