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El poder : para una historia de la filosofía política moderna PDF

396 Pages·2007·12.211 MB·Spanish
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traducción de SILVIO MATTONI EL PODER Para una historia de la filosofía política moderna coordinado por GIUSEPPE DUSO por GIUSEPPE DUSO * MAURIZJO RICCIARDI * MERIO SCATTOIA MARIO PICCININI * STEFANO VISENTIN * MAURIZIO MERLO LUCIEN JAUME * MAURO BARBERIS * GAETANO RAMETTA MASSIMILIANO TOMBA * SANDRO CHIGNOLA * LUCA MANFRIN ANTONINO SGALONE * BRUNA GIACOMINI MASSIMILIANO GUARESCHI * PIERPAOLO MARRONE m siglo veintiuno editores M ______________________ tlglo xxi editores, s.a. de c.v. CIRRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACÁN, 04310, MÉXICO, D.F. •iglo xxi editores argentina, s.a. TüCUMÁN 1621, 7 N. C1050AAG, BUENOS AIRES, ARGENTINA IUM38 P63I8 2005 Elpoder: para ana historia (le la filosofía política moderna / coordinado por Giuseppe Duso ; traducción de Silvio Mattoni. — México : Siglo XXI, 2005 408 p. — (Filosofía) Traducción de: II Potere. Per la storia della filosofía política moderna ISBN: 968-23-2600-1 1. Poder (Filosofía). 2, Poder político 3. Poder (ciencias sociales). I. Duso, Giuseppe, ed, II. Mattoni, Silvio, tr. III. Sen portada: target [>rinu%ra edición en español, 2005 O siglo xxi editores, s.a. de c.v. iiitm %8-2H-2600-l primera edición en italiano, 1999 © caroca editore, roma título original: ilpotete, per la storia della filosofía política moderna derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico PREMISA Las características particulares del presente libro requieren algunas reflexiones pre­ liminares sobre su objeto, sobre los problemas metodológicos y sobre el tipo de uti­ lidad que puede tener. El tema está constituido por el concepto de poder que, tal como aparece configurado en nuestra mente, no es un concepto eterno del pensa­ miento que indicaría una dimensión esencial de la existencia de los hombres, sino que más bien aparece como una determinada idea que se ha ido conformando en la época moderna en el marco de presupuestos teóricos precisos. El concepto de poder no es un concepto particular que tenga una historia propia y aislada, sino que constituye el punto central de la “filosofía política moderna”. La historia del poder está así imbricada no sólo con la historia de los principales conceptos políticos y so­ ciales, frente a los cuales actúa como un catalizador, sino también con las más im­ portantes reflexiones filosóficas de la época moderna. Por lo tanto, las vicisitudes del concepto de poder constituirán un recorrido relevante, aunque no el único, que como veremos resulta particularmente significativo para examinar el surgimiento, el desarrollo, la continuidad y las rupturas que se producen en la filosofía política moderna. El presente volumen no es una antología de colaboraciones diversas independien­ tes entre sí, sino el fruto de un trabajo colectivo de investigación. Los autores indivi­ duales de cada ensayo, que tienen experiencia en la investigación de los pensadores políticos que tratan, naturalmente asumen la responsabilidad de sus lecturas, pero en su mayoría están mancomunados por una problemática compartida, por un de­ bate continuo, por las cercanías en los modos de abordaje metodológico utilizados, por la atención dirigida a la manera en que el concepto de poder, junto a todos los que están vinculados, encuentra en los diversos autores filiaciones comunes, ele­ mentos de continuidad, o bien complejizaciones y problematizaciones. Por ende, no solamente hay un atento trabajo filológico interno de los pensadores tratados, con base en las competencias personales, sino también una fundamental atención diri­ gida a la génesis, las transformaciones y el destino de los conceptos en el trayecto de la época moderna. El punto de partida, que sólo puede hallar su demostración en el trabajo concreto, es que no sería posible entender la filosofía política de un autor permaciendo simplemente dentro de su texto, y que tampoco sería suficiente con entender el contexto de los debates políticos que le son contemporáneos. Es preci­ so en cambio comprender la conceptualidad extendida en el tiempo y dentro de la cual se efectúa la reflexión de los pensadores políticos; dicha constelación concep­ tual frecuentemente no depende de estos últimos, ni de ios principios fundamenta­ les de sus filosofías. Los autores de los ensayos de este libro están atentos a la lógica y al funcionamiento de los conceptos mientras atraviesan analíticamente los textos de los pensadores políticos. Los ensayos se ubican pues en un contexto de discusión homogéneo, que surge de la lectura abarcativa en la que desemboca el libro. Evidentemente, la comunica­ ción de las investigaciones realizadas sobre los autores con relación al tema del po­ der y los conceptos de la política requiere un espacio mucho mayor. Los diversos aportes están vinculados a otros trabajos y libros en donde han aparecido y aparece­ rán con mayor amplitud los resultados de la investigación llevada a cabo. En este ca­ so nos hemos propuesto otro objetivo: ofrecer una visión de conjunto, ágil y abarca- uva* que pueda servir como marco de referencia cuando se pretenda profundizar en la obra de un filósofo, en un texto clásico de la filosofía política, o bien cuando se quiera dar cuenta de la densidad histórica y teórica de conceptos que son usados en el lenguaje social y político contemporáneo o incluso en los trabajos científicos de tipo político, sociológico e histórico. Actualmente asistimos a la proliferación de los léxicos de la política que han in­ tentado precisar y determinar conceptos que cuanto menos se han vuelto evanes­ centes y oscuros, quizá debido al hecho de que son acuñados como armas de lucha política o como medios para señalar las respectivas ubicaciones ideológicas. El aná­ lisis de los conceptos políticos puede resultar útil para todos aquellos que quieran ingresar en una dimensión de profundización crítica frente a los conceptos que ac­ tualmente determinan el espacio del obrar humano y que se encuentran codifica­ dos en las constituciones contemporáneas a los fines de legitimar la relación de obli­ gación política y el deber del sometimiento a la ley. Conscientes de que no es posible comprender un concepto si es aislado de los demás, como forzosamente ocurre en los léxicos sobre política, el presente volumen pretende suministrar un instrumen­ to de orientación, prestándole atención al modo en que funcionan los conceptos dentro de una constelación abarcativa, donde se hallan en relación recíproca. Este libro tiene también el objetivo de brindar un instrumento didáctico a la uni­ versidad para el estudio del pensamiento filosófico, político y de las temáticas jurí­ dicas, históricas y constitucionales que utilizan los conceptos fundamentales que se forjaron en la filosofía o en la ciencia política moderna. Por cierto, no se pretende ofrecer una reseña completa, aunque fuera esquemática, del pensamiento político (habría muchas carencias en ese sentido), sino más bien ofrecer un marco de orien­ tación que presente algunos núcleos fundamentales de la filosofía política dentro de los cuales se forman y se transforman los conceptos. Este libro aspira además a estimular el acceso al movimiento propio del pensamiento de cada autor y a que se acuda a la lectura de los textos. Con tal finalidad, aun dentro de su brevedad, los en­ sayos indican una serie de pasajes y textos fundamentales que se han recorrido en el trabajo interpretativo. Otro elemento que define la manera didáctica a la que está orientado el texto consiste en la estrecha relación mutua en que se han planteado (como se pone de manifiesto en la “Introducción”) el conocimiento histórico del pensamiento político o de la filosofía política y un trabajo crítico de comprensión del sentido determina­ do, la lógica, los presupuestos de los conceptos que todavía hoy se usan para pensar la política, para hablar de los autores del pasado, para narrar y representar aconteci­ mientos históricos. Drmho, igualdad, lUntad, pueblo, democracia, sociedad, Estado, sobe- tañía, representación: todos son términos utilizados con frecuencia, ya sea como con­ ceptos universalmente válidos, como valores o como indicadores de realidades ob­ jetivas e indiscutibles. El análisis de la densidad histórica que tienen los conceptos aparece así vinculado con su misma problematización y nos pone frente a la difícil tarea de pensar nuestro presente. INTRODUCCION Giuseppe Duso LA HISTORIA CONCEPTUAL Junto a una modalidad más habitual del trabajo historiográfico que para la compren­ sión del texto político se orienta hacia la reconstrucción del contexto constituido por los acontecimientos de la época o por los debates teóricos en los cuales se inser­ ta, y por lo tanto una historia del pensamiento político que acompaña y se integra a la historia de las instituciones, es posible pensar en otra forma de trabiijo donde el análisis filológico se combina rigurosamente con la atención a la larga duración, con las disposiciones teóricas que los términos implican para adquirir significado, con los momentos de cambio y de irrupción de nuevas constelaciones de conceptos que van a transformar y condicionar el significado de los términos, y finalmente con el modo en que se estructura la realidad política donde tales conceptos funcionan y resultan productivos. Los materiales que se refieren a dicho intento histórico-con- ceptual, ya sea que contemplen amplios periodos histórico-doctrinales, ya sea que se limiten a los análisis de autores singulares, no son tanto tesis que pondrían de ma­ nifiesto las doctrinas y las propuestas de los pensadores políticos como construccio­ nes sistemáticas en sí mismas, con las intenciones que las sostienen y la eficacia que puedan alcanzar, sino que más bien aspiran a comprender el sentido estructural que asumen los conceptos y el modo en que funcionan dentro del marco general en don­ de se expresan. Para determinar lo que entendemos como una aproximación hisióúco-conceptual de manera que la expresión no tenga una significación difusa, en un momento en (jue desde diversas perspectivas se ofrecen instrumentos para la “historia de los con­ ceptos”, resulta útil referirse a la lección de la Begrijfsgeschichte alemana tal como la propusieron autores como Otto Brunner, Werner Conze y Reinhart Koselleck, que produjeron juntos la monumental obra de los Geschichtliche Qrundbegriffe. Hisíorisches Lexikon zarpolitisch-sozialen Sprache in Deutschland, Stuttgart, 1972-1973.1 Tal referen­ cia constituyó un importante estímulo para un trabajo de investigación sobre los con­ ceptos políticos en el cual se basó también el análisis del concepto de poder tal co­ mo se presenta en este volumen. Lo cual no implica la identificación con un método al que se prestaría adhesión; entre estos mismos autores existen notables diferencias de perspectiva, y también es posible percibir una distancia significativa entre la con­ cepción que originó el emprendimiento del Léxico alemán y su realización, que oca- 1 Los términos del Lexikon, }lu>g)v\u, ¡.¡fritad, Mítica y Democracia fueron traducidos y publicados en volúmenes independientes poi la rditoiial Marsilio (cfV. Koselleck, Mayer, 1991; Bleicken, Conze, Diper, (Junther. Klippel, May. Meier. 1991; Srllm, 1993; Con/e, Koselleck, Mayer, Meier, Reimatm, 1993). sionalinente desembocó en el tratamiento monográfico de los conceptos.* No obs­ tante, la referencia a la Begriffsgeschichte sigue siendo particularmente útil para visua­ lizar una aproximación a la historia de los conceptos y de los pensadores políticos que se distinga de un modo de hacer historia de las ideas practicado con frecuencia. La historia conceptual tiende a poner en cuestión un modo de hablar sobre el pensamiento político y también de hacer historia en general que no examine críti­ camente los conceptos que se usan en el trabajo histórico. A menudo en la historia de las ideas políticas se entienden los conceptos como algo que posee valor univer­ sal, que captaría una constante en las relaciones de los hombres entre sí, y se tiende entonces a indicar las variaciones históricas que dichos conceptos habrían sufrido en el tiempo. Para dar un ejemplo esclarecedor, aun cuando se refiere a un térmi­ no frente al cual se ha incrementado la advertencia crítica, podemos mencionar el concepto de “Estado” como factor determinante de la unión política entre los hom­ bres y que tendría sus diferentes variaciones en la historia: en la polis griega, en el imperio romano, en el imperio medieval, en la ciudad-estado, en el pluralismo feu­ dal, en el estado estamental y por último en el Estado moderno. De esta manera, a pesar del estudio específico de los periodos y contextos particulares, se corre el ries­ go de trasladar elementos conceptuales que caracterizan el concepto de Estado de la época moderna, como la unidad del territorio, la homogeneidad de la legislación, la ley entendida como mandato del legislador, una noción de la obligación política que se esclarece en la relación formal de orden-obediencia, la distinción entre lo pú­ blico y lo privado; todos elementos que determinan el concepto de Estado como Es­ tado moderno y que no son adecuados para entender las relaciones entre los hom­ bres tal como se dieron en diversas épocas y en diversas ubicaciones de los grupos humanos. Lo mismo debemos decir en cuanto al concepto de “sociedad” o de “sociedad ci­ vil” usado aun en referencia a realidades muy alejadas de nosotros, con el cual se pretende a menudo indicar el ámbito de relaciones humanas de diversa índole, eco­ nómica, moral, cultural, pero en todo caso no política. Así se utiliza en realidad un concepto de “sociedad civil” que históricamente surgió sólo entre fines del siglo xva y el siglo xix, fruto de una determinada organización de las relaciones entre los hom­ bres y de un modo determinado de entenderlas, que resulta totalmente inadecua­ do y equívoco a los fines de comprender las estructuras de los grupos humanos en tiempos en que dicha separación entre lo que es solamente “social” y lo que es pro­ piamente “político” no se pensó ni podía pensarse y cuando la politicidad de la so­ ciedad no significa la inclusión en ella de una relación de poder como la que llega a determinarse en la época moderna. Puede hacerse una observación análoga sobre el término de “democracia” que suele extenderse a los antiguos y a los modernos, incluso con la distinción de que en 2 Para la discusión acerca clel Lexikon, di. Duso (1994); Schiera (1996); Dipper (1996). En cuanto a ia discusión ac erca tic la hiaioria conceptual, me remito a Duso (1997); Chignola (1997); y a los trabajos anteriores: dhignola (1990); Mrrio (1990), Ornatfln (1990). el primer caso se trataría de democracia directa mientras que en el segundo de de­ mocracia representativa. De tal modo no se tiene en cuenta que entre los griegos el término alude a una forma de gobierno que puede corresponder al demos (pueblo) sólo debido a que el demos es parte de la polis y en cuanto tal puede ser antepuesta a las restantes partes y tener entonces la iniciativa en el gobierno; mientras que en la época moderna el término de democracia, aunque sea variable y haya variado de maneras bastante diferentes, en todo caso se relaciona con un concepto de poder que anteriormente era impensable, así como con un concepto de pueblo entendido como totalidad de los individuos iguales, como magnitud constitutiva, al que le correspon­ dería la determinación de la constitución, que asimismo no estaba presente ni era formulable en las épocas precedentes. En suma, el problema de la democracia mo­ derna no puede dejar de implicar el concepto de soberanía, que justamente es un ele­ mento central en el presente volumen. Un primer punto definitorio de la aproximación a la historia de los conceptos que proponemos —que no proviene de una opción metodológica apriorística, sino de la práctica de las investigaciones anteriores sobre el origen de la distinción mo­ derna entre sociedad civil y Estado, sobre la sobemnía,, sobre la revolución, sobre los con­ ceptos que surgen dentro de las teorías modernas del contrato social—3 es enton­ ces la conciencia crítica de los conceptos que se utilizan, de su nacimiento en la modernidad (lo que también deberá verificarse en nuestro recorrido) y de la deter­ minación de sus contenidos. Con base en dicha conciencia se puede establecer una aproximación más correcta a las fuentes propias de una realidad diferente de la mo­ dernidad. Desde el momento en que los términos que se utilizan para examinar las épocas anteriores sólo puede ser aquellos en los que se ha sedimentado inevitable­ mente un conjunto de significados conceptuales modernos (pensemos por ejemplo en la traducción de textos políticos griegos y latinos, y recordemos que los latinos llegan hasta los siglos xvn y xvm), significa que resulta indispensable para un traba­ jo histórico sobre el pensamiento antiguo y medieval tener conciencia crítica dei pensamiento moderno y de su conceptualidad política. Un segundo punto relevante —que es consecuencia dei primero— lo constituye la diferencia entre un trabajo de análisis del pensamiento político que puede hacer­ se sobre estas bases y un modo de hacer historia de las ideas políticas que entienda los conceptos o ideas como magnitudes unitarias y constantes, universales, que pue­ den tener diversas determinaciones históricas justamente gracias a un núcleo unita­ rio que las caracteriza.4 Aunque dispongamos de ejemplos en los que podemos re­ conocer un término que reaparece tanto en la antigüedad como en nuestros días para indicar las relaciones entre los hombres, no es el caso de la palabra “Estado”, que no puede remitirse terminológicamente a polis o a civitas, a i espublica o a regnum; '* Mr remito en especial a Duso (19H7). 1 Subir rslos dos primeros aspectos cfi. Koselleck (1986), en particular el ensayo Historia de los concep­ tos e historia social I Jemos optado por traducir los títulos de libros y artículos que aparecen en italiano, a pesar dr que no es lo usual, para lograr una mayor claridad en las abundantes referencias, esto no impli­ ca <|tte dichos textos estén ti aducidos al español «alvo indicación expresa. |T.| razón por la cual se realiza una evidente trasposición conceptual cuando se utiliza el término para referirse a entidades polídcas anteriores a la época moderna. Pero lo mismo puede ocurrir con “sociedad” o “pueblo”, términos que difícilmente pue­ dan evitarse para traducir societas, populus y demos. Sin embargo, aun cuando pueda existir la identidad de un término, eso no significa que haya una identidad del con­ cepto. En el análisis propuesto, sobre todo en la primera parte del libro, se verá has­ ta qué punto los conceptos de pueblo y sociedad que surgen con la ciencia política mo­ derna son nuevos y no modificaciones del concepto en relación con una acepción anterior. Lo que permanece idéntico es el término, no el concepto; la historia con­ ceptual no es una historia de las palabras y no se resuelve en un análisis de la mane­ ra en que se usaron los términos que designan realidades sociales o políticas en las diversas épocas, aun cuando el análisis del uso de las palabras puede resultar útil en una historia conceptual. A menudo palabras diferentes indican un mismo conteni­ do y palabras idénticas indican, en diferentes contextos, objetos que no están empa­ rentados entre sí. Cuando se toma la unidad de la palabra por la unidad del concep­ to, por el núcleo que lo torna idéntico en las distintas variaciones históricas, se efectúa en realidad una subrepticia operación que consiste en atribuir a ese núcleo idéntico, válido también para las experiencias pasadas, la estructura propia del con­ cepto moderno. Por ejemplo, cuando se toma la identidad del término de política, que hallamos tanto en la obra de Aristóteles como en el uso común y científico de nuestros días, por la unidad del concepto, aunque sea un concepto incluido en la historia y que considera una política de los antiguos con su diversidad y especificidad frente a la po­ lítica de los modernos, en realidad se supone el elemento del poder como núcleo per­ manente del concepto. Pero, como veremos, el poderes un concepto moderno que tal como se presenta más o menos conscientemente en nuestro pensamiento no só­ lo no es atribuible a la manera de entender la política y la relación entre los hom­ bres propias de la tradición de la filosofía práctica, sino que en el momento de su nacimiento sólo pudo formularse negándole dignidad y legitimidad a dicha tradi­ ción. Se ha subrayado justamente que la política en Aristóteles, es decir, en un con­ texto donde la polis existe por naturaleza y el hombre es un “animal político”, se re­ fiere más a la naturaleza del hombre y al problema del vivir bien que a la política en sentido específico.5 Pero esto es así porque aquello que entendemos por “política” en sentido específico es la política moderna, basada en el concepto de poder y en la separación entre lo público y lo privado. Con esta referencia al concepto de politicé nos acercamos al tema del presente libro. En efecto, a partir del surgimiento de la ciencia política moderna se produ­ ce una ruptura epocal con respecto al pensamiento anterior que consideraba el obrar humano. A partir de tal momento, la política tendrá como centro el proble- r* Cfi. la entrada del término ftdüim en Sartori (1987)» p. 241. u (Ti. al respe‘do rl mí turro de Filosofía politim, 1, 1989, dedicado a Política, y acerca de esta orienta­ ción (Tilica partu ulai mente Dmno (1989).

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