Giselle y Jonathan contrajeron matrimonio tras quedarse embarazados. Bajo la presión de sus familias, se mudaron a vivir en pareja y se prometieron una vida marital que, luego de ser mejores amigos por tantos años, no habían planeado. Sin embargo, un aborto repentino trunca los planes de ese pacto, y ahora tendrán que divorciarse. Porque el bebé era el único motivo de ese enlace. Porque nada más los une y la amistad ya no existe. Porque todo lo que tienen es música entre las manos y un montón de recuerdos que amenazan con convertirse en amargura.