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Empresas Politicas I PDF

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H i DIEGO SAAVEDRA FAJARDO EDICION PREPARADA POR QUINTIN ALDEA VAQUERO EMPRESAS POLITICAS S Portada: Balboa © Copyright 1976, Editora Nacional, Madrid (España) ISBN: 84-276-0354-1 (O. C.) Depósito legal: M. 33.374-1976 Printed in Spain Impreso en Closas-Orcoyen, S. L. Martínez Paje, 5. Madrid-29 D 1 í7 f t /1 4 BIBLIOTECA DE LA LITERATURA D1VM// i i Y EL PENSAMIENTO HISPANICOS DIEGO SAAVEDRA FAJARDO EM PR ESA S POLITICAS idea de un príncipe político~cristiano i EDICION PREPARADA POR QUINTIN ALDEA VAQUERO EDITORA NACIONAL Av. Generalísimo 29. MADRID • 16 I N T R O D U C C I O N Datos biográficos de don Diego Saavedra Fajardo * Don Diego Saavedra Fajardo es una de las figuras mis representativas de la segunda fase de la Contra- reforma, o sea la que va de la muerte de Felipe II (1598) a la Paz de Westfalia (1648). En este tramo de tiempo esta inscrita la vida activa del sagaz diplo­ mático murciano. Y fenece precisamente con la Con­ trarreforma al caer el telón final de la Guerra de los Treinta Años. * Para una mayor información véanse los estudios siguien­ tes: M. Fraga Iribarne, Don Diego de Saavedra y Fajardo y la diplomacia de su época, Madrid, 1955, biografía completa en la que se aporta y se utiliza por primera vez muchísima documentación inédita. A. van der Essen, Le Cardinal- Infant et la politique européenne de VEspagne 1609-1641, I, 1609-1634, £d. Universitaires, Bruselas, 1944, trata muy bien los dos primeros años de estancia de Saavedra en Baviera. H. Günter, Die Habsburger-Liga, 1625-1633, Berlín, 1908, publica documentación referente a Saavedra. J. M. J over, 1635, Historia de una polémica y semblanza de una gene­ ración, Madrid, 1949, 389-414. W. González Oliveros y E. Bullón Fernández, III Centenario de don Diego Saave­ dra Fajardo, conmemorado por el Instituto de España, Ma­ drid, 1950. F. Murillo Ferrol, Saavedra Fajardo y la políti- 9 De las cuatro vías por donde corrió con ímpetu la Contrarreforma (la dogmático-disciplinar, representa­ da principalmente por Trento y la escuela de los grandes teólogos y juristas españoles; la de la refor­ ma interior, cuyos epónimos fueron Ignacio de Lo- yola y Teresa de Jesús; la político-militar, en la que España prestó su poderoso brazo armado a la Igle­ sia; y la cultural, que floreció espléndidamente en la literatura y en el arte) Saavedra militó de modo so­ bresaliente en las dos últimas. Mientras España lu­ chaba en tantos campos de batalla de Europa duran­ te la Guerra de los Treinta Años, don Diego gue­ rreaba esforzadamente con las armas del ingenio y de la negociación diplomática, conquistando aliados y desenmascarando enemigos de la «.Augustísima Casa de Austria», y especialmente de su mayorazgo, el rey de España, principal apoyo de los intereses de la re­ ligión católica en Europa. La vida de Saavedra Fajardo, después de sus estu­ dios universitarios en Salamanca, se divide en dos etapas bien diferenciadas: 1.a La etapa romana, de­ dicada a la alta política eclesiástica (1610-1633). 2.a Y la etapa centroeuropea, dedicada a la política internacional durante la funesta Guerra de los Trein­ ta Años (1633-1646). Nació don Diego en Algezares (Murcia) el 1 de mayo de 1384. Fue el quinto y último de los hijos ca del barroco, Madrid, 1957. D. de la Válgoma y Díaz- Varela, Los Saavedra y los Fajardo en Murcia, Vigo, 1957. J. C. Dowling, El pensamiento político-filosófico de Saave­ dra Fajardo. Posturas del siglo XVII ante la decadencia y la conservación de las Monarquías, Murcia, 1957. L. Quer Boule, La embajada de Saavedra Fajardo en Suiza. Apuntes históricos, Madrid, 1931. J. de Entrambasaguas, «La crítica estética en la República Literaria de Saavedra y Fajardo», Revista de la Universidad de Madrid, 3 (1943) 153-81. D. Al- brecht, Die auswartige Politik Maximilians von Bayer 1618- 1635, Gottingen, 1962. Q. Aldea, Iglesia y Estado en la España del siglo XVII, Santander, 1961, donde se edita el «Parecer de la Junta sobre abusos en Roma y Nunciatura», de la que Saavedra fue su primer secretario. 10 de Pedro de Saavedra y de Fabiana Fajardo, nobles murcianos, que residían en Algezares pero que se consideraban vecinos de la ciudad de Murcia, como lo testifican varias escrituras públicas de la familia. De ahí que a veces se llame a Diego natural de Mur­ cia. Fueron sus hermanos Pedro, el mayorazgo; Juan, regidor de Murcia y probablemente el Juan de Saave­ dra que acompañó hasta La Coruña al príncipe de Gales *; Constanza Fajardo, que casó con Alonso de Leiva, y Sebastian. Fue bautizado el día 6 de mayo en la parroquia de Santa María de Loreto, en Alge­ zares, población situada a una legua de la capital. Esta fecha ha sido tomada por algunos como la de nacimiento, pero en realidad es la de su bautismo, según consta por el libro de partidas bautismales de dicha parroquia. Si coincidió con la de su nacimien­ to, no lo podemos comprobar documentalmente. Es coetáneo del que había de ser su «amo», el cardenal don Gaspar de Forja y Velasco, nacido en 1580; de los dramaturgos Luis Vélez de Guevara, nacido en 1579, y Tirso de Molina, 1580; del polifacético Fran­ cisco ae Quevedo, 1580; del gran valido y «atlante de la monarquía» de Felipe IV, el conde duque de Olivares, 1587, y del cardenal jesuíta Juan de Lugo, 1583. En el curso 1601-1602 comenzó los estudios de Leyes y Cánones en la universidad de Salamanca, puesto que en el curso 1604-1605 figura ya en el libro de matrículas «Don Diego de Sahavedra, natu­ ral de Murcia», como estudiante de cuarto año de Cánones. También consta en el libro de matrículas del año 1605-1606 como estudiante de quinto curso y el 20-IV-1606 «probó un curso en Decretales des­ de San Lucas hasta hoy, con Gaspar Antonio, natu­ ral de Avila, y Bernardino de Porras, natural de Mur­ cia, y Cosme Antolínez, y... probó haber leído diez lecciones de Cánones, conforme a estatutos». Al día 1 1 Antonio de León Pinelo, Anales de Madrid, Madrid, 1971, pág. 254. 11 siguiente se graduó de bachiller por el doctor Juan de León, catedrático de Prima de Cánones. No consta en los libros académicos que recibiera los grados de licenciado o doctor. Pero en más de una ocasión figu­ ra como licenciado en documentos oficiales, como, por ejemplo, al nombrarlo Felipe IV consejero super­ numerario del Consejo de Indias en 1643. De donde se puede presumir que lo era por Salamanca, pues en un memorial suyo, que hemos editado, sólo cita a esta Alma Mater como lugar de sus estudios univer­ sitarios: «sus estudios han sido en Cánones y Leyes, graduado por Salamanca». Y en una carta autobiográ­ fica de 7-V-1644 dice que estudió «cinco años en Sa­ lamanca y dos de pasante» 2. Con lo cual tenemos todos los datos para determinar los años académicos de Saavedra en Salamanca, que fueron siete: del cur­ so 1601-1602 al curso 1607-1608. Ingresó, pues, el mismo curso que el futuro conde duque de Olivares, sólo que don Diego con tres años más de edad, pues don Gaspar de Guzmán no contaba más que catorce años cuando inició, también como secundón, su ca­ rrera eclesiástica, y, en cambio, Saavedra diecisiete. Los años de pasantía que allí gastó después de bachi­ llerarse le debieron de servir para conseguir el título de licenciado, a la vez que ejercía, como auxiliar, la enseñanza de los Cánones, como pasante. Etapa romana (16104633) Así, pues, a los veinticuatro años de edad, en 1608, Diego Saavedra Fajardo salía de las aulas sal­ mantinas para inaugurar una nueva vida. Antes de estos estudios y simultaneándolo con ellos debió de cultivar las letras latinas y las patrias, afición que fomentó con gran éxito durante toda su vida. Estos fueron todos sus estudios oficiales. Y, aunque estu­ 2 Diego Saavedra Fajardo, Obras completas, ed. Angel González Palencia, Madrid, 1946, pág. 1386. Lo citaremos en adelante con las siglas O. C., o sea, Obras Completas. 12 dió para eclesiástico, no consta que recibiese las ór­ denes mayores por más que firme algunas cartas como «capellán». Pero tuvo que recibir, al menos, las órdenes menores para poder disfrutar de los be­ neficios eclesiásticos de que gozó. Prueba de ello es que vestía hábito eclesiástico, como consta por el Consejo de Estado de 29-VI1I-1631, en el que se dis­ cutió la conveniencia de enviarlo en misión diplomá­ tica ante el duque de Sajonia3. A Roma pasa en 1610, como se deduce de una carta del cardenal Borja al rey escrita el 16-XI-1623, según la cual don Diego ya llevaba en esa fecha ca­ torce años de asistencia en aquella Corte (AGS. E., 1869). Y me inclino a pensar que pasó a Italia con la fastuosa comitiva que en 1610 llevaba el nuevo virrey de Ñapóles, don Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos, hermano del duque de Taurisano, que era embajador en Roma. Y para ello me baso en la relación que Saavedra tenía con este mecenas de las letras españolas (al que le dedica un poema en 1612) y también en el desempeño de la Agencia del reino de Nápoles en Roma, cargo que presuponía un mutuo conocimiento. Esta vinculación con el conde de Lemos es presumible que arrancara de antes del viaje a Italia y entonces se explica que el conde lo llevara consigo en el viaje. De ser así, partió con la comitiva de Madrid el 17-V-1610 para irse a embar­ car en Vinaroz en seis galeras de la escuadra de Ná­ poles. «Salieron —dice Cabrera de Córdoba en sus Relaciones— con dos casas y cuatrocientas raciones, con mucha demostración de grandeza, como se re­ quiere al cargo que llevan» 4, Viajaban allí los insig­ nes poetas Antonio Mira de Amescua, Francisco de Ortigosa, los dos hermanos Leonardo de Argensola (Lupercio y Bartolomé) y otros. Y quedaron en tie­ rra, a pesar de sus instancias, el poeta Cristóbal de 3 AGSimancas, E. 2332. 4 Luis Cabrera de Córdoba, Relaciones de las cosas su­ cedidas en la Corte de España desde 1599 hasta 1614, Ma­ drid, 1857, pág. 407. 13

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