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El Mundo Moderno Antonio Luis Cortés Peña, Coord. PDF

455 Pages·2009·38.99 MB·Spanish
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111. EL MUNDO MODERNO Antonio Luis Cortés Peña coordinador E D I T O R I A L T R O T T A U N 1 ; V E R S I D A D D E C R A N I t t r h Historia del cristianismo 111. El mundo moderno Antonio Luis Cortés Peña coordinador R 1 A L T R I D A D D E G R CONTENIDO COLECCIÓNE STRUCTURAS Y PROCESOS Serie Religión Introducción: Antonio Luis Cortés Peña . . . . . . . . . . . . . . . . Siglas y abreviaturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. La crisis de la cristiandad occidental en los albores de la Modernidad: Antonio Luis Cortés Peña . . . . . . . . 11. Pensamiento teológico y movimientos espirituales en el siglo xw: Rafael M. Pérez García . . . . . . . . . . . . . III. Lutero y el luteranismo: Zófanes Egido López . . . . IV. Las reformas protestantes: Teófanes Egido López . . . V. Reforma y Contrarreforma católicas: Ricardo García Cárcel y Josep Palau i Orta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VI. La Inquisición española: ¿Descubrimiento o nueva O Editorial Trotta, S.A., 2006 creación?: Doris Moreno Martínez . . . . . . . . . . . . . . Ferraz, 55. 28008 Madrid VII. El cristianismo y los inicios del capitalismo: Bernat Teléfono: 91 543 03 61 ................................ Fax: 91 543 14 88 Hernández E-mail: [email protected] VIII. La edad del absolutismo confesional: las guerras de http://www,trotta.es religión: José Javier Ruiz Ibáñez y Marco Penzi . . . . . IX. Evolución de las relaciones Iglesia-Estado: Fernando O Universidad de Granada, 2006 Negredo del Cerro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . X. Religiosidad institucional y religiosidad popular: O Antonio Luis Cortés Peña, 2006 Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz . . . . . . . . . . . XI. El estamento eclesiástico en la Europa moderna: O De los autores para sus colaboraciones, 2006 Arturo Morgado García . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ISBN: 84-816 4-632-6 (Obra completa) XII. Las mujeres en el siglo de las reformas religiosas: Isa- ISBN: 84-81 64-799-3 (Volumen 111) belle Poutrin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Depbsito Legal: M-14 .845-2006 XI11. Las iglesias y las luchas doctrinales en el siglo XVII: Impresión Antonio Domínguez Ortiz y Antonio Luis Cortés Peña Fernández Ciudad, S.L. 7 CONTENIDO X La fiesta religiosa moderna: la madeja sacralizada del poder y la necesidad: León Carlos Alvarez Santaló . 591 XV Leer para creer. Religión y cultura del libro en la ............... Edad Moderna: Fernando Boum 637 XVI. Arte y cristianismo en la Edad Moderna: Juan Cala- INTRODUCCI~N .................................... trava 681 XVII. Misión e institucionalización d.e.l ..cr.i.st.ia.n.i.sm..o. .e.n. 739 Antonio Luis Cortés Pefia América: José Luis Mora Mérida XVIII. Las iglesias orientales y las uniones parciales con Roma (siglos xvi-xwii): Manuel Sotomayor Muro . . 785 XIX. Cristianismo e Ilustración. Los inicios de una nueva era: Antonio Domínpez Ortiz y Antonio Luis ............................... Cortés Peña 83 1 ........... 875 Bibliografia general:. A..n.to.n.i.o. L.u.i.s. C.o.r.té.s. P.e.ñ.a. ............ índice de nombr.e.s. ................................. 879 Este tercer volumen de la Historia del cristianismo se dedica a la Colaboradores .................................... 89 9 Edad Moderna, por lo que antes de nada parece oportuno hacer una índice general 90 1 breve referencia al respecto. La división de la historia en edades (ter- minología aceptada hoy por algunos con cierta reticencia, aunque no tanto como hace unas décadas) no debe ser un mero artificio di- dáctico para facilitar la exposición, como la simple división de un libro en capítulos. Si tal fuera, su valor científico sería nulo. Dicha división, por tanto, debe esforzarse por traducir una cierta estruc- tura interna de la historia, su evolución, sus mutaciones. En tal sen- tido es una cuestión básica que ha atraído la atención de no pocos intelectuales. El esquema de las tres edades (luego cuatro) se formó cuando los hombres del Renacimiento tomaron conciencia de su dis- tinta entidad, de su originalidad, y entre la Antigüedad y ellos in- trodujeron el concepto de media aetas o media tempora, que en el siglo XVII cristalizó en la división tripartita de Cellarius, pronto ge- neralmente aceptada. La época moderna nació, pues, bajo el signo de la autosatis- facción. En el Renacimiento el hombre se sintió, con razón o sin ella, superior a los que inmediatamente le precedieron. De hecho, en el pensamiento renacentista se mezcló en proporciones variables el res- peto a los antiguos, tenidos por superiores, con la convicción de que la humanidad había descubierto nuevos hechos y creado nuevas formas, lo que le permitiría un progreso en su evolución. Esta refe- rencia a la idea de progreso era absolutamente necesaria, pues sin ella no sólo es incomprensible el nacimiento de la idea de Moderni- dad, sino incluso la formación de un sentido propiamente histórico. HISTORIA DEL CRISTIANISMO EN EL MUNDO MODERNO era el resultado del afán por encontrar una nueva ex- Ahora bien, quienes en realidad por primera vez tuvieron plena con- presión del sentimiento religioso más de acuerdo con las sagradas ciencia de esta correlación entre historia y progreso fueron los escri- Escrituras, que tuvo en los humanistas sus más preclaros defensores. tores reformistas del siglo XWII -ese siglo a veces tan injustamente Unos intentaron que esa búsqueda se lograra dentro de los cauces tachado de antihistórico. por la Iglesia, promoviendo que ésta se reformase en su Soy consciente, no obstante, de que no son pocos los que sostie- cabeza y en sus miembros; otros optaron por la ruptura, conside- nen que en el desarrollo de la historia en general, y de la historia del rando que la iglesia de Roma era incapaz de protagonizar los cam- cristianismo especialmente, toda ruptura cronológica es más o menos bios necesarios para el viraje que pretendían, lo que ocasionó la ma- arbitraria. Aun admitiendo lo mucho de verdad que encierra esta yor conmoción conocida por el cristianismo occidental hasta la apreciación, hay asimismo que convenir que a lo largo de la evolución actualidad. De inmediato, lo cierto fue que todas las iglesias mani- de la humanidad han existido momentos, a veces periodos, cuyos ras- festaron una preocupación común, a la que iban a atender de forma gos han sido tan fuertes que han marcado una trayectoria diferente al la necesidad de cristianizar o arecristianizar)) a sus fieles, proceso seguido hasta entonces. En este sentido resulta evidente que tarea imprescindible dado el elevado grado de ignorancia doctrinal la entrada en la Edad Moderna se caracterizó por una serie de hitos existente, y no sólo entre los sectores más populares de la población. que iban a tener enorme trascendencia para la historia del hombre La situación creada tuvo como resultado una Europa plural en y, por supuesto, también para la historia del cristianismo. Sólo pen- cuanto a las creencias religiosas, pluralidad cuyo precio iba a resul- sar en algunos de los más importantes -la caída de Constantinopla, tar muy alto en persecuciones, exclusiones e, incluso, en guerras re- la invención de la imprenta, el descubrimiento de América, la Refor- ligiosas, manifestadas en demasiados casos con exaltada crueldad; ma...- deja bien claro que a partir de la segunda mitad del siglo xv después, primero con lentitud y con posterioridad con mayor am- y los comienzos del XVI se entraba en una época en la que las activi- plitud, espacial y mental, conforme fueron progresando las ideas de dades de los hombres conocen tales transformaciones que se puede tolerancia, se entró en una fase distinta; en ella, el factor religioso hablar de un mundo nuevo, caracterizado por un dinamismo y una in- comenzó a ser considerado como algo perteneciente al ámbito pri- terdependencia, en todos los sentidos, que no harían más que acre- vado y que, por tanto, no debía interferir en las relaciones entre los centarse de forma paulatinamente acelerada hasta el desaforado dis- hombres. Era el principio de una larga lucha en la que hubo frenos currir de la actualidad, sin que todo ello supusiera una ruptura brusca y retrocesos, y que, según parece, aún no ha visto del todo su final. con el pasado y que dicho pasado no siguiera estando presente. A lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, todo el proceso nos ha- Por lo que respecta a la historia del cristianismo, no hay que ol- bla, como hemos dicho, de la persistencia de una época religiosa, vidar que la Edad Moderna siguió siendo una época eminentemen- pero este hecho no estuvo en contra de que el papel desempeñado te religiosa, en la que lo sagrado ocupaba un lugar de privilegio en por el Humanismo y por la naciente sociedad científica, unido a la la cosmovisión de aquellas sociedades, como reflejan de forma in- actuación de gobierno de los nuevos Estados que se estaban for- discutible sus manifestaciones literarias, las artes plásticas o la músi- mando, estuviese a la vez preparando la secularización de la sacie- ca. Por otro lado, la misma expansión ultramarina de los europeos dad, que lentamente pero de forma irreversible iba a venir de la tuvo como consecuencia una expansión también del cristianismo, mano del análisis, la reflexión y la crítica. Este proceso seculariza- que sin duda se hizo más ecuménico. Hacia 1500 se puede hablar de dar se manifiesta, entre otros numerosos aspectos, en el hecho de la continuidad de la unidad intelectual de la cristiandad latina, aun- 9% a pesar de las imbricaciones de la religión en todos los aspectos que asimismo se percibían grandes diferencias en el comportamien- de la vida de los europeos, la política empezase a desconectarse de to y en la práctica religiosa de los europeos del momento, lo que factores religiosos; cierto que los mismos estuvieron presentes en el para algunos historiadores suponía un claro síntoma de la ruptura surgimiento de las numerosas guerras que asolaron la faz de Euro- religiosa que de inmediato iba a surgir tras la aparición de Lutero. pa; sin embargo, el ejemplo de la Paz de Westfalia, cuyos tratados Esta división auspiciada por la Reforma luterana y sus corolarios no <<~ecularizadossu*s citaron las protestas del Papado, que desde en- fue la consecuencia de una flaqueza en la religiosidad, sino que, al tonces quedó excluido como instancia reguladora de los acuerdos margen de que interviniesen en su triunfo otros factores políticos y HISTORIA DEL CRISTIANISMO EN EL MUNDO MODERNO internacionales, es bien representativo de la nueva vía en la que ha- No quisiera terminar estas palabras introductorias sin indicar bían entrado las relaciones entre los Estados europeos. Además, si que durante el proceso de redacción de la obra tuvimos la gran des- con anterioridad habían existido no pocos enfrentamientos entre gracia de perder al más importante de los colaboradores de este vo- los poderes civiles y la Iglesia, a partir de ahora, con el acrecenta- lumen, Antonio Domínguez Ortiz. Aunque en la estructura del mis- miento del absolutismo regio en el mundo católico europeo, no ha- mo contamos con su consejo e, incluso, hemos podido enriquecernos rían sino acentuarse o, si se quiere, adquirir unos tonos de mayor con algunas aportaciones suyas, las mismas no fueron todas las que aspereza. él había previsto, faltándonos además sus puntualizaciones finales, El Siglo de las Luces, lejos de los estereotipos historiográficos con que sin duda habrían realzado el valor de los estudios contenidos en los que fue analizado en demasiadas ocasiones, se limitó a añadir una el volumen. Pienso que es de justicia dejar constancia, por parte de mayor intensidad en esta tendencia. Según avanza la centuria, el po- todos los participantes, del reconocimiento de su maestría, por lo der civil de los países católicos no dudó en plantear al respecto bata- que las páginas que siguen podrían servirnos de permanente recuer- llas cada vez con una mayor dureza con el fin de controlar al máximo do a su labor pionera de investigación en muchos de los temas aquí sus iglesias nacionales y conseguir más altas cotas de independencia en tratados. Es el mínimo homenaje al que estamos obligados en el sus relaciones con Roma. Si a esta postura de los gobiernos añadimos marco de esta publicación. las reticencias y, a veces, las fuertes críticas ante 40 eclesiástico» pre- sentes en una parte de sus súbditos -la élite ilustrada-, se entiende que, a pesar de ser el siglo XVIII todavía una época sustancialmente re- ligiosa, asistamos a la marcha hacia una desacralización de la sociedad, hacia un futuro en el que la Iglesia va a desempeñar un papel muy dis- tinto del que había tenido hasta entonces. Diecinueve han sido los historiadores que nos hemos ocupado en analizar los aspectos fundamentales vividos por el cristianismo durante los siglos modernos, tan trascendentales en el desarrollo de su evolución histórica. De formación e ideología diversas, sus apor- taciones en todos los casos han estado lejos tanto del escrito hagio- gráfico o propagandístico como del panfleto anticlerical; los autores han buscado acercarse a los hechos historiados con la máxima ho- nestidad científica procurando llevar al mayor número posible de lectores los resultados de sus trabajos de investigación. No se trata- ba de realizar una obra repleta de erudición y de citas a pie de página -en aquellos casos que se han considerado necesarias se han reali- zado siguiendo el método americano, remitiendo a la bibliografía seleccionada del capítulo correspondiente o a la general del volu- men-, sino que con el deseo de ampliar la gama de los posibles re- ceptores se ha incidido en una exposición sencilla, de lectura ágil, pero sin renunciar a la solidez y a la profundización aportadas por unos estudios especializados. Todo ello con el propósito de propor- cionar los hechos, los conceptos y los presupuestos imprescindibles para la reflexión crítica personal que debe acompañar a toda buena lectura de una obra de este tipo. SIGLAS Y ABREVIATURAS AHCon Annuarium Historiae Conciliorum BA C Biblioteca de Autores Cristianos CSIC Consejo Superior de Investigaciones Científicas DHGE Dictionnaire d'Histoire et de Géographie Ecclésiastiques DTC Dictionnaire de Théologie Catholique FUE Fundación Universitaria Española LainMon. Lainii Monumenta MHSI Monumenta Historica Societatis Iesu MisHisp. Missionalia Hispanica MonIgn. Monumenta Ignatiana OrChr. Orientalia Christiana OrChrl? Orientalia Christiana Periodica LA CRISIS DE LA CRISTIANDAD OCCIDENTAL EN LOS ALBORES DE LA MODERNIDAD Antonio Luis Cortés Peña 1. LA CRISTIANIZACIÓN DE LA SOCIEDAD 1.1. Una continuada religiosidad En un primer acercamiento a la sociedad occidental del Renaci- miento se puede percibir que, en sus comportamientos externos, los europeos de comienzos de la época moderna son tan religiosos, al menos, como sus predecesores medievales; de hecho, cada día re- sulta más evidente la existencia de un fuerte lazo de continuidad en- tre la espiritualidad bajomedieval y la existente en la segunda mitad del siglo xv y comienzos del XVI. Todos los acontecimientos funda- mentales de la vida seguían teniendo presente, en lugar muy desta- cado, la religión; hasta el punto de que la mayoría de los actos de la actividad cotidiana de aquellos hombres estaban imbricados de modo bien estrecho con lo sagrado. En este sentido, son numerosos 10s autores que han resaltado cómo, no ya los hechos más impor- tantes de su existencia -nacimiento, matrimonio, muerte-, sino su diario acontecer, se hallaba enmarcado incluso cronológicamente por parámetros religiosos. En palabras de Teófanes Egido: El ritmo de los años tomó como referencia cronológica menos impre- cisa los ciclos litúrgicos o las festividades cristianas: la liturgia fuerte del invierno (desde adviento hasta la semana santa, pasando por el carnaval importantísimo) y la del verano, iniciada con la pascua flori- da y que cuenta, además de con el cansancio de la recolección, con pa- réntesis de evasión, de júbilo o de erotismo, como el Corpus Christi, LA CRISIS DE LA CRISTIANDAD OCCIDENTAL considerada por muchos como máxima autoridad doctrinal de la San Juan el de la vigilia y las hogueras, o Nuestra Señora (de agosto y época, publica un decreto en 1497 en el que se dispuso que todos de septiembre) (Egido, 1979, 248). aquellos que pretendiesen obtener cualquier grado académico en la misma debían jurar defender la Inmaculada Concepción de María; Así, pues, el pueblo, en sentido muy amplio del término, persis- la universidad de Colonia ya lo había aprobado en 1449 y, en estos tía en sus prácticas devocionales, e incluso ahora se incrementarían, albores de la Modernidad, lo harían poco después las de Maguncia en una línea continuista, como sucedió con el culto a la Inmaculada (1500) y Viena (1501). Concepción, la devoción mariana a la Santa Casa de Loreto, consi- Semejante imbricación con lo sacro podemos observar en la ín- derada la morada terrenal de la Virgen María, la misma generaliza- ción del toque del Angelus en la segunda mitad del siglo xv y la pro- tima relación entre el fenómeno religioso y la distribución espacial del hábitat en la Europa de aquel tiempo, algo que se percibe de modo pagación del rezo de las tres Ave Marías, auspiciado por Calixto 111 constante en el urbanismo de la época, donde el espacio aparece para evitar el peligro turco; mención aparte merece la exaltación sacralizado y, por ello, dominado por los edificios eclesiásticos, que que iba a conocer el culto a las reliquias, bien extendido después a lo largo del siglo xvr. Eso si, ya en los últimos tiempos medievales, sirven de referencia para marcar los puntos clave y el trazado de los ejes urbanísticos de los diferentes ámbitos vitales de las ciuda- son unas prácticas devocionales en general alejadas, en una propor- des, o los lugares destacados y referenciales de la geografía rural. ción elevada, de la liturgia tradicional, ya que los fieles buscan una mayor participación en todos los actos piadosos con el fin de sentir 1.2. Anhelos de reforma más cercana su relación con la divinidad. Todavía más. Como consecuencia, y a la vez como causa, de la presencia del fenómeno religioso en la vida cotidiana, instituciones Dentro de este ambiente, a fines del siglo xv y comienzos del XVI, acompafiando al formidable crecimiento que conoce la economía y organismos de cualquier tipo, oficiales y privados, no sólo obser- de la mayor parte de las tierras europeas, se produce a distintos ni- van las festividades religiosas más sobresalientes, sino que, además, veles una mayor intensidad de los sentimientos religiosos, lo que de todos se colocan bajo la protección de alguna advocación, que es ce- inmediato se traduce en que ciertos sectores reclamen con insisten- lebrada de modo muy especial. Nada extraño, por tanto, que los dis- cia un nuevo tipo de práctica religiosa más depurada, tanto a nivel tintos gremios u oficios, además de los domingos, celebren al año individual como de la colectividad, y, a la vez, una imprescindible unas sesenta fiestas por término medio, y no son pocos los lugares reforma interna de la Iglesia que aleje de la misma el apego a la vida en los que, en las vísperas festivas, se reduce el horario laboral con mundana y a los bienes temporales que tanta corrupción había ori- el fin de preparar de manera adecuada la celebración religiosa del ginado en su seno, reclamaciones que adquieren mayor fuerza con día siguiente, ya que no se concibe ninguna fiesta, cualquiera que sea el fin de resolver de manera satisfactoria los sucesivos fracasos que su razón de ser, sin estar presidida por las correspondientes activi- desde el concilio de Constanza habían experimentado los proyec- dades religiosas. tos de reforma interna planteados por los espíritus más inquietos. Este mismo espíritu, en el que se prima la presencia de lo sacro, Castilla era, sin duda, una de las regiones europeas que, en estos lo encontramos en los máximos centros intelectuales, las universi- tiempos, ofrecía una mayor disposición para la búsqueda de esa tan dades. Por señalar un aspecto, en la mayor parte de ellas sus exáme- anhelada adecuada vía reformista del cristianismo occidental que nes o los actos académicos de mayor importancia se efectúan en la sirviese para lograr una relación con Dios directa y, sobre todo, más mayoría de los casos dentro del recinto de una iglesia, siendo pre- profunda, hecho que puede apreciarse, entre otros aspectos, en el cedidos por la celebración de una misa y concluidos con un oficio esfuerzo manifestado en los numerosos sinodos que con este fin se de acción de gracias. La misma intervención apasionada de los claus- convocaron en la época, así como en la diversidad de publicaciones tros universitarios en las polémicas religiosas de la época nos da una que comenzaron a proliferar con la finalidad de mejorar el nivel de clara idea de esta situación; así podemos verlo, por elegir un ejem- instrucción religiosa no sólo de los seglares, sino de los propios plo, en el conflicto entre partidarios y detractores de la devoción in- eclesiásticos, muchos de ellos sumergidos en una auténtica igno- maculista, en el que la misma universidad parisina de la Sorbona, LA CRISIS DE LA CRISTIANDAD OCCIDENTAL rancia en cuanto a los principios más elementales de la doctrina eclesiástica es el que tiene por escenario la recién conquistada Gra- cristiana. Para algunos, estas medidas adoptadas en Castilla, unidas nada, donde fray Hernando de Talavera, su primer arzobispo, no a la actuación de la Inquisición, actuaron de prevención y, en el se- duda en utilizar el nuevo medio y, para ello, hace venir de Sevilla gundo caso, de auténtico cordón sanitario que previno a los fieles a dos impresores alemanes allí establecidos, Juan Pegnitzer y Mei- españoles para mantenerlos fuera de posibles desviaciones de la or- nardo Ungot, quienes, en 1496, editan los dos primeros libros pu- todoxia doctrinal. Semejante opinión no deja de tener, en parte, sus blicados en la hasta hacía bien poco capital del islámico emirato na- contradictores, que ponen en duda la verdadera eficacia de la ma- zarí; estos dos primeros ejemplares significativamente son la Breve yoría de las medidas reformistas emprendidas, como, a su juicio, y muy provechosa doctrina de lo que debe saber todo cristiano con demostraría de inmediato el auge de las sátiras sobre las costumbres otros tratados muy provechosos, catecismo escrito por el propio clericales que tanto florecieron en la literatura de la época influen- prelado granadino, y una adaptación de la Vita Christi de fray Fran- ciada por las ideas erasmistas. cesc Eiximenis. Por otra parte, un hecho evidente fue que el desarrollo econó- Aunque en un primer momento imperan los juicios positivos en mico y el crecimiento demográfico, experimentados en el occiden- cuanto a la bondad del nuevo instrumento puesto en manos de quie- te europeo, tendrían, a su vez, su plasmación en el auge de las mani- nes se ocupaban de sostener, vigilar y acrecentar el sentimiento re- festaciones externas del hecho religioso; así, por ejemplo, en el campo ligioso -no en vano alrededor del 75 por ciento de los libros publi- arquitectónico, la construcción de iglesias parroquiales, conventos cados entre 1455 y 1520 eran obras de temática religiosa-, es cierto y capillas privadas conoce un considerable incremento, algo que que, pronto, el nuevo invento ayudará también a la extensión de la no cesó de aumentar a lo largo del siglo XVI. Lógicamente, este cre- disidencia, por lo que comenzará a ser visto por algunos con ojos ciente auge afecta al mismo tiempo de forma diversa al sentimiento bien distintos a los que contemplaron la primera favorable acogida; religioso, que, como algo vivo e histórico, se ve continuamente mo- esta nueva actitud de recelo originará que tampoco tarden en apa- dificado por la evolución de la política, la economía y los cambios recer las expurgaciones y las prohibiciones, dos de las lacras anti- que se producen en la organización social. culturales a las que esperaba una larga vida en los tiempos venide- El reciente descubrimiento de la imprenta va asimismo a servir ros. Una bien temprana manifestación de este proceder receloso la de inmejorable vehículo a la expansión del conocimiento y del fer- ofrece el arzobispo de Maguncia, Berthold von Henneberg, quien en vor religioso, ya que se acrecientan de modo desconocido hasta en- 1465 prohibió la publicación de traducciones de escritores clásicos tonces la producción editorial de literatura de tipo religioso -bre- que no tuviesen el visto bueno eclesiástico. Este mismo sentimiento viarios, libros de devoción, vidas de santos, relatos de milagros. ..-, iba a aparecer también en las autoridades civiles; así, si bien en 1480 toda una amplísima gama de expresiones gráficas de temática espi- en la España de los Reyes Católicos se confirmaron y ampliaron las ritual que llegan, incluso, a la masa analfabeta a través no sólo de la exenciones tributarias de los libros, poco después, en 1502, somo lectura colectiva, sino también de la proliferación de centenares de recordó Domínguez Ortiz, se prohibió bajo graves penas la impre- estampas y grabados. Llegó a ser casi norma frecuente que las pri- sión o traducción de libros de molde sin que precedieran examen y meras obras producidas en las diferentes imprentas que se van ins- licencia de la autoridad real. Ahora bien, de momento, en el inme- talando por todas las tierras europeas fuesen de textos de temática diato futuro, sería la censura eclesiástica la que causaría mayores religiosa, como sucedió con el primer libro editado en España, el de- preocupaciones a los autores, ya que a la pronta actuación al res- nominado Sinodal de Aguilafuente, que contiene las actas del síno- pecto de los tribunales inquisitoriales hay que añadir, de modo más do de obispos celebrado en dicha villa en 1472, realizado en Sego- general, la actitud refrendada en el V concilio de Letrán reclaman- via por el tipógrafo alemán Juan Párix. Se puede hablar de que en do el control sobre los propietarios de imprentas; más tarde vendría muchas diócesis europeas se hicieron verdaderos programas que la elaboración de los índices. pueden encuadrarse bajo el epígrafe «Cristianización a través de la Todo ello era la consecuencia lógica de una palpable realidad, y lectura». Uno, entre numerosísimos, de los ejemplos que pueden ci- es que7a fines del siglo XV, y aquí radica la gran diferencia con el pa- tarse de la utilización del nuevo medio por parte de la autoridad sado, las diversas formas de concebir y de vivir la religiosidad exis-

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Este tercer volumen de la Historia del cristianismo se dedica a la. Edad Moderna, por lo que antes de cristianismo especialmente, toda ruptura cronológica es más o menos arbitraria. Aun admitiendo lo autores de la devotio moderna (Gerardo de Zutphen, Tomás de Kem- pis, Jean Mombaer), sin
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