Description:Meg Harker descendió de su pequeño automóvil atómico ante el edificio pintado de blanco, modesto pero de buen gusto, que constituía la parte central de la granja. Pasó el cerco y avanzó con paso menudo pero ágil hacia la puerta de la casa. Antes de entrar se volvió para echar una mirada —la última del día— a las tierras, fertilizadas y trabajadas con los métodos más modernos, que constituían todos los recursos de la familia Harker: padre e hija. Sentía que amaba aquella porción del mundo y que le habría resultado difícil dejarla. En Nueva York había más diversiones, sin duda, pero la gran ciudad, se dijo, no valía lo que aquello.