Description:El estadio, abarrotado, con esos inconscientes fanáticos que, contra todas las leyes de la prudencia y las órdenes policiales, se encaramaban a las columnas de alumbrado, parecía un monstruo vivo y demente. Todos, tanto los incondicionales del «Minnesota Blues», como los opositores, llegados en grandes manadas motorizadas desde Illinois, aplaudían, silbaban y gritaban de pie, atacados por la fiebre que por encima de cualquier partidismo genera un jugador excepcional.