CAPACIDADES LOCALES PARA LA PAZ DE MUJERES DESMOVILIZADAS ANDREA MARCELA BARRERA TÉLLEZ 868228 Trabajo de grado presentado para optar al título de especialista en Acción sin Daño y construcción de paz. COORDINADORA ESPECIALIZACIÓN: MARTHA NUBIA BELLO UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL Bogotá, 2011 CAPACIDADES LOCALES PARA LA PAZ DE MUJERES DESMOVILIZADAS. Resumen: En el siguiente ensayo busco hacer una reflexión en torno a las capacidades locales para la paz de las mujeres desmovilizadas a partir de los testimonios de dos mujeres excombatientes, en el marco de los enfoques de la construcción de paz y de las capacidades. Se parte del supuesto que todas las personas y las comunidades poseen unas capacidades locales para la paz, y que las experiencias de las mujeres desmovilizadas las ha dotado de unas capacidades específicas que se constituyen en una fuente importante de conocimiento para la construcción de paz y la transformación de conflictos. Palabras clave: Mujeres desmovilizadas, capacidades locales para la paz, enfoque de capacidades, construcción de paz. Abstract: In the following essay I want to do a reflection around the demobilized women‟s local capacities for peace through the testimonies of two women former combatants, in the frame of the peacebuilding and capacities approaches. I work with the supposition that all the persons and the communities possess some local capacities for peace, and that the demobilized women‟s experiences has provided them with some specific capacities that are constituted into an important source of knowledge for peacebuilding and conflicts transformation. Keywords: Demobilized women, local capacities for peace, capacities approach, peacebuilding. Tabla de contenido 1. Introducción .................................................................................................... 4 2. ¿Por qué las capacidades locales para la paz de las mujeres desmovilizadas? ................................................................................................. 6 3. Aproximaciones conceptuales a las capacidades locales para la paz. .......... 9 3.1 Capacidades locales para la paz y construcción de paz. ............................. 9 3.2 Capacidades locales para la paz desde el enfoque de capacidades. ........ 11 3.3 Capacidades locales para la paz: entre los individuos y las comunidades. 14 4. Algunas reflexiones en torno a las capacidades locales para la paz desde las mujeres desmovilizadas. .................................................................................. 17 4.1 Asociación, razón práctica y libertad: ejes de las capacidades locales para la paz. ............................................................................................................... 18 4.2 Los límites de las capacidades locales y las posibilidades de los funcionamientos para la paz: el papel de las vías medias entre lo individual y lo colectivo. .......................................................................................................... 20 5. Capacidades locales para la paz en las historias de Rosa y Martha. ........... 24 5.1 Ser solidarias. ............................................................................................. 24 5.2 Querer y compartir. .................................................................................... 26 5.3 Confiar y dialogar. ...................................................................................... 28 6. A modo de conclusión: capacidades locales para la paz, ¿para qué paz? .. 30 BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................ 35 CAPACIDADES LOCALES PARA LA PAZ DE MUJERES DESMOVILIZADAS 1. Introducción “Cuando regresé a la vida civil, era portadora de esa enorme contradicción entre lo que se espera socialmente de una mujer y las costumbres adquiridas durante la vida militante… El mío era un modo de ser mujer muy particular. Debí entenderme con rasgos de lo femenino y de lo masculino que se enredaban. Esa mujer, que emergía de tal historia, poseía fortalezas y debilidades difíciles de administrar”. María Eugenia Vásquez. Desde el enfoque de la Acción sin Daño las capacidades locales para la paz aparecen como aquellos aspectos de la vida que siguen uniendo a las personas aún cuando el contexto violento amenaza con destruir todas las relaciones que no estén basadas la intención de imponer los propios intereses por medio del uso de la violencia directa. Así mismo, desde el enfoque, se considera que todas las comunidades tienen unas determinadas capacidades locales para la paz que las intervenciones deben identificar y procurar reforzar como vía positiva de aproximarse al contexto conflictivo, para propiciar la transformación de los diversos conflictos. Partiendo de la idea de que para las sociedades que están inmersas en conflictos armados un horizonte deseable es transformarse en sociedades en postconflicto, y sabiendo que las personas que hacen parte de los grupos armados necesariamente formarán parte de esa sociedad, considero necesario que se reflexione en torno a las capacidades locales para la paz que poseen las y los combatientes, que les permitirán hacer parte de una comunidad estableciendo relaciones que no estén basadas en el uso de la violencia física. Se parte entonces de la necesidad de reconocer la importancia que tienen en los procesos de construcción de paz las personas que hacen o han hecho parte de los grupos armados, cuyo papel suele estar reducido al cese al fuego y puede quedar invisibilizado frente a la trasformación de la sociedad después de que abandonen las armas. Adicionalmente, se considera que las mujeres desmovilizadas, en tanto que mujeres que han desafiado los estereotipos y los roles asignados por las ideologías de género imperantes, quedan doblemente excluidas de las reflexiones que suelen hacerse en torno a las transformaciones sociales que deben ser abordadas en medio y después de los conflictos armados: excluidas por haber sido combatientes y excluidas por ser mujeres. En ese sentido, parto de la idea que es necesario que las mujeres que se hayan desmovilizado tengan la oportunidad de hacer visible su experiencia, de posicionarla como una rica fuente de saberes e incitativas de construcción de paz, de garantías de no repetición y de redefinición del papel de las mujeres en las sociedades, y de las creencias en torno al género y a los roles que son atribuidos a la feminidad y a la masculinidad. Así, en el presente trabajo se hará una reflexión en torno a las capacidades locales para la paz que pueden poseer las mujeres desmovilizadas, desde los enfoques de capacidades y de construcción de paz, atendiendo a sus experiencias vitales como fuente de aprendizaje para la paz y la transformación de conflictos que debe ser valorada socialmente. Esta reflexión ha sido hecha con el firme propósito de escuchar las voces de las mujeres desmovilizadas, de valorar su palabra y de aprender de ellas, sin prejuicios y desde el respeto. Por esa razón, para la elaboración de este ensayo se llevaron a cabo dos entrevistas a mujeres desmovilizadas, Martha y Rosa, desmovilizadas del ELN y de las FARC-EP, y se interpretaron sus testimonios a la luz de algunas reflexiones surgidas en el marco del ejercicio de identificación de capacidades locales para la paz que motivó el desarrollo del presente trabajo. Adicionalmente, es imprescindible tener en cuenta que las capacidades locales para la paz que se han identificado no pueden ser catalogadas como las “capacidades de la mujer combatiente”, pues no es posible generalizar las diversas experiencias que han tenido las mujeres combatientes, en plural. El primer apartado está dedicado a una reflexión en términos de resaltar la importancia y la pertinencia que encuentro en el reconocimiento y la identificación de las capacidades locales para la paz que pueden poseer las mujeres desmovilizadas. En seguida, se encuentra un apartado que responde a la dificultad que encontré de hallar conceptualizaciones de lo que son las capacidades locales para la paz, por lo que se hacen unas aproximaciones a esta categoría desde los enfoques de construcción de paz y de capacidades, y desde la noción de potencia en Spinoza como la clave en la potenciación de las capacidades locales para la paz en el seno de lo colectivo. Posteriormente, se encuentran dos reflexiones que surgieron en torno a los conceptos que resultaron de las aproximaciones conceptuales a partir de los testimonios de Rosa y Martha, y que se refieren a la centralidad que tienen las capacidades de asociación y de razón práctica, así como la libertad, para las capacidades locales para la paz y los límites que éstas tienen, en términos de la transformación de las estructuras violentas, si no están potenciadas por medio de elecciones colectivas. En el quinto apartado se exponen cinco capacidades locales para la paz identificadas por medio de las entrevistas realizadas a Martha y a Rosa, y finalmente se presentan algunas reflexiones en torno a las limitantes que para las capacidades locales para la paz puede representar un proyecto de construcción de una paz negativa por medio de estrategias de guerra y uso de la violencia en el marco del conflicto armado colombiano, así como algunas preguntas que me quedan tras la elaboración de este trabajo. 2. ¿Por qué las capacidades locales para la paz de las mujeres desmovilizadas? “Podríamos decir que una conjura de olvido cae sobre las mujeres excombatientes desde las propias historias insurgentes hasta la historia oficial del país. Todavía son silencios o en el mejor de los casos, figuran como creación de otros; muy pocas veces se presentan con su propia palabra. Sin embargo, las mujeres se sublevan ante el olvido y por eso se van nombrando poco a poco, en intentos discontinuos, como siempre que se empieza a hablar; tímidamente, porque están aprendiendo” María Eugenia Vásquez. Las capacidades locales para la paz se refieren a aquellos elementos y sistemas que todas las sociedades poseen “para manejar las diferencias y las tensiones sin violencia… para limitar y acabar con la violencia si ésta surge, y todas cuentan con individuos que afirman la paz aunque domine la guerra” (Anderson, 1999,36). Así, las capacidades locales para la paz aparecen como aquellos aspectos de la vida que unen a las personas en medio de contextos conflictivos, y su reconocimiento por parte de las agencias de ayuda humanitaria, de desarrollo y del Estado es de vital importancia en la medida en que pueden promover soluciones locales a los conflictos. Es imprescindible que se tenga en cuenta que las vidas de las personas tienen aspectos muy diversos, que pueden o no ser fuentes de encuentro, y que van configurando la singularidad de la historia de cada persona en medio de contextos específicos. Esto hace pensar que las capacidades locales para la paz están fuertemente influenciadas por los trayectos de vida de las personas, por las historias y las memorias de las comunidades, así como por los contextos en toda su complejidad. La edad, la etnia, la clase, la composición de la familia en la que se creció o la falta de esta, entre muchos otros, son factores determinantes en las capacidades locales para la paz de una determinada persona. En ese sentido, considero que las capacidades locales para la paz que posee una mujer desmovilizada, esto es, que ha sido parte de un grupo armado y que ha hecho su salida a través de una vía institucional estatal, no son las mismas que puede poseer un hombre desmovilizado, pues considero que las identidades de género juegan un papel central en las capacidades locales para la paz. Por identidades de género entiendo todos los aspectos de las construcciones identitarias que están atravesadas por las construcciones culturales que se hacen en torno al sexo biológico de las personas, asignándoles roles, enmarcándolas en estereotipos y estableciendo límites entre lo que es aceptable y lo que no, lo que está bien y lo que está mal: si eres una chica debes ser delicada, no debes hablar muy fuerte, y debe gustarte el rosado; si eres un chico debes ser rudo, no debes llorar porque “los hombre no lloran” y los colores no te deben importar. Estas identidades no son productos aislados, sino que por el contrario están enmarcadas dentro de un sistema, que Gayle Rubin ha denominado como el sistema sexo/género que según su propuesta es “el conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana, y en el cual se satisfacen esas necesidades humanas transformadas” (Rubin, 1986, 97). Entonces, el sistema sexo/género ha tenido consecuencias relevantes en términos de los roles que han sido asignados social y culturalmente tanto a hombres como a mujeres, y que han permitido la creación de unos estereotipos que vinculan la masculinidad con la fuerza, la actividad y la vida pública, y a la feminidad con la debilidad, la pasividad y la vida privada. Así, por ejemplo, en materia de conflictos armados tradicionalmente se ha considerado la guerra como un asunto de hombres. Más aún, la figura del guerrero ha constituido un referente de identidad en la socialización masculina, donde características como fortaleza, resistencia, valor, agresividad, riesgo, osadía, han representado sinónimos de virilidad, de hombría (Londoño, 2005, 67). Sin embargo, es bien conocido que las mujeres sí participan en las guerras, bien como las madres y esposas que alientan a sus hijos y esposos a ir a la confrontación, como las cuidadoras de los hombres guerreros o siendo ellas mismas las combatientes y guerreras, caso en el que las mujeres quedan aún más invisibilizadas. Sin embargo, pese a no ser coherente con lo que muestran los hechos en la historia, o con frecuentes acontecimientos actuales, la unión simbólica entre mujeres y paz se mantiene de manera persistente. Las mujeres son tomadas, junto con los niños, además de cómo emblema natural de la paz, como símbolo de todo aquello que hay que proteger y, por lo tanto, por lo que hay que luchar. En el imaginario profundo se sigue asociando la lucha, la violencia y la guerra con el hombre (Magallón, 2004, 2). Frente al desconocimiento de las mujeres como partícipes en los conflictos armados Vanesa Farr anota: …para muchas personas es tan molesto admitir que algunas mujeres son capaces de convertirse en guerreras y apoyar ideologías militares, que prefieren más bien ignorar a las mujeres combatientes en la posguerra antes que admitir que ellas requieren los mismos programas especializados de desmovilización que se implementan para los hombres (como se cita en Londoño y Nieto, 2007, 82-83). Así, las mujeres combatientes aparecen negadas e invisibilizadas tanto en los imaginarios sociales como en los procesos de desarme, desmovilización y reintegración (DDR), como modelo transicional entre un conflicto armado y una situación de postconflicto, lo cual se constituye en una nueva exclusión. Si es posible considerar que en términos generales las mujeres aparecen como las protagonistas de los espacios privados y, por tanto, sus voces y sus acciones han estado confinadas por mucho tiempo a los hogares y han sido silenciadas y borradas de los espacios públicos y de decisión en las que han aparecido, las voces y las acciones de las mujeres que han participado en la guerras, especialmente como mujeres combatientes, han sido aún más acalladas e invisibilizadas. Como anotan Londoño y Nieto, las mujeres combatientes están excluidas del discurso, excluidas de los imaginarios sociales, excluidas de las políticas de guerra y paz… un camino de exclusión que refuerza miradas tradicionales erróneas sobre el papel de hombres y mujeres en las confrontaciones bélicas y contribuye a desconocer a las mujeres como actoras de la guerra y como agentes de capital importancia en los procesos formales de paz (Londoño y Nieto, 2007, 99). Una de las posibles causas de esta invisibilización y de este olvido intencionado de la existencia de las mujeres que combaten o han combatido puede obedecer a la transgresión de los roles de género que dictan como debe ser y que debe hacer una “verdadera mujer”, porque finalmente “cuando las mujeres entran en las filas de las organizaciones armadas infringen los imperativos asignados por [el sistema sexo/género]. Con su actuación cuestionan esa identidad integral, originaria y unificada y el proceso de sujeción a esas prácticas discursivas que les había dado una identificación” (Ibarra, 2008, 74). Estas construcciones identitarias, que desafían la identificación con el ser mujer y que presentan resistencias a los estereotipos impuestos por las ideologías de género predominantes permiten ver, a mi juicio, que las mujeres no son naturalmente pacíficas, débiles, dependientes y obedientes. Reconocer estas resistencias no implica desconocer que al interior de los grupos armados pueden reproducirse los roles predominantes de género, pero lo que me interesa mostrar es que estas construcciones identitarias han permitido que las mujeres excombatientes construyan unas creencias y unos valores particulares en torno a la guerra, a la paz y al uso de la violencia, a partir de sus experiencias vitales, que las han dotado de unas capacidades locales para la paz específicas que están atravesadas por su identidad de género y por su paso y salida de un grupo armado. Así, partiendo del supuesto que todas las comunidades y todas las personas tienen unas capacidades locales para la paz, aún cuando hayan hecho uso de la violencia directa, se considera que estas mujeres tienen unas capacidades locales específicas, aunque no exclusivas, que pueden no tener otras mujeres o incluso que pueden no tener los hombres combatientes, pues son el resultado de unas experiencias únicas, que han desafiado unos patrones de comportamiento en los que estas mujeres han sido criadas y que están en constante tensión con unos roles y unos imaginarios sociales de la feminidad: son capacidades locales para la paz que resultan de un proceso complejo de doble resistencia, a saber, resistencia al estereotipo de la mujer ideal y resistencia a la normalización de la violencia desde su posición como desmovilizadas. 3. Aproximaciones conceptuales a las capacidades locales para la paz. Las capacidades locales para la paz son centrales en medio de conflictos armados, en tanto que elementos constitutivos de relaciones que no se enmarcan en las lógicas de la guerra, así como en escenarios de transición y de postconflicto, en la medida en que pueden ser fuente de insumos para la reconstrucción del tejido social. Así, la importancia de las capacidades locales para la paz es innegable, no obstante, en el caso de las capacidades locales para la paz de las mujeres desmovilizadas cabe preguntarse si acaso son ellas quienes poseen y ejercen esas capacidades, o si son las comunidades a las que llegan tras su salida del grupo armado las poseedoras de estas capacidades, o si acaso tanto las mujeres como las comunidades poseen y ejercen las capacidades locales para la paz. Entonces, el reconocimiento y fortalecimiento de las capacidades locales para la paz debe responder, en primera instancia, algunas preguntas sobre qué son y quién posee dichas capacidades locales para la paz. A continuación se hará un acercamiento a las capacidades locales para la paz en el marco del enfoque de la construcción de paz y desde el enfoque de las capacidades de Amartya Sen, así como desde algunas críticas que éste ha recibido. Posteriormente, se abordarán las capacidades locales para la paz desde la noción de potencia presente en el pensamiento de Spinoza. 3.1 Capacidades locales para la paz y construcción de paz. Los contextos conflictivos, en los que se ha normalizado el uso de la violencia, están caracterizados por la legitimidad que adquieren determinados discursos acerca de los usos de medios violentos que afectan diversos ámbitos de la vida de las personas y de las comunidades. Por supuesto, en los contextos de conflicto armado el uso de violencia física es bien evidente, pero no es la única forma de violencia que está presente. En ese sentido, es pertinente recurrir a la distinción que hace Johan Galtung frente a la violencia, atendiendo a su carácter complejo y multidimensional, a saber que existe una violencia directa, una indirecta y una cultural. La violencia directa hace referencia al uso de la fuerza física que de una u otra manera afecta el bienestar físico y/o mental de una o varias personas, mientras que la violencia indirecta hace referencia a aquellas estructuras de orden económico, social y político que impiden a las personas desarrollar las capacidades para lograr aquello de necesitan y desean, de modo que las exclusiones y las opresiones son manifestaciones de este tipo de violencia, que está estrechamente ligado con la noción de injusticia social (Rodríguez, 2009). Como anotan Larrain y Rodríguez, …en un sentido amplio, la violencia se manifiesta bajo dos formas: una menos evidente, que es la institucionalizada o estructural, y otra abierta y directa, que llama más la atención que la anterior. La violencia estructural está presente en los sistemas políticos, económicos y sociales que mantienen la opresión de determinadas personas a las que se les niega beneficios sociales, políticos y económicos, haciéndolas más vulnerables al sufrimiento y a la muerte. La violencia estructural sirve de base a la violencia directa, porque influye en las pautas de socialización que llevan a los individuos a aceptar o infligir sufrimientos, según la función social que desempeñen. La violencia abierta o directa se ejerce, en cambio, mediante la agresión, las armas y la fuerza física (Larrain; Rodríguez, 1993, 202). Finalmente, la violencia cultural hace referencia a aquellos aspectos culturales que legitiman el uso de la violencia directa e indirecta, esto es, permiten que haya una normalización de la violencia (Rodríguez, 2009). Esta distinción es relevante en la medida en que permite aclarar el marco en el que se inscribe la propuesta de la construcción de paz y la transformación de conflictos. Siguiendo a Galtung la paz negativa puede ser entendida como “la ausencia de violencia directa y más específicamente como la ausencia de guerra o conflictos destructivos” (Rodríguez, 2009, 13). Entre tanto, la paz positiva va más allá de la ausencia de violencia y pone de presente la importancia de considerar la justicia social como una fuente esencial de la paz, de suerte que “este visión exige la existencia de estructuras políticas, sociales y económicas que permitan una distribución equitativa del poder y el acceso a los recursos” (Rodríguez, 2009, 13). Ahora bien, la construcción de paz como concepto en el ámbito internacional aparece en la década de los noventas del siglo XX, con el final de la Guerra Fría, en el marco del documento Agenda Mundial para la Paz, presentado en 1992 por del Secretario General de Naciones Unidas, Boutros-Boutros Ghali. No obstante, el origen de este concepto hunde sus raíces en los estudios de investigación de Galtung, a mediados de la década de los setentas. Según este sociólogo, la construcción de paz es “un emprendimiento político que tiene como objetivo crear paz sostenible enfrentando las causas estructurales o profundas de los conflictos violentos a partir de las capacidades locales para la gestión pacífica de los mismos” (como se cita en Paladini, 2009, 8). Desde esta idea de lo que es la construcción de paz es posible identificar la importancia que tienen la violencia estructural y la violencia cultural, pues la paz sostenible debe propender por la eliminación y la prevención de este tipo de violencias. En ese sentido, el enfoque de la construcción de paz tiene una noción de paz amplia, que …no sólo contempla la ausencia de la violencia directa (o paz negativa), sino que también debe incluir la violencia estructural (paz positiva). Así, para la construcción de la paz debemos tener en cuenta la reducción de acciones violentas, como también crear las condiciones políticas, sociales y económicas que permitan la consolidación de la paz (Rodríguez, 2009, 15). Y para que los cambios en las estructuras sociales, económicas y políticas sucedan es necesario recurrir a las capacidades locales para la paz, desde las que es posible generar y apoyar mecanismos novedosos de transformación de
Description: