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El Espiritismo ante la Ciencia PDF

274 Pages·2010·1.55 MB·Spanish
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EL ESPIRITISMO ANTE LA CIENCIA 2 Gabriel Delanne El espiritismo ante la ciencia Traducción al castellano: ALFREDO ALONSO YUSTE http://www.espiritismo.es EL ESPIRITISMO ANTE LA CIENCIA 3 ÍNDICE Resumen ........................................................................................... 4 Prefacio del traductor español................................................................. 5 PRIMERA PARTE I ¿Tenemos alma? ...................................................................... 6 II El materialismo positivista....................................................... 27 SEGUNDA PARTE I El magnetismo y su historia ..................................................... 55 II El sonambulismo natural ......................................................... 60 III El sonambulismo magnético .................................................... 70 IV El hipnotismo .......................................................................... 83 V Ensayo de teoría general .......................................................... 94 TERCERA PARTE I Pruebas de la inmortalidad del alma por la experiencia ............ 99 II Las teorías de los incrédulos y el testimonio de los hechos ....... 112 III Las objeciones ......................................................................... 128 CUARTA PARTE I ¿Qué es el periespíritu?............................................................ 144 II Pruebas de la existencia del periespíritu . Su utilidad. Su papel 151 III El periespíritu durante la desencarnación. Su composición ....... 169 IV Hipótesis ................................................................................. 203 QUINTA PARTE I Algunas observaciones preliminares ........................................ 213 II Los médiums escribientes ........................................................ 221 III Mediumnidades sensoriales. Médiums videntes y auditivos ..... 238 APÉNDICE ........................................................................................... 271 http://www.espiritismo.es EL ESPIRITISMO ANTE LA CIENCIA 4 RESUMEN Gabriel Delanne fue uno de los científicos que dieron continuidad al trabajo de Kardec en la divulgación de la Doctrina espírita. En esta obra, el autor demuestra que el Espiritismo, lejos de estar en contra de la ciencia, se afirma en ella, no existiendo incompatibilidad entre uno y otro. Expone casos comprobados experimentalmente de apariciones materializadas, telepatía, transportes, visión a distancia y premonición, entre otros, mostrando la adopción, por un gran número de científicos, de la teoría espírita como la única explicación general de todos los fenómenos investigados. Aconseja la investigación seria de la mediumnidad y amonesta enérgicamente a los que, por prejuicios o fanatismo, no admiten la adopción de medidas preventivas contra las mistificaciones en el campo experimental. Incluye un apéndice que intenta informar sobre la consagración por la ciencia de algunas de las más importantes teorías de la obra, varias décadas después de su publicación. http://www.espiritismo.es EL ESPIRITISMO ANTE LA CIENCIA 5 PREFACIO DEL TRADUCTOR ESPAÑOL Por encargo de la Federación Espírita Española he tenido el placer de traducir esta obra al castellano, que es un clásico, por así decirlo, del Espiritismo, donde a través de la pluma de Gabriel Delanne se van detallando los puntos de encuentro de los fenómenos espíritas y la ciencia humana, aunque ésta última, incluso en nuestro siglo XXI, todavía no dispone de elementos técnicos necesarios para aventurarse por territorios espirituales. No debemos olvidar, puesto que es importante, que el Evangelio de Jesús es realmente ciencia, que algún día podrá comprenderse bajo otros parámetros. Viva- mos pues sus enseñanzas, lo más intensamente que nuestras fuerzas lo permitan, para que nuestro patrón vibratorio sea más elevado y podamos ser espíritus, tanto encarnados como cuando desencarnemos, más felices. Agradezco a mi esposa, Maribel, su dedicación y aportación técnica para que este trabajo sea una realidad. ALFREDO ALONSO YUSTE Madrid, mayo de 2010 http://www.espiritismo.es EL ESPIRITISMO ANTE LA CIENCIA 6 PRIMERA PARTE I ¿TENEMOS ALMA? ¿Tenemos alma? Esa es la pregunta que nos proponemos estudiar en este ca- pítulo. Parece, a primera vista, que este problema puede ser fácilmente resuelto, porque desde la más remota antigüedad, las investigaciones de los filósofos han te- nido como objeto al hombre, su naturaleza física e intelectual. ¿Llegaron a alguna conclusión? Pues bien, según algunos sabios modernos, parece que no es así. Los antiguos, que habían tomado por divisa la célebre máxima “conócete a ti mismo”, no se conocían. Imaginaban que el hombre estaba compuesto de dos elementos distintos: el alma y el cuerpo. Basaron, en esa dualidad, todas las deducciones de la filosofía y al final, en nuestra época, una escuela nueva encuentra que estaban equivocados, que todo es materia en nosotros, que la antigua entidad llamada “alma” no existe y que es preciso abjurar de ese viejo error, hijo de la ignorancia y la superstición. Antes de someternos pasivamente a esa afirmación, examinemos si los argumentos proporcionados por los materialistas poseen realmente el valor que les quieren atribuir. Intentaremos acompañarles en su propio terreno y discriminar lo que de verdadero o falso existe en sus teorías. Antepondremos, en relación a sus trabajos, las conclusiones imparciales de la ciencia y de las especulaciones modernas. De esa comparación nacerá, así lo esperamos, la certeza de que existe en nosotros un principio independiente de la materia, que dirige el cuerpo, y al que llamamos “alma”. A los que han dudado de la utilidad del principio espiritual para el hombre, les diremos que no existe asunto más digno de nuestra atención, porque nada nos interesa más que saber quiénes somos, adonde vamos y de dónde venimos. Tales preguntas se imponen al espíritu, después de los dolorosos aconteci- mientos, de los que nadie está exento en este mundo. El alma, engañada y mutilada, se recoge en sí misma, después de las luchas de la existencia, y pregunta el porqué de estar el hombre en la Tierra, si su destino es el de sufrir siempre. Cuando se ve al vicio triunfante ostentar su esplendor, ¿a quién no se le presenta la idea de que los sentimientos de justicia y honestidad son palabras vacías? A fin de cuentas ¿no es la satisfacción de los sentidos el fin supremo al que aspiran todos los seres? http://www.espiritismo.es EL ESPIRITISMO ANTE LA CIENCIA 7 ¿Quién de nosotros, habiendo perseguido ardientemente la realización de un sueño, no sintió el corazón vacío y el alma desengañada después de haberlo alcanzado? ¿Quién de nosotros no preguntó, cuando el torbellino de la existencia le haya dejado un instante de reposo: por qué estamos en la Tierra y cuál es nuestro futuro? El sentimiento que nos impulsa a esa investigación está determinado por la razón que quiere, imperiosamente, conocer el porqué y el cómo de los aconteci- mientos que se producen en torno de nosotros. Es la que nos pone en el corazón el deseo de profundizar en el misterio de nuestra existencia. Si en medio del ruido de las ciudades esa necesidad se impone a veces a nuestro espíritu, con mucha mayor fuerza todavía, se apodera de nosotros, cuando al dejar los centros populosos nos encontramos cara a cara con la naturaleza eterna, inmutable. Al contemplar los am- plios horizontes del paisaje, los cielos profundos, tachonados de estrellas, compro- bamos nuestra pequeñez en el conjunto de la creación. Y al recordar que esos mismos lugares donde nos encontramos ahora fueron pisados por innumerables legiones de hombres, que no dejaron más vestigio que el polvo de sus huesos, nos preguntamos angustiados porqué esos hombres vivieron, amaron y sufrieron. Cualquiera que sean nuestras ocupaciones y estudios, estamos forzados a ocuparnos de nuestro destino, sentimos la necesidad de conocernos y de saber en virtud de qué leyes existimos. ¿Seremos un juguete de las fuerzas ciegas de la naturaleza? Nuestra raza, que apareció en la Tierra después de tantas otras ¿no será más que un eslabón de esa inmensa cadena de seres que se suceden en su superficie? O, efectivamente ¿será la plena eclosión de la fuerza vital que emana de nuestro globo? La muerte, ¿disolverá los elementos constitutivos de nuestro cuerpo para sumergirles de nuevo en el crisol universal o conservaremos después de esa transformación una individualidad para amar y recordar? Todas esas preguntas acuden a nosotros en los momentos de duda y reflexión y cautivan nuestro espíritu en la red de ideas que impulsan y obligan al más indiferente de los hombres a indagar: ¿Existe el alma? UN VISTAZO A LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA Los más antiguos filósofos que la historia recuerda creían que éramos dobles y que en nosotros residía un principio inteligente, director de la máquina humana. Sin embargo, no profundizaron en las condiciones de su funcionamiento. Las vistas http://www.espiritismo.es EL ESPIRITISMO ANTE LA CIENCIA 8 generales que poseían eran bastante vagas, porque querían descubrir la causa primaria de los fenómenos del universo. En sus investigaciones sólo se apoyaban en hipótesis. Por eso la teoría de los cuatro elementos, resultante de sus trabajos, fue abandonada. Sin embargo, un hecho digno de atención es el de haber admitido Leucipo tres cosas para explicar el mundo sensible: el vacío, los átomos y el movimiento, y vemos hoy, esas deduc- ciones, en gran parte, adoptadas por la ciencia contemporánea. Con Sócrates apareció el estudio metódico del hombre: ese gran espíritu esta- bleció la existencia del alma y se basó en razones de una lógica extrema. Platón, su discípulo, llevó todavía más lejos esa creencia. El filósofo de la Academia admitía, a ejemplo de Pitágoras, un mundo distinto de los seres materiales: el mundo de las ideas. Según Platón, el alma conoce las ideas por la razón porque las contempló en una vida anterior a la actual existencia. Aquí nos encontramos con una novedad: hasta entonces, todos se limitaban a creer que el alma se hacía al mismo tiempo que el cuerpo. La teoría platónica enseñaba que el alma vivía anteriormente y más adelante veremos cuan justas y razonables son sus deducciones. Aristóteles, apellidado el príncipe de los filósofos, es tan espiritualista como sus predecesores y hay que reconocer que toda la anti- güedad creyó en la existencia del alma, así como en su inmortalidad. Las luchas entre las diferentes escuelas provenían más de las divergencias en la explicación de los fenómenos de la razón que del alma en sí misma. Así se creó la fracción sensualista, cuyos representantes más ilustres fueron Leucipo y Epicuro. Este último hacía derivar todos los conocimientos de la sensa- ción. Admitía el alma, pero la suponía formada de átomos y, por consiguiente, incapaz de sobrevivir a la muerte del cuerpo. En realidad era un materialista y se encontraba en oposición formal con los idealistas representados por Sócrates, Platón y Aristóteles Zenón no se puede considerar de esa escuela, ya que separaba la sensación de las ideas generales y es más, los sentidos de la razón. En esto era distinto a Epicuro. Sin ir tan lejos como los cínicos, los estoicos consideraban indiferentemente los placeres y las penas. Juzgaban inmorales todas las acciones que se apartaban de la ley y del deber. Esta severidad de principios fue, durante muchos siglos, la fuerza de la humanidad y el único dique contra las pasiones desenfrenadas de la antigüe- dad pagana. La escuela neoplatónica de Alejandría proporcionó grandes genios, como Orí- genes, Porfirio y Jamblico, que supieron elevarse hasta las más sublimes concep- ciones de la filosofía. Ellos admiten la preexistencia del alma y la necesidad de su regreso a la Tierra. http://www.espiritismo.es EL ESPIRITISMO ANTE LA CIENCIA 9 Ven al hombre incapaz de adquirir, de una sola vez, la suma de los conoci- mientos que le pueda elevar a una condición superior, y defendieron esa noble doc- trina, con coraje y audacia sin igual, contra los sectarios del naciente Cristianismo. Proclus fue el último reflejo de ese foco intelectual, y la humanidad quedó, durante largos siglos, amortajada bajo las espesas tinieblas de la Edad Media. En esa época de creencia no se dudaba del alma ni de la inmortalidad, pero los dogmas de la Iglesia, que se adaptaban maravillosamente al espíritu bárbaro de las naciones atrasadas, se habían vuelto impotentes de cara a despertar las conciencias. La antigua filosofía se apoyaba en la razón. La teología de Santo Tomás de Aquino sólo reposaba en la fe y los intentos de liberación, que provenían del divorcio entre la fe y la razón, eran cruelmente castigados. Siendo el progreso una ley de nuestro globo, debía llegar el momento en que se produjese el despertar de las inteligencias: esto se dio con Bacon. Este sabio, fati- gado con las disputas de los escolásticos que se agotaban en discusiones estériles, atrajo la atención hacia el estudio de la naturaleza. Se creó con él la ciencia induc- tiva. El sabio recomendó sobre todo, el orden y la clasificación en las investiga- ciones, quiso que la filosofía saliese de sus antiguos límites, abrió un campo nuevo a las investigaciones y sugirió la observación como el medio más seguro de llegar a la verdad. Muerto Bacon, en Francia se reveló Descartes. Ese profundo pensador rechazó todos los datos antiguos para adquirir conocimientos nuevos por medio de un método que descubrió. Partiendo del principio: pienso, luego existo, Descartes establecía la existencia y la espiritualidad del alma porque, si es posible suponer que el cuerpo no existe, es imposible negar el pensamiento, que se afirma por sí mismo, y cuya existencia se comprueba a medida que se ejerce. En una palabra, somos algo que oye, que concibe, que afirma, que niega, que quiere o no quiere. En estas condiciones, la facultad de pensar pertenece al individuo, una vez hecha abstracción de los órganos del cuerpo. El método preconizado por ese poderoso renovador inspiró a una pléyade de grandes hombres, entre los que podemos citar a Bossuet, Fenelon, Malebranche y Spinoza. Al mismo tiempo, el impulso baconiano formaba a Hobbes, Gassendi y Locke. Según Hobbes, no existe otra realidad aparte del cuerpo, otro origen de nuestras ideas más allá de la sensación, otro fin en la naturaleza además de la satisfacción de los sentidos. Su modo de ver también llevaba directamente a la apología del despotismo como forma social. http://www.espiritismo.es EL ESPIRITISMO ANTE LA CIENCIA 10 Gassendi fue un discípulo de Epicuro, que renovó sus doctrinas, pero el más célebre filósofo de esa época es Locke, que puede ser citado, razonablemente como el fundador de la Psicología. Combatió el sistema cartesiano de las ideas innatas y proporcionó, en Inglaterra y Francia, un gran impulso a los estudios filosóficos. Casi en la misma época vivieron Bossuet y Fenelon, que escribieron libros admirables sobre Dios y el alma. En esas obras, llenas de la lógica más elevada, podemos convencernos de la existencia de las grandes verdades tan bien puestas de relieve por aquellos eminentes espíritus. La profundidad de los pensamientos está reforzada también por un lenguaje admirable y nunca el espíritu francés mostró más claridad, elegancia y fuerza que en esos libros inmortales. Leibnitz, la inteligencia más amplia producida en los tiempos modernos, se colocó entre las dos escuelas que se disputaban el imperio de los espíritus, entre Locke y Descartes. Refutó lo que ambos tenían de absoluto, pero con su muerte, su sistema no tardó en ser abandonado, incluso en Alemania, donde inicialmente había sido acogido con gran simpatía. En Francia, los enciclopedistas hicieron triunfar las ideas de Locke, que condu- jeron, con Condillac, Helvetius y d’Holbach, a un materialismo absoluto. Ese materialismo es la consecuencia inevitable de las teorías que, reduciendo al hombre a pura sensación, no pueden marcarle otro fin que no sea el de la felicidad material. No tardó en comprobarse que ese método, llamado empirismo, llevaba a tristes resultados. Se sintió, imperiosamente, la necesidad de una reforma y ésta fue reali- zada por Thomas Reid en Escocia y por Emmanuel Kant en Alemania. En Francia, la escuela ecléctica admitió el racionalismo de Descartes y brilló con viva claridad, sustentando la tesis espiritualista. Las voces elocuentes de Jouffroy, Cousin y Villemain demostraron la existencia e inmortalidad del alma, con tal evidencia, que les cupo la victoria en el terreno filosófico. Pero la escuela materialista dio un gran cambio, dejando el dominio de la especulación, descendió al estudio del cuerpo humano y pretendió demostrar que, en nosotros, lo que piensa, siente y ama, no es una entidad llamada alma, sino el organismo humano, la materia, que sólo ella puede sentir y percibir. Debemos confesar que, para la mayoría de los lectores, es difícil tomar partido, en medio de las contradicciones, por los sistemas y las utopías empleadas por los sabios. Cansan las investigaciones metafísicas que se agitan en el vacío y se exige el retorno al estudio meticuloso de los hechos: de ahí el éxito de los positivistas. Sin embargo, es preciso situar nítidamente la pregunta. Para que no se siga en el error, vamos a hacerlo lo más claramente que podamos. Sólo pueden existir dos suposiciones en cuanto a la naturaleza del principio pensante: materia o espíritu, una sujeta a destrucción, la otra imperecedera. http://www.espiritismo.es

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Hace pocos años, el profesor Lordat escribió un notable tratado sobre la inse- nescencia 2. 2 Insenescencia –expresión utilizada como cualidad de lo
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