Aquel hombre al que llamaban el Ciego, no era fácil de encontrar, pero el señor Takanawa debía hacerlo, aunque fuera bajando a las profundidades del infierno.
Llevaba consigo una obra única, la última de una época dorada y desconocida, poseedora de un encantamiento que hacía enloquecer a todo aquel que le diera uso, pero eso no le importaba, ya que su precio era incalculable y sabía que ese hombre siniestro estaría encantado de poseerla… De nuevo.
Un violín, un magnífico violín hecho por un lutier al que nadie recuerda. Un japonés llamado Takeshi que traicionó a su Emperador y repudió sus tradiciones, provocando su sentencia a muerte y la de todos sus seres queridos. Un hombre maduro que dejó atrás a su familia por cumplir un sueño, sin importarle las consecuencias, huyendo por siempre del maldito Capitán Aritomo, un loco desquiciado con sed de sangre, alrededor del mundo, en un viaje sin fin y consecuencias terribles.
La muerte le persigue y le rodea, sin embargo eso nunca le importó, solamente creía en alcanzar el infinito, la perfección, algo inconcebible que ningún otro hombre había soñado siquiera, ni por supuesto, logrado….
Ahora, mientras observa esa última creación, el Ciego recuerda cuándo lo conoció y a cambio de qué le otorgó ese don.