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El lujo del lenguaje PDF

91 Pages·1989·1.977 MB·Spanish
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Jesús Tusón El lujo del lenguaje # P A ID Ó S IVT Barcelona ♦ Buenos Aire Título original: El luxe del llenguatge Publicado en catalán por Editorial Empúries, Barcelona Traducción de Xavier Laborda Cubierta de Mario Eskenazi © 1989, Jesús Tusón, Barcelona © 1989 de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidós Ibérica, S. A., Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paidós, SAICF, Defensa, 599 - Buenos Aires http://www.paidos.com ISBN: 84-7509-513-5 Depósito legal: B-44.999/1999 Impreso en Hurope, S. L., Lima, 3 - 08030 Barcelona Impreso en España - Printed in Spain Para mis compañeros del ¡Departamento de Lingüística General Xavier Laborda Carlos Martín Eugenio Martínez Lourdes Romera Joana Rosselló Valeria Salcioli Sebastiá Serrano y Elena Vidal Todos ellos, amantes de las lenguas, del lenguaje y de los lenguajes. Y amigos míos. Barcelona, 1 de enero de 1986. Sumarlo Prólogo a la versión castellana.............................. . 11 Principio . . . . . . . . . . . 1 3 I. EL LUJO DE LA UNIDAD 1. Los aposentos son variados. Y todos, sin em-' bargo, de un mismo hogar: la morada común de la conciencia . . . . . . . 1 7 2. Desde la sima, nos hermana una libertad vigi­ lada e insondable . . 25 3. Es totalmente cierto que las oraciones suben al cielo. Y que retoman por las ramas de los árboles . . . . . . . 33 II. EL LUJO DE LA DIVERSIDAD 4. Di «iven!» e iré, o sabré que me necesitas, o que no quieres verme . 45 5. Ni «piedra» es de piedra; ni «gallo» canta. «Miquel» tampoco tiene ocho años . . 55 III. EL LUÍO DE LA PROFUNDIDAD 6: De un metro, sólo conocemos cinco milímetros. Lo demás es un sueño . . . . . . 69 10 SUMARIO 7. La poesía es tan sólo la espuma. Pero los océanos espumean necesariamente . . . 79 8. No habéis malogrado la Torre. Pero no nos arrebataréis el placer del castigo . . . . 89 Deudas bibliográficas . 101 Prólogo a la versión castellana Estas páginas nacieron hace ahora tres años, y fueron alum­ bradas en un acto de libertad. Porque, aunque también podemos (y debemos) ejercer la libertad en las aulas universitarias, un ensayo queda al margen de cualquier constricción: se escribe, o no se escribe. Y si es lo primero, el autor tiene las manos ex­ peditas (si así lo desea) para dar rienda suelta a un hilo dis- curviso que sólo puede romperse o por el miedo, o por la pro­ pia ineptitud. El lenguaje, la facultad que mejor nos define como huma­ nos, rio sólo merece ser estudiado dé forma erudita; también se presta a cualquier género: de reflexión. En este caso, sin em­ bargo, conviene no perder de vista que la ciencia del lenguaje, la Lingüística, es una disciplina antigua que, en los últimos de­ cenios, ha experimentado avances singulares: desde la tarea previa e indispensable de la autodefinición, hasta la labor apa­ sionante de tender puentes constantes hacia otras ciencias ve­ cinas. Por eso, toda reflexión sobre el lenguaje y las lenguas tiene la obligación de inscribirse explícitamente en el marco de la Lingüística, so pena de precipitarse en la vacuidad o en la char­ la de aficionados. Si he dicho antes que estas páginas habían sido dictadas por la libertad, ahora añadiré que buena parte de ellas respon­ de, además, a una intención educativa: son muchos los mitos sobre el lenguaje, como abundantes son también los prejuicios que se ciernen sobre las lenguas. Toda mácula que caiga sobre nuestra señal más distintiva salpica igualmente a la humanidad, y el desprecio hacia las lenguas es, necesariamente, un acto de desestima que puede desgarrar a le» pueblos y que es capaz 12 EL LUJO DEL LENGUAJE de convertirse en el germen de disensiones y enfrentamientos. Tenemos, pues, la obligación de ser lingüísticamente educados, y a esto vienen las páginas, breves, que pueden ser desgranadas a continuación: en ellas se habla de la unidad del lenguaje, facultad humana de la que todos somos propietarios de pleno derecho; de la diversidad de lenguas y de usos; de los oscuros orígenes del habla, del placer del lenguaje literario y de algunos principios éticos a los que debemos ajustamos para seguir sien­ do humanos. La primera y sucesivas ediciones originales en lengua cata­ lana (seis entre los años 1986 y 1988) han representado algo más que una sorpresa: nadie se atrevía a suponer tal acogida por parte de los lectores y tanta benevolencia entre los comen­ taristas. Con el paso de los días, esta obra (que no estaba pen­ sada para un lector específico) ha ido difundiéndose sobre todo en esos ámbitos previos a los comienzos universitarios, en los que ha sido propuesta, a veces, como lectura paralela, objeto de comentarios y debates. En más de una ocasión, rodeado de es­ tudiantes, he podido comprobar qué fácil es desvelar el interés por el lenguaje y por las lenguas y cómo, desde los problemas del habla, es posible reflexionar sobre los pueblos y las per­ sonas. Y, poco a poco, se va llegando a una conclusión espe- ranzadora: el conocimiento lingüístico (entre tantos y tantos saberes) nos provee de autoconciencia y hace germinar en no­ sotros la estima creciente hacia todos aquellos que, desde, otras lenguas, manifiestan su pertenencia igualitaria a la humanidad. Jesús Tusón Barcelona, noviembre de 1988 Principio Cuando alguien piensa en voz alta o libera sus afanes en plaza pública, consuma un ejercicio temerario, quién sabe si insensato: invita a los demás a pasear de buen grado por los caminos del pensamiento —a veces sinuosos y otras, puro ata­ jo— y les llama a tomar parte en una construcción que, por el momento, sólo es un cañamazo, cuya trama resulta, inclu­ so, modificable. Os convido, pues, a asomaros al pozo insondable del len­ guaje humano, a dejar que vuestra imagen —que es vuestra lengua— se refleje en un espejo esplendoroso, de naturaleza perfecta e insondable. Os convoco para amar el lenguaje y para amar y defender las lenguas, su unidad profunda y el abanico magnífico de su diversidad. Porque tal vez no somos sino lenguas y cuando se pierde una de ellas perdemos una parte esencial de nosotros mismos. Y cuando alguien maniobra para borrar todas las lenguas excepto la suya, busca convertimos en menos huma­ nos y se encamina directamente, por un camino sin retomo, hacia el mundo inhumano del silencio. Primera parte EL LUJO DE LA UNIDAD 1. Los aposentos son variados. Y todos, sin embargo, de un mismo hogar: la morada común de la conciencia La tensión entre la diversidad y la unidad es tan vieja (y venerable) como la historia intelectual del mundo: las cosas y ios acontecimientos son singulares y heteróclitos; no obstan­ te, el talante del conocimiento humano quiere apreciar seme­ janzas y regularidades. Las cosas son tal como son y nosotros las vemos tal como podemos y pretendemos verlas. «Atiende —proclamaba Empédocles— a las cuatro raíces de todas las cosas: Zeus, el deslumbrador; Hera, que otorga la vida; Aido- neo, el invisible; y Nestis, cuyas lágrimas forman el manantial de nuestra existencia.» El Fuego, la Tierra, el Aire y el Agua: las esencias símplicísimas de un mundo multiforme. Más allá, el Odio y el Amor: los principios que disgregan o que hermanan; que conducen a la confusión o que logran la unidad suprema. El Caos y el Cosmos. De uno a otro se tiende el camino, a ve­ ces costanero, de un conocimiento que nos lleva desde la contemplación poética de los objetos singulares hasta los espa­ cios superiores, allá donde las diferencias se disuelven y las voces forman la Voz. Es el camino de la Ciencia. También es éste el camino de la ciencia del lenguaje: el que nos guía, ascendiendo por los escalones de la abstracción* hacia la comprensión unitaria del fenómeno sorprendente de las hablas y del habla humanas. Resulta absolutamente legítima la indagación de todo lo que es particular, de los rasgos específi­ cos de un poema, de las cualidades distintivas de un dialecto o de la personalidad irreductible de una voz; con todo, sucede que hay quien desea mirar más allá de este horizonte y se hace ton las alas de la ciencia para levantar el vuelo hacia el uni­ verso común donde también es posible —y quizá más que en

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