Description:En este profundo y detallado estudio de la vida de Cristo, Fulton J. Sheen hace un Canto a los Evangelios destacando y enlazando todos los pasajes en los que se llega a concretar la divinidad del Maestro. Asimismo, plantea que ningún otro en la historia ha concretado tan claramente su identificacion con la divinidad. De aquí que no es raro oír a quien se jacta de su amplitud de pensamiento —porque no ofende ninguna religión ni defiende a ninguna— pronunciar frases en que Buda, Confucio, Lao-tsé, Sócrates, y Cristo se mencionan con igual intención y a renglón seguido; como si Nuestro Señor fuera apenas otro maestro religioso en lugar de la religión misma. Sólo porque han sido halladas unas pocas similitudes entre Nuestro Señor y unos pocos maestros religiosos, se ha pensado que ellos son todos parecidos, que no hay nada Divino en torno a Cristo. Esto es exactamente como decir que, porque la mayoría de los cuadros del Louvre son rojos, verdes, blancos y azules, que todos ellos fueron pintados por el mismo artista. El mismo puntualiza: 'Ahora volved a cualquier otro maestro de moral que el mundo haya conocido y buscad un mensaje similar al de Cristo. Tomad cualquiera de ellos, Buda, Confucio, Lao-tsé, Sócrates, Mahoma, no importa. Ninguno de ellos se identificó a sí mismo ni con el camino de salvación, ni con la verdad, ni con la Vida. Todos ellos dijeron: 'Yo mostraré el camino”; pero Nuestro Señor dijo: 'Yo soy el Camino”. Todos ellos dijeron: 'Yo os diré cómo poseer la verdad o cómo descubrir la Luz”. Pero Nuestro Señor dijo: 'Yo soy la Verdad; yo soy la Luz del Mundo”. Todos ellos dijeron: “Yo os ayudaré a alcanzar la vida que no muera”; pero Nuestro Señor dijo: “Yo soy la Vida”. Cada uno de los reformadores, cada uno de los grandes pensadores, cada uno de los predicadores de moral en la historia del mundo han señalado hacia un ideal exterior a ellos mismos. Nuestro Señor no. El señaló hacia El mismo. Lo que es verdad en el pasado es verdad en el presente. Hoy día no hay reformador o predicador que crea que él es la encarnación del ideal. Cuando más, ellos dirían que son postes con letreros para señalar una Jerusalén celestial, pero en ningún caso que son la ciudad misma.'