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El Mundo Del Trabajo PDF

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ERIC HOBSBAWM EL MUNDO DEL TRABAJO Estudios históricos sobre la formación y evolución de la clase obrera Traducción castellana de JORDI BELTRAN EDITORIAL CRÍTICA Grupo editorial Grijalbo BARCELONA Título original: WORLDS OF LABOUR. FURTHER STUDIES IN THE HISTORY OF LABOUR Weidenfeld and Nicolson, Londres Cubierta: Enríe Satué © 1984: Eric J. Hobsbawm, Londres © 1987 de la traducción castellana para España y América: Editorial Crítica, S. A., Aragó, 385, 08013 Barcelona ISBN: 84-7423-325-9 Depósito legal: B. 29.804- 1987 Impreso en España 1987. — NOVAGRAFIK, Puigcerdá, 127, 08019 Barcelona PREFACIO El presente es un nuevo volumen dedicado al estudio de la his­ toria de la clase obrera que, tras un largo intervalo, viene a completar la obra publicada en 1964 con el título de Trabajadores* El tema principal de estos estudios es la formación y la evolución de las clases trabajadoras durante el período comprendido entre fina­ les del siglo xviii y mediados del xx, así como la relación entre, por un lado, la situación en que dichas clases se encuentran en el seno de la sociedad y, por otro, la «conciencia», los modos de vida y los movimientos que a ellas deben su existencia. Al igual que en Traba­ jadores, más que las organizaciones obreras y socialistas, sus ideolo­ gías y su política como tales (aunque considero que estos factores cons­ tituyen una dimensión esencial de las clases trabajadoras), lo que me interesa son sus raíces en la realidad de la clase trabajadora, incluyen­ do la realidad de los militantes de dicha clase. Algunos de aquellos sobre los que escribo son conocidos por el mundo en general; otros, la mayoría, no. Con todo, formaban parte de un mundo más amplio y he procurado tener en cuenta su relación con él. Es imposible escri­ bir la historia de una clase determinada aislándola de las demás clases, de los estados, instituciones e ideas que componen su marco, de su herencia histórica y, obviamente, de las transformaciones sufridas por las economías que necesitan del trabajo industrial asalariado y que, por consiguiente, han creado y transformado las clases a las que pertene­ cen quienes lo ejecutan. He podido comprobar la utilidad de dividir en tres fases amplias la historia de la relación de las clases trabajadoras con el resto de la * Labouring Men. Studies in the History of Labour, Weidenfeld and Ni- colson, Londres, 1964. (Hay trad. east.: Trabajadores. Estudios de historia de la clase obrera, Crítica, Barcelona, 1979.) 8 EL MUNDO DEL TRABAJO sociedad: una fase de transición del industrialismo primitivo en la que de las anteriores «clases bajas» o «trabajadores pobres» surge una clase trabajadora industrial que posee una forma independiente de vi­ vir y de ver la vida; una fase de «separatismo» muy desarrollado; y una fase de relativa decadencia de ese «separatismo» (véase mi artícu­ lo «The formation o£ the industrial working classes: some problems», en Third International Conference of Economic History, Munich, 1965, pp. 175-180). Los estudios que forman el presente libro se ocu­ pan esencialmente de las primeras dos fases, pero sobre todo de la segunda, y sólo de modo marginal hacen referencia a los fenómenos contemporáneos relativos a las clases trabajadoras de los países indus­ trializados de mayor solera, es decir, los fenómenos habidos desde el decenio de 1950. Puesto que el tema general de la obra se halla presente, de una forma u otra, en la mayoría de los capítulos, no siempre es posible delimitar con precisión el contenido de cada uno de ellos. Me he es­ forzado al máximo por eliminar las duplicaciones que se encuentran en los artículos tal como fueron escritos o publicados en un principio, exceptuando los casos esporádicos en que una repetición de poca im­ portancia me pareció útil para subrayar algunos aspectos o argumen­ tos significativos. Sin embargo, el libro se divide en tres partes princi­ pales. Los dos primeros capítulos son de índole general y comparativa. Se ocupan de los supuestos ideológicos de quienes escriben la historia de la clase obrera, así como de la naturaleza específica de la conciencia de la clase trabajadora en comparación con la de otros grupos socia­ les. Siguen a estos capítulos unos estudios comparativos más concre­ tos de la relación entre los movimientos socialistas y la religión (o, mejor dicho, la irreligión), de la clase obrera y las naciones, y de las transformaciones del ritual y la iconografía de la clase obrera. Otro capítulo investiga los vínculos entre existencia y conciencia sociales en el caso de una ocupación determinada a la que, tradicional e inter- nacionalmen'te, se la ha encasillado como propia de intelectuales y radicales de taller: los zapateros. Ese capítulo lo escribí conjuntamente con la profesora Joan Wallach Scott, que ha tenido la amabilidad de permitir su publicación en el presente libro. Los capítulos que van del 8 al 11 tratan fundamentalmente de la clase trabajadora británica, si bien el capítulo 8 la examina desde una perspectiva comparativa. Los capítulos 9 y 10 forman el núcleo de esta parte, toda vez que estudian aspectos importantes de la evolución PREFACIO 9 de la clase trabajadora británica en su conjunto, o de sectores crucia­ les de la misma, a lo largo de un período prolongado. En esta parte se estudian también dos temas que ya investigué en Trabajadores, que tienen importancia para la evolución de la clase trabajadora en gene­ ral y que desde 1964 han dado pie a nuevas investigaciones históri­ cas y a debates animados: el «nuevo sindicalismo» y la «aristocracia obrera». En el último capítulo reflexionaremos sobre un aspecto de la rela­ ción que hay entre la existencia de clases trabajadoras, sus luchas, y las ideas implícitas en ellas. La historia de la clase obrera ha experimentado una transforma­ ción desde el decenio de 1950, es decir, desde que escribí la mayoría de los ensayos que aparecieron con el título de Trabajadores. Ya no es posible afirmar que «se ha investigado comparativamente poco acerca de las clases trabajadoras como tales (no en cuanto organiza­ ciones y movimientos obreros)». Al contrario: cada uno de los aspec­ tos del estudio de las clases trabajadoras ha florecido más que nunca, tanto en Gran Bretaña como en el extranjero. Y lo que es más in­ teresante desde nuestro punto de vista: ha producido varias obras históricas de gran importancia, sin las cuales no hubiera sido posible escribir el presente libro. Indudablemente, los últimos veinte años han sido una verdadera edad de oro de la historia de la clase obrera. Así pues, no cabe esperar que, como ocurrió con el que le precedió, este volumen sea una obra precursora. Con todo, puede que algunos de los aspectos que estudia todavía no sean de conocimiento universal. Alrededor de la mitad de los estudios que aquí se incluyen son iné­ ditos, al menos en inglés, o (como el capítulo 11) se trata de artículos que he ampliado y reescrito hasta el punto de que constituyen textos nuevos. En su origen fueron lecciones o disertaciones pronunciadas ante diversas conferencias o en varias universidades. El resto fue pu­ blicado en Journal for Social History, Marxist Perspectives, Saothar (la revista de la Irish Labour History Society), History Workshop Journal, Past & Present, y el capítulo 2 en I. Meszaros, ed., Aspects of History and Class Consciousness (Routledge & Kegan Paul, 1971). Agradezco a los editores que me permitan reproducir estos artículos ya publicados, los cuales han sido puestos al día cuando ello se juzgó necesario. Se indican las fechas de redacción y de publicación original. Tengo contraída una gran deuda con el doctor Ronald Avery y, es­ pecialmente, con Susan Haskins por su ayuda en mis investigaciones. 10 EL MUNDO DEL TRABAJO Con la excepción del capítulo 9, que fue escrito para un público francés y, por consiguiente, supone que el lector posee escaso o nin­ gún conocimiento previo de la materia, la totalidad de los artículos fueron dirigidos inicialmente a un público académico. A pesar de ello, espero que puedan comprenderlos, y quizá disfrutarlos, personas que no se interesan por la historia de la clase obrera o, posiblemente, por ningún tipo de historia por razones profesionales. 1. HISTORIA DE LA CLASE OBRERA E IDEOLOGÍA I La historia de la clase obrera vive en la actualidad, y en la mayo­ ría de los países, un período de auge sin precedentes, al menos cuan­ titativamente. Sin embargo, desde el punto de vista de la calidad, re­ sulta difícil juzgar el presente en comparación con el pasado, y a algunos no nos haría mucha gracia entrar en liza con, por ejemplo, Sidney y Beatrice Webb o Gustav Mayer; por suerte, en vez de tener que encararnos con ellos, podemos beneficiarnos de su labor. En la abrumadora mayoría de los casos, aunque en modo alguno en todos ellos, la expansión de la historia de la clase obrera como campo de estudio ha tenido lugar mediante su transformación en una disciplina académica. El típico historiador de la clase obrera es un investigador o profesor universitario, aunque tampoco esto es cierto en todos los casos. Como tal, el historiador se encuentra en un punto en el que confluyen la política y los estudios académicos, el compromiso prác­ tico y la comprensión teórica, la interpretación del mundo y el deseo de cambiarlo. Porque la historia de la clase obrera ha sido tradicionalmente una disciplina muy politizada, una disciplina que durante mucho tiempo se cultivó en gran medida fuera de las universidades. Por supuesto, todos los estudios de la citada clase estuvieron politizados desde que el tema empezó a despertar el interés sistemático de los estudiosos, cosa que ocurrió en los decenios de 1830 y 1840 con las diversas in­ vestigaciones de la condición del nuevo proletariado. Cuando las rea­ lizaban académicos (es decir, científicos sociales), su objetivo primor­ dial era la «resolución de un problema», el cual podría resumirse en 12 EL MUNDO DEL TRABAJO la siguiente pregunta: ¿qué hacer con los trabajadores? Pero, aunque el estudio académico de los problemas obreros (por ejemplo, en la Alemania de finales del siglo xix) produjo una abundante cosecha de obras históricas, su orientación básica no era histórica; y a la inversa, hasta, pongamos por caso, la segunda guerra mundial, los historiado­ res académicos (al menos en los países desarrollados de Europa) se interesaron poco por la clase obrera del período industrial, aunque mostraron mucho más interés por aspectos relativos a la historia de la misma en el período preindustrial: por ejemplo, los oficiales arte­ sanos, los gremios, etcétera. La mayoría de los historiadores de la clase obrera, tanto si eran o acabaron siendo académicos como si no, surgieron de dentro de los propios movimientos obreros, o de esferas muy próximas a ellos. Al principio, gran número de ellos no eran académicos ni mucho menos, ni siquiera cuando su cultura y su erudi­ ción eran impecables: los "Webb en Gran Bretaña, Mehring, Bernstein y Mayer en Alemania, Deutsch en Austria, Dolléans en Francia. Con­ viene recordar que en 1963, sin ir más lejos, apareció un trabajo de tanta importancia para nuestro campo como La formación histórica de la clase obrera, de E. P. Thompson, que no era obra de un univer­ sitario, toda vez que Thompson lo escribió cuando ejercía como pro­ fesor de enseñanza para adultos del movimiento obrero y no fue pro­ fesor universitario hasta después de la publicación del libro. Desde luego, la gran mayoría de los historiadores de la clase obrera son, in­ cluso hoy, miembros o simpatizantes del movimiento obrero y repre­ sentan alguna de las tendencias ideológicas o políticas que existen den­ tro del mismo; la principal excepción la constituye la historiografía de los partidos comunistas y los movimientos obreros del Tercer Mun­ do, que supuso una enorme producción de investigaciones «antirro- jas», que en su mayor parte fueron llevadas a cabo o financiadas por los Estados Unidos a partir del período de la Guerra Fría. Pero la mayoría de nosotros somos al mismo tiempo izquierdistas y académi­ cos. Y quizá cabría añadir que, con la gradual desintegración ideoló­ gica o política de los grandes movimientos socialistas —ya sean social- demócratas o comunistas— en la mayor parte de Europa, los histo­ riadores de la clase obrera, incluso los más comprometidos, gozan de un margen de movimiento mayor que antes para llevar a cabo su tarea. La historia de la clase obrera «desde dentro del movimiento» y en gran parte de espaldas a las universidades tendía a presentar cier­ HISTORIA DE LA CLASE OBRERA E IDEOLOGÍA 13 tas características. En primer lugar, propendía a identificar las «clases trabajadoras» con el «movimiento obrero», o incluso con alguna orga­ nización, partido o ideología concretos. Por lo tanto, se inclinaba a identificar la historia de la clase obrera con la historia del movimiento obrero, cuando no, de hecho, con la historia de la ideología del movi­ miento; y cuanto más fuerte y más unificado era el movimiento en un país o en un período, más tentada estaba de efectuar dicha identifica­ ción. Hasta hace muy poco, la historia de la clase obrera italiana pre­ sentaba esta característica de forma muy acentuada, y, en cierta medi­ da, sigue presentándola. A causa de ello, descuidaba la historia de las clases trabajadoras propiamente dichas, toda vez que era imposible subsumirlas en la historia de sus organizaciones; o incluso prestaba poca atención a la masa y se ocupaba preferentemente de sus líderes. Huelga decir que ello suponía una importante laguna. En segundo lugar, al igual que ocurre en otros campos esencial­ mente «patrióticos» —la historia provincial, la historia del jazz o la que practican los aficionados a los ferrocarriles, la historia empresa­ rial, incluso las historias nacionales—, la historia de la clase obrera desde dentro del movimiento tendía un poco a cultivar sus antigüe­ dades y, al mismo tiempo, a preocuparse por dar a los movimientos obreros la importancia que nadie más parecía dispuesto a conceder­ les. Ambos motivos son comprensibles, y el segundo estaba justifica­ do. Porque si a los que viven en Ipswich (Inglaterra o Massachusetts) les cuesta entender que a los forasteros no les parezca tan fascinante como a ellos todo lo relacionado con su ciudad, es innegable que la historia ortodoxa prestó una atención muy insuficiente a los movi­ mientos obreros, y mucho menos a la clase obrera. Sin embargo, esta actitud dio dos resultados poco deseables: 1) Impidió distinguir entre lo relativamente importante y lo relativamente trivial. Por ejem­ plo, la Socialist League (Liga Socialista) británica del decenio de 1880 fue una organización temporal y pequeña entre otras organizaciones igualmente pequeñas pero permanentes, y en modo alguno merece la gran atención que le han prestado los estudiosos; durante un breve período atrajo a unas cuantas figuras importantes, fue precursora del socialismo en varias ciudades de provincias, luego se desintegró rápi­ damente y nunca más se supo de ella. Pero al estar asociada a Engels, William Morris y otras figuras notables, los historiadores le han pres­ tado una atención del todo desproporcionada con su importancia. En cierto modo, lo mismo ocurre con la mayoría de las demás organiza­ 14 EL MUNDO DEL TRABAJO ciones socialistas. La historiografía del movimiento obrero aparece llena de monografías dedicadas a organizaciones del tipo que todos hemos conocido más o menos: pequeñas sectas que nunca dejan de ser esto, pequeñas sectas; grupos; revistas y demás que viven y mue­ ren en el plazo de un decenio sin que en ningún momento lleguen a desempeñar un papel digno de consideración. Las que sí llegan a ad­ quirir cierta importancia no reciben necesariamente mayor atención que las otras. El pequeño grupo de los De Leonitas británicos, por ejemplo (el SLP), merece más atención que la Liga Socialista porque desempeñó la función de activador de la militancia industrial en Es­ cocia. 2) Hace que la historia del movimiento obrero quede un poco aislada del resto de la historia, lo cual, dicho sea de paso, facilita la mezcla indiscriminada de lo importante y lo trivial. Por ejemplo, pa­ rece claro que en la Gran Bretaña del decenio de 1880 a los obser­ vadores burgueses de los nuevos movimientos socialistas no les preo­ cupaban de manera especial Karl Marx y sus seguidores (al menos, hasta que estos últimos empezaron una labor de agitación entre los parados) y que era mayor la inquietud que en ellos despertaban los anarquistas. Se equivocaban, aunque no mucho; porque, si a la sazón no existía ningún movimiento anarquista importante, tampoco había un movimiento marxista digno de tenerse en cuenta. Pero si quere­ mos examinar el movimiento obrero en el marco de la lucha de cla­ ses, que es una relación a dos bandas, por así decirlo, o en el marco más amplio de la historia nacional, no podemos tratarlo como si fun­ cionara de modo aislado. En pocas palabras, la historia clásica del movimiento obrero se inclinaba a producir una versión esotérica de la historia. En tercer lugar —y como consecuencia de lo que llevamos dicho—, la historia clásica del movimiento obrero era propensa a dar al mismo tiempo un modelo y una versión aceptada de la historia, tanto nacio­ nal como internacional, que oscilaban entre una ortodoxia informal pero no muy flexible y una ortodoxia formal sumamente inflexible. No es necesario que dediquemos mucha atención a las versiones más formalistas e inflexibles, aunque su importancia es decisiva para los historiadores en algunos países socialistas; y tampoco debemos subes­ timar el elemento político de las interpretaciones históricas asociadas con partidos u organizaciones concretos (ni siquiera cuando lo que refleja no es un juicio político, sino los prejuicios, los recuerdos per­ sonales o la autodefensa de determinados líderes). Incluso en el Par­

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