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El empresario argentino PDF

102 Pages·2014·1.462 MB·Spanish
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ALDO FERRER El empresario Argentino m Capital intelectual Aldo Ferrer El empresario argentino BU Capital intelectual Ferrer, Aldo El empresario argentino. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Capital Intelectual, 2014. 112 p. ; 22x15 cm. ISBN 978-987-614-449-0 1. Economía Argentina . CDD 330.982 Fecha de catalogación: 21/07/2014 Diagramación: Verónica Roca Diseño de tapa: Ariana Jenik Edición: Javier Lewkowicz Coordinación: Inés Barba Producción: Norberto Natale © Aldo Ferrer, 2014 © Capital Intelectual, 2014 Ia edición: 3000 ejemplares a Impreso en Argentina Capital Intelectual S.A. Paraguay 1535 (1061) o Buenos Aires, Argentina Teléfono: (+54 11) 4872-1300 o Telefax: (+54 11) 4872-1329 www.editorialcapin.com.ar o [email protected] Pedidos en Argentina: [email protected] Pedidos desde el exterior: [email protected] A la memoria de Arturo Jauretche PREFACIO En nuestro país, la significación social y económica del empresario es una cuestión controvertida. Para algunos, es un especulador y abusador de posiciones dominantes, para maximizar sus ganancias a costas de la inflación y del deterioro de las condiciones sociales. Para otros, una víctima de la intervención irracional del Estado y el con­ secuente desaliento a la inversión y ala iniciativa privada. Esas visiones no reflejan la realidad. Enturbian el análi­ sis de los problemas reales, impiden impulsar el protago­ nismo del empresario argentino y desalientan el diálogo razonable entre todos los agentes sociales, en el contexto de una economía de mercado abierta al mundo y de una sociedad democrática. Las reflexiones siguientes se dividen en dos partes. La primera se ocupa del contexto nacional dentro del cual se desenvuelve el empresario argentino. La segunda, de la globalización que encuadra las relaciones internaciona­ les de la economía argentina y del empresario. Pretenden contribuir a remover un obstáculo al desarrollo del país, dentro del cual, el empresario argentino, debe asumir una participación fundamental. EL EMPRESARIO ARGENTINO I 9 INTRODUCCIÓN Lo nacional es lo universal visto por nosotros mismos Arturo Jaureteche El desarrollo económico ocurre, en todo tiempo y lugar, en economías de mercado. Vale decir, en aquellas en que el empresario juega un papel protagónico en la inversión, el cambio técnico y la inserción en la globalización. El empre­ sario, como grupo social, consiste en el conjunto de actores que cuentan con recursos y los organizan, para realizar una ganancia, en el marco de la economía de mercado. No es una categoría homogénea. Abarca multiplicidad de actores, desde las grandes corporaciones hasta las pequeñas, media­ nas y micro empresas, en los diversos sectores económicos. No hay ejemplo alguno de desarrollo fuera de la eco­ nomía de mercado, es decir, sin empresarios. El último intento en gran escala fue la Unión Soviética. En América Latina, Cuba, pese al progreso de sus indicadores sociales y el ejercicio de su soberanía, no ha logrado instalar un modelo de desarrollo sustentable de largo plazo. El extraor­ dinario desarrollo de China comenzó cuando el régimen comunista incluyó un espacio sustancial de economía de mercado. En diversos contextos institucionales estables, el EL EMPRESARIO ARGENTINO I 11 desarrollo siempre se registra en economías de mercado con protagonismo empresario. Asimismo, el desarrollo invariablemente ocurre abierto al mundo, dentro de un espacio nacional organizado por un Estado capaz de ejercer la soberanía, arbitrar los conflictos sociales, promover la inclusión social, facilitar el despliegue del papel protagónico de los empresarios y ofrecer los bie­ nes públicos esenciales al desarrollo económico y social. En el capitalismo temprano, en la Europa del Rena­ cimiento, el desarrollo dependía de la habilidad de los herreros y la iniciativa de los comerciantes. Estos fueron los embriones del empresario como grupo social, frecuen­ temente denominado "burguesía nacional'! Desde el siglo XVI, cuando la actividad comercial trascendió a la esfera transnacional e intercontinental, se instaló el mercanti­ lismo y la alianza entre el Estado y el empresariado. Este último apeló al Estado para proteger su predominio en el mercado interno y respaldar su proyección al mundial. La alianza se profundizó con la explosión tecnológica de la Primera Revolución Industrial. Desde entonces, la motivación de la ganancia se des­ plegó en el contexto del avance tecnológico, la transforma­ ción de la estructura productiva y la expansión al mercado mundial. Las actividades que lideraron el avance tecnoló­ gico fueron el caldo de cultivo del empresario innovador. El apoyo del Estado fue siempre esencial. A lo largo de la historia, hasta el presente, no hay empresarios sin Estado, ni desarrollo económico sin empresarios. La división internacional del trabajo entre países expor­ tadores de manufacturas (el "centro") y de materias primas (la "periferia") configuró el protagonismo del empresario en unos y otros. Dada la ausencia de industrialización en la periferia, el empresario se anquilosó en actividades rentís­ 12 I ALDO FERRER ticas, el abuso de posiciones dominantes y en la marginali- dad de las actividades de baja productividad. En el mismo escenario, las filiales de empresas extranjeras prevalecie­ ron en las actividades económicas más importantes, inclu­ yendo la explotación de los recursos naturales destinados al mercado mundial. En tales condiciones, no fue posible la existencia de empresarios capaces de incorporar los cono­ cimientos de frontera, transformar la estructura productiva y proyectarse al resto del mundo. Es la situación que preva­ leció en la Argentina y el resto de América Latina. Dos factores son esenciales en la construcción de un empresario impulsor de desarrollo. Por una parte, la exis­ tencia de un Estado nacional con suficiente autonomía decisoria y, por lo tanto, capacidad de remover los obstácu­ los planteados por los poderes fácticos, internos y externos, asociados a la estructura preindustrial y al ejercicio de las posiciones dominantes. El Estado tiene que contar con suficiente capacidad regulatoria para defender el interés público, el desarrollo nacional y la soberanía. En Argen­ tina, el Estado neoliberal, que prevaleció entre 1976 y 2001, estuvo sometido a los poderes fácticos y, en particular, a la especulación financiera. Era incompatible con el desarro­ llo del empresario argentino y con el sostenimiento de los equilibrios macroeconómicos. Por la otra, la velocidad del desarrollo de las activida­ des en la frontera del conocimiento y de la consecuente transformación de la estructura productiva. Es, en tales actividades, donde prevalecen los empresarios innovado­ res, promotores de la inversión, el cambio tecnológico, la creación de empleo a niveles crecientes de productividad, la generación de ventajas competitivas dinámicas y la pro­ yección de la producción doméstica al mercado mundial. En ese contexto, antiguos protagonistas de la actividad pri­ EL EMPRESARIO ARGENTINO I 13 vada pueden ser atraídos a las nuevas actividades, por las perspectivas de rentabilidad. Cada país tiene el empresario que se merece en virtud de su capacidad de constituir un Estado nacional desarro- llista e impulsar la transformación de la estructura pro­ ductiva. El análisis histórico revela que la existencia de tal Estado descansa en la fortaleza de la densidad nacional de los países (A. Ferrer: La densidad nacional. Capital intelec­ tual. Buenos Aires, 2004). Vale decir, la cohesión social, la impronta nacional de los liderazgos, la estabilidad institu­ cional y el predominio de un pensamiento crítico, defensor de los propios intereses. En nuestro país, la carencia o insu­ ficiencia de estas condiciones fue extremadamente crítica en el período de la hegemonía neoliberal. Esto provocó la inestabilidad del sistema y la creación de condiciones hos­ tiles al empresario argentino. No hay nada genético, en el ADN del empresario argen­ tino, cuando privilegia la especulación sobre la producción o cede el protagonismo a las filiales de empresas extranje­ ras, en vez de asumir el liderazgo de la industrialización. Si se trasplantaran al país los empresarios más innovado­ res del mundo en desarrollo, por ejemplo, los coreanos, al poco tiempo tendrían el mismo comportamiento que los argentinos. Y, como me señaló el Vice Decano de la Facul­ tad de Ciencias Económicas de la Universidad del Litoral, si estos se radicaran en Corea, se comportarían como los coreanos. El Estado tiene la responsabilidad fundamen­ tal de crear los espacios de rentabilidad y el contexto que oriente la iniciativa privada al proceso de transformación. El empresario es, en definitiva, una construcción política. 141 ALDO FERRER PRIMERA PARTE El empresario argentino y el contexto nacional

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