“La carta fundacional de la literatura distópica data de hace casi un siglo. En 1920 un ingeniero naval ruso afecto a la Revolución pero a punto de pasarse a la disidencia, escribe Nosotros en las horas ganadas a la construcción de un rompehielos. En esta joya literaria oculta a la que tanto deben Aldoux Huxley y George Orwell, Yevgueni (Eugenio) Zamiátin presenta a unos seres sin nombre que sufren el poder absoluto del Benefactor, líder supremo del Estado Único. Desde entonces la distopía acompañará al siglo XX como una sombra.