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El Espanol A Traves De Los Tiempos PDF

154 Pages·1992·16.94 MB·Spanish
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I .ì (l .\a 7 '-1 \ Rafael Cano Aguilar I \.J .r, E,L E,SPAÑOL A TRAVÉS DE LOS TIE,MPOS TS BIBLIOTECA U.C.M. ilililt ilil iltil ililil]il ililililll ililililil illil]ililt alì¡1 5308775138 I Recwerde que þintar y subrayar Ios libros son accxones que nos þerludican a todos l I /1/ t i ARæ/LIBROS,S.A. lè I ¿-.s/', / ño1- P, I R.1 l:x r tÌ, t,\' I¿,/ì os Sel ie nr()n()q-t :i [i( lr Coorclinaririn: ,J A. Por to l)alrena 1" edición, 1988 A Elena 2 ed\ción,1992 @ 1992 by ARCO/LIBROS, S.4., Juan Bautista de Toledo, 28 - 28002 Madrid ISBN: 84-7635-044-9 Depósito Legal: M-3 1.609 -1992 Printed in Spain Impreso en España por Grafur, S. A. Paracuellos del Jarama (Madrid) PRESENTACIÓN No es ésta una obra de inuestigación ni þretende llenar el hueco que todavía tiene la Gramática Histórica del esþa- ñol desde que en 1940 don Ramón Menéndez Pidal diera la última uersión a su Manual. Va dirigida a estudiantes, extranjeros y esþañoles, que quieran disþoner de una síntesis clara y þrecisa de los hechos y þroblemas þlanteados en la eaolución de nuestra lengua. É,ste es su único objetiuo: resumir lo que se sabe hoy de la historia del español, y rnostrarlo en forma nítida y asequible. Por ello, los fenó- menos más problemáticos y las interþretaciones mtis con- llictiuas sólo aþarecen exþuestos en líneas muy generales, y sin que el autor tome þartido, þues no es éste un trabajo con þretensiones doctrinales. Por otro lado, como el cono- cimiento de la lengua latina ua siendo cada uez un bien más þrecioso (þor raro), se ha þreferido þartir de los hechos esþañoles en su þrimera rnanifestación þara, a þartir de ellos, establecer sus bases latinas (o de otro tiþo) y su desarrollo þosterior. Por lo exþuesto, se entender¿í con lacilidad que el autor haya utilizado las obras de Menéndez Pidal, Hanssen, García de Diego, la insuþerable Historia de Laþesa o el imþresionanú¿ Diccionario de Corominas sin dar a cada þaso la referencia bibliográlica: ello hubiera sido farragoso en exceso. Por tanto, queden citados aquí de una uez þor todas þara el resto de la obra. Y, þo! último, los agradecimientos. A mis amigos Lidio Nieto y ,4luaro Porto þor haber conliado en míþara este trabajo. Y, sobre todo, a Elena, por su constante ayuda, y a Rafael y Peþe þor su þaciencia. Sevilla, Marzo de 1988 I C¡.pírulo I LOS ORíGENES DEL IDIOMA l. INr.nooucctót¡ ¿Desde cuándo existe la lengua española (o castellana, conflictiva dualidad que veremos en su momento)? No es fácil responder a una pregunta como ésta. Sólo sabemos con cierta seguridad desde cuándo hay textos escritos en una forma lingüística a la que ya podemos denominar así. Pero es indudable que ya entonces llevaría siglos de vida: las suelen tardar mucho tiempo en pasar a la -lenguas escr,ilqqa (y la inmensa mayoría de las que existen o han Elistido no lo ha conseguido). Ese "momento inicial" sólo puede inferirse por conjeturas, en las que, además, habrá que hacer intervenir dat.os diferentes a los avatares de la propia lengua. Por otra parte, tampoco la pregunta es adecuada, ni parece responder a ninguna realidad. Por lo que sabemos del modo en que cambian las lenguas, cualquier decisión en este sentido contendría una elevada dosis de arbitrariedad (aunque todas puedan justificarse, en mayor o menor grado)' Si bien es cierto que pueden producirse discontinuidades y transformaciones abruptas, también lo es el que nunca podemos decir que en un momento dado de la historia de una comunidad lingüística su lengua <<deja de sen>, p. ej', latín para <<empezar a ser>>, p. ej., castellano (o cualquier otra lengua románica). Lo único que podemos saber, y no siempre con precisión, es cuándo una lengua ya formada empezó a utilizarse en un nuevo ámbito (p. ej. el latín en la Península lbérica, el castellano en el Valle del Guadalquivir, o el español en las tierras americanas). Por todo ello, la historia de una lengua ha de incluir, necesariamente, su prehistoria. En primer lugar, porque hemos de reconstruir las etapas primitivas de las que no terÌemos documentación escrita directa. En segundo lugar, t2 LOS ORIGENES DEL IDIOMA LA APARICIÓN DEL IDIOMA CASTELLANO l3 porque para entender su génesis y desarrollo debemos co- piamente castellanos. Esto último tardará también bastante sneo coerrig sinusó ayn tceócmedoe,n steins:o n toa msóblioé ns aebne rq dueé qluugéa <re<ostr as>e> flreangguuóa, epnri npcroipdioucsi rdsee:l xduer .h Leac hpór,e sneon coicau drreel hìoamstaan fcinee csa dsteell lsa.n xor r y a cuáles y cómo se extendió, y, muy especialmente, con qué da, en progresión creciente desde el,s. x, en los documentos,e otras formas lingüísticas entró en contacto, incluyendo entre de tipo jurídico: p¡ivilegios y fueros reales .i, nobiliarios, éstas aquellas anteriores a su antecesora inmediata y que contratos de compra y venta, etc., hasta arrinconar el latín existieron en el mismo entorno geográfico. a meras fórmulas estereotipadas en los documentos de finales del xr En la centuria siguiente el uso del romance castellano consagrar 2. L¡. ¡.p,rnrcróN DEL IDToMA CASTELLANo se en este tipo de textos, sino situación muy El castellano es una de las varias lenguas romances, distinta a la texto completo romálnicas o neolatinas, surgidas del latín: en su origen no ya en 842 (con los Juramentos de Estrasburgo), pero bastante debió de ser sino una más de las varianies dialectales que parecida a la de las otras lenguas peninsulares, cuyas pri- esa lengua importada adquirió en ciertas zonas y entre meras manifestaciones plenas surgen también entre los siglos ciertos hablantes de la Península Ibérica y que, al ir desa- xrr y xrrr. rrollando y consolidando sus rasgos propios, acabó siendo una entidad lingüística suficientemente difereàciada. 2.1.1. res a esta época en zonas que eran o aca que sin embargo presentan La conciencia de esa génesis es ya antigua en España: empieza a rasgos ling notables son las famosísimas formula¡se a finales de la Edad Media, adquiriendo la forma de la .<r.esis de la corrupciónn, tan reiterada en los Siglos de Oro, según la cual el castellano no es sino latín degenerado por el contacto con gentes bárbaras (godos, árabes, etc.), aunque muy pocos intentaran precisar los modos concretos de tal <<corrupción> (los eruditos que en eì s. xvu defendieron la idea de un <<castellano primitivo>, independiente del latín, no tuvielon, romance de la España musulmana), como en el Fuero de Mad.riit; en otros lógicamente, continuadores). Como vemos, pues, la Filología románica, se dan rasgos orientales: en la Fazienda de (Jltramar, un relato de viajes disciplina ya <científicæ>, no ha hecho en los ss. xlx y xx sino llevar al por Tierra Santa mezclado con traducciones bíblicas, se dan cita elemenios extremo la linea de investigación indicada l. occitanos, catalanes y aragoneses; otros, por fin, como el Auto de los Reyes Magos, compuesto en Toledo, tienen una huella no castellana Primitiuos textos castellanos difícil de precisar (¿mozárabe, gascón, catalán?). 2.1. Las primeras muestras históricas de esta lengua son de índole muy dispar. En algún caso hay referencias a la l-engua de los castellanos en textos escritoì en otra lengua: así, el conocido verso del Poema de Almería (h. ll50: dato, pues, algo tardío) la compara con el resonar de tambores y trompetas de guerra (<<illorum lingua resonat quasi tympano tuba>>); otras alusiones coetáneas citadas por los historiadores son demasiado vagas y generales. Mayor interfs tiene su aparición direcra, en principio en forma de palabras o frases insertadas en textos latinoi y, por fin, de manera ya exclusiva, constituyendo textos pro- - - 2 Sobre el Poema podemos señalar, de entre la abundantísima producción de esþaI ñPoulae dde evl eSrsieg luon d beu Oenro e s(ttruaddio. ddee Je.s tMa cuuneásrtriiózn), eMn:a Wd¡.i dB:e C.uiNenrnc,i aL aN Luienvgaü,í s1t9ic66a. CMtaEamNsbtÉaiNéliDnaE , FZ1 .9 P8L2ró.np,Erlz: EEnsr nto¡.nrn¡,o, Paal nPooreamtnaa dcerílt icCoi ds,o Bbraer ceello pnoae: mEad hda.esla C, ildg.?, 0M; avdéraidse: I l4 LOS ORíGENES DEL IDIONI;\ I-À /\PARICIÓN DEL IDIOI\IA CASTEI-LANO t5 cle Berceo, incluye fonnas propias de su Rioja natal. Es decir, hasta mediados de[;S. XIu no hubo una escritura propiamente castellana, lo cuaì nos dice mucho de cómo se fue configurando la tradición literaria españo- la. Geogralía del castellano þrimitiuo 2.2. La zona originaria del castellano, a juzgar por ( sus primeros testimonios escritos, se nos presenta bastante bien delimitada: la Montaña cántabra al Norte, el Pisuerga al Oeste y el País Vasco y la diócesis de Oca al Este enmarcaban lo que desde el año 800 empieza a denominarse Castilla (< lat. Castella - <<los castillos>>); ésta es la que C\4 llamaban Castilla Vieja, que a lo largo de los siglos x y x se extiende por la Meseta hacia el Sur (en 884 se repuebla Burgos) en un proceso que, con muy diversas alternativas, no cesará en los siglos posteriores. AI mismo tiempo. ese conjunto de fortalezas defensivas al pie de las montañas, õ ù organizado en condados dependientes de los reyes de Asturias ñ y León, irá adquiriendo unidad y autonomía política: Fernán GonzâLe2, a mediados del s. x, será el primer conde de toda r! -õnt Castilla, y Fernando I, hijo del rey navarro Sancho el r,=ø Mayor, será, en la siguiente centuria, quien abra la larga historia de la Monarquía casf-ellana. !o,. t' El solar del castellanc fue, pues, una tierra fronteriza l I õ : con los musulmanes, una avanzadilla defensiva cristiana, i ,J) lugar de encuentro de gentes atrevidas, escasamente condi- I ,l cionadas por la tradición que imperaba en el reino de León: esas gentes, montañeses y vascos, serán los que den a Castilla su personalidad tan peculiar en el derecho, las costumbres y, sobre todo, la lengua. Todo ello puede expli- carnos, de acuerdo con Menéndez Pidal, el carácter innova- - dgr, revolucionario incluso, y decidido de la evolución lingüística castellana. Pero también nos ayuda a entender por qué cuando, por fin, surg=e una tradición escrita caste- llana nos presenta tantos elementos (los <.dialectalismos>> que señalamos arriba) de otras regiones con mayor tradición. cultural. 2.3. El condado castellano no se había construido sobre ninluni entidad lingüística o cultural anterior. En realidad, se hallaba en el límite de tres provincias romanas (la Galtaecia, que ocupó Cantabria; Ia Tarraconense, al Este y Ia Cartaginense, que llegaba por el Sur). Ahí también I l6 LOS ORíGENES DEL IDIOMA EL LATIN Y LAS LENGUAS PRERROMANAS r7 confluían pueblos antiguos muy distintos: cántabros, vacceos, otra las zonas lingüísticas. Es cierto que de unos podemos incluso los mismos vascos, cuya filiación lingüística y étnica deducir las otras, y viceversa, tal como ha sido ïabituai nos es bastante desconocida. entre los historiadores; pero ello puede llevarnos a identifica- Había sido ésta una región difícil para los romanos, ciones equivocadas. En este sentido, lo que debe interesarnos quienes no terminaron de pacificarla hasta la época de ante todo es la distribución de las lenguas primitivas. Augusto (aún después hubo intentos de rebelión, incluso A grandes rasgos, podemos afirmar que la península en el período visigótico). Sus habitantes, muy poco desarro- presentaba {o_q-g¡andes zonas más o menos compactas a la llados, fueron integrados tarde y mal a la cultura latina: llegada de los romanos: por un lado,i toda la franja del debieron de aprender un latín muy simplificado, lleno de Sureste, desdq Andalucía Oriental hasta Valencia y Caialuña rasgos de sus primitivas lenguas, una de las cuales, el (con extensión al otro lado de la cordillera pirenaica), pe- vascuence, si$uió existiendo, no sólo en su lugar de origen, petrando por el Valle del Ebro casi hasra el final, constitùía sino también entre los primeros repobladores de Castilla. \a zona ibérica, de cultura elevada, como muestran sus abun- Esa prolongada situación bilingüe (o multilingüe), en un dantes inscripciones y las referencias de los historiadores entorno pobre, belicoso y muy poco ilustrado, va a condi- antiguos. De origen discutido: ¿procedían del Norte de cionar decisivamente la transformación del latín en romance Africa, o eran autóctonos de la península?, tampoco sabemos castellano. Pero la oscuridad que envuelve todos estos ante- si hablaban una sola lengua o- varias, aunque de la misma cedentes históricos del castellano va a hacernos también familia. En Cataluña conviviêron con prrãblos d.e estirpe muy difícil poder seguir detenidamenre ese proceso. pfeÈÉfica (layeranos, cosetanos, etc.), de cuyas lenguas iro gu¡da.n.resros. A! Sur, aproximadamente en el Baþ Gua- dalquivir, se enconrraba la lengua de los tarresios, (liamados 3. Aur¡cn¡eNTES HISTóRICos: EL LATíN y LAS LENGUAs también túrdulos o rurderanos), que no se cree fuera de tipo PRERROMANAS ibérico, aun siéndonos desconocida por completo. (J, La otra gran zona es la de tipo indoeuropeo, extendida Al igual que en la mayor parte del mundo románico, por el Centro y (Nor)Oesre de la perünsula: denrro de ella el latín fue en la Península Ibérica una lengua trasplantada habría que diferenciar una capa¿ry¡ççl¡ica, más primitiva por obra de los conquistadores romanos. Lalatinización de (en la que algunos creen ver los míticos ligures de lã Hisroria Hispania, paralela a su romanizacíón política y cultural, antigua), arrinconada hacia el Norte y Oeste de la península, comienza, como señalan todos los historiadores, en el 2I8 y mezclad-problamente con pueblos más antiguos de natu- a.C., fecha en que desembarca en Ampurias el primer con- raleza desconocida; y otra posterior céltica, deiarrollada en tingente romano, al mando de Cneo Escipión, dentro de la toda la zona central y occidental del Noite del Guadiana, y guerra que enfrentaba por entonces a Roma con Cartago. sobre todo del Tajo, aunque con presencia en muchos otros En el proceso de latinización hay dos elementos: modo en puntos (desde el Valle del Ebro a Andalucía): los celtas del que se produce y lenguas anteriores desplazadas, que para borde oriental de la Meseta, muy relacionados con la cultura los romanistas son clave en la configuración de las poste- ibérica (utilizaron el alfabeto silábico ibero para sus ins- riores lenguas romances. cripciones, como después el latino), son los qle recibieron la denominación de -celtíberos. Con el primer grupo de Situación lingüística de l@;pania pierromana \ 'pobladores indoeuropèõlño éélticos lentrãdos en Ia Éenín- sula hacia el 1000 a.C.) podrían relacionarse los cántabros 3.1. Poseemos en la actualidad un conocimiento bas- (cuya afiniã-d-þimitiva con los vascos se discure, aunque tante aproximado acerca de la primitiva población penin- hoy ya no se les considera como pueblo ibérico), urtrrr.r, sular. Sin embargo, hay dos aspectos que conviene no c¿llaecos, lusitanos, etc.: salvo nombres de lugar, siempre confundir en absoluto: por una parte, los ámbitos étnicos y de difícil explicación, nada sabemos de las lenguas de esìos culturales (que tampoco rienen por qué coincidir), y por pueblos. I r8 LOS ORíGENES DEL IDIOMA EL LATíN Y LAS LENGUAS PRERROMANAS l9 Los otros grupos lingüísticos son mucho más variados; casi todos, de origen ignoto, y muchos de ellos sin ninguna muestra lingüística conocida. El más importante, por su- a puesto, es ek yascô¡, _i{ioma pirenaico en la Antigüedad, pues ',! llegaba desde su emplazamiento actual hasta el Mediterráneo; l_ parece que era propio no sólo de los vascones (habitantes =1 de la actual Navarra) sino también de otros pueblos más Ë3 J ( 1- occidentales, situados en la zona del actual País Vasco. Hoy ¿_ "a I ya qq qe_ 4d1n_ite que sea una lengua ibérica, y mucho c I E! meqas qlle fuera la antigua lengua ibéricã ðomún á toda la ú E c c dt¡ Península; pèrã il sóä evidenres-muchòs-iãsþös còmunes 4rP,- entre ambos grupos (tanto de tiþo fónico como morfológico \4MNZ= o léxico), debidos uizá. a unã base común tiva a la È" HlÏñJØ= qqlqe.qladiçqgn posterlores muy yai parece, incluso, que e mismo término ibero pluede ter,er ? raíz vasca, si se admite que se les dio tal nombre por el río oZ Iberus (> Ebro), del vasco ibai, ibar 'río' (¿pero era esta o(, ññ palabra originariamente vasca?). Por otra parte, la presencia I tr céltica fue también importante en la zona vasca, aunque o quizá no en la estructura propiamente lingüística, sino t'l H À sólo en nombres de lugar o persona (aparte de influencias FJ i ñ culturales de otro tipo): uascones parece tener raíz céltica. Por último, no hay que olvidar lasõóloñiqs orientales t'.1 O b¡ establecidas en las costas del SuÙ en Levanìè.r Las más antiguas son las !çnicias, en general façtorías comerciales; O del mismo tipo lingüístico, aunque ya de caúrcter militar, 4 son ìos e-r-rçlavès púnicos o cartagineses. Por otro lado, las colonias griegas (establecidas por diferentes ciudades). Unas y otras podían entremezclarse, aunque los griegos fueron los únicos en fundar poblaciones en la costa mediterránea )"!!o < más al Norte (Valencia y Cataluña). La herencia de las lenguas þrerrornenas 3.2. El conocimiento de la situación lingüística pre- latina en la Península tiene para nosotros un interés relativo: ninguna de estas lenguas, con excepción del vasco, sobrevivió F al Imperio Romano (al menos, no tenemos ningún dato de ello), por lo que su influjo en la formación del castellano, o de cualquier otra lengua romance, no puede ser más que indirecto. Esto es, precisamente, lo que más atrae a los investigadores: la imagen más extendida es que los romanos invasores (soldados, colonos, comerciantes, magistrados, etc.) 20 LOS ORIGENES DEL IDIOMA EL LATíN Y LAS LENGUAS PRERROMANAS 2L impusieron el latín a todos los hispanos, lo que en la hyel.las 9e sustrato, taìes como preferencia por ciertos tipos de sonidos, mayoria de los casos se logró tras una larga et4p4 Qe bilin- CieÍtàs'fòrmaì de ordenà¿ión -sin táctica, erc. 4 güismo, suficiente para que penetraran en el habla latina triunfante al final muchos de esos rasgos þiimitivôij ásí, 3.2.2. Son abundantes las reliquias prerromanas con- tales rasgos, en último término, son vistos como responsables ¡ servadas en castellano. Como hles, se trata casi siempre de de la ruptura del latín, de su evolución, y de la existencia palabras sueltas o de algún que otro sufijo: enrre las prime- de determinados procesos de cambio en el romance hispá- ras, predominan, como es usual, los topónimos, y también nico. Nos hallamos, ante lo que la Lingüística histó- ciertas denominaciones de elementos físicos característicos rica viene el siglo pasado. de la Península. Los topónimos, por su fijeza, han sido utilizados para delimitar las áreas étnico-lingüísticas; sin embargo, no necesariamente han de reflejar la lengua ha- 3.2.1. Es evidente que esta imagen está bien fundada: sabemos que jb seimpuso de golpe ni a fuerza de decretos, sino a través de un blada en esa zona (pueden responder, por ejemplo, a estratos -leal-r.glaotí np Íoceso en el que hay que tener en cuenta la mayor o menor anteriores). En cuanto a los demás términos, por lo general prontitud con que las distintas zonas se integran en el mundo romano; menos limitados geográficamente, los que más dificultades también es importante el [p_o dç l4!!U que se difunde, debido a qué gentes plantean son los preindoeuropeos, dada nuestra ignorancia ¡omanas se instalan en cada zona: un habla más vulgarizante estará más sobre cómo eran las lenguas no célticas de la Península. abierta a influencias de las lenguas indígenas que otra de carácter más cgÌto; por último, hay que considerar ei nivel social y cultural de las Incluso las palabras que tienen correspondencia en vasco poblaciones romanizadas: la latinización fue mucho más intensa en las no tienen por qué ser vascas: pueden pertenecer a un estrato provincias que tenían un grado alto o aceptable de cultura, mientras que anterior al vasco conocido, que podría ser de tipo ibérico o seÌía sólo superficial en las más incultas (que coincidían, por cierto, con preibérico; o pueden ser préstamos vascos a lenguas que las más tarde conquistadas). Ciertamente, la pervivencia de los elementos tuvieran algún contacto geográfico con él (o préstamos prerromanos parece garantizada por el hecho de que los romanos realizaron la división administrativa de Hispania, respetando lai fronteras étnicas antiquísimos de esas lenguas al vasco); no hay que olvidar, existentes; es posible que así se transformaran las dife¡encias lingüísticas además, que el vasco ha seguido coexistiendo, primero con primitivas en diferencias dialectales dent¡o del latín adquirido. el latín y luego con el romance: hay también vasquismos de No obstante, el recurso aì sustrato como elemento explicativo de la época muy posterior. Por último, es también difícil de evolución latino-románica presenta muchos problemas. En primer lugar explicar la presencia de algunos de estos términos prerro- cuando no colrocemos la ìengua primitiva difícilmente podremos señalar de ella al latín en muchas ocasiones, manos fuera de la Península (salvo, naturalmente, los de rasgos esa sust¡ato>> precisamente a través de raíz indoeuropea): suelen darse en torno al Mediterráneo o hechos románicos inexplicables de otro modo, y que suponemos pueden en Centroeuropa, y han dado lugar a todo tipo de especu- deberse a esa causa; incluso se da el caso de que los romanistas postulen laciones sobre pueblos y movimientos migratorios primiti- la existencia de un sustrato a partir de situaciones de este tipo, sin que haya ninguna otra justificación histórica para ello. Esto es precisamente VOS. lo que encontramos en la Península Ibérica: las inscripciones ibéricas, las más abundantes, han podido ser leídas, pero no interpretadas; de las 3.2.2.1. A ese vocabulario preindoeuropeo pertenecen lenguas pre-célticas sólo tenemos nombres propios (de dioses, de lugar, nombres de accidentes geográficos como cueto 'cerro', eNtac.d) ay hpaoyc,o p morá se l( ecno ncatrmarbioio,, dlea ldaosc duemmeánsr a3.ción celtibérica es abundante). barranco, alud, barro, arroyo, charco, balsa; de plantas Por otra parte, el\sustraò ha de interesarnos por su presencia en como chaþarro 'mata de encina o roble ', c&rrasc&'encina', romance (y en el latín previo). En este sentido, hemos de distinguir si lo mata'conjunto d.e árboles o arbustos'; de animales como que se transmitió fue unproceso lingüístico vivo;.o*ì;n elemento cualquiera, sa,þo, becerro,' y otras como ,Iegaña, sarna o, quizâ, sobaco que siguió actuandó o produjo determinadas reacciones; o, por el contrario, efuxepraon¡s ievlae,m eetnct.o);s pyráac ftiijcaadmoes neten simu pfoo¡smibale ( pdaela dberatesr,m siunfaij¡o se ss isni chaapya coidtraads q Para el sustrato, véase la reciente y exhaustiva obra de D. SrlvesrR.r, L¿ teoria del sostrato. Metodi e miraggi,3 vols., Napoli: Gaetano Macchiaroli Ed., 1977-82; excelente recopilación de artículos teóricos y empíricos es la de R. 3 La primera documentación directa del vasco es del s. x, precisamente en las KoNrzt, Szås¿r¿te und Suþerstrale in den romanischen Sþrachen, Darmstadt: ya citadas Glosas Emilianenses. Wissenschafrliche Buchgesellschafr, 1982.

Description:
Pretende ofrecer esta obra, de un modo claro y preciso, las líneas básicas de la evolución histórica del español. Para ello, sigue de cerca todos los avatares históricos que tuvieron algo que ver en la constitución del español, como una de las grandes lenguas de cultura del mundo moderno. Po
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