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Entre la vida y la palabra. Homenaje a Rigoberto Lanz PDF

263 Pages·2015·2.059 MB·Spanish
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En la vida hay una especie de torpeza, de fragilidad física, de constitución débil, de tartamudeo vital, que constituye el encanto de cada uno. El encanto, fuente de vida; el estilo, fuente de escritura. Pero la vida no es vuestra historia. Los que no tienen encanto no tienen vida, están como muertos. Pero el encanto no es la persona, el encanto es lo que hace que captemos a las personas como otras tantas combinaciones y posibilidades únicas de que tal combinación haya sido sacada. Una tirada de dados es forzosamente ganadora, puesto que afirma suficientemente el azar, en lugar de recortarlo, probabilizarlo o mutilarlo. Y lo que se afirma a través de cada frágil combinación es una capacidad de vida, con una fuerza, una obstinación, una perseverancia en el ser sin igual… Y así como el encanto da a la vida una fuerza no personal, superior, los individuos, el estilo da a la escritura un fin exterior que desborda lo escrito. Gilles Deleuze. Diálogos El escritor inventa agenciamientos a partir de otros agenciamientos que le han inventado, hace que una multiplicidad pase a formar parte de otra. Ahora bien, lo difícil es hacer conspirar todos los elementos de un conjunto no homogéneo, hacerlos funcionar juntos. Las estructuras están ligadas a condiciones de homogeneidad, los agenciamientos no. El agenciamiento es el co-funcionamiento, la «simpatía», la simbiosis […] Para luchar y para escribir sólo contamos con la simpatía, decía Lawrence. Pero la simpatía no es nada, es un cuerpo a cuerpo, odiar lo que amenaza e infecta la vida, amar allí donde prolifera… Gilles Deleuze. Diálogos UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL SIMÓN RODRÍGUEZ Ana Alejandrina Reyes, Rectora Adrián Padilla, Vicerrector Académico Moisés Gamero Véliz, Vicerrector Administrativo Oscar Rodríguez, Secretario AUTORIDADES DEL DECANATO DE EDUCACIÓN AVANZADA Magaldy Téllez, Decana Gloria Mateus, Directora de Educación Avanzada Patricia Yáñez, Directora de Investigación Olga Uribe Trujillo, Directora de Secretaría Norah Gamboa, Directora de Cooperación, Educación Continua e Interacción con las Comunidades Zaire Pláter, Directora de Administración Entre la vida y la palabra. Homenaje a Rigoberto Lanz ©Magaldy Téllez ISBN: 978-980-288-054-6 Depósito legal: If7672015300294 Copyright: UNESR Portada: Marisabel Capacho y Luis E. Pérez Gutiérrez Diagramación y montaje: Rebeca Marchena Requena INDICE Pág. Preámbulo….…………………………..……….……………………..………………....…. 5 Presentación…..………………………..……….…………………………………………. 15 PRIMERA PARTE: Rigoberto Lanz: Miradas de un trayecto intelectual Rigoberto Lanz: No hay despedida posible ante quién nos enseñó a vivir la liberación del cuerpo y la palabra Javier Biardeau……………………………..…………………….………..…… 23 Rigoberto Lanz: perfiles de un intelectual Álvaro B. Márquez Fernández………………..……………..………….… 47 Con Rigoberto Lanz en la memoria Eric Núñez Lira……………………………..…………………….………….… 59 Con Rigo aprendí… En busca de un nuevo arte de pensar Kory González-Luis………………………..………………………………..… 71 Memoria, iconoclasia e irreverencia. Una entrevista en el tiempo a Rigoberto Lanz Gregorio Valera-Villegas…………………..…………………….………… 91 SEGUNDA PARTE: En torno a la política El papel del debate político o elogio de la diferencia Jonatan Alzuru Aponte……………………..…….…………………….…… 107 Rigoberto Lanz y la izquierda postmoderna Jesús Puerta……………………………..……….……………………………… 125 Rigoberto Lanz: Un nombre para la irreductible irreverencia Magaldy Téllez…………………….………..…………………………….…… 141 Rigoberto Lanz: en conversatorio a cuatro voces Eric Núñez, Nelly Nieves, Carmen Irene Rivero y Eduardo Rivero…………………………..…………………….……………… 177 TERCERA PARTE: La Reforma Universitaria en claves lanzianas 10 tesis sobre la Reforma Universitaria en el contexto de la mundialización del conocimiento Rigoberto Lanz y Alex Fergusson……………………………………….. 191 Nota sobre los autores………………………………………………………………… 255 Rigoberto Lanz: el arte de escribir sin concesiones A modo de preámbulo Magaldy Téllez El escritor inventa agenciamientos a partir de otros agenciamientos que le han inventado, hace que una multiplicidad pase a formar parte de otra. Ahora bien, lo difícil es hacer conspirar todos los elementos de un conjunto no homogéneo, hacerlos funcionar juntos. Las estructuras están ligadas a condiciones de homogeneidad, los agenciamientos no. El agenciamiento es el co-funcionamiento, la «simpatía», la simbiosis […] Para luchar y para escribir sólo contamos con la simpatía, decía Lawrence. Pero la simpatía no es nada, es un cuerpo a cuerpo, odiar lo que amenaza e infecta la vida, amar allí donde prolifera… Gilles Deleuze. Diálogos Mis primeros encuentros con Rigoberto se sitúan hacia comienzos de los años ochenta del siglo que sigue a nuestras espaldas, cuando tuve la grata experiencia de tenerlo como profesor en varios seminarios del Doctorado en Ciencias Sociales, de la Universidad Central de Venezuela. Extraño profesor: sin método ni reglas didácticas y sin recetas teóricas; me impactaba de manera especial su modo de decir las cosas: desafiando las verdades establecidas e invitando a ejercer la sospecha; también su práctica de compartir, con quienes no los tuvieran a disposición, los libros que leeríamos y debatiríamos a lo largo del seminario y su camaradería, nada de barreras entre profesor y estudiantes. Cerca de la culminación del primer seminario, dedicado a la Teoría Crítica, me invitó a almorzar junto a otros compañeros y en medio de la conversación que allí sosteníamos me dijo algo así como: amiga… me gustaría que te sumes a nuestro grupo de trabajo, que te parece si comenzamos por tu participación como ponente en un seminario que estamos organizando con los amigos de la ULA, en Mérida. Dudé, manifestándole que no creía que pudiera hacerlo bien, que no tenía experiencia en eso de ser ponente, que padecía de miedo -5 - Entre la vida y la palabra. Homenaje a Rigoberto Lanz escénico…; me respondió algo así como: No, sé que lo harías muy bien pero ven al seminario sin comprometerte con la ponencia. No fui. Pocos días después, tras otra sesión del seminario, fuimos a tomar un café y me contaba entusiasmado lo bien que había resultado el debate en el seminario en la ULA, para añadir luego: amiga… estuvimos esperándote. Yo, perpleja, mientras él continuaba diciendo y sonriendo: el próximo seminario será en la Universidad de Oriente… ¿vendrás? Fui. Su fuerza seductora había funcionado y, a partir de allí, hice parte de la tribu. Más tarde hacia finales de los ochenta, me implicó, junto a compañeros como Miguel Ron Pedrique, Héctor Silva Michelena, Enzo del Búfalo y Alex Fergusson en el Centro de Investigaciones Postdoctorales (CIPOST), espacio que fue poblándose de manera entusiasta con otros amigos y amigas, entre ellos: Daniel Mato, Julia Barragán, Julio Corredor, Eric Núñez, Carmen Irene Rivero, Ana Julia Bozo, Gabriel Ugas, Aníbal Lares, Juan Barreto, Jesús Puerta, y los más jóvenes: Xiomara Martínez, Jonatan Alzuru, Rafael Hurtado, Rayda Guzmán, Juan José Hernández, Daisy D’Amario, José Colmenares, Gonzalo Ramírez y tantos otros. Pero, sobre todo, poblándose de la fuerza viva del debate y de la amistad. Rigoberto fue, sin duda, el más entusiasta y perseverante impulsor del CIPOST como espacio académico de reconocido prestigio nacional e internacional y, sobremanera, como espacio en el que el diálogo se practicaba sabiéndose, para decirlo a la manera derridiana, que el otro fraterno no está en primer término en la paz de lo que se llama la intersubjetividad, sino en el trabajo y en el peligro de la interrogación. Allí, en el CIPOST y en lo que desde él se activaba —La Revista de Estudios Latinoamericanos (RELEA), los seminarios, los conversatorios, la Cátedra de Estudios Avanzados, el Programa de Estudios Postdoctorales, la edición de libros, los dossier de lecturas que hacía llegar a los amigos a lo largo y ancho del país, la formación de los jóvenes investigadores, las tertulias, el festejo (de todo ello y de la amistad)—, podíamos advertir la impronta de su tesón y de su buen humor para sortear las dificultades (incluyendo los marasmos burocráticos universitarios), de su seducción para hacernos partícipes de sus propias iniciativas o las de otros, de su fuerza provocadora y creadora, de su alegre empeño. Allí, en el CIPOST y en lo que desde él se activaba, estaba siempre presente la invitación a mantener abiertas las preguntas como gesto anudado al intento de tomarse en serio el hecho − 6 − Rigoberto Lanz: El arte de escribir sin concesiones. A modo de preámbulo – Magaldy Téllez de que la crisis de la episteme moderna era fecunda para quienes se arriesgan a pensar de otro modo. Allí, en el CIPOST, y en lo que desde él se activaba, fueron fraguándose nuestros vínculos académicos y nuestro devenir amigos, cómplices, hermanos. Gilles Deleuze dijo bellamente de Félix Guattari lo siguiente: «…No paraba. Pocas personas como él me han dado la impresión de moverse sin parar, no de cambiar, sino de vibrar de arriba abajo en apoyo del más mínimo gesto, de cualquier palabra, del más mínimo timbre de voz, como un Kaleidoscopio que saca cada vez una nueva combinación. Siempre el mismo Félix, pero un Félix cuyo nombre propio designaba algo que ocurría, y no un sujeto. Félix era un hombre de grupo, de bandas o de tribus, y sin embargo es un hombre solo, desierto poblado de todos esos grupos y de todos sus amigos, de todos sus devenires…» Robo estas palabras colocando el nombre Rigoberto allí donde Deleuze dice Félix: Rigoberto: No paraba. Pocas personas como él me han dado la impresión de moverse sin parar, no de cambiar, sino de vibrar de arriba abajo en apoyo del más mínimo gesto, de cualquier palabra, del más mínimo timbre de voz, como un kaleidoscopio que saca cada vez una nueva combinación. Siempre el mismo Rigoberto, pero un Rigoberto cuyo nombre propio designaba algo que ocurría, y no un sujeto. Rigoberto era un hombre de grupo, de bandas o de tribus, y sin embargo era un hombre solo, desierto poblado de todos esos grupos y de todos sus amigos, de todos sus devenires. Y es que no podía ser de otro modo, por esas indudables conexiones que hicieron cuerpo en Rigoberto: entre otras, la de su agudeza intelectual con su inagotable capacidad de diálogo; la de su creación intelectual con su fuerza crítica; la de su fuerza crítica con el goce del trabajo intelectual; la de su goce con la fuerza de su afecto; la de sus propuestas conceptuales con la inquietud por los acontecimientos de la época; la de su infatigable empeño por crear comunidades intelectuales con el festejo vital de la amistad y de la diferencia; la de su inquebrantable irreverencia con su rigor teórico; la de su tono provocador con la fertilidad de la duda; la de su militancia política con su compromiso irrestricto con la revolución del cuerpo y la palabra. Conexiones que, cruzadas por la celebración de la vida, atravesaron su obra escrita, cuyo despliegue puede caracterizase, en términos deleuzianos, como rizomática, es decir: «Un sistema abierto… en el que − 7 − Entre la vida y la palabra. Homenaje a Rigoberto Lanz los conceptos remiten a circunstancias y no ya a esencias»; en el que «los conceptos [como creaciones] son singularidades que reaccionan frente a los flujos ordinarios del pensamiento», pues son portadores de «una fuerza crítica, política y de libertad». Obra, digámoslo sin cortapisas, incómoda para sociólogos y profesores de sociología, para politólogos y profesores de politología, para filósofos políticos y profesores de filosofía política, para metodólogos y profesores de metodología. Porque sus escritos, y las enseñanzas que de ellos derivan, tensan hasta hacer estallar lo que va quedando después de la crisis ―de la Historia, del Sujeto, del Progreso, de la Filosofía, de la Ciencia, de la Política, de la Universidad, etc.―, mostrando sin tapujos las falacias escondidas tras la aparente cientificidad de los discursos “científicos sociales”, sospechando sin tregua sobre las mentiras de las ciencias sociales, poniendo en juego la pérdida de «la ingenuidad de creer que el discurso del actor porta la verdad (después de Foucault semejante candidez sería imperdonable)», como lo afirmara en su libro El discurso posmoderno: crítica de la razón escéptica (1993), con lo cual ponía en cuestión, foucaultianamente, las familiares fronteras entre el modelo del saber, la verdad y el poder. Porque en sus escritos se traduce el enorme esfuerzo de hacerse cargo de los acontecimientos del siglo XX y de comienzos del XXI, centrando su atención más en el proceso de construir y de convocar que en la pretensión de dar respuestas acabadas, pues ellos se desplegaron dejándose interpelar por tales acontecimientos, utilizando las teoría como caja de herramientas para comprenderlos y para decirlos con un propósito que nunca evadió bajo la máscara de la neutralidad: convocar a la emancipación. Al respecto, dos fragmentos del citado libro: «En las condiciones intelectuales y políticas de hoy un pensamiento crítico radical aparece necesariamente en el umbral de la extemporaneidad, en el límite de la irracionalidad que tanto pánico causa…». «Somos tan interesados y parciales como cualquier otra posición. Nuestra falta de inocencia nos delata línea a línea. Así que el lector no se llevaría ninguna sorpresa respecto al compromiso declarado… Con semejante transparencia uno puede dormir tranquilo, espero». Podemos apreciar que en el curso de las últimas décadas de su trayectoria intelectual, Rigoberto no se cansó de repetir que habitamos y nos habita una época, la de la condición posmoderna, en la que hemos − 8 −

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