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El hombre : antropología cristiana en los conflictos del presente PDF

79 Pages·1986·6.154 MB·Spanish
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el hombre antropología cristiana en los conflictos del presente H ESTUDIOS SIGÚEME 9 JÜRGEN MOLTMANN EL HOMBRE Antropología cristiana en los conflictos del presente Ediciones Sigúeme - Salamanca 1976 Tradujo José M. Mauleón sobre el original alemán CONTENIDO Mensch - Christliche Anthropologie in den Konflikten der Gegenwart Presentación 11 1. ¿Qué es el hombre'? 15 1. La pregunta surge de la comparación del hombre con el animal 19 2. La pregunta surge de la comparación del hombre con los otros hombres 23 3. La pregunta surge de la comparación del hombre con lo divino 28 4. Ecce Homo! ¡Aquí tenéis al hombre! .... 33 2. Humanismo en la sociedad industrial 41 1. «Quien cabalgue sobre el tigre, no podrá ya desmontar» 41 © Kreuz-Verlag 1971 2. El «fantasma de la sociedad industrial» y © Ediciones Sigúeme 1973 la nostalgia de la «vida a salvo» 48 ISBN 84-301-0524-7 3. El reino eterno de la paz 49 4. El refugio en el hundimiento del mundo . 52 5. Romanticismo social 60 6. Emigración interna 62 Printed in Spain - Depósito legal: S. no - 1976 Gráf. Ortega - Pol. El Montalvo - Salamanca, 1976 7. La conciencia utópica 65 3. Imágenes del hombre y experimentos 71 1. La utopía del hombre total 73 2. La revolución de derechas 87 3. La ley del hombre ideal 98 4. Vida dialogal 111 5. La ironía del «hombre sin atributos» .... 120 6. El corazón aventurero 133 4. El hombre y el Hijo del hombre 143 1. Dios es la crítica del hombre 143 2. El Dios creador y el hombre libre 147 Para Susanne, Anne-Ruth, 3. Los reinos del mundo y el reino del Hijo Esther y Friederike del hombre 150 4. El Hijo del hombre crucificado 151 5. Vida en reconciliación 154 6. Vida en esperanza 156 Presentación La reflexión teológica está tratando hoy de establecer un punto de conexión con las cuestiones-clave de la expe riencia, la problemática y la discusión actuales. «El hom bre» ofrece aquí, sin duda, el campo más amplio que cabe imaginar, de preguntas comúnmente compartidas y res puestas por entero diversas. Hombres lo son todos quienes tienen rostro humano, y sin embargo el carácter humano o humanidad del hombre supone una pregunta irresuelta para cada uno de ellos y para todos en común. Con el proyecto, con el destino y con el estilo de su vida, todos y cada uno marchan en busca de una respuesta que les ilu mine y convenza. Las sociedades y las culturas necesitan y buscan ponerse de acuerdo sobre lo que, para ellas, ha de significar qué es humano y qué inhumano. Tras las pa vorosas experiencias que en la segunda guerra mundial ha tenido el hombre con el hombre, las Naciones Unidas convinieron en 1945 sobre unos derechos humanos comunes e inalienables. Pero la historia muestra que la diferencia existente entre «el hombre» y la realidad personal, social y política de los hombres representa un tormento continuo. Asi es como, con el tema de «el hombre», se está significando nada menos que la historia inconclusa, abierta, del inquirir y el buscar, de los fracasos y las humillaciones de los hombres. 11 ¿Qué nos mueve a preguntarnos por el hombre? ¿De se convierte furtivamente en un libro sobre Dios. Con dónde surge irrecusablemente esta pregunta? ¿Cuáles son todo, este tema de teología no será aquí tratado en forma las respuestas que encontramos, cuáles las que hoy no de una teología pura que hable tan sólo de la eterna situa resultan ya convincentes, cuáles las que buscamos? ¿Y de ción del hombre ante Dios. Porque, si en lo que respecta dónde aguardaremos una respuesta que dé cumplimiento «al hombre», se trata en todo caso de un proceso abierto a la búsqueda y haga enmudecer el tormento del ser hu entre lo humano y lo inhumano, habrá de resultar más mano? Y, si el hombre es un ser problemático, digno de adecuado hacer teología en la acción, teología referida cuestión, ¿qué le retiene del escepticismo de abandonar a las experiencias y a la praxis vital de los hombres que ese inquirir, y conformarse con sus circunstancias sin más se encuentran en la sociedad industrial de hoy, y explorar cuestiones? ¿No tendríamos primero que percibir cons caminos hacia una humanización de este hombre. Porque cientemente la dignidad de este hombre digno-de-cuestión, el punto de partida de toda antropología es éste: el cono para marchar apasionadamente en pos de las respuestas? cimiento de las estrellas les es a las estrellas mismas Escribir sobre «el hombre» es toda una osadía... cuando indiferente, pero para el ser del hombre el conocimiento uno mismo es hombre. «Quise escribir un libro», decía del hombre no queda sin consecuencias. Es conocimiento un sabio maestro de la literatura arábiga, «que llevara transformador. «El hombre» es un proceso abierto. Quien por título 'Adam' y se encontrase en él el hombre entero. intervenga en un proceso que está dirimiéndose, siempre Luego, reflexionando, pensé no escribir ese libro». Al será un jurado que o acusa o absuelve. Y esto ha de tenerlo hacer de «el hombre» un tema de la teología, no se está en claro todo aquél que desee hablar sobre «el hombre». abrigando la necia pretensión de presentar al hombre A los señores Gerhard M. Martin y Michael Welker entero o de querer emitir el juicio definitivo. Si el autor, les agradezco muchas acotaciones crítico-subsidiarias. reflexionando, ha pensado sin embargo en escribir este libro, su deseo sería el de exponer en la medida en que quepa qué es lo humano, sin ninguna osadía celeste y como coetáneo de los sufrimientos y esperanzas que hoy día atormentan y mueven a los hombres. Si, por otra parte, no se entrega a la resignación meditada de que es mejor callar, ello se debe tan sólo a que en Dios ve él la dignidad de este hombre digno-de-cuestión que somos todos nosotros, y en consecuencia opina que la teología viene a tematizar la antropología. «Sin Dios todo sería o.k», dice cierto personaje en una película de Ingmar Bergman. Pero con la pregunta sobre Dios y con lo que en ella a su vez se en cierra, es decir, la pregunta de Dios sobre lo que hay de «hombre» en el hombre, viene a hacerse cuestionable mu cho de lo que tenemos por incuestionable y por obvio, y vienen también a iluminarse de esperanza otras cosas que nosotros juzgábamos desesperadas. En este sentido, por tanto, el libro sobre «el hombre» 12 13 1. ¿Qué es el hombre? ¿Quiénes somos nosotros? Y yo, ¿dónde estoy? Estas preguntas son tan antiguas como el hombre mismo, que toma conciencia de su ser propio. Una vaca siempre será una vaca. No pregunta «¿qué es un vaca ?», «¿quién soy yo?». Sólo el hombre pregunta así, y, al parecer, tiene por fuerza que preguntar así sobre sí mismo y sobre su esencia. Es su pregunta. Su pregunta le acompaña en infinidad de formas. Pregunta que se hace consciente cuando la persona que espontánea mente actúa, se ve replegada hacia sí misma y obligada a reflexionar en torno a sí. Descubre entonces una di ferencia entre los objetos de su mundo circundante, a los que ella elabora, y lo que ella misma es. O bien, descubre una diferencia entre el mundo vital que com parte con otras, y ella misma, en un destino particular que a ella le afecta. Las preguntas con que el hombre apremió a la naturaleza y a otros hombres, dan un giro y se le encaran a él mismo. La actividad con que trans formaba las otras cosas, se torna en las experiencias de sufrimiento por las que él mismo viene a transformarse. O bien, se habrá entregado hasta tal punto a su negocio, a su familia o a su labor política, que percibirá el peligro de perderse a sí mismo. Entonces se dice: «antes que nada, he de reencontrarme», o si no «quisiera volver a 15 acceder a mí mismo», o incluso «ya no sé en absoluto sner 1). De lo cual resulta: «Por ello, antes que nada, quién soy propiamente yo». Así es como esta pregunta nos hacemos» (E. Bloch). sobre «el hombre» acecha al hombre en las experiencias Pero sea cual sea la forma como se describe esta di totalmente cotidianas, en las especiales situaciones de ferencia que el hombre experimenta en sí mismo; en felicidad y de dolor, y en las reflexiones supremas de su cualquiera de los casos le es a éste igual de importante el conciencia. llegar a respuestas fidedignas y hacerse digno de crédito Pero, al convertirse el hombre en una cuestión para ante los demás, que el permanecer consciente del misterio sí mismo, incide entonces en una escisión. El mismo es de que él existe para los otros y los otros para él, y el el interrogador, y a la vez el interrogado, el que se in respetar ese misterio. El conocimiento propio y el cono terroga. Al ser simultáneamente interrogador e inte cimiento de los hombres comportan en sí algo fascinante rrogado, resulta inevitable que todas las respuestas que para el hombre: «Algo que tiene de regocijante, eso es él mismo se da o se hace dar por otros, le sean insuficien el hombre, si es un hombre», dijo el estoico Menandro. tes y vuelvan a convertirsele en interrogación. De igual Ser hombre constituye el experimento en que nosotros modo a como intenta penetrar detrás de las cosas para mismos tomamos parte activa y entramos en juego. conocerlas y utilizarlas, querría también penetrar por Pero en ello late también algo pavoroso. Por eso siempre lleva el hombre consigo un justificado espanto y un na fin tras de sí mismo para conocerse. Pero, al ser él mismo tural pudor frente a todo encuentro excesivamente di quien desearía penetrar tras de sí, siempre está volviendo recto consigo mismo. La desnuda honradez de quienes a escaparse de sus manos, y se hace para sí propio un se desvelan y se confiesan a sí propios, produce efectos enigma, tanto mayor cuantas más son las posibilidades penosos; porque renuncian a la conciencia de lo ambiva de solución que se le ofrecen en forma de proyectos sobre lente de su conocimiento, y, a una con su misterio, el hombre. Cuanto mayor es el número de respuestas abandonan también su futuro. Uno no debe «aparentar» posibles, tanto más le parece a él encontrarse como en nada ni ante sí ni ante los demás, pero no debe tampoco un salón de mil espejos y máscaras, y le invade una con aparentar que «es más de lo que parece poder». «Todo fusión respecto a sí. espíritu profundo precisa de una máscara», pensaba Así es como el hombre viene a ser de hecho el mayor Nietzsche. Y ello es verdad en lo que afecta no sólo a de los misterios para el hombre. Tiene que conocerse, los «espíritus profundos» sino a cada hombre que sea para vivir y darse a conocer a los demás. Pero a la vez consciente de la escisión que se da en él y no le deja iden él mismo ha de quedar guarecido, para permanecer en tificarse totalmente consigo. Ni puede identificarse to vida y en libertad. Pues si llegara por fin a penetrar talmente con su «máscara», es decir, con la apariencia «tras de sí mismo», si pudiera constatar qué es lo que que observa para los demás, ni es tampoco capaz de pasa con él, entonces ya no pasaría con él absolutamente acceder a sí mismo, por mucho que quiera desvelarse nada, sino que todo estaría constatado y fijado, y él por entero. habría llegado al fin. Entonces el «enigma resuelto» del hombre sería a la vez la definitiva liquidación del ser humano. Siempre que tengamos experiencia del ser hu mano, lo experimentaremos como pregunta, como li bertad y apertura. «Somos, pero no nos tenemos» ~ és 1. H. Plessner, Conditio humana: Einleitung zur Propyláen- Weltgeschichte, Berlín 1961; Opúsculo 14, Pfullingen 1964, 49; ta es manifiestamente la conditio humana (H. Ples- E. Bloch, Spuren, Frankfurt a.M. 1959, 7. 16 17 9 Todo esto no es más que un equívoco. Nunca acabamos de sólo una demasía humana, sino igualmente una gracia quitamos nuestras máscaras. Y de esa última que se adhiere escondida. a nuestro rostro... es completamente incierto el que la La pregunta del hombre sobre «¿qué es el hombre ?» muerte consiga arrancárnosla (Francois Mauriac). no constituye aún en sí ningún sólido punto de partida en orden a su contestación, ya que dicha pregunta puede En el mito chino, cada uno de los hombres tiene su ser planteada muy diversamente. Emerge en contextos yo auténtico, que siempre se encuentra tras él como diversos y son muchos los lugares desde los que se inicia espíritu de compañía; pero en el instante en que el hom su marcha. La pregunta de «¿qué es el hombre ?» es siem bre mira tras de sí y lo conoce ^es decir, y se conoce a pre una pregunta comparativa. Nunca se da absoluta sí mismo—, entonces muere. Así pues, entre la fundamen mente en el espacio, por lo mismo que el hombre tampoco tal interrogabilidad del hombre y las respuestas con que se halla aislado. éste se asegura de sí mismo, tendrá uno que encontrar un equilibrio vital. El hombre no puede persistir de porfía en la actitud radical de la pregunta. En tal caso 1. La pregunta surge de la comparación del hombre nunca llegaría a la encarnación de su vida. Pero tampoco con el animal puede asentarse y contentarse únicamente con la faz que le confiere su época y su cultura. En tal caso se es De esta comparación surgen las afirmaciones de la tancaría. El equilibrio lo encontrará cuando respete antropología biológica 2. Los testimonios más antiguos aquella barrera que hace históricas a las formas de la de la cultura humana son testimonios de cazadores y de vida humana, y cuando vea que en la transformación pastores. El hombre conoce a los animales. Examina pe de culturas e imágenes del hombre, movidas por la se netrantemente sus formas de vida y su medio ambiente. riedad y la expectación de lo último, está en juego algo Puede entonces adaptarse a ellos, llegando incluso a la provisional. Sin embargo, por insuficientes que sean las identificación mítica, como es el caso de los animales- respuestas históricas y culturales del ser humano concre tótem. Conoce, hablando modernamente, que los ani to frente a la pregunta abierta y siempre acuciante acerca males viven en un medio ambiente propio, de índole del hombre verdadero, ofrecen por su parte posibili específica, y que en sus reacciones están ligados a sus dades para la realización de una vida humana y otorgan impulsos y proceden por instintos. Pero simultáneamente posada en el tiempo. se conoce también a sí mismo, y encuentra que en él A la pregunta que el hombre es para sí propio, se la esos órdenes de vida no se dan. El mismo es pobre de puede designar como la inquietud en la historia de los instintos y no tiene otro medio ambiente fijo que el de hombres y de los pueblos. Al ser históricas y no eternas una esfera vital en la que él se mueve. Continuamente las respuestas que los hombres dan de una u otra forma con su vida, son también superables por otras respuestas 2. A. Gehlen, Der Mensch: seine Natur und Stellung in der nuevas. Pero cuando éstas resultan históricamente lo Welt, Bonn 61958; Id., Urmensch und Spátkultur, Bonn 1956; F. J. J. Buytendijk, Mensch und Tier, Hamburg 1958; Id., Das gradas, ofrecen por una cierta época una base susten Menschliche-Wege zu seinem Verstándnis, Stuttgart 1958; H. Pless- tadora en orden a la vida personal y social. Entonces ner, Lachen und Weinen. Eine Untersuchung nach den Grenzen no se da en ellas únicamente algo perecedero, sino ya menschlichen Verhaltens, Bem 31961; A. Portmann, Biologie und Geist, Zürich 1956; Id., Zoologie und das neue Bild vom Mens- también la pre-aparición de una plenitud futura, y no chen, Hamburg 1956. 18 19 está percibiendo cosas a las que no se encuentra aún Todo animal tiene un ciclo al que pertenece desde su naci miento, entra en seguida en él, en él permanece de por vida adaptado, sino que ha de ir penosamente realizando la y muere... El hombre no tiene esa clase de esfera uniforme correspondiente adaptación. Se halla desbordado por y restringida, en la que le aguarda tan sólo un trabajo: un mundo de negocios y determinaciones se extiende en torno a los estímulos. No cuenta con ninguna protección natural él... La naturaleza fue para él la más dura madrastra, ya que frente al mundo exterior. Le falta la seguridad instintiva para cada uno de los insectos fue la madre más pródiga. en el reaccionar. Tiene en primer lugar que construir El hombre es un huérfano de naturaleza: desnudo y despo jado, débil e indigente, apocado e inerme, y, lo que consti su medio ambiente mediante lenguaje y cultura. Tiene tuye el culmen de su miseria, privado de todas las guías de la en primer lugar que aprender sus h -mas de comporta vida. Nacido con una capacidad sensorial tan dispersa y debilitada, con unas facultades tan indeterminadas, con unas miento. El hombre, considerado en mera biología, no pulsiones tan divididas3. tiene en ningún sitio hogar. Por eso, ante la vida de los animales, se plantea la pregunta: ¿qué es el hombre? Podrían también resumirsea sí estas apreciaciones: Generalmente, a esta pregunta se le da hoy día una las necesidades pulsionales del hombre no disponen, en doble contestación: biológicamente el hombre es un ser orden a su exteriorización, de un sistema innato de es deficitario, y a la vez un ser creador de cultura. quemas propios de comportamiento, que se pongan en Como ser biológicamente deficitario, está abierto al marcha al recibir los estímulos del mundo externo. mundo, sin medio ambiente que le dé cobijo, desbordado Nosotros no somos autómatas sociales como los ani por los estímulos del mundo exterior e inseguro en sus males (A. Mitscherlich). La sujeción y regulación de la instintos. Como «dilettante», la naturaleza lo ha pro naturaleza pulsional del hombre tiene lugar mediante ducido a modo de un animal comparativa o relativa la cultura, y ésta es un prolongado proceso de apren mente sin terminar. dizaje, en el que el conocimiento de la necesidad social de renunciar a las pulsiones pugna con la naturaleza pul La hormiga conoce la fórmula de su hormiguero. La abeja sional del hombre, difícil de domeñar. conoce la fórmula de su colmena. No las conocen ciertamen te al modo humano sino al modo suyo. Pero no necesitan En el animal, las necesidades pulsionales y los objetos más. Sólo el hombre desconoce su fórmula (F. Dostojewski). de la pulsión observan una vinculación fija, específica. El hombre, en cambio, está en su naturaleza pulsional La armonía de mundo propio y reacción instintiva relativamente falto de especialización, es decir, por una que examina y admira en el animal, a él, el hombre, parte no cuenta en el mundo externo con objetos pulsio no le ha sido dada; en todo caso, le ha sido dada como nales fijados por herencia, sino tan sólo por la cultura. tarea. No se encuentra a todas vistas en su esencia, sino Dándose pues esta diferencia permanente entre la in que el encontrar su esencia es su cometido. Por eso terna abundancia pulsional y el encauzamiento cultural Nietzsche tenía al hombre por el «animal todavía no de las pulsiones, la apropiación de la cultura por parte determinado», que ha de determinarse antes que nada del hombre deberá antes que nada ser aprendida4. por promesa y acción consciente. Por otra parte, sin embargo, el hombre habría desapa- La antropología moderna, que pretende exponer la posición privilegiada del hombre en el cosmos de lo viviente a base de comparaciones, comenzó con el fa 3. J. G. Herder, Über den Ursprun? der Sprache (1770), Berlín 1959, 18 s. moso escrito de Herder Über den Ursprung der Sprache, 4. A. Mitscherlich, Die Unfáhigkeit zu trauern. Grundlagen 1770 (Sobre el origen del lenguaje). Herder escribe allí: kollektiven Verhaltens, München 1968, 86 s. 20 21

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