KOBIE (Serie Anejos). Bilbao Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia N.° 8, pp. 51 a 90, año 2004. ISSN 0214-7971 Web http://www.bizkaia.eus/kobie EL POBLAMIENTO MÁS ANTIGUO DE LA REGIÓN: LAS OCUPACIONES PREVIAS AL IS4. DESDE EL INICIO DEL POBLAMIENTO A CIRCA 80.000 BP The Oldest Population in the Region: the Occupations before 1S4. From the first populations to circa 80,000 BP José Adolfo Rodríguez Asensio (*) Alvaro Arrizabalaga Valbuena (") RESUMEN Debido a factores historiográficos complejos, el registro arqueológico del más antiguo Paleolítico cantábri- co ha sido poco atendido e incluso, dado por amortizado. Sin embargo, a raíz de los trabajos pioneros de Rodrí- guez Asensio en Asturias, seguidos de los de Montes en Cantabria y de Baldeón, Sáenz de Buruaga y otros en el País Vasco, van aflorando las situaciones correspondientes a los estadios isotópicos 5 y 6, así como otras para las que se proponen cronologías aún más antiguas. La ampliación progresiva del mapa de depósitos atribuidos al Pleistoceno medio e inicios del Pleistoceno superior no permite olvidar que se trata, casi unánimemente, de sitios en posición derivada, cuya potencialidad arqueológica se ve muy mermada por este motivo. Apenas cono- cernos pinceladas referidas al marco geocronológico, paleoambientai o antropofísico, pero nadie pone en duda a fecha de hoy, como sucedía hace veinte años, la existencia de un poblamiento anterior al característico del Musteriense, que se desarrolla básicamente al aire libre (Cabo Busto, Irikaitz ... ). Las nuevas metodologías de datación permiten suponer que contaremos en un plazo, aún largo —quizás diez años más—, de cierto soporte que vaya más allá de las observaciones tecnotipolôgicas. Según éstas, la mayoría de los conjuntos que van afloran- do admiten una adscripción genérica a los complejos con bifaces, tipo Achelense, en lo que en Tipología con- vencional venía siendo asignado al Achelense medio, superior y final. Por tanto, el capítulo se presenta más como un inventario de dudas e incertidumbres que corno una verdadera síntesis. Palabras clave: Achelense, Pleistoceno medio, Industria lírica, Cantábrico. ABSTRACT Because of complex historiographical factors, the archaeological record of the oldest Palaeolithic in Canta- brian Spain has been studied little and even taken as exhausted. However, thanks to the pioneering studies of Rodríguez Asensio in Asturias, followed by those of Montes in Cantabria and of Baldeón, Sáenz de Buruaga and others in the Basque Country, the situations corresponding to isotope stages 5 and 6, or even older chrono- logies, are now becoming more apparent. The progressive enlargements in the map of deposits attributed to the middle Pleistocene and early Upper Pleistocene still reminds us that they are nearly always in a derived posi- tion, and their archaeological potential is greatly reduced for this reason. We know very little about the geo- chronological, palaeo-environmental or anthropo-physical background. But nowadays no one questions, as they (*) Universidad de Oviedo ('¡) Universidad del País Vasco 52(cid:9) JOSÉ ADOLFO RODRÍGUEZ ASENSIO Y ALVARO ARRIZABALAGA VALBUENA did twenty years ago, the existence of a population previous to the Mousterian, which was located primarily in the open air (Cabo Busto, Irikaitz...). New dating methodologies allow us to believe that in the long-term, per- haps ten years or more, we will have more information than techno-typological observations. According to the- se, most of the industries that have been found can be ascribed, in general terms, to complexes with bifaces, of Acheulian type, and conventional typology assigns them to the middle, late and final Acheulian. Therefore, this chapter is more a list of doubts and uncertainties than a true summary. Key words: Acheulian, Middle Pleistocene, Lithic assemblage, Cantabrian Spain. LABURPENA Historiografiako faktore konplexuengatik, Kantauri aldeko Aintzin Paleolitoaren erregistro arkeologikoari ez zaio kasu handirik egin, eta arnortizati.itzat ere jo da. Hala ere, Rodríguez Asensiok Asturiasen, eta ondoren Montesek Kantabrian eta Baldeón, Sáenz de Buruaga eta beste batzuek Euskal Herrian egindako lanei esker, 5 eta 6. aldi isotopikoei dagozkien egoerak azaltzen ari dira, bai eta kronologia zaharragoak ere proposatzen zaizkien beste batzuek ere. Erdi Pleistozeno eta Goi Pleistozenoaren hastapenei egotzitako gordailuen mapa geroz eta gehiago zabaltzeak agerian uzten du ia guztiak aztarnategi deribatuak direla eta horren ondorioz, euren ahalbide arkeologikoa murriztuta dagoela. Ia ez daukagu alor geokronologiko, paleoingurugiro edo antropofisikoaren gaineko xehetasunik ere, baina gaur egunean, orain 20 urte egiten zenaren aldean, inork ez du Moustier aldiaren ezaugarrikoaren aurreko populatzea zalantzan jartzen, oro har aire zabalean (Cabo Busto, Irikaitz...) izandakoa. Datazio-metodologia berriek bidea ematen dute epe oraindik luze batean —hamar urte gehiago edo- obserbazio teknotipólogikoez harantz doan euskarriren bat izango dugula pentsatzeko. Horien arabera, azalerazten ari diren multzo gehienen adskripzio orokorra Tipologia konbentzionalez Erdi, Goi eta Azken Acheul aldiari egozten zitzaiona, Acheul aldiko aupegibiko konplexuei egoztea onartzen da. Horretara, atala, benetako sintesi baino, duda eta zalantzen inbentario gisa agertzen zaigu. Gako-hitzak: Acheul aldia, Erdi Pleistozenoa, Harrizko tresneria, Kantauri aldea. 1. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN. rán (1934) o E. Hernández Pacheco (1919) antes de la HITOS PRINCIPALES Guerra Civil española, o de J. M. González Fernández (1968), F. Jordá (1967 y 1977), J. González Echega- Un somero repaso de las circunstancias historio- ray (1956), L. G. Freeman (1966, 1973, 1977) o J.M. gráficas que nos abocan al estado actual del conoci- de Barandiarán (1953), entre otros, tras la misma. miento sobre el Paleolítico antiguo en el medio cantá- brico nos revela que, quizás como en ningún otro El hilo conductor que relaciona el actual estado de período prehistôrico, éstas explican algunos de los la investigación con el descrito más arriba, es proba- fenómenos más llamativos, que se prolongan hasta la blemente el que une el trabajo pionero de J. M. Gon- fecha. Además de las habituales dificultades propias zález en Asturias, con la sistematización de todos del estudio de estas cronologías (problemas para arti- aquellos hallazgos y otros nuevos por parte de Rodrí- cular un soporte cronológico, pocos depósitos en posi- guez Asensio sobre el mismo territorio. La Tesis Doc- ción primaria, complicado deslinde de situaciones tec- toral de Rodríguez Asensio (1983b) y sus posteriores notipológicas, escasez de restos fósiles humanos, trabajos en Asturias actuaron como acicate, no sólo etc.), en el caso cantábrico debemos valorar otras para la investigación del Paleolítico antiguo asturia- rémoras añadidas (Estévez y Vila 1999). Hablamos, no, sino para revisiones posteriores que terminarán básicamente, de la consideración, ampliamente acep- incluyendo el conjunto de los territorios cantábricos. tada durante algún tiempo, de que estas cronologías En esta línea debe interpretarse el trabajo de Montes estaban, por diferentes motivos, casi ausentes de la Barquín en Cantabria o de Vallespí, Baldeón y Sáenz región. En efecto, hasta la década de los años 70 del de Buruaga en el País Vasco peninsular, entre otros. siglo XX resultan contadas las intervenciones de las Estos autores sintetizan en distintos trabajos el estado que se derivan hallazgos atribuibles al Paleolítico del conocimiento sobre el Paleolítico antiguo en los antiguo, y podemos anotar una única actividad orien- respectivos territorios, y a su vez sientan las bases tada en esta dirección (la Tesis Doctoral de Carballo para que se produzcan nuevas investigaciones y en 1922, sobre los yacimientos antiguos al aire libre hallazgos de yacimientos en posición primaria, como de la costa cantábrica). Ello, a pesar de los encomia- La Garma A Exterior (Ornato, Cantabria) o Irikaitz bles esfuerzos y aportaciones de H. Breuil y H. Ober- (Zestoa, Gipuzkoa). Dado que se trata de la síntesis maier (191. 2, 1935), el Conde de la Vega del Sella más amplia y reciente, consideramos adecuado desta- (1921, 1930; Márquez Uría 1977), J. M. de Barandia- car aquí la publicación de la Tesis Doctoral de Mon- KOBIE (Serie Anejos n." 8). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica EL POBLAMIENTO MAS ANTIGUO DE LA REGIÓN: LAS OCUPACIONES PREVIAS AL 1S4.(cid:9) 53 DESDE EL INICIO DEL POBLAMIENTO A CIRCA 80.000 BP tes Barquín (Montes 2003), que constituye un hito en sus orígenes se retrotraen ya a los 250.000 años. La la investigación de este período, al abarcar por vez asociación tradicional entre tipo humano de neander- primera toda la región cantábrica bajo similares pará- tal, técnica levallois y Paleolítico medio resiste difícil- metros metodológicos. mente las fechas mencionadas, y aún peor su contras- te con el modelo de hábitat al aire libre o en cueva. En Este desarrollo de la investigación en dos episo- la actualidad, como no podía ser de otra manera, este dios (grosso mnodo) y el desfase con el que se inician planteamiento simplista debe ser revisado críticamen- los trabajos modernos en los distintos territorios can- te. Dentro del término "Paleolítico antiguo" incluire- tábricos, desde Galicia hasta el extremo del País Vas- mos, tanto aquellas situaciones materiales y estratigrá- co, origina una descompensación en el estado del ficas claramente adscribibles al Paleolítico inferior conocimiento imposible de resolver a fecha de hoy: (con bifaces o Achelense y sin ellos, circunstancia es bastante lo que podernos decir sobre el Paleolítico ésta última para la que nos cuesta hallar una denomi- antiguo en Asturias, algo menos en Cantabria, y prác- nación afortunada), como las que se refieren a las ticamente nada para el resto de la región. Aprovecha- fases más antiguas del Musteriense, previas a la eclo- mos este primer párrafo para disculparnos, de ante- sión del Musteriense clásico, que se expondrá en el mano, por el efecto que tendrá esta asimetría en el siguiente capítulo de este libro. Este Musteriense "clá- texto que desarrollamos a continuación. sico" arranca a partir del estadio isotópico 4 y está caracterizado por unos conjuntos industriales muy ricos en raederas, con presencia variable de otros ele- 2. EL MARCO CRONOLÓGICO Y AMBIEN- mentos de sustrato (denticulados o puntas de retoque TAL DEL PERÍODO simple), a los que acompañan, en menores cantidades, elementos más propios de momentos inferopaleolíti- Las reiteradas menciones efectuadas en este texto cos (bifaces, triedros, cantos tallados, hendidores) y hacia un genérico Paleolítico "antiguo" vienen a del posterior Paleolítico superior (raspadores, perfora- constituir una confesión implícita de las limitaciones dores, buriles o elementos de dorso, entre otros). En que debernos afrontar para el conocimiento y delimi- paralelo, se producirá un cambio en la ubicación de tación de estas fases del primer poblamiento cantábri- los asentamientos, de modo que casi todos los yaci- co. El recurso a esta expresión, deliberadamente mientos que conocemos a partir del IS4 serán bajo ambigua, obedece a la dificultad de establecer en qué cueva, frente al dominio del hábitat al aire libre en la momento y circunstancias se produce el tránsito entre casuística expuesta en este capítulo. las situaciones que veníamos denominando tradicio- nalmente del Paleolítico inferior y del Paleolítico 2.1. Cronología absoluta del período y delimita- medio, y más aún, a la falta de credibilidad que esta ción cronológica de esta fase división clásica tiene para muchos investigadores del tramo final del Pleistoceno medio. El rango geográfi- La delimitación cronológica del periodo descrito co de esta problemática supera en mucho el marco en este capítulo incluye un fuerte componente de dis- cantábrico, aunque es precisamente en las áreas de crecionalidad. Para el inicio de este genérico Paleolí- registro más deficitario donde se manifiesta con toda tico antiguo no contamos con dataciones absolutas (a su crudeza. excepción de las más abajo matizadas fechas de Lezetxiki). Las fechas más antiguas propuestas para En efecto, cada vez son más los prehistoriadores el poblamiento cantábrico provienen del nivel V de que encuentran endeble la división entre el "Paleolíti- Cabo Busto, se refieren, cuanto menos, al intervalo co inferior" y el "Paleolítico Medio" cuyos límites, tal 423.000 a 300.000 BP o a los estadios isotópicos 1:1 como escribe Mithen (1998), son tan difusos que esta a 9, y han sido obtenidas a partir de la interpretación distinción va perdiendo actualidad. Las diferencias geoarqueológica y de evolución de la rasa litoral en la entre ambos momentos culturales son más bien esca- llamada "Serie de los Cabos" (Rodríguez Asensio sas, frente a las coincidencias, lo que hizo decir a G. 2001). En todo caso, como se expondrá más adelan- Isaac (1984) que "durante casi un millón de años, los te, otros registros cantábricos en yacimientos como conjuntos líticos parecen incluir los mismos ingre- La Garma A exterior o Irikaitz podrían corresponder dientes esenciales sometidos al parecer a incesantes quizás a cronologías relativamente paralelas. Esta- cambios, todos ellos menores y sin dirección alguna". mos de acuerdo con Montes (2003) en que no se Este millón de años que alguien definió como el conocen motivos objetivos para descartar ocupacio- millón de años del aburrimiento, aún se podría hoy nes anteriores, puesto que las condiciones de habita- ampliar más y llegar hasta el millón y medio de años. bilidad del Cantábrico están atestiguadas y en medios La para algunos autores más difícil y compleja técni- cercanos se conocen asentamientos más antiguos. Por ca levallois va adquiriendo cada día más antigüedad y otro lado, tampoco disponemos de muchos elementos KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica (cid:9) 54 JOSE ADOLFO RODRÍGUEZ ASENSIO Y ALVARO ARRIZABALAGA VALBUENA Yacimiento Referencia lab. Método Soporte Fecha BP Nivel Referencia Cabo Busto Nivel V Geoarqueolkico 423.00)/ 303.000 IS I l a 9 Rodríguez. Asensio 1996 Lezetxiki IPH-Lz 04 Alpha (Th/U) Hueso 288.í(O + 34.400 - 26000 VI, Musteriense Sanchez 1993 Lezetxiki IPH-Lz 12 Gamma (Tb/Tb) Hueso > 260.00) VII. Paleolítico Inferior? Sanchez 1993 Lezetxiki IPH-Lz 14 ESR Hueso 2340()() ± 32.(((} VI. Musteriense Sánchez 1993 Lezetxiki 1PH-Lz 05 Th230/U234 Hueso 231.0(0 + 92.000 --. 49.00) VI. Musteriense Altuna 1990 Lezetxiki IPH-Lz 15 ESR Hueso 225.00(1±40010 VII. Paleolítico inferior? Sánchez 1993 Lezetxiki lPl•1-Lz 11 Carnnta (Th/U) Hueso 200.000 + 142.((10 - 52.00() VII. Palenlílico htlèrior? Sánchez 1993 Lezetxiki IPH-Lz 06 Gamma (ThIrh) Hueso 201.000 + 129.000 -- 58.000 VI, Musteriense Sanchez 1993 Lezetxiki IPH-Lz 03 Gamna (lb/Th) Hueso 186,íO0 + 16400 .- 61.()00 V. Musteriense Sanchez 1993 Lezetxiki IPH-Lz 07 Alpha (Th/U) Hueso 140.000 ± 6.00) VII. Paleolítico Inferior? Sánchez 1993 Lezetxiki IPH- Lz 13 ESR Hueso 130.000 ± 17.000 V. Musteriense Falgueres et al. 20)5 Lezetxiki IPH-Lz 10 Alpha (Th/U) Hueso 129.000 + 2400)) --- 20.0(O VII. Paleolítico inferior? Falaueres et al. 2005 Cabo Busto Nivel ll Geoarquealógico I28.000/ 1 I8.O(() IS 5e Rodríguez. Asensio 1996 Castillo 26 Gcoarqueológico 128.000/ 118.00)) 26. IS 5c Montes 2003 Lezetxiki IPH-Lz 09 Alpha (Th/U) Hueso 121.000 ± 4.000 VII. Paleolítico inferior? Falgueres et al. 2005 Lezetxiki IPH-Lz 08 Alpha (Th/U) Hueso 115.000 + 9.000 -- 8.000 VII. Paleolítico inferior'? Falgueres et al. 2005 Castillo 23 Nivel 23.2 Th/U 92.800 23. IS Sa Cabrera y Bern. de Quirós 2000 Castillo 23 Nivel 23.1 Th/U 890)0 + 11.000 --10.(00 23. IS Sa Cabrera y Bern. de Quirós 2000 El Pendo XVIII Th/U 84.(X)0 XVIII Montes y Sanguino 2((11 Lezetxiki II IPH-Lz 16 Th/U Espeleotema 74000 Estéril Falgueres et al. 2005 Cuadro 1. Dataciones disponibles para el período considerado en el capítulo. de juicio para definir y ubicar aquellos depósitos más del nivel 23, que concuerda muy bien con otra fecha recientes dentro del lapso descrito, los que pertenecen de 92.800 BP para el nivel 24 lograda por Grün a las fases finales del estadio isotópico 5. Posible- (Cabrera y Bernardo de Quirós 1992). mente debido al citado desdibujamiento del tránsito Por otra parte, las dataciones por distintos proce- entre el Achelense final y el Musteriense, no resulta dimientos para los niveles basales de la cueva de sencillo fijar un límite que separe netamente las cir- Lezetxiki (Arrasate, Gipuzkoa) (Altuna 1990), arro- cunstancias antropológicas y materiales del final del jaban fechas problemáticas que se sitúan para el nivel Paleolítico antiguo y del comienzo del Musteriense VII entre 309.000 ± 92.000 y 303.000 ± 11.4.000 BP; "clásico". Éste, por el contrario, sí parece mejor defi- para el nivel VI, las fechas propuestas son nido en numerosos conjuntos, sobre todo en cueva, en 231.000+92.000/-49.000 y 200.000+128.000/-58.000 el que comienza a sistematizarse la producción de úti- BP y, por último, para el nivel V, 70.000 ± 9000 y les líticos y la explotación, al menos cinegética, del 1.86.000+164.000/-61.000 BP. Por motivos que no medio cantábrico. pueden ser expuestos en detalle en un texto de esta brevedad, hemos procedido a ampliar (Sánchez 1. 993) El conocimiento del marco cronológico para el y filtrar posteriormente toda la información disponi- Paleolítico antiguo resulta muy pobre en el Cantábri- ble para Lezetxiki, quedándonos con las siguientes co (Cuadro 1). Si dejamos al margen aquellas data- horquillas cronológicas: para el nivel VII, entre > ciones que aparentemente se nos muestran aberran- 260.000 y 115.000 + 9.000/ -8.000 BP; el nivel VI, tes, como es el caso de Las Gándaras de Budiño entre 288.000 + 34.000 /- 26.000 y 200.000 + (Porriño, Pontevedra) (Aguirre 1964), sólo contamos 129.000 /- 58.000; y el nivel V, entre 186.000 + con fechas isotópicas de diversos niveles en cueva 164.000/ - 61.000 y 57.000 ± 2.000 BP (Falguères et que, además, se sitúan por debajo de otros bien data- al. 2005/2006). El contraste entre las diferentes dos del Paleolítico superior y, por ello, permiten una fechas disponibles para cada nivel nos ha empujado a correlación más sencilla. Un ejemplo de ello es la incluir en el Cuadro 1 algunas dataciones que reba- cueva del Castillo (Puente Viesgo, Cantabria) (Bis- san el límite incluido en este capítulo. De aceptarse chof et al. 1992), en la que se ha conseguido una estas fechas, los niveles VII y VI, al menos, estarían datación por el método del Uranio/Torio de incluidos en el estadio isotópico 6 y no sabríamos 89.000+11.000/-10.000 BP en la estalactita de la base ubicar con precisión el nivel V, dada la manifiesta KOBIE (Serie Anejos(cid:9) 8). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica EL POBLANIENTO MÁS ANTIGUO DE LA REGIÓN: LAS OCUPACIONES PREVEAS AL IS4.(cid:9) 55 DESDE EL INICIO DEL POBLAMIENTO A CIRCA 80.000 BP incompatibilidad entre las fechas propuestas. Corno prender que, careciendo prácticamente de estratigra- se puede apreciar, se trata en su conjunto de fechas fías datadas, persistiendo las dudas sobre algunas de quizás excesivamente altas, que, si se tienen en cuen- las pocas datadas y faltando en muchos casos las ana- ta además las horquillas de margen propuesto, toda- líticas arqueozoológicas, arqueobotánicas o sedimen- vía corresponderían eventualmente a momentos más tológicas sobre los materiales obtenidos en aquellas, antiguos. Cabe recordar que la industria, la fauna y la estarnos transfiriendo la responsabilidad de esta microfauna de los niveles V y VI, cuanto menos, vie- reconstrucción a los depósitos no arqueológicos y a ne siendo adjudicada al Pleistoceno superior desde la especialistas (geólogos, edafólogos, paleontólogos, conclusión de la excavación, concretamente al Mus- cuaternaristas) distintos de nosotros mismos. La des- teriense. El replanteamiento general de la estratigra- conexión entre la Arqueología y el resto de las disci- fía y cronología de Lezetxiki, que viene siendo aco- plinas empleadas en la reconstrucción del Cuaterna- metido por uno de nosotros, apunta en la dirección de rio resulta tanto más visible cuanto más nos alejamos que sólo el nivel VII de Lezetxiki podría correspon- del Holoceno, motivo por el cual suele resultar com- der a un momento Eemiense o adentrarse en el Pleis- plicado compatibilizar criterios metodológicos, inte- toceno medio. En todo caso, en colaboración con C. reses científicos e incluso, medios de divulgación Falguéres, del Laboratorio de Geocronología del Ins- entre arqueólogos y geólogos o paleontólogos. Salvo titut de Paléontologie Humaine del C.N.R.S., que algunas excepciones, el discurso de la secuencia edá- efectuó las mencionadas fechas, venimos seleccio- fica regional o la evolución de la línea costera se vie- nando en nuestra nueva excavación soportes más ade- nen construyendo de modo paralelo e independiente cuados para efectuar dataciones que los restos óseos al de la distribución de los asentamientos humanos en empleados en su día, con el fin de repetir y contrastar el mismo medio geográfico. Resulta también conve- aquellas dataciones (Falguéres et al. 2005/2006). niente recordar que el Cuaternario no resulta el ámbi- to de investigación más atractivo para la Geología Continuando con las más recientes aportaciones al (del mismo modo que tampoco se cuentan por doce- marco abordado en este trabajo, conviene mencionar la nas los prehistoriadores interesados por el conoci- datación de 84.000 años obtenida por Montes y Sangui- miento del Paleolítico inferior cantábrico). no para la base de la secuencia de El Pendo (Escobedo de Camargo, Cantabria), datación que es cuestionada Esta circunstancia opera conjuntamente con otra, por los propios autores de la revisión del yacimiento que amplifica su efecto: la mala conservaciôn de dife- (Montes y Sanguino 2001). En efecto, la conclusión rentes registros paleoambientales en muchos yaci- genérica de este trabajo insiste en que la secuencia mientos arqueológicos de este periodo. Conocemos estratigráfica de El Pendo está, al menos en el área de muy pocos sitios en posición primaria en la Cornisa la cueva excavada y publicada, en posición derivada, Cantábrica, correspondiendo más del 80 % de los presenta aparentes interestratificaciones y carece de la hallazgos a yacimientos derivados, carentes de con- imprescindible coherencia para ser valorada. texto susceptible de análisis. Entre aquellos, muy pocos han sido excavados en una superficie relativa- El resto de las cronologías o intentos de hacerlas, mente representativa (Cabo Busto, Bañugues, El Cas- se basan en estudios geológicos, bien sedimentológi- tillo, La Verde, Lezetxiki, Irikaitz). Los restos cos, bien del empleo de la clásica secuencia glacial, arqueozoológicos (y antropológicos) no suelen con- aplicados a algunos pequeños sistemas de terrazas o a servarse en los depósitos arqueológicos al aire libre, los distintos niveles de la rasa intermareal. Falta otro motivo por el cual nuestra información de este regis- tipo de estudios y métodos geocronológicos (ESR, tro en el Cantábrico se limita a los sitios en cueva de TL, Th/U, OSL, Paleomagnetismo) que puedan con- El Castillo y Lezetxiki. Por motivos diferentes, las firmar, ajustar o simplemente desechar estas aproxi- disciplinas arqueobotánicas sólo han ofrecido por el maciones. Tampoco el intento de diseñar una secuen- momento información para los sitios vascos de Leze- cia cronológica fiable nos resulta nada fácil, vistos txiki e Irikaitz. Finalmente, en ausencia de soporte los datos de que se dispone. geocronológico y de las restantes analíticas, los estu- dios sedimentológicos (que sí han sido aplicados de 2.2. Medio ambiente. Paleobotánica, Arqueozoolo- modo sistemático en todos los yacimientos excava- gîa y Paleoclimatologîa dos) permiten describir las circunstancias ambienta- les bajo las que se han depositado los sedimentos, Debido a diversas circunstancias de la investiga- pero no pueden ubicar los niveles dentro de una sis- ción, tan sólo disponemos de una información relati- temática regional completa. va y fragmentaria respecto a la reconstrucción del medio ambiente en el que se desenvuelven los prime- Comenzando con la información arqueozoológi- ros pobladores del Cantábrico. Resulta fácil de com- ca, en tanto no sean publicados los prometedores KOBIE (Serie Anejos n.° 8). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantâbrica 56 JOSÉ ADOLFO RODRIGUEZ ASENSIO Y ALVARO ARRIZABALAGA VALBUENA juntos como fruto de ambos vectores de aporte. Más allá de esta alternancia en el empleo de las cuevas del Castillo y Lezetxiki como cubil de carnívoros y asentamiento humano, disponemos de alguna lectura de índole cronológica relativa al nivel VII de Leze- txiki (la presencia de Ursus spelaeus cleningeri per- mite suponer una cronología del Pleistoceno medio para este nivel). Desde el punto de vista ambiental, la relativa abundancia de ciervo (seguida de los gran- des bóvidos y caballos) en ambas secuencias y la atonía del resto de la serie, apenas permiten hacer consideraciones. Grandes bóvidos y caballos son exponentes de medios algo más abiertos y esteparios que los ciervos, y están casi ausentes los elementos indicadores de ambientes verdaderamente fríos. En este sentido, existe cierta controversia relativa a unos supuestos restos de reno recuperados en la excava- ción clásica dentro del nivel 26 de la Cueva del Cas- tillo, que algunos autores no aceptan (Klein y Cruz- Uribe 1994). Por el contrario, la presencia de taxones corno corzo, jabalí o rinoceronte de piel desnuda en ambas cuevas parece testimoniar que sus niveles basales se depositan en unas circunstancias ambien- tales de tono templado. Tampoco la información arqueobotánica disponi- ble para este periodo resulta determinante, sobre todo considerando las reservas relacionadas con la geocro- nología de Lezetxiki, ya suficientemente expuestas, y el hecho de que la autora del primer análisis polínico (Sánchez 1993) vinculara estrechamente las zonas polínicas descritas con aquellas fechas tan altas. En un artículo reciente (Arrizabalaga et al. 2004) uno de nosotros hace un somero repaso sobre el estado de la cuestión resultante de contrastar la información de la Figura I. Vista del área de excavación de La Garma A exterior. excavación antigua de Lezetxiki y nuestra propia investigación, circunstancia que ha aconsejado repe- resultados del complejo exterior de La Garrna A tir todas las analíticas y volver a contrastarlas con la (Fig. 1), en el que se han recuperado numerosos res- estratigrafía y las nuevas dataciones (Fig. 2). Desde tos de Elephas antiguos, Dicerorhirurs kirchbergen- una perspectiva geocronológica conviene recordar sis o Panthera sp. (Arias et al. 2003) y, dejando a un que preferimos mantener la prudencia hacia Las lado aquellos depósitos no antrôpicos por su difícil fechas en su día formuladas, ubicando el nivel IV en correlación con los sitios arqueológicos, práctica- un Musteriense final, con rasgos de transición hacia mente tenernos restringida la información publicada el Paleolítico superior, los niveles V y VI en sendas a Lezetxiki (Altuna 1972) y a las antiguas excavacio- fases de ocupación musteriense del abrigo, aún den- nes de El Castillo (Cabrera 1984; Klein y Cruz-Uri- tro del Pleistoceno superior y los estadios isotópicos be 1994). En ambos casos encontramos similares 3, 4 y quizás, 5. Sólo consideramos probable una ads- dificultades para discriminar en el conjunto de restos cripción al Pleistoceno medio para los niveles VII y de fauna aquellos huesos aportados por los seres VIII de Lezetxiki. Aunque estamos en desacuerdo humanos, como fruto de su actividad cinegética, y con la propuesta cronológica que Sánchez hizo deri- por otros carnívoros como el oso. Aunque, a excep- var de su análisis (cuya zona polínica c3, asociada a ción del oso, la representación de huesos de carnívo- los subniveles arqueológicos IVa y IVb debería ser ya ros no sea numerosa, existen otros indicios en ambas anterior al 70.000 BP), la reconstrucción ambiental series (presencia de coprolitos, indicios de mordedu- efectuada parece correcta. En ella, las zonas polínicas ras y corrosión sobre los restos, patrones de repre- a y c representan formaciones forestales con presen- sentación anatómica) que obligan a valorar los con- cia de abundantes caducifolios (incluyendo pólenes KOBIE (Serie Anejos n." 8), año 2004, Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica EL POBLAMIENTO MÁS ANTIGUO DE LA REGIÓN: LAS OCUPACIONES PREVIAS AL IS4.(cid:9) 57 DESDE EL INICIO DEL POBLAMIENTO A CIRCA 80.000 BP excavando desde 1998, no disponemos de informa- cion arqueozoológica, aunque sí de un correcto registro polínico y antracológico, e incluso algunos datos carpológicos. El registro del polen y el carbón (Arrizabalaga et al. 2003) resultan altamente cohe- rentes en Irikaitz, revelando que las ocupaciones humanas durante el Paleolítico inferior tienen lugar en un medio templado y húmedo, probablemente interglaciar (lo cual resulta lógico en una comarca con abundantes cavidades, que se ocuparían alterna- tivamente durante los recrudecimientos climáticos). La cobertura arbórea está dominada por un bosque caducifolio mixto, en el que destacan el roble y el avellano, enriquecido además por un bosque de ribera (aliso, fresno, etc.) y otros taxones caracterís- ticos de momentos interglaciares, como el carpe. 3. EL PRIMER POBLAMIENTO DEL CANTÁBRICO La cordillera cantábrica ha sido (al menos en sus tramos occidental y central) y desgraciadamente sigue siéndolo hoy, una barrera cuyo paso se encuen- tra lleno de dificultades, por lo que en estas lejanas etapas paleolíticas el norte peninsular se muestra con algunas características peculiares y, en cierta medida, diferentes al resto de la Península. Lo que no quiere decir que el Paleolítico de esta zona no sea homolo- Figura 2. Investigaciones recientes en Lezetxiki. Vista de los trabajos gable al del resto de la Península ibérica y Europa de excavación en el perfil Sur. occidental, idea que debe ser descartada, tal como indican Cano et al. (1999a, 1999b) al referirse a los estudios de la secuencia paleolítica en Galicia. La de castaño). En medio, la zona polínica b representa distribución espacial de los yacimientos, y los pasos un paisaje abierto, de degradación de las circunstan- naturales que unen estas zonas entre sí, se pueden cias climáticas. deducir del mapa que presentarnos para la distribu- ción de yacimientos (Fig. 4). El otro depósito que ha proporcionado informa- ciones arqueobotánicas para este marco cronológico Diferentes autores se han ocupado en distintos y geográfico es el de Irikaitz (Zestoa, Gipuzkoa) momentos y, por tanto, con datos diversos de la (Fig. 3). En este depósito al aire libre, que se viene investigación prehistórica de este tema, y hoy se cuenta con diversas síntesis acerca del pri- mer poblamiento peninsular válidas para tener una idea global de esta cuestión. Una de las más completas (González Echegaray y Freeman 1998) puede entenderse, ade- más, como un catálogo en el que se encuentra la mayoría de los sitios que han aportado restos paleolíticos de estas épo- cas, que estos autores diferencian entre Paleolítico inferior y medio, a la manera clásica. El mapa logrado con la distribu- ción de estos yacimientos nos sitúa ante un poblamiento humano importante que ocu- pa prácticamente la totalidad de la Cornisa Cantábrica, centrándose, corno es lógico, Figura 3. Irikaitz, sondeo Geltoki. Área de trabajo en la campaña de 2002. en algunos puntos concretos, dejando a la KOBIE (Serie Anejos n.° 8). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantübrica 58(cid:9) JOSÉ ADOLFO RODRÍGUEZ ASENSIO Y ALVARO ARRIZABALAGA VALBUENA MAR CANTÁBRICO ouselas(cid:9) Cabo Busto añugues Alrededores de Altamira Jaizkibel Viesques Cuchla La Verde Altitud en metros G(cid:9) 50(cid:9) 100 a 400 1000 kilómetros t Figura 4. Localización de los principales yacimientos citados en el texto. luz manchas de dispersión que coinciden grosso ellos son, normalmente, diferentes (Arrizabalaga, en modo con las zonas en las que los factores medioam- prensa). En este sentido, resulta frecuente emplear los bientales son más favorables a este asentamiento. cauces de los ríos (Eo o Nalón, por el extremo occi- Recordemos, en la misma línea, las palabras de Gon- dental; Bidasoa o Adour, por el oriental) para fijar zález Echegaray y Freeman (1998): "... Algunos pre- fronteras más "naturales" que las que establecen los historiadores justifican el estudio conrpa atino de los actuales límites administrativos. En consecuencia, los sistemas culturales desaparecidos COMO tul niedio de territorios de Galicia y del País Vasco continental o descubrir las leves generales que gobiernan el com- francés se emplean —o no— alternativamente en la portamiento cultural y su evolución. Pero, aparte de construcción descriptiva del discurso arqueológico. leves triviales o tautológicas ninguna puede ser defi- También debido al desdibujamiento de la línea divi- nida...". soria de aguas en los extremos occidental y oriental del Cantábrico, resulta frecuente (de hecho, en la 3.1. Valoración de la validez del marco empleado. exposición que sigue actuamos del mismo modo) que Patrones y vías de poblamiento se incluyan territorios extracantábricos vecinos. Por dos motivos muy diferentes (la acentuada continenta- El modelo de región que viene siendo aplicado de lidad del conjunto de Galicia y las bajas altitudes a las modo sistemático en los estudios prehistóricos para el que resulta viable traspasar la divisoria de aguas en el medio cantábrico es el de corredor. Con frecuencia, País Vasco), la delimitación del Cantábrico sólo se recurre incluso a la expresión "corredor cantábri- resulta relativamente sencilla en los actuales territo- co" para referirnos a una banda geográfica alargada rios de Asturias y Cantabria (este último, sobre todo, (más de quinientos kilómetros) y estrecha (no más de en su porción occidental). 40 kilómetros, hasta la divisoria de aguas), orientada de oeste a este y bien acotada por el norte (mar Can- La delimitación de la región a estudiar carecería de tábrico) y sur (Cordillera Cantábrica). Más difusos relevancia si sólo se empleara dentro de un discurso resultan los límites occidental y oriental, corno puede descriptivo, en el que asumimos que todos los límites comprobarse en cualquier síntesis que se consulte. que podamos fijar resultan convencionales y ajenos al Cabe recordar aquí que en Prehistoria se trata a la comportamiento humano prehistórico. El verdadero Cornisa Cantábrica como una "región natural" (las problema consiste en establecer fronteras donde qui- que vienen determinadas por una concreta configura- zás no las haya habido, en momentos en los que se ción del medio físico), y que el empleo de éstas vie- producen fenómenos de poblamiento humano de las ne decayendo en Geografía debido precisamente a regiones, según determinados vectores que pudieran sus dificultades de delimitación: cuando valoramos estar determinados por aquellas fronteras. En otras distintos factores, las fronteras que traza cada uno de palabras, ¿podemos extrapolar el modelo de "corredor KOBIE (Serie Anejos n.° 8). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica EL POBLAMIENTO MÁS ANTIGUO DE LA REGIÓN: LAS OCUPACIONES PREVIAS AL 1S4.(cid:9) 59 DESDE EL IMCOO DEL POBLAMIENTO A CIRCA 80.000 BP cantábrico" al patrón de poblamiento de la región?. Si miento de Lezetxiki, que ya hemos comentado, pero esto fuera así, a la vista del desconocimiento del :Mus- que se encuentran en niveles arqueológicos, con teriense en Galicia, habría que suponer que las pobla- industrias y con restos humanos, no acordes con ciones neandertales penetraron en el Cantábrico sólo ellas; por lo que parece que la precaución ante ellas desde el sudoeste francés y se distribuyeron en un gra- debe ser algo más que lógica cautela. diente de este a oeste por sus asentamientos vascos, cántabros y asturianos. Y desechar en paralelo la posi- A continuación, pudiera ser que, sin una clara bilidad de que existieran flujos de población que pene- sucesión de poblamiento, existiera una población traran en el Cantábrico desde el Alto Valle del Ebro, la achelense amplia y que ésta evolucionara interna- Meseta norte o la franja litoral del norte de Portugal y mente en sus industrias, especializándose en determi- Galicia, opciones que parecen razonables y que cuen- nados medios ambientes y, sobre todo y de manera tan con defensores en la colectividad científica. Y otro fundamental, dependiendo de la materia prima utili- tanto cabría decir de las poblaciones que les precedie- zada para la realización de los instrumentos, por lo ron (al menos, del tipo Homo heidelbergensis) y les que diferenciar internamente facies en el Achelense siguieron (los humanos modernos). Realmente, consi- superior, puede limitarse a una simple cuestión indus- deramos muy probable que esta visión restrictiva de trial y pertenecer al mismo gran período cronológico. las vías de poblamiento sólo sea válida para aquella Su llegada a la cornisa pudo haberse dado indistinta- porción del Cantábrico (Asturias y sector occidental y mente por el occidente y por el oriente y su expansión central de Cantabria) en la que existe una verdadera debió de ser rápida, de manera que aprovechando la frontera altitudinal, con cotas casi insalvables durante relativa bonanza climática del último interglaciar el Pleistoceno. Por contra, tanto en su extremo occi- (Eemiense), ocuparía prácticamente todas las tierras dental, como, sobre todo, oriental (la Depresión Vas- norteñas. Estos dos poblamientos, separados por co-Cantábrica), resulta difícil de mantener un modelo varios cientos de miles de años, no se pueden unir, al de región cerrada y el propio registro arqueológico menos de momento, pues faltan los hallazgos arqueo- nos indica reiteradamente que existían movimientos lógicos que lo posibiliten. Es posible que el primero de población con las regiones vecinas, sobre todo a fuese solamente esporádico y no cuajase. Sólo los partir del Musteriense. A modo de ejemplo, podemos futuros trabajos arqueológicos, si vienen premiados señalar que en un radio de menos de diez kilómetros con los deseados hallazgos, despejarán estas incógni- en el límite de las provincias de Álava, Gipuzkoa y tas. Bizkaia, se localizan tres importantes yacimientos musterienses en cueva (Arrillor, Lezetxiki y Axlor) Esta misma población achelense irá evolucionan- con secuencias dilatadas y ningún elemento distintivo do y adquiriendo características propias y personales de su carácter "cantábrico" o "mediterráneo". de la zona cantábrica que la individualizan, en cierto modo, de otras zonas, y que podemos rastrear, sobre Una propuesta que hilvanamos someramente a todo, en la industria. Es lo que llamamos Achelense modo de hipótesis de trabajo, únicamente válida para superior, al que podríamos añadir el calificativo de la Cornisa Cantábrica y, también, conviene recordar- cantábrico o, si se prefiere continuar con las denomi- lo, desde una visión clásica del estudio prehistórico, naciones clásicas, meridional. Por último, esta base vendría marcada por las siguientes características: del Achelense cantábrico, condicionada por las características propias del nuevo medio ambiente del El primer poblamiento, aun de difícil determina- comienzo de la última glaciación, será el sustrato ción cronológica, parece situarse en el Pleistoceno sobre el que se forme el llamado Musteriense cantá- medio, sin poder especificarse fechas de cronología brico, en el que, como ya hemos comentado, algunos absoluta, que sería la época de la llegada más antigua autores pretenden ver una relativa continuidad en las a estas tierras de grupos humanos. De momento, sus facies que se han identificado y que parecen respon- restos arqueológicos se reducen a indicios de indus- der a especializaciones y adaptaciones en diferentes trias que, al ser muy escasas, no pueden ser definidas zonas, sitios y yacimientos. Sólo la llegada de las con exactitud. Los restos se encuentran en Galicia, en "culturas" del Paleolítico superior y del Homo las terrazas del Miño y en Asturias en Cabo Busto, sapiens acabará con este continuum que podemos junto a otros indicios en las terrazas altas del río seguir desde el Pleistoceno medio. Nalón, por lo que parece que la llegada o penetración a la Cornisa Cantábrica por el occidente pudiera 3.2. El protagonista humano del proceso encontrar en estos hechos algún punto de apoyo, aun- que, como es lógico, faltan datos para poder afirmar- Los restos antropológicos asignables al marco lo de una manera fehaciente. En el otro extremo de la cronológico comprendido en este capítulo son —por cornisa nos encontramos con las altas fechas del yaci- decirlo discretamente— escasos y aún están pendien- KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica (cid:9) 61) JOSE ADOLFO RODRÍGUEZ ASENSIO Y ALVARO ARRIZABALAGA VALBUENA .~oaaii~ ~~~r~ i~a~i~ 4 referencia estratigráfica del húmero para, una vez dotado de un contexto claro, estudiar éste desde todas las perspectivas posibles, aunque lo que hasta hoy dïa sabemos apunta hacia una cronología de finales del 3.1 Riss o del IS 6 para este resto. Se han citado otros restos humanos adjudicados a neandertales en el ámbito cantábrico (o inmediatos) que podrían corresponder al periodo en estudio. Se trata en general de piezas dentarias (cuevas de Arri- llor o Lezetxiki, por ejemplo) y, más raramente, otros restos humanos como maxilares, mandíbulas o hue- sos largos (El Castillo o Axlor). Aquellos fósiles que pueden ser datados o ya lo han sido parecen corres- ponder a momentos muy avanzados o finales del Musteriense, y en algún caso incluso (los restos ubi- Figura 5. Lezetxiki. Húmero humano de la cueva de Leibar. cados en la base del nivel III de Lezetxiki) podrían contextualizarse en ocupaciones con industria com- tes de ciertas verificaciones estratigráficas. A fecha patible con el inicio del Paleolítico superior. Por este de hoy, descartados por su datación cercana a los motivo, no entran en el ámbito cronológico a incluir 40.000 años BP (Fortea et al. 2003) los restos huma- en este capítulo y sí lo serán, por el contrario, en el nos de la Cueva del Sidrón y pendientes de datación contexto de los dos siguientes. directa muchos de los restos neandertales conocidos en el medio cantábrico, apenas resta para esta exposi- 3.3. Tipología de los asentamientos. Territoriali- ción uno de los fósiles de Lezetxiki (Fig. 5). Se trata, dad y ocupación del territorio. Principales depósi- concretamente, del húmero humano recuperado en la tos arqueológicos del período base de la estratigrafía durante las excavaciones diri- gidas por J.M. de Barandiarán, y que fuera asignado Queremos detenernos, aunque sea mínimamente, por quien publicó el resto en primera instancia a un en los yacimientos, en sus características y en la dis- ser "premusteriense" (Basabe 1966). La ausencia de tribución espacial de los mismos en la Cornisa Can- materiales de contextualización en el propio nivel tábrica. Abordarnos una síntesis de los trabajos par- VIII de Lezetxiki condujo a una cierta especulación ciales realizados en las diferentes regiones adminis- acerca de la adscripción filética a realizar para este trativas que conforman la Cornisa Cantábrica. Es fósil, entre la categoría de neandertal, anteneandertal cierto que los planteamientos científicos y la metodo- y, más recientemente, Homo heidelbergensis (sobre logía de estudio han sido diferentes y, por tanto, los todo, a partir de su comparación con el registro de la resultados están muy condicionados, pero con los Sima de los Huesos de Atapuerca). El pro- datos existentes hoy ya se pueden extraer determina- pio Basabe pareció siempre más inclinado a incluir el húmero de Lezetxiki entre espe- cies anteriores al neandertal, o entre las variantes más antiguas de éste, cuanto menos (Basabe 1983). Excavaciones recientes de uno de nosotros (Arrizabalaga, desde 1996 hasta la fecha) han permitido replantear la vinculación estratigráfica del húmero de Lezetxiki con la secuencia prin- cipal del yacimiento (lo cual independiza el debate sobre la antigüedad del resto del de las fechas obtenidas para su nivel VII), al tiempo que lo refieren a un locus secunda- rio que se viene denominando como Leze- txiki II, para el que ya se dispone al menos de una datación de 74.000 años BP (Falgué- res et al. 2005/2006), por debajo de la cual estaría ubicado el citado fósil. En definitiva, Figura 6. Cabo Busto. Vista de los trabajos de excavación. esperamos poder clarificar la verdadera KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica
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