Description:Pone la historia tradicional patas arriba, pero lo hace con tal despliegue de erudición y de testimonios documentales y arqueológicos que el lector objetivo no podrá dejar de pensárselo dos veces antes de aceptar las frases hechas y los dogmas estereotipados de las iglesias oficiales. Después de la muerte de Jesús, sus discípulos judíos se convencieron de que se aproximaba el fin del mundo, y de que a este seguiría el segundo advenimiento del Mesías. Los tiempos estaban maduros para la revolución. El yugo romano se volvía insoportable. Las iniquidades de Nerón y Calígula parecían presagiar el derrumbe del Imperio. Santiago, hermano de Jesús, heredó la jefatura del movimiento mesiánico. Esenios, nazarenos, zelotes y samaritanos olvidaron sus diferencias doctrinarias para incorporarse al partido de Jesús. El partido de Jesús fue el partido de los pobres: revolucionario y nacionalista. Pero el fin del mundo no llegó, y Pablo y los evangelistas transformaron el ideal mesiánico en una religión institucionalizada, que habría de entenderse muy bien con los enemigos históricos de Jesús: el Estado, los ricos, los fariseos.