Description:Bud Miller se apoyó indolentemente a un lado de la puerta y dijo: —Déjanos pasar, preciosidad. Si no lo haces acabaremos echando la puerta a tierra y será peor para ti. Los hombres que había tras él le apoyaron con significativos gruñidos y con insistente tintineo de espuelas. Eran cinco, de modo que formaban un grupo más que suficiente para cumplir su amenaza. Desde el interior no partió la menor respuesta. Bud Miller, con voz cariñosa, insistió: —Vamos, nena, cielito, no consientas que nos quedemos muertos de frío aquí abajo…