colección el basilisco El mito del capitalismo Filosofía de la moneda y del comercio ©2020 Pentalfa Ediciones (Grupo Helicón S.A.) Apartado 360 / 33080 Oviedo (España) Tel [34] 985 985 386 / Fax [34] 985 245 649 http://www.helicon.es Diseño y composición: Piérides C&S Edición preparada por: Meletea CJR Foto de cubierta: Tuca Vieira ISBN: 978-84-7848-621-2 -digital- (Pentalfa Ediciones) ISBN: 978-84-7848-620-5 -vegetal- (Pentalfa Ediciones) Depósito Legal: AS 01170-2020 Luis Carlos Martín Jiménez el MiTo Del caPiTalisMo Filosofía de la moneda y del comercio Pentalfa Ediciones Oviedo 2020 Luis Carlos Martín Jiménez (Nava del Barco, 1967). Doctor en Filosofía por la Universidad de Oviedo, autor de El valor de la axiología (Pentalfa, 2014) y de Filosofía de la técnica y de la tecnología (Pentalfa, Oviedo 2018). Es Investigador Asociado de la Fundación Gustavo Bueno y profesor de enseñanza media, además de formar parte del Consejo Asesor de la segunda edición (2017-) del Diccionario filosófico de Pelayo García Sierra. Introducción Este es un ensayo sobre economía de carácter materialista, lo que significa que se levanta desde la polémica que define la pluralidad de las teorías económicas. Pero dado que los conceptos económicos en discusión no son “especulativos”, sino que están incorporados en la práctica de la vida diaria, la polémica económica se traba con la lucha real entre las instituciones económicas en marcha. Un amable diálogo de sobre-mesa adquiere un tono polémico en cuanto entra en temas económicos, incluso llega a tomar caracteres “dramáticos”, desagradables, si alguien manifiesta el carácter “oprobioso” de los bienes que estaban sobre la mesa, amenazando la cómoda digestión de los contertulios. Su “dramatismo” deriva de la proximidad entre los “privilegios” que se disfrutan y los “derechos” que se reclaman, pues ambos derivan de una infinidad de “hechos” (por ejemplo, sobre la producción, distribución y consumo de los manjares que se han disfrutado) de cuyo origen y naturaleza es mejor que no se entere la servidumbre. En el terreno económico, como en general, en el campo operatorio de las llamadas “ciencias sociales”, el vínculo entre teoría y práctica es muy estrecho, de modo que, si falla la práctica, la teoría que le sirve de base entra en crisis; del mismo modo, si la estructura teórica no aguanta, la práctica que dirige pierde seguridad, si no descarrila. Pero la involucración entre teoría y praxis a la escala de las ideas es 8 Luis Carlos Martín Jiménez más compleja. Los vínculos internos que determinan su correlación dependen dialécticamente de sus opuestos, es decir, están mediados por otras “teorías y praxis” a las que se enfrentan, lo que mantiene a estas “ciencias” en perpetua inestabilidad. Por ejemplo, quien se pregunte si cabe seguir defendiendo las teorías económicas del comunismo una vez caída la U.R.S.S., y responda que sí, es porque el armazón doctrinal que defiende funciona a un ritmo distinto al de las instituciones económicas en que se realizaba, ahora en ruinas. Ocurre sencillamente que el momento nematológico (“ideológico”) de grandes instituciones políticas, como pudo ser el imperio soviético, está vinculado a un contexto dialéctico que marcha a un ritmo distinto al de su momento técnico (“real o práctico”). De algún modo el plano que supone su “concepción de mundo” aún se mantiene vivo en la medida en que se formó en oposición a su dióscuro “capitalista”, cuya vitalidad mantiene ardiendo los rescoldos de su antagonista. La inercia de setenta años hace que la mayor parte de la bibliografía sobre el “Capitalismo” siga haciéndose desde coordenadas “marxistas”, aunque la práctica revolucionaria se haya diluido en el progresismo socialdemócrata, en oposición a la “derecha” neoliberal. En cualquiera de los casos, los análisis y predicciones sobre el origen o destino del capitalismo suponen su sustantivación, al dar por hecho que tiene una unidad y una identidad propia, discrepando sobre cómo hay que entenderla y cómo valorarla. Nosotros negamos que por debajo de tal abstracción económica exista algún tipo de unidad o identidad. Su fuerza como idea deriva de su estructura mítica, así como su evidencia deriva de unas desigualdades de clase que permanecieron en su ya difunto “contrario” comunista, y se evidencian en el número de multimillonarios chinos. Lo que tratamos de advertir es que en la medida en que los sistemas filosóficos (ideológicos) nacen y viven en polémica (en symploké), su suerte está ligada de un modo “estructural” en la medida que su destrucción o desaparición también es mutua. El vencedor aguantará el tiempo que aguante el contrario “fallecido” sin que su olor se haga insoportable. Es decir, el “comunismo” como teoría no perderá sus funciones críticas hasta que no se redefina su opuesto, el “capitalismo” triunfante, desde posiciones implantadas en bases económico- políticas distintas. ¿Por qué? Porque “Capitalismo” o “Comunismo” El mito del capitalismo 9 son ideas abstractas cuyas bases metafísicas están muy lejos de la realidad económico-política. Es decir, operan al margen de los Estados reales y sus intereses, convertidos en “fantasmas gnoseológicos” que sobreviven alrededor de ideologías metafísicas. En una palabra, son mitos activos. En esta introducción sólo pretendemos enseñar las cartas. A saber, entendemos como anacrónica toda filosofía sobre las categorías de la economía política a la altura del siglo XXI al margen del Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno, pues la filosofía de la economía que se defienda depende de la potencia del sistema desde el que se elabora. ¿Por qué? Pues porque ciencias sociales (o humanas) como la economía están atravesadas por ideas que no dominan y que les impiden controlar su campo. La llamada “ciencia económica” remite a leyes en constante discusión, lo que significa que no es capaz de cerrar como categoría “científica” estricta. Lo que se diga sobre las categorías de la Economía política está concatenado a otras categorías que obligan a regresar a ideas desde las que entender, en el progressus, los fenómenos de la economía. Señalemos una, la idea de moneda. Las crisis o los “males de la moneda” que Marshall creía incurables se suelen achacar al Capitalismo considerado como un todo, las señales de su futuro desfallecimiento se volvieron a ver aparecer en la crisis de 2008. Los economistas, dado que no la habían previsto, se vieron obligados a explicar cómo se había podido producir una crisis de tal magnitud. Pero el diagnóstico que dieron algunos, el de “crisis del capitalismo global” con la que se conceptualizó, antes que manifestar un “hecho”, ocultaba la razón por la cual una crisis originada en los Estados Unidos con los “créditos subprime”, acabó favoreciendo al dólar norteamericano y arruinando a economías periféricas como la nuestra (las economías de los “P.I.G.S.”), es decir, no afectó al “todo” capitalista, sino a la “parte” productiva más débil. Lo que demuestra, que tal “todo” como sistema económico capitalista, a nuestro modo de ver, una vez caído su “contrario” (no decimos su contradictorio pues el socialismo universal no pasó de ser una idea aureolar, y el comunismo real un “capitalismo de Estado” que le debía dar paso), no es más que la política económica que impone un Estado a otro. Lo que quiere decir que tal “todo” económico global