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El exito del error. Los viajes de Colon PDF

413 Pages·2018·5.094 MB·Spanish
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La fascinante personalidad de Cristóbal Colón se ha prestado a una enorme cantidad de estudios, unos espléndidos, otros apasionantes en exceso, sobre sus orígenes, la génesis de su idea, sus condiciones como navegante, su obra como descubridor y como administrador de sus descubrimientos. Colón no se acaba nunca. José Luis Comellas, autor de dos libros sobre aspectos astronómicos del descubrimiento y sobre Colón como cartógrafo, intenta aquí un estudio, riguroso y apasionante a la vez, sobre los viajes de Colón a la luz de la oceanografía, la astronomía, la meteorología, las técnicas de navegación de la época, el régimen de los vientos, corrientes y mareas, que nos explican por qué el gran navegante llegó a donde llegó, y cómo consiguió hacerlo. Tal vez no se ha realizado nunca un estudio multidisciplinar de este tipo, que resulta sorprendentemente revelador. Y al mismo tiempo, el autor, a la hora de interpretar los descubrimientos, procura deslindar tres vivencias simultáneas, pero monstruosamente contradictorias, en el alma colombina: lo que el Almirante ve, lo que cree ver y lo que quiere hacer creer que ha visto. El análisis de esta triple visión puede contribuir a comprender mejor la desconcertante personalidad del descubridor. José Luis Comellas El éxito del error Los viajes de Colón ePub r1.0 lgonzalezp 11.06.18 EDICIÓN DIGITAL 3 Título original: El éxito del error José Luis Comellas, 2005 Diseño de cubierta: lgonzalezp Editor digital: lgonzalezp ePub base r1.2 Edición digital: epublibre, 2018 Conversión a pdf: FS, 2019 4 DECLARACIÓN DE INTENCIONES Diríase que resultan absolutamente necesarias unas palabras previas para justificar la presencia de un nuevo libro sobre Cristóbal Colón. Sirvan tan siquiera para precisar lo que aquí se pretende y lo que no se pretende. En absoluto se ha querido una biografía completa de Colón, un personaje sobre cuya vida existen trabajos excelentes. Sería pretensión inútil incrementar el elenco con uno más al uso. Ciertamente, se va referir en estas páginas el lugar y la fecha, en que, con una probabilidad que hoy raya en la seguridad, tuvo lugar su nacimiento, y el lugar y la fecha en que, esta vez con seguridad absoluta, tuvo lugar su muerte. Pero no pretendemos extendernos en estos puntos más de lo estrictamente necesario, porque no forman parte de los objetivos que ilustran nuestra intención. Tampoco van a merecer más que unas páginas las andanzas de Colón por su Mediterráneo natal, por más que en sus aguas hubiera podido revelarse como un interesante marinero y cartógrafo, pero muy difícilmente esas andanzas hubieran modificado por sí solas la historia universal. Tampoco va a encontrar el lector excesiva información sobre la administración de Colón como virrey y gobernador de las tierras descubiertas, de acuerdo con las atribuciones que le fueron concedidas en las Capitulaciones de Santa Fe: los detalles sobre estos extremos son tan abundantes y bien conocidos como tristes, porque Don Cristóbal nunca demostró poseer grandes cualidades como gobernador y administrador de territorios, 5 y menos por lo que se refiere a su capacidad para conocer a los hombres y hacerse obedecer por ellos en las tareas ordinarias del gobierno. De aquí que nos merezcan mucha más atención los viajes del Almirante que las estancias, incluidas las propias estancias en la Península entre navegación y navegación. Tampoco debe esperar el lector una obra erudita y profusa, dedicada a un estudio exhaustivo de los más ínfimos detalles, incluidos aquellos que para nada enriquecen la historia, pero que están ahí. Se han evitado todas aquellas citas que no resultan indispensables, sobre todo en aquellos casos en que las fuentes, especialmente el propio Colón, son más elocuentes que el historiador de hoy, por mucho interés que este haya puesto en el empeño. Todos los datos a que en este libro se alude —excepto aquellos que resultan ser obvias inferencias, o sean el resultado de cálculos hoy factibles—, están firmemente apoyados en las fuentes o en autoridades indiscutibles. Cualquier lector debidamente interesado puede consultarme acerca de esos datos o esas fuentes, que he aprendido a conocer bien en una vida en que siempre me ha atraído de un modo especial la aventura colombina; pero me he permitido, por interés del propio lector medio, a prescindir de un aparato erudito que pudiera entorpecer la fascinación de una de las aventuras más extraordinarias de la historia. En 1991 y 1995 he publicado dos libros relacionados con la ciencia y la náutica de Colón. En cierto modo el que ahora se presenta es un complemento de ellos. Dos puntos me han interesado particularmente y son los que centran el contenido de este trabajo. El primero y principal, los viajes de descubrimiento, y particularmente el primero de ellos, que es el que encierra el Descubrimiento mismo. Sin este viaje y su resultado, es decir, el «Descubrimiento» por 6 excelencia, ni la historia del mundo hubiera sido la misma, ni la propia historia de Colón hubiese sido, para su suerte o su desgracia, la que acabó siendo. Si Cristóbal Colón es un personaje que no se acaba nunca, acerca del cual siempre es posible —sin necesidad de recurrir a teorías aventuradas o a hipótesis absurdas— nuevas y reveladoras conclusiones, también su viajes, y especialmente el primero, permiten tratamientos capaces de decir —¡todavía a estas alturas!— cosas nuevas, si recurrimos con el rigor necesario a lo que hoy pueden decirnos la oceanografía, la hidrografía, la astronomía, la climatología local o general, el cálculo de las mareas, de las corrientes, de los centros de acción que determinan los vientos o las calmas en las distintas épocas del año… y, por supuesto, la relación de los hechos con el calendario válido en los tiempos de Colón, que no es el mismo que el de los nuestros: y de aquí también la posibilidad de rectificar algunos malentendidos que se han mantenido hasta ahora. Una visión multidisciplinar, en que se tengan en cuenta las distintas ciencias capaces de explicarnos mejor las incidencias de la aventura colombina puede revelarnos todavía multitud de aspectos nuevos o cuando menos poco conocidos. El segundo punto que trata de informar el contenido de este libro es quizá un poco más difícil de determinar; y más difícil todavía es la posibilidad de que consiga aportar algo nuevo. El autor, navegante por vocación en gran parte frustrada, que ha trabajado en los campos de la astronomía, de la meteorología, de la climatología de situaciones generales, de pandeos de marea, de frontogénesis, de cartografía histórica o de naves bajomedievales o del Renacimiento, ha de confesar su absoluta ignorancia en una ciencia que hubiera sido —tal vez— insustituiblemente útil en este caso: el estudio de la psicología humana. No 7 conocemos un estudio —aunque ese estudio pudiera existir— sobre la psique de ese personaje enigmático a más no poder que se llamaba Cristóbal Colón. Al menos, ciertos intentos de interpretaciones del alma, de la vida interior del gran descubridor, aunque puedan encerrar grandes aciertos, no han llegado a convencernos del todo, y algunos de ellos parecen excesivamente aventurados o puramente ensayísticos. Un hermoso libro de Consuelo Varela, Cristóbal Colón, retrato de un hombre, nos revela detalles muy significativos de su personalidad y sus circunstancias, pero, con prudencia, se detiene ante todo intento de análisis psicológico. No es fácil penetrar en muchos secretos colombinos —ya por el prurito del propio personaje de fomentarlos y en mantenerlos, ya por una siempre problemática interpretación de las fuentes, en muchos casos contradictorias—, y en este sentido nada más lejos de nuestro objeto que la pretensión de ahondar en ellos. Lo que tal vez ocurre es que, en muchas ocasiones, no se ha distinguido con justeza entre los hechos y los mitos, entre los hallazgos reales y categóricos, y las interpretaciones que el descubridor —y otros, guiados por él— hicieron más tarde. Parece que es necesario, en cada caso, al seguir el desarrollo de lo sucedido, distinguir entre una realidad que se nos presenta evidente y que a veces puede seguirse sin dificultad día a día, milla a milla, y lo que es producto de la imaginación, de la fantasía o de los sueños más desbocados, dos formas de relato que en la prosa colombina coexisten entremezclados con la más asombrosa e increíble promiscuidad. No es siempre fácil distinguir entre lo que Cristóbal Colón ve y analiza con admirable precisión, lo que a la hora de interpretarlo, cree ver, y lo que, a la hora de relatarlo —a los Reyes Católicos o a otros destinatarios— quiere hacer creer 8 que ha visto. Esta triple vivencia, real o virtual, según queramos considerarla, constituye, junto con el hecho categórico de los descubrimientos, uno de los contrastes más fascinantes de la multiplicidad del alma colombina. Sin tener en cuenta esta triplicidad, no llegaríamos a comprender nunca del todo la aventura de los descubrimientos. Esa triplicidad vivencial está relacionada con una idea —una idée fixe— de Colón bien conocida, que le acompañó toda su vida de descubridor hasta su misma muerte: la de llegar a Asia navegando hacia occidente por el Atlántico. Todo tenía que ajustarse a este plan, todo tenía que coincidir con él, aun a costa de la más suprema negación de la evidencia; cuanto no se presta a este ajuste o es depreciado, o pasa a un segundo plano o es desfigurado hasta extremos increíbles. En esta lucha enfebrecida entre la realidad obvia y los sueños imposibles radica el trágico destino de Colón, descubridor de un Nuevo Mundo, que, sin embargo, se empeña en haber llegado o en estar llegando por un camino nuevo a una parte del mundo viejo. La aventura de Colón hay que seguirla paso a paso, hay que vivirla intensamente como él mismo la vivió. Como tal aventura, constituye uno de los ejemplos más fascinantes de toda la historia de los viajes de exploración del mundo. El propósito de este libro es, en definitiva, seguir en la medida de lo posible, con el máximo rigor histórico, pero sin sacrificar en ningún momento el dramatismo de los empeños y los logros, los viajes de un hombre desconcertante y genial que en mil ocasiones se empeña en sorprendernos, y lo consigue plenamente. 9 INTRODUCCIÓN «Nada que toque a Colón puede ser limpio y diáfano», escribe Juan Gil en una luminosa monografía sobre los mitos colombinos. Parece que no debiera ser así. Colón es uno de los personajes más conocidos y estudiados de su tiempo. La «Bibliografía Colombiana», compuesta por Paolo Emilio Taviani en los años ochenta del siglo XX, incluye nueve mil títulos. Hay realmente muchos más. Sobre todo, a raíz de la conmemoración del Quinto Centenario, ese número casi se ha duplicado. Sobre Colón han investigado cientos de eruditos de inestimable valía. Información, ciertamente, no nos falta. Docenas de autores coetáneos, entre los que se cuentan excelentes humanistas y cronistas que llegaron a conocerle personalmente —incluyendo a su propio hijo Hernando— nos proporcionan toda clase de detalles sobre su aspecto físico, sus ideas y su carácter. Por si ello fuera poco, Colón fue también un infatigable (y magnífico) escritor. La colección de textos publicada recientemente por Consuelo Varela recoge quinientas páginas de indudable autoría colombina, algunas de ellas de excepcional importancia, en las cuales nos da cuenta de su vida, de sus andanzas, de sus inquietudes y sus hallazgos. Y sin embargo, cuando creemos haber llegado a una conclusión segura, surgen nuevos datos o tesis que la ponen en tela de juicio. Dedicar una vida de investigador a descifrar el enigma de Colón es una aventura de desenlace casi tan incierto como el del primer viaje de 10

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