Description:Frondosos y verdes bosques, ríos artificiales, lagos, pequeños mares de agua verdeazulada, cúspides nevadas, blancas e impolutas, sólo alteradas por las torres metálicas de la energía eléctrica o por las cintas de concreto pulimentado, por donde solían deslizarse los automóviles con motor «Scheller». Aquello era el idílico paisaje lunar, en el siglo XXX-IV. A mil doscientos kilómetros de la megápolis de Nectaris, en el corazón de los Montes Altái, hemisferio sur de la Luna, en la terraza giratoria de una caprichosa mansión, un hombre contemplaba las estrellas del firmamento, visibles a plena luz del día, pese a la atmósfera de veinte kilómetros de altura con que había sido envuelto el satélite de la vieja Tierra. Aquel hombre, de treinta y seis años terrestres, podía estar orgulloso de sí mismo, de su apellido, de su fuerza y poder, de todo cuanto era, representaba y significaba.