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El Pensamiento Filosofico De Lou Andreas Salome PDF

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Arantzazu González El pensamiento filosófico de Lou Andreas-Salomé EDICIONES CÁTEDRA UNIVERSITAT DE VALENCIA INSTITUTO DE LA MUJER Feminismos Consejo asesor: Giulia Colaizzi: Universitat de Valencia María Teresa Gallego: Universidad Autónoma de Madrid Isabel Martínez Benlloch: Universitat de Valencia Mary Nash: Universidad Central de Barcelona Verena Stolcke: Universidad Autónoma de Barcelona Amelia Valcárcel: Universidad de Oviedo Instituto de la Mujer Dirección y coordinación: Isabel Morant Deusa: Universitat de Valencia Diseño de cubierta: Carlos Pérez-Bermúdez N.I.P.O.: 207-97-025-2 © Arantzazu González Ediciones Cátedra, S. A., 1997 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid Depósito legal: M. 13.474-1997 I.S.B.N.: 84-376-1528-3 Printed in Spain Impreso en Gráficas Rógar, S. A. Navalcamero (Madrid) Para Amelia Valcárcel. (Que siguió el desarrollo de este trabajo, paso por paso, con el ojo crítico de la primera lectora.) “Sea cual fuere el comienzo, el final siempre ha de ser nuestro” “Brotando del inconsciente crece el tronco del alma... bifurcado.” (Andreas-Salomé, Mein Dank an Freud) Para Irene y para Fausti (me faltan palabras y me sobran emociones). “Puede ocurrirme lo que se quiera; nunca pierdo la certeza de que detrás de mí hay unos brazos abiertos para acogerme.” (Andreas-Salomé, Mirada retrospectiva.) Para Andrés porque su presencia me ata a la vida. Agradecimientos Deseo expresar mi agradecimiento a las personas que me ayudaron en la realización de este libro, bien con su apoyo bien con sus consejos: Teresa del Valle, Mary Sol de Mora, Javier Etxeberria, Carlos Castilla del Pino y Femando Savater fueron los ‘ilus­ tres’ que se constituyeron como tribunal de tesis. Como ven, tuve la suerte de tener un tribunal de lujo. Además de los más cercanos en la distancia —y del que está más lejos, el profe­ sor Carlos Castilla del Pino, que es todo un ‘caballero’, y esto dicho por una feminista no es verborrea sino un sentido ha­ lago—, puedo decir que me honran con su amistad. Mikel Iriondo, profesor titular de Ética en la U. P. V., fue el tutor de la tesis. Con su apoyo los trámites universitarios fueron sencillos. Aurora Marco, catedrática de Lengua y Literatura en la Universidad de Santiago, fue una ayuda inestimable. Estoy en deuda con ella. Begoña Muruaga, coordinadora editorial de Emakunde, Koro Garmendia, concejala en el Ayuntamiento de Donostia, y Esther Larrañaga, viceconsejera del Gobierno Vasco, estu­ vieron generosas y espléndidas. Reyes-Mate, director del Instituto de Filosofía del C.S.I.C., me ofreció un espacio y un apoyo académico que me benefi­ cia con su magisterio. La existencia de estas personas, que han sido sumamente magnánimas conmigo, ha contribuido positivamente en mi quehacer profesional. El texto es, pues, un cálido don que les ofrezco. En otro orden, sólo voy a mencionar a aquellas otras per­ sonas que también están presentes. Para todas ellas el men­ saje es el mismo: “Tú me regalaste un trozo de vida, y yo lo necesitaba más de lo que imaginas”: Pili Moreno, Inés Hi­ dalgo, Inma Fernández, Txaro Raposo, Miren A. Agirre, Ana Belén Serna, Carlos Urrutia, Lourdes Blanco, Dorleta Atorra- sagasti, Iñaki Rivero, Rosa Cuezva, M. Teresa Castells, Luis T. Adrián, Marián Hernando, Nati Jaular, Lorenzo Guillón, Alejandro Ruano, Paloma Fernández, Andrea Milde, María Schereiber, Patxi Ayerza y Yolanda González. Prólogo Lou Andreas-Salomé debe ser interpretada como una mu­ jer que lucha por su independencia. Su personaje simboliza la lucha por trascender convenciones y tradiciones en cuanto a modos de vida y en cuanto a ideas. Aunque se relacionó con grandes intelectuales varones supo, aun así, mantener su per­ sonalidad e identidad propia, sin ser engullida: ésta es la lu­ cha de la mujer decimonónica moderna. Y ella fue la primera. Todavía hoy en día —y aún más en los círculos académi­ cos y universitarios— sólo es conocida como amiga de ilus­ tres, y la mayor parte de sus libros continúa sin publicarse. También es meritorio que fuese ella quien realizase el primer estudio feminista sobre la obra de Ibsen. Andreas-Salomé fue testigo del fin de la tradición román­ tica. Atravesó todos los debates de la época. Su situación per­ sonal le permitió viajar, librarse de prejuicios, vivir su autono­ mía. Pero los intelectuales coetáneos, asombrados por encon­ trar rivales entre las mujeres, no supieron juzgarla1 —junto con Cosima Wagner es a la única mujer que Nietzsche llama 1 Puede que a los hombres que defendieron causas impopulares se les considerase descarriados, pero rara vez se quedó en entredicho su moral o su masculinidad. Las mujeres que hicieron otro tanto corrieron el riesgo de ser denunciadas como rameras o condenadas por no ser femeninas, acusación genérica empleada para referirse a todo tipo de conducta en la mujer que desaprueban los hombres. ‘Frau’. Andreas-Salomé fue la primera mujer moderna: en fi­ losofía, se anticipó al existencialismo; asimismo, destacó ex­ cepcionalmente en el psicoanálisis. Sufrió, sin embargo, la tergiversación de su personaje: ya que se cuestionó en nume­ rosas ocasiones por qué ella sólo pudo ser entendida como ‘escuchadora’ (aquella que repite lo dicho por otros) sin atri­ buirle genio creador alguno. Aquí se expresa claramente la dinámica de la capacidad patriarcal de la cultura por la cual una mujer nunca puede ser creadora, sino reproductora. Tuvo que justificar, además, su condición de mujer en un mundo masculino. En definitiva, no consiguió romper el techo de cristal de la cultura y poder ser oída. Pues la cínica desvia­ ción de valores a los cuales ha procedido la sociedad patriar­ cal y que degradó la plenitud femenina a sometimiento histé­ rico y la mujer a hembra, ‘olvidó’ el discurso filosófico de Andreas-Salomé en favor de la reconciliación de las mujeres consigo mismas. La filósofa que tanto reflexionó sobre las imágenes de la mujer —véase bibliografía— proporciona una contribución radiante y decisiva a la noción freudiana de nar­ cisismo. El narcisismo es, a sus ojos, no sólo un principio estructurante, sino que constituye el ‘principio creador’ —en este sentido, lo poseen, principalmente, artistas y mujeres. Esta energía bienhechora es la que los artistas, cuya creación atraviesa el ser entero, saben captar mejor que nadie. La justa interpretación del concepto narcisístico salva a la mujeres de­ cimonónicas y a la sociedad en general de la angustia, del vértigo ligado a la quiebra de valores. ¿Había mejor manera de poner fin a la segregación de un sexo que se había remi­ tido a la inconsistencia de sus imágenes, que la de dar a estas últimas su fuerza de presencia para el conjunto de los seres humanos? Fue una heroína: merecedora del culto heroico en sus as­ pectos más positivos. Las mujeres de hoy en día sufren enor­ memente por la falta de identificación con una figura feme­ nina heroica. Vindico, desde estas páginas, el carácter heroico de Lou Andreas-Salomé. Fue una filósofa única en la historia de su época. Fue la heroína que con su trabajo se hizo espacio en el Mundo Moderno. Introducción La vida y la obra de Lou Andreas-Salomé mueve tanto a la crítica como al entusiasmo. Hasta la fecha se han escrito numerosas variaciones, que aclaraban una esfera íntima —siempre en relación con otro ser masculino. En general, los textos hacen referencia a esta femineidad que con tanto asombro fue contemplada y que, por tanto, tanta desconfianza despertaba. Sin embargo, la ten­ dencia personal de la filósofa era la eliminación del factor de alteración ‘mujer’. Incluso los académicos, los intelectuales y los filósofos más benévolos dudan sobre cuál es el rango filosófico que se le debiera conceder a Lou Andreas-Salomé. Sus textos son tildados de meros frutos de su época, documentos más bien obsoletos, personales como credos. Por otra parte, su obra fue encasillada, ya entonces, con el calificativo de ‘literatura fe­ menina’; y al reconocerla como tal, se le negó de antemano, por ello, ser equiparable con la creación del ‘genio mascu­ lino’. Todos admiraron en ella el ideal de mujer autárquica, capaz de poder extraer hasta de las experiencias dolorosas un aumento de su felicidad en la vida. La formación de leyendas y la idealización se vieron favorecidos por el hecho de que Lou rompiera los límites de un mundo interpretado por el hombre. Andreas-Salomé se pregunta por las posibilidades que le ofrece la vida en su época, y por aquellas que le niega, elige a menudo lo que en 1900 se considera ‘imposible’ y demuestra —para asombro, y a veces para espanto de los de­ más—, que lo que era definido como imposible no resultaba ser tan inamovible. Su obra aborda siempre el problema del equilibrio entre la diversidad de posibles roles y una imagen circunscrita de la mujer, así como los problemas fundamenta­ les que entraña el cambio cultural producido en 1900. En contraposición, en los últimos años, la figura y el pen­ samiento de esta filósofa adquieren una importancia conside­ rable y, por ello, sus logros comienzan a ser valorados conve­ nientemente. Así, en su ensayo La vejez, concibe Simone de Beauvoir a Lou Andreas-Salomé como el ejemplo de una vida plena y satisfactoria1. También Anais Nin se identifica, de forma un tanto caprichosa, con Lou Andreas-Salomé, esta­ bleciendo, para asombro del lector, una analogía entre su re­ lación con Henry Miller y la que mantuvo Lou con Sigmund Freud2. La época que le toca vivir a Andreas-Salomé evoluciona rápida y generosamente. El naturalismo, el neorromanticis- mo, el simbolismo, el expresionismo, el neoclasicismo y el incipiente expresionismo son algunos de los movimientos ar­ tísticos y culturales que tienen lugar. La definición esquemá­ 1 S. Beauvoir, Das Alter. Essay, Reinbeck, 1972, págs. 445 y ss.: “Ella le ha dado demasiado al mundo, más de lo que éste le ha devuelto.” (Hay trad. cast.: La vejez, Barcelona, Edhasa, 1983.) 2 A. Nin, “Frau sein. Interview”, Vogue, 15 de octubre de 1971. Nue­ vamente reproducido en A. Nin, Die neue Empfindsamkeit. Über Frau und Mann und andere Essays, Vortráge und Aufsatze, Frankfurt a.M., 1982, págs. 24 y ss. Resulta casi gracioso leer cómo Anais Nin contesta a la pregunta de si ella, como mujer, no se veía comprometida por su rela­ ción íntima con un hombre tan criticado por parte de las feministas como Henry Miller: “Para nada. Él era lo opuesto a mí. No me gustó... su pos­ tura acerca del sexo. ¡Pero incluso Freud llegó a comportarse de forma muy diferente con Lou Andreas-Salomé! Verá Usted —esto depende de la mujer.” (Loe. cit., pág. 25.) Anais Nin escribió asimismo un prólogo para la edición original del li­ bro de H. F. Peters con el título, My Sister, My Spouse: A Biography of Lou Andreas-Salomé, Nueva York, 1962. (Hay trad. cast.: H. F. Peters, Lou Andreas-Salomé. Mi hermana, mi esposa, Barcelona, Paidós, 1995.)

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