Description:—¡Atacad! ¡Disparad todos! ¡Vamos, muchachos! ¡Que no pasen! Las voces resonaban aún en el cerebro de Lester. Era como si otra vez se encontrara en mitad del combate, enarbolando la bandera del Norte, mientras los confederados atacaban rabiosamente, en sucesivas oleadas. —¡La artillería ya no nos puede apoyar! ¡Tenemos el enemigo demasiado cerca! ¡Ahora todo depende de nosotros! ¡Vamos, muchachos! ¡A la bayoneta! ¡A ellos! Su propia voz le hacía daño. Lester se apretó los oídos con las manos, atormentado por los recuerdos. Veía aquel jinete que avanzaba llevando la bandera sudista. Era el más valiente de todos, el que se les echaba materialmente encima sin miedo a la muerte. Y Lester oyó de nuevo su propia voz: —¡No pasarás, condenado!