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El Yoga: inmortalidad y libertad PDF

336 Pages·1991·13.591 MB·Spanish
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Inmortalidad y libertad Mircea Eliade < u. o oVI ..J u. SECCIÓN DE ÜBRAS DE FILOSOFÍA EL YOGA Traducción de DIANA Luz SÁNCIIEZ MIRCEA ELIADE EL YOGA Inmortalidad y libertad FONDO DE CULTURA ECONÓMICA Primera edición en francés, 1972 Primera edición en español, 1991 Quinta reimpresión, 2013 Eliade, Mircea El Yoga : inmortalidad y libertad / Mircea Eliade ; trad. de Diana Luz Sánchez. - México: FCE, 1991 329 p.; 23 x 16 cm - (Colee. Filosofia) Título original: Le Yoga. Immortalité et liberté ISBN 978-968-16-3529-9 l. Yoga l. Sánchez, Diana Luz, tr. 11. Ser. 111. t. LC Bl32. Y6 Dewey 181.45 E546y Distribución mundial © 1972, 1983, Éditions Payot, París Título original: Le Yoga. Immartalité et liberté D. R © 1991, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-1\jusco, 227; 14738 México, D. F. www.fondodeculturaeconomica.com Empresa certificada 1s0 9001:2008 Comentarios: [email protected] Tel.: (55)5227-4672. Fax: (55)5227-4694 Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos. ISBN 978-968-16-3529-9 Impreso en México • Printed in Mexico A la memoria de mi ilustre y venerable protector MAHARAJAH S1R MANINDRA CHANDRA N ANDI DE KAssIMBAZAAR, de mi guru Pr Dr SuRENDRANATH DASGUPTA, Principal, Sanskrit College, Calcuta y de mi maestro, NAE loNEscu, Universidad de Bucarest. PRÓLOGO La historia del descubrimiento e interpretación de la India por la conciencia europea es realmente apasionante. No hablo sólo del descubrimiento geográ fico, lingüístico y literario, o de las expediciones y excavaciones, es decir, de todo lo que constituye los fundamentos del indianismo europeo, sino, so bre todo, de las diversas aventuras culturales que provocó la revelación cre ciente de las lenguas, los mitos y las filosofías indias. Raymond Schwab, en su bello libro La Renaissance orientale (Payot, 1948), describió muchas de esas aventuras culturales. Sin embargo, el descubrimiento de la India conti núa, y nada permite conjeturar que esté llegando a su fin. Porque el análisis de una cultura extranjera revela sobre todo lo que se buscaba o lo que ya se estaba preparando para descubrir en ella. El descubrimiento de la India sólo quedará concluido el día en que las fuerzas creadoras de Europa se hayan extinguido irremediablemente. Cuando se trata de los valores espirituales, la contribución de la filología, por indispensable que resulte, no agota la riqueza del objeto. Sin duda habría sido inútil intentar comprender el budismo mientras los textos no estuvieran correctamente editados y las diversas filologías budistas no estu vieran constituidas. Y sin embargo, la comprensión de ese vasto y complejo fenómeno espiritual no quedaba garantizada infaliblemente con la posesión de esos excelentes instrumentos de trabajo que son las ediciones críticas, los diccionarios políglotas, las monografías históricas, etc. Cuando alguien abor da una espiritualidad exótica, comprende sobre todo lo que está predestinado a comprender debido a la propia vocación, la propia orientación cultural y la del movimiento histórico al que pertenece. Ese truismo tiene una aplicación general: la imagen que se formó de las "sociedades inferiores" durante el siglo XIX se debía en buena medida a la actitud positivista, antirreligiosa y ametafísica de algunos excelentes exploradores y etnólogos, quienes habían abordado a los "salvajes" con la ideología de un contemporáneo de Auguste Comte, de Darwin o de Herbert Spencer: por todas partes se descubrían entre los "primitivos" muestras de "fetichismo" e "infantilismo" religioso, senci llamente porque nadie podía ver en ellos otra cosa. Fueron necesarios el auge del pensamiento metafísico europeo a principios de siglo, el renacimiento religioso, las múltiples adquisiciones de la psicología profunda, de la poesía, de la microfísica, para llegar a comprender el horizonte espiritual de los "primitivos", la estructura de sus símbolos, la función de sus mitos, la ma durez de sus místicas. En el caso de la India las dificultades eran aún más considerables: se necesitaba, por una parte, forjar los instrumentos de trabajo, hacer progresar a las filologías; y, por otra, elegir los aspectos de la espiritualidad india más permeables a la mente europea. Pero, como era de esperarse, lo que pareció más permeable fue precisamente lo que respondía a las preocupaciones más 9 10 PRÓLOGO apremiantes de la cultura europea. Fue sobre todo el interés por la filología comparada indo-aria lo que motivó a la gente a aprender el sánscrito hacia mediados del siglo XIX, del mismo modo como, una o dos generaciones antes, la gente había ido a la India motivada por la filosofía idealista o por el encanto de las imágenes primordiales que acababa de redescubrir el romanti cismo alemán. En la segunda mitad del siglo pasado, la India fue interpreta da ante todo en función de la mitología naturalista y de la moda cultural que ésta había implantado en Europa y América. Por último, el auge de la sociología y de la antropología cultural en el primer cuarto de nuestro siglo inspiró nuevas perspectivas. Todas esas experiencias se vieron recompensadas, porque respondían prin cipalmente a los problemas propios de la cultura europea. Y aunque los diferentes métodos de acercamiento que conservaron los sabios occidentales no siempre pudieron revelar los verdaderos valores de la espiritualidad india, no dejaron de prestar un servicio: poco a poco, la India comenzaba a afirmar su presencia en la conciencia europea. Es cierto que durante mucho tiempo esa presencia se tradujo sobre todo en las gramáticas comparadas; la India aparecía esporádica, tímidamente, en las historias de la filosofía, donde su lugar oscilaba, según la moda del día, entre el idealismo alemán y la "menta lidad prelógica"; cuando se impuso en todas partes el interés por la sociolo gía, se glosaba detalladamente sobre el régimen de las castas. Pero todas esas actitudes se explican por los horizontes de la cultura occidental moderna. Cuando una cultura enlistaba entre sus problemas capitales la explicación de una ley lingüística o una estructura social, invocar a la India para resolver cierta etimología o ilustrar cierta etapa de la evolución social no significaba disminuirla; antes bien, equivalía a mostrarle respeto y admiración. Además, las formas de acercamiento no eran malas en sí; sólo eran demasiado particu lares, por lo que sus posibilidades de desentrañar los contenidos de una espiritualidad grande y compleja estaban limitadas en esa medida. Afortu nadamente los métodos son perfectibles y los fracasos del pasado no se per dieron: pronto se aprendió a no recaer en los errores de los precursores. Basta medir el progreso de los estudios de mitología indoeuropea a partir de Max Müller para juzgar el provecho que un Georges Dumézil supo sacar no solamente de la filología comparada, sino también de la sociología, la histo ria de las religiones y la etnología para dar una imagen más exacta e infini tamente más fecunda de las grandes categorías del pensamiento mítico in doeµropeo. Todo nos lleva a pensar que en el momento actual se hace posible un conocimiento más acertado del pensamiento indio. La India ha entrado en el circuito de la Historia, y la conciencia europea, con razón o sin ella, se ve obligada a tomar más en serio las filosofías de los pueblos presentes en la Historia. Por otra parte, sobre todo desde la última generación filosófica, la conciencia europea se ve cada vez más forzada a definirse con referencia a los problemas de la temporalidad y la historicidad. Durante más de un siglo lo mejor del esfuerzo científico y filosófico europeo se consagró al análisis de los factores que "condicionan" al ser humano: se pudo mostrar en qué PRÓLOGO 11 medida y hasta qué punto el hombre está condicionado por su fisiología, su herencia, su medio social, por la ideología cultural en que participa, por su inconsciente y, sobre todo, por la Historia, tanto su momento histórico como su historia personal. Este último descubrimiento del pensamiento oc cidental, a saber, que el hombre es esencialmente un ser temporal e histórico, que no es -y no puede dejar de serlo- sino lo que la Historia lo ha he cho, domina aún la filosofía europea. Algunas corrientes filosóficas concluyen de ello que la única tarea digna y valiosa que se le ofrece al hombre es asumir franca y plenamente esa temporalidad y esa historicidad: cualquier otra elec ción equivaldría a una evasión hacia lo abstracto y lo inauténtico y se paga ría con la esterilidad y la muerte, castigos inexorables para la traición de la Historia. No nos corresponde discutir esas tesis. Observemos, sin embargo, que los problemas que apasionan en nuestros días a la conciencia europea la prepa ran también para comprender mejor la espiritualidad india; más aún, la incitan a utilizar, para su propio trabajo filosófico, una experiencia india mi lenaria. Expliquémonos: la condición humana constituye el objeto de la filo sofía europea más reciente y, sobre todo, la temporalidad del ser humano; es la temporalidad la que hace posibles todos los demás "condicionamientos" y la que, en última instancia, hace del hombre "un ser condicionado", una serie indefinida y evanescente de "condiciones". Ahora bien, ese pro blema del "condicionamiento" del hombre (y su corolario, bastante descui dado en Occidente: el "descondicionamiento") constituye el problema central del pensamiento indio. Desde los Upanishad, la India sólo ha estado pre ocupada seriamente por un gran problema: la estructura de la condición humana. (Esto es lo que ha hecho decir, no sin razón, que toda la filosofía india ha sido, y aún es, "existencialista".) Europa tendría, así, interés en aprender: J) lo que la India ha pensado sobre los múltiples "condiciona mientos" del ser humano; 2) cómo ha abordado el problema de la temporali dad y la historicidad del hombre; 3) qué solución ha encontrado para la angustia y la desesperación, que desencadena irremediablemente la toma de conciencia de la temporalidad, matriz de todos los "condicionamientos". La India se dedicó, con un rigor sin igual por cierto, a analizar los diversos condicionamientos del ser humano. Apresurémonos a añadir que lo hizo no para llegar a una explicación exacta y coherente del hombre (como, por ejemplo, en la Europa del siglo x1x, cuando se creía explicar al hombre por su condicionamiento hereditario o social), sino para saber hasta dónde se extendían las zonas condicionadas del ser humano y ver si existía aún algo más allá de esos condicionamientos. Por esa razón, mucho antes de la psi cología profunda, los sabios y ascetas indios se vieron inducidos a explorar las zonas oscuras del inconsciente: habían observado que los condicionamien tos fisiológicos, sociales, culturales, religiosos, eran relativamente fáciles de delimitar y, en consecuencia, de dominar; los grandes obstáculos para la vida ascética y contemplativa surgían de la actividad del inconsciente, de los samskara y los vasana, "impregnaciones", "residuos", "latencias" que cons tituyen lo que la psicología profunda designa como contenidos y estructuras del

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