Description:«Como todo serhumano, este hombre había nacido loco», advierte el autor. Al frente de susmesnadas de sombras y marchando marcialmente por el centro del camino real, conriesgo de ser atropellado por algún automóvil o «calandria», el GeneralHilachas entró en Guadalajara por la garita de San Pedro Tlaquepaque. De muymala traza, avejentado, ataviado con inmundos harapos, sin compañía alguna ydictando órdenes. Dijo a los primeros curiosos que se le acercaron que erageneral y que Guadalajara le parecía bien para defenderla de los porfiristas.Su atuendo trataba de simular la indumentaria de un militar de alto rango; lagorra, formada por trapos viejos, parecía de general francés. La chaqueta conparches y remiendos le quedaba untada al cuerpo y su figura era tal, que enprincipio fue confundido con alguna ánima del purgatorio solicitando rezos. El de las hilachastomó la ciudad por suya y cualquier rincón, acera, banca de jardín o pie deárbol, le eran buenos para descansar dormitando, pasar la noche durmiendo osimplemente meditar. Había sido soldado de Pancho Villa y la lucha por la tomade Zacatecas lo dejó mal de la cabeza. El General Hilachas es, entre otrascosas, una recreación nostálgica de la Guadalajara de los años treinta, y lahistoria de un personaje popular entrelazada con la de otros locos, pícaros,licenciados, fritangueras, niños feroces y clase media, todos integrados en uncuadro en extremo animado al que convendría el epígrafe de Ica Farías, directordel museo de Guadalajara: «La vida es como la sombra del zopilote: pasa rápidoy por donde pasó no vuelve a pasar.» Atinadamente, José Madrigal Mora prescinde depirotecnias estructurales y cuenta su historia en forma fluida.