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El Nacimiento Del Anarquismo PDF

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El nacimiento del anarquismo Pierre Ansart Amorrortu editores Buenos Aires Introducción La obra proudhoniana se ofrece a nuestra lectura como un conjunto particularmente claro e inteligible. La voluntad que anima a Proudhon de convencer a lectores poco habituados a las dificultades de la reflexión lo impulsa, en efecto, a evitar las expresiones confusas. Procura oponer al lenguaje abstracto de la ciencia un vocabulario familiar, y sólo retiene de la economía política o de la filosofía los conceptos indis­ pensables para la comprensión de las ideas generales. La rei­ teración de los temas es parte de este esfuerzo de esclareci­ miento deliberado, pues fija la atención del lector sobre los puntos esenciales de la demostración. La imagen familiar y el ejemplo ilustran los razonamientos y adaptan las significa­ ciones a la experiencia. También las fórmulas lapidarias y las paradojas capaces de transformarse en consignas políticas sinte­ tizan, como en un resplandor de pensamiento, los grandes rasgos de la crítica. Por otro lado, esta obra se extiende de 1839 a 1865, y Proudhon no dejó de modificar sus teorías iniciales respecto a problemas tan decisivos como la crítica de la propiedad, la significación de lo político o la organiza­ ción del trabajo. Pero podemos pensar que la extensión de su obra y los matices de su evolución exigen una lectura más atenta y circunstanciada. Cabe suponer con razón que una in­ vestigación paciente y amplia nos permitirá tener acceso a una lectura más exacta, más cercana al texto; en suma, fiel. En realidad, la prosecución de nuestra lectura obliga en segui­ da a formular dudas sobre su neutralidad. La propia amplitud de las obras y la riqueza de las ideas nos fuerzan a reorganizar las indicaciones parciales dentro de una temática ordenada. El sentido político de la obra nos obliga a realizar las síntesis que respondan a las preguntas prácticas planteadas. Pero apenas comenzamos esta tarea experimentamos inquietud en proporción a la fidelidad que pretende nuestra lectura. Debemos confesar que el simple ordenamiento de los temas implica la generalidad de la interpretación, pero debemos re­ conocer también que ese ordenamiento no es impuesto de 7 modo absoluto por el conjunto de la obra. Por ejemplo, según valoremos los temas críticos o las proposiciones de reforma, destacaremos ya el aspecto anarquista y ateo de Proudhon, ya el aspecto positivo y reformador de su obra. Por prudente que sea nuestra síntesis, la importancia relativa que demos a uno de estos aspectos opta por una fisonomía determinada y de­ cide la totalidad de nuestra interpretación. En esta obra inmensa estamos necesariamente ante la obligación de medir la importancia que daremos a los diferentes escritos, y esta obligación nos fuerza a escoger. Si acordamos, por ejemplo, Premier Mémoire, más importancia a la que denuncia violen­ Théorie de la pro tamente la propiedad privada, que a la - priété, donde la posesión aparece como un medio de preservar la libertad, insistiremos en el aspecto crítico y revolucionario en detrimento de conclusiones más moderadas. Y si preten­ demos respetar la pluralidad de las indicaciones, no escapa­ remos a la obligación de interpretar los últimos escritos en relación con los primeros, sea que hagamos de aquellos el men­ saje definitivo que desfiguraría los primeros textos, o el com­ plemento de verdades que se mantuvieron invariables. Debemos confesar que nuestra lectura procede de alguna ma­ nera mediante una selección de textos. Desde el momento en que no nos resignamos al comentario de una sucesión de tra­ bajos, y que procuramos, al conjuro de esta obra militante, despejar las significaciones sintéticas, no escapamos a la ne­ cesidad de subrayar determinados pasajes, y de esfumar, cuan­ do no de dejar de lado, ciertas páginas que nos parecen se­ cundarias, o que decidimos que lo son. Nuestra lectura procede a una sucesión de elecciones y de omisiones. Pero no pode­ mos olvidar que en el caso de un autor tan profuso esta se­ lección puede llevarnos a interpretaciones contradictorias. Po­ demos imaginar, no sin inquietud, diferentes compilaciones de textos que harían de Proudhon ya un anarquista subversivo, ya un revolucionario generoso y humanista, ya un reformador prudente, ya, por último, un moralista rígido. La investiga­ ción cuidadosa, lejos de restituir la neutralidad de nuestra lectura, nos hace descubrir las elecciones y selecciones opera­ das, sin que honestamente podamos asignar a tales opciones ' un carácter definitivo. En vano pediríamos a los comentaristas una respuesta satis­ factoria para esas dificultades. Por el contrario, estos aumen­ tan nuestras incertidumbres, ya que las diversas interpretacio­ nes propuestas para la obra de Proudhon son totalmente diferentes y aun contradictorias. 8 A menudo se han señalado estas diferencias de criterio, pero conviene recordarlas y medir su profundidad para plantear en toda su extensión el problema de la lectura de la obra prou­ dhoniana. Ellas deben mostrarnos la extrema relatividad de nuestras opciones y plantear la cuestión de saber de qué manera esta relatividad podría superarse. En primer término es necesario recordar hasta qué punto Proudhon fue objeto de pasiones extrañamente contradicto­ rias. Sin duda esos elogios y esas condenas perentorios par­ ticipan tanto del capricho como de la reflexión, pero expresan juicios de conjunto y responden a interpretaciones generales. Merece destacarse que aun hoy, cuando la obra de Proudhon ha sido objeto de múltiples estudios y cuando el paso del tiem­ po ha disipado las pasiones que ella despertara en el momento ae su publicación, suscita todavía hostilidad y entusiasmo. Systéme des contradictions écono- Prologando una edición del tniques , un comentarista califica a Proudhon de «raciocinador indigesto, pródigo en galimatías pretensiosos» y agrega: «In­ dudablemente, Proudhon es la antigua Francia ... ¿Cómo negar que sea conservador? Su ideal pasa por el orden, la ».1 familia y el trabajo En el otro extremo, cuando Jean Bancal confronta la exten­ sión de las tesis proudhonianas y la evolución del mundo contemporáneo, ve en Proudhon «un genio renovador» y «un ».2 Systéme profeta del siglo xxi Louis Althusser, aludiendo al des contradictions, afirma que Proudhon resultó el «prisionero inconsciente (...) de la economía burguesa», como si tal juicio .3 fuera tan evidente que no admitiera discusión alguna Pero, al mismo tiempo, los historiadores anarquistas ven en Prou­ dhon un crítico radical de la economía capitalista y el creador de una concepción antiestatista de la sociedad y de la gestión .4 económica Estas oposiciones recuerdan curiosamente los juicios que ro­ dearon a Proudhon durante su vida. Mientras unos ven en él al mayor teórico socialista, otros lo consideran «el hombre- 1 K. Marx, Mistre de la pbilosophie; P.-J. Proudhon, Philosopbie de la tnisére, Introducción de J;-P. Peter, París: Union Générale d’Edi- tions, 1964, págs. 17-19. Oeuvres choisies, 2 P.-J. Proudhon, textos presentados por Jean Ban­ cal, París: Gallimard, 1967, prefacio, págs. 40-41. Pour Marx, 3 L. Althusser, París: Maspéro, 1965* pág. 88. Histoire de l’aharcbie, 4 A. Sergent y C. Harmel, París: Le Portulan, L'anarchisme, 1949, págs. 135-40; D, Guérjn, París: Gallimard, 1965, pág. 52. 9 terror». Un obrero lo ve como el «gran filósofo de nuestro »,5 siglo mientras que un periodista asimila sus doctrinas voyoucratiques * ».6 al «evangelio de Satán Después de la La révolution sociale démontrée publicación de , Edouard Her- La Presse, vé, en hace la apología de las tesis de Proudhon, L’Univers mientras que Louis Veuillot en reprocha a la po­ licía que permita la publicación de este «frenesí de injurias ».7 y de blasfemias Testigo de estos acontecimientos, Daniel Histoire de la Révolu­ Stern evoca esas contradicciones en su tion de 1848: «La audacia de las proposiciones de Proudhon (...) semejante desafío arrojado a todas las creencias, a todas las opiniones recibidas, suscitó una indignación violenta (...) Proudhon conquistó súbitamente, en un círculo restringido primero, pero cada vez más amplio, un renombre en el que la repulsión ».8 pesaba más que la simpatía Sin duda esas repulsiones y adhesiones responden sobre todo a las actitudes políticas o religiosas de sus autores, y tales juicios deben interpretarse a partir de dichas actitudes racio­ nales o afectivas. Evocan más los resultados de tests proyec- tivos que de explicaciones críticas. Pero discuten también el sentido general de la obra de Proudhon, y aun ahí se mani­ fiestan profundas divergencias. Proudhon ya observaba estas contradicciones en una carta de 1863: «... para honor de las sanas doctrinas, se persiste en hacer ergo de mí un comunista, un enemigo de la familia y de la moral, un predicador del desorden, de la expoliación y del materialismo. Y lo más cómico es que se ha hecho de mí, por último, un legitimista, un orleanista, un papista, y aun un ».9 partidario del régimen pretoriano 5 Citado por J. Bartier, «Proudhon et la Belgique, en Vactualité de Proudhon, Bruselas: Instituí de Sodologie de l’Université Libre de Bruxeiles, 1967, pág. 179. voyaucratiques * Quizá pudiéramos traducir « » por «canallescas», aun­ que en el texto la expresión tiene un sentido más político (es decir, de la teorías surgidas de «la canalla») que moral. (N. T.) Ibid., 6 pág. 177. La révolution sociale démontrée, 7 París: Rivicre, pág. 383. 8 D. Stern (Marie de Flavigny, condesa de Agoult), Histoire de la révolution de 1848, París: A. Lacroix-Verboeckoven, 1880, pág. xvn. Correspondance, 9 Carta a Edouard Cros, 6 de febrero de 1863, París: Lacroix, vol. xii, pág. 281. 10 No es nuestra intención hacer el inventario de estas inter­ pretaciones: nos proponemos, solamente, extraer una lección de estas contradicciones para medir la dificultad de una lec­ tura justificada. Por eso, solo retendremos cuatro tipos de interpretaciones que conciernen esencialmente a las teorías políticas de Proudhon y que seleccionamos entre el abanico de las actitudes políticas: la de Bakunin, que hace de Prou­ dhon un teórico anarquista; la de los comentaristas de la edición Riviére, quienes subrayan en general sus propuestas reformadoras; por último, la de Marx y la de los escritores contrarrevolucionarios. 1 . La interpretación de Bakunin debe retener nuestra aten­ ción, no solamente porque Bakunin se consideró continuador del pensamiento de Proudhon, sino porque esta. filiación fue, reconocida por los miembros de la Primera Internacional, así, como por Marx y Engels, quienes comparaban «la insensatez .,10 difundida por Bakunin» con la de Proudhon En la lucha emprendida contra el «autoritarismo» de Marx y contra la teoría de un socialismo estatista que los «aliancistas».atribuían a este, Bakunin reivindicaba, en efecto, su fidelidad a la obra de Proudhon, «ese gran pensador,.gran teórico.revolucionario, ».11 formidable en la negación, racional Bakunin destaca más particularmente la parte crítica de la obra proudhoniana. La cita en sus polémicas contra las reli­ giones, y,, por ejemplo, .consideraren contra de la opinión de Mazzini, que las explicaciones de Proudhon concernientes a la .12 ilusión religiosa deben ser ley Destaca, con no menos insis­ tencia, la crítica proudhoniana. dél Estado, así como la de­ nuncia de una. democracia, fundada sobre la delegación de .13 poderes De esta manera atribuye a Proudhon un sentido 10 Carta de Engels a Sorge, 17 de marzo de 1872„ 11 M. Bakunin, «La tHéologie politique de Mazzini, Fragments et Archives Bakoimine, variantes», Lehning, Leiden, Brill, 1961, vol. i, pág. 241. . r ibid., rS-' 12 «Réponse d’un International á Mazzini», vol. i, pág. 9. \ 13 «El medio y la condición, si no el objetivo principal de la revo­ lución, es aniquilar^ j)rmcipio_ de autoridacLen Jodas, sus. posibles manifestaciones y abolir completamenteel Estado-político y., jurídico,- porque el Estado, hijo menor de la Iglesia, como tan bien lo demostró Proudhon, es la consagración histórica de todos los despotismos, de todos los privilegios, la razón política de todas las servidumbres eco­ nómicas y sociales, la esencia misma y el centro de toda reacción». \Lettres a un Frangais sur la crise actuelle Oeuvres, (1870), nota de ~J: Guillaume, París: Stock, 1907, vol. ir, págs. 107-08. 11 agudo de la libertad y una vigilancia auténticamente revolu­ cionaria contra los riesgos de reconstitución de un socialismo estatista y autoritario. En la lucha que mantiene dentro de la Internacional contra el «comunismo autoritario», Bakunin conviene en que Marx ha propuesto un análisis más riguroso de los fenómenos económicos, pero afirma que Proudhon poseía, en mayor medida que Marx, el verdadero «instinto revolucionario»: lo animaba —escribe— «el verdadero ins­ tinto del revolucionario; adoraba a Satán y proclamaba la ».14 anarquía La exigencia formulada en los estatutos de la Internacional sobre una emancipación de los trabajadores con­ sumada por los propios trabajadores se realizaría precisamen­ te por los principios de Proudhon y no por los de Marx. esencial Lo del proudhonismo residiría, pues, en su teoría de la anarquía, en su «negación racional» del Estado, de la Iglesia y de la propiedad, en su afirmación de la espontanei­ dad social. En el pensamiento de Proudhon habría que des­ cubrir esencialmente la teoría fundamental que opone en for­ ma antinómica todas las modalidades de explotación y de des­ potismo a «la vida y la acción espontánea». Bakunin insiste, pues, más particularmente en los escritos políticos de Prou­ dhon y en las obras del período 1848-1851: «Nunca reco­ mendaré bastante —escribe— la lectura de uno de los mejores Les confessions d'un révolutionnaire libros de Proudhon: ».1B En cambio, es reticente respecto a lo que llama «la metafí­ sica» de Proudhon por encontrarla sospechosa de idealismo. Dilucidar él verdadero sentido del proudhonismo será, pues, hallar en él la teoría libertaria, igualitaria y auténticamente revolucionaria, contrariamente, por ejemplo, a las falsas inter­ pretaciones conservadoras de esa «camarilla pretendidamente .16 proudhoniana» animada por G. Chaudey 2 . Los editores y comentaristas que hicieron posible la No«- velle Edition (Riviére) de los escritos de Proudhon no se propusieron imponer determinada interpretación. Su propósito era publicar una edición científica lo más exacta posible. Ade­ más, los matices no faltan entre los comentaristas, desde Má­ xime Leroy, que muestra la importancia histórica de su obra De la capacité politique des classes ouvriéres, hasta Armand La Cuvillier, que expresa sus reservas sobre la coherencia de 14 «A los hermanos de la Alianza en España» (1872), citado por M. Nettlau, The ltfe,of Michael Bakouniti, Londres, 1896-1900, vol. i, pág. 70. Archives Bakounine, op.cit., 15 voL i, pág. 170, Ibid., 16 pág. 241. 12 création de l’Ordre. Sin embargo, de esos importantes traba­ jos se desprende una determinada interpretación del proudho­ nismo bastante alejada de la lectura de Bakunin. La exigencia propia de una edición erudita conduce a evitar las selecciones y a presentar todos los textos, por más secundarios que ellos parezcan al intérprete. La preocupación por repensar cada uno de los textos y comprenderlo por sí mismo lleva a poner de relieve todos los matices de un pensamiento complejo, y de ese modo la unidad que Bakunin pretendía encontrar se es­ fuma. Entonces aparece no tanto el teórico político, violento y acusador, cuanto el creador diverso e inagotable; el teórico anarquista, menos que el reformador lúcido, reflexivo o in­ clusive vacilante. En cierta forma, se puede comparar esta edición con los trabajos de Jean Bancal, cuyo objeto consiste también en mos­ trar toda la riqueza del pensamiento de Proudhon. Pero no contento con subrayar su coherencia, Jean Bancal se propuso demostrar la actualidad de su obra y demostrar todo aquello que en Proudhon anuncia las sociedades modernas y puede constituir un modelo para la solución de los problemas con­ .17 temporáneos Por lo tanto, convendría insistir menos en los escritos del período 1848-1851 que en los escritos construc­ tivos donde Proudhon elabora el plan de una sociedad mutua­ lista y federalista. Jean Bancal insiste entonces en esta parte premonitoria del proudhonismo concerniente a la socialización de la propiedad, la descentralización de los centros de deci­ sión, la contabilidad nacional, la agricultura de grupo, la edu­ cación permanente, etc. Se desprende de esta lectura una in­ terpretación muy alejada de la de Bakunin: ya no se trata del mensaje violento y libertario, sino del carácter eminentemente innovador de los proyectos y de su singular adaptación a las sociedades industriales modernas. 3. Confrontada con estas dos interpretaciones, la de Marx ad­ quiere relieve propio y no deja de resultar sorprendente. Se sabe que su apreciación de la obra proudhoniana cambió com­ La Sagrada Familia Miseria de la fi­ pletamente desde hasta losofía ; pero podemos atenernos provisionalmente a la carta dirigida a J. B. von Schweitzer, escrita después de la muerte de Proudhon y donde Marx se propone hacer un balance de sus juicios. 17 J. Bancal, «La démocratie industrielle de Proudhon», Revue de l’Action Populaire, julio de 1966; «La socio-économie de Proudhon», Cabiers de l’I.S.E.A., abril de 1966. 11 Mientras que Bakunin acredita a la obra proudhoniana lo esencial de una teoría auténticamente revolucionaria, Marx nada le concede en este aspecto y se burla de los socialistas ignorantes que creyeron ver en Proudhon un «herético ultra- »,18 archirrevolucionario cuando en verdad enunciaba el «códi­ ».10 go del socialismo tal como lo concibe el pequeñoburgués Muy lejos de poseer el genio y el instinto revolucionario, Proudhon habría perjudicado al movimiento revolucionario haciéndole «mucho daño», tal como Marx lo afirma en otro de sus escritos. Mientras que algunos críticos contemporáneos descubren en Proudhon múltiples indicaciones premonitorias, Marx niega valor científico a sus trabajos, afirmando que, o bien son simples plagios de trabajos anteriores, o bien ponen de mani­ fiesto una «ignorancia de los primeros elementos de economía ».20 Premier Mémoire política La tendría solamente un valor Systéme des contradictions propagandístico, mientras que el solo sería un «galimatías pretensiosamente especulativo»; las reformas propuestas durante la Revolución de 1848 no ten­ drían más vuelo que el de una «quimera perfectamente digna ».21 de un pequeñoburgués Las invectivas que emplea Marx no son indiferentes con re­ lación a este análisis; se insertan en una polémica tendiente a desvalorizar a los ojos del lector a un autor considerado pernicioso. Al juicio de Bakunin —quien ve en Proudhon un pensador «cien veces más revolucionario» que los socialistas «doctrinarios y burgueses»— responden estas afirmaciones de Marx, quien atribuye a Proudhon un «tono charlatanesco, fan­ farrón y jactancioso», una «charlatanería científica», para con­ cluir que se trata de un «torpe autodidacto» y un «perfecto ».22 cretino Al mismo tiempo, Marx hace una selección de las obras, una «antología», muy diferente de la de Bakunin. Mientras este Les confess'tons d’un révolutionnaire, insiste en Marx no asig­ L’idée générale de na ninguna importancia ni a esta obra ni a la Révolution au XIXe siécle. Por lo tanto, no hace la menor alusión a la teoría del anarquismo, que constituía, a los ojos de Bakunin, lo esencial del análisis proudhoniano. Extrae en 18 Carta a J. B. von Schweitzer, 24 de enero de 1865, trad. de M. Rubel y L. Evrard, París: Gallimard, 1965, vol. i, pág. 1456. Ibid. 19 Ibid., 20 pág. 1457. Ibid., 21 pág. 1458. Ibid. 22 14 Premier Mémoire Systéme cambio extensas citas de la y del des contradictions, y asigna también cierto valor político a De la justice dans la Révolution et dans l'Eglise, mientras que Bakunin formula algunas reservas respecto de esta obra. 4. Dentro de este inventario de lecturas contradictorias, la interpretación que hacen de Proudhon los círculos allegados Action Franqaise a y los defensores de la «Revolución Na­ cional», entre 1940 y 1944, debe retener muy particularmente nuestra atención: confirma rotundamente la impresión que teníamos de la relatividad extrema de las lecturas. En efecto, las tres interpretaciones que acabamos de recordar, por opues­ tas que sean, coinciden en situar al proudhonismo dentro del movimiento socialista del siglo xix: el propio Marx consentía en clasificarlo así, aunque fuera dentro de los límites de un socialismo «pequeñoburgués». Según el vocabulario político, Proudhon se encontraba situado en las corrientes intelectuales de «izquierda», vinculado al movimiento de defensa de las clases obreras, aun cuando no se insistiera necesariamente en su relación con los conflictos sociales. La lectura propuesta en 23 1941 por Henri Bachelin, por ejemplo, tiende a desplazar completamente esta perspectiva, uniendo el proudhonismo al pensamiento de derecha, refiriéndolo, no ya al movimiento obrero, sino, según una representación tradicionalista, al «pue­ blo francés»: «Como el suyo —escribe este autor— nuestro ».24 socialismo arraiga en el viejo terruño francés Société d’Editions Economiques La circular número 92 de la et Sociales (septiembre de 1942)25 esboza las grandes líneas de esta nueva lectura, no sin citar numerosos textos. Recuerda en primer término las condenas morales formuladas contra el liberalismo, pero destaca las críticas dirigidas contra los socialismos y más aún contra el comunismo. Partiendo de esta actitud se comprendería la hostilidad de Proudhon hacia el «marxismo naciente» y la incompatibilidad de su doctrina ».28 con el «bolchevismo autoritario El autor de esta publi­ cación recuerda la célebre fórmula «la propiedad es un robo», pero insiste en las últimas páginas de Proudhon referidas a la necesidad de erigir la propiedad como «contrapeso del po­ der público», a la defensa de la herencia y, particularmente, a la defensa de la familia. P.-J. Proudhon, socialiste national, 23 H. Bachelin, París: Mercure de France, 1941. Ibid., 24 pág. 145. Les précurseurs, Proudhon, Soc., 25 París: Soc. d’Ed. Econ. et 1942. Ibid., 26 pág. 6. 15

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