“EL MAPA DE LA AUTOESTIMA” MARTIN ROSS INTRODUCCION En un viaje en tren me compré un juego de acuarelas infantiles. Venían con un pequeño pincel de brocha fina apostado sobre una huella de plástico. El equipo lo vendía uno de los miles de comerciantes ambulantes que tanto conocemos los que usamos este medio de transporte con frecuencia. Estaba muy deprimido. Me sentía encerrado dentro de una vida que yo no había elegido. Me sentía muy incómodo con mi propia historia, con mi personalidad, con las decisiones que había tomado en la vida, con mi mente, con mi forma de ser, con mis defectos, y con muchas cosas más. Y me dije: -A lo mejor haciendo unos dibujos esto se me pasa. Y, desde entonces, algunas tardes me recluyo en algún rincón con unos vasitos de agua, unos diarios para no manchar el piso, un lápiz negro… y mi equipo de acuarelas. Hasta ese día, nunca antes había pintado. Alguno a lo mejor puede decir que a mi edad no estoy para desarrollar un interés de este tipo. No me importa porque la paso muy bien. De todas maneras, no me alcanzó para salir del pozo. Me sirvió para jugar un poco, pero no fue suficiente. Aún me pesaba la dura mochila de sentir mucho desprecio por mi propia persona. Aún habitaba el país gris de la falta de amor propio que me convertía en un desanimado más del montón que se deja llevar por la vida para donde la corriente vaya. A mis años, ya tenía un poco de experiencia en estas estaciones del ánimo. Otras veces me había pasado de caer rendido contra la cama desarreglada de la depresión. Es cierto: no era la primera vez que el desánimo tomaba el control de mi alma y me hacía perderle el gusto a la vida. Pero en esta ocasión lo sentí peor que nunca. Esta vez se me aparecía como algo irremediable, definitivo, incuestionable. Era mucho más fuerte que otras veces. No quería salir de la casa, no quería vestirme, no quería levantarme a horas lógicas, no quería atender a mi trabajo como corresponde, no quería salir a hacer deporte, no quería salir con amigos ni con mujeres, no quería luchar por ser un poco mejor. Y todo me daba lo mismo, no había ningún plan o escenario futuro que me despierte el entusiasmo… Me dediqué a pintar con las acuarelas y a escuchar música. Le mostré mis dibujos a algunos amigos y me dijeron que me faltaba técnica. Pero me despertaban igual algún cariño. Y después empecé a anotar algunos apuntes en un cuaderno de hojas, un cuaderno de tapa verde y hojas con renglones negros y márgenes rojos. Me llamó la atención sobre todas las cosas el tema de la Autoestima. Y con la punta del ovillo de la Autoestima después seguí camino anotando apuntes sobre la Vanidad, sobre el prestigio social, sobre las personalidades carismáticas, sobre la seducción y las relaciones entre el hombre y la mujer, sobre la importancia que tiene la Vanidad en el mundo de hoy, un mundo tan vanidoso como nunca antes lo fue, sobre como este mundo vanidoso y exagerado nos empuja hacia la destrucción de nuestra Autoestima, nos empuja hacia la depresión, sobre la envidia, la manera en que la envidia nos enloquece sin que nos demos cuenta, sobre la admiración, sobre la admiración como materia prima del enamoramiento, sobre las relaciones sociales… Todos temas que siempre me habían dado curiosidad, pero que ahora se mostraban diferentes. Lo que te estoy presentando es el conjunto de estas reflexiones. Más que reflexiones, creo que el “Mapa de la Autoestima” es una de las herramientas más poderosas que hayas visto para explorar o recorrer los jardines del alma humana y sacar frutos prácticos que te pueden ayudar a transformar tu vida cotidiana. Más que reflexiones creo todo esto es una manera de ver el mundo y de ver nuestros propios sentimientos… una manera de conocernos un poco más a nosotros mismos. Por eso, de tanto en tanto, te voy a hacer preguntas, preguntas sobre tus miedos, preguntas sobre tus temas de conversación favoritos, preguntas sobre tus opiniones, preguntas sobre tu Autoestima, sobre tu manera de encarar la vida, preguntas sobre tus padres, preguntas sobre tus relaciones. Es importante que le dediques un tiempo de meditación a estas preguntas, y que las respondas con mucha sinceridad porque así vamos a ir viendo en que cosas somos parecidos y en que cosas somos diferentes. Como podrás ver, este libro está contado como si fuera una sesión en donde el que escribe es el paciente y el que lee es el médico. Hay un poco de teatro en estos dos roles como en muchas cosas que vas a leer y que no me representan en la realidad. Hay un poco de ficción. Pero sólo se trata de la manera más cómoda que tuve de contarte todas estas cosas y de lograr que, entre los dos, vayamos viendo si nos describen o si no tienen nada que ver con lo que nosotros somos. En otras palabras: te pido que te tomes el tiempo suficiente para contestar con sinceridad y atención las preguntas que te haga porque ahí vamos a ir viendo en qué nos parecemos. A veces si me miro demasiado el ombligo o si digo cosas raras, te pido un poco de comprensión. Soy una persona tan normal como cualquier otra. Muchas veces soy un mendigo de afectos, o un mendigo de la atención de otros que hace morisquetas para que lo vean. Otras veces estoy demasiado aturdido y asustado por las modas y trato de cambiar, o de hacerme el loco, o el diferente para estar a salvo de esos retratos, para estar a salvo de todo. Pero con un poco de comprensión te vas a dar cuenta de que somos muy parecidos porque todos somos muy parecidos y muy normales. Por eso, este libro está contado como una especie de diario con un poco de puestas en escena, pero lo importante es que se busca la sinceridad del alma. Solamente la sinceridad nos puede ayudar a encontrarnos a nosotros mismos. Solamente si somos sinceros y atentos podremos descubrir la especial manera que tenemos de vivir nuestra Vanidad. Y gracias eso podremos ser un poco menos esclavos de ella e, incluso, convertirla en nuestro instrumento para mejorar nuestra vida de relación. Me dirás que son las divagaciones de un loco que se compró unas acuarelas y se puso a meditar al viento. Y sí: es cierto. Pero fue una linda manera de darle mi pelea a la oscuridad que me había invadido. EL MAPA DE LA AUTOESTIMA
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