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El discurso de las imágenes : simbolismo y nemotecnia en las culturas amazónicas PDF

170 Pages·2009·7.038 MB·Spanish
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María Belén Soria Casaverde El discurso de las imágenes: Simbolismo y nemotecnia en las culturas amazónicas HISTORIA o rav Seminario de Historia Rural Andina M iw UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS á s- María Belén Soria Casaverde El discurso de las imágenes: Simbolismo nemotecnia en las culturas amazónicas Seminario de Historia Rural Andina UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS © D.R. El discurso de las Imágenes: Simbolismo y nemotecnla en las culturas amazónicas María Belén Soria Casaverde © D.R. 1o edición Seminario de Historia Rural Andina UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS Seminario de Historia Rural Andina Rector: Luis Fernando Izquierdo Vásquez Vicerrectora de Investigación: Aurora Marrou Roldán Director: Honorio Pinto Director Fundador: Pablo Macera Jr. Andahuaylas 348 Telf. (51-1) 619-7000 anexo 6158, 6163, Lima 1 [email protected] http://www.unmsm.edu.pe/shrural/ Lima-Perú, diciembre 2009 Edición: Norma Gutiérrez Enriquez Carátula: Los Huachipaeri y los petroglifos de Hinkiori. Hostnig, Rainer (2009) Contracarátula: Pintura facial en niña Sharanahua. Torralba, Adolfo (1986) Impresión: Seminario de Historia Rural Andina Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2009-16361 ISBN: 978-9972-231-46-9 “Los hombres y mujeres de todos los lugares, no hablan solamente con las palabras, hablan a través de gestos, signos, símbolos; a través de la música y de la danza, así como a través de cualquier otra expresión del arte, que es la manera de decir “nuya piachi”, lo bueno y lo bonito que los corazones sienten”. Dolores García (1994), Tomo III, p. 339. Introducción En las culturas amazónicas los elementos simbólicos y nemotécnicas constituyen factores fundamentales para la transmisión de los relatos legendarios, conocimientos tradicionales y experiencias de la vida cotidiana. Durante siglos los pueblos nativos fueron construyendo y perfeccionando un amplio conjunto de marcas, señales y dibujos hasta definir unidades semióticas que les permitieron conservar sus patrones de identidad étnica en el transcurso del tiempo. Como sabemos los primeros registros fueron hechos sobre piedras1, optándose luego por diversos soportes (madera, cerámica, telas) e incluso el propio cuerpo humano. Estos medios de comunicación simbólica vinculan emisores y receptores mediante lenguaje visual codificado sujeto a permanentes innovaciones y adecuaciones al mundo circundante. En términos generales, los semiólogos consideran que en esos complejos y variados registros gráficos realizados por los individuos con un determinado fin podemos encontrar las bases mismas de la escritura. Por consiguiente, la escritura como sistema de grafías, pero no en el estricto sentido lingüístico de grafemas, es un producto cultural del psiquismo humano donde se despliegan abstracciones que están 1 Al respecto, Andrés Troncoso, pone énfasis en la necesidad de definir el estilo propio de cada arte rupestre de acuerdo con su contexto geográfico. Por tanto, el estilo responde a un conjunto de normas determinadas por un sistema de saber-poder vinculado a una forma particular de inscripción gráfica, transformándose ésta en la concreción material de tal sistema. Materialmente, el estilo se expresa en: a) generación de una serie de motivos que presentan algunas de estas reglas, es decir tendría un carácter politético, b) una determinada técnica de producción de los referentes, c) una determinada definición de los soportes a utilizar, d) una determinada localización espacial y e) una determinada articulación de los motivos al interior del panel. Troncoso, Andrés. “Arte rupestre en Chile Central: Formas y estilos”, en International Newsletter on Rock Art (2001), p. 7. más allá de las formas y/o soportes materiales no fonéticos que adopten. De esa manera, podemos establecer diferencias cualitativas entre lo que suele considerarse culturas ágrafas y aquellas cuyos estándares comunicativos no pasan necesariamente por el de las culturas letradas. Desde el punto de vista social, la escritura tiene carácter inmaterial aun cuando su manejo es ciertamente tangible, pues la invención mental de los grafismos antecede a su registro sobre cualquier soporte físico. En ese contexto, la escritura como mecanismo para expresar elementos lingüísticos por medio de señales visibles convencionales, y la historia de la palabra escrita no se remonta más allá de los cinco mil años2. Sin duda, la escritura se inicia cuando el hombre logra corporizar sus pensamientos y sentimientos mediante signos gráficos, comprensibles también para las demás personas que comparten ese mismo sistema. De acuerdo con Ignace J. Gelb, los sistemas de escritura evolucionaron desde las etapas más antiguas de la semasiografia, en la que los dibujos comunicaban el pretendido significado de manera vagamente relacionada con el habla sin que intervinieran formas lingüísticas3. Este hecho revela que ambos sistemas de comunicación, el lingüístico y visual tenían la misma importancia en las culturas antiguas. En los inicios de la escritura, los petroglifos y los pictogramas fueron empleados para representar visualmente las ¡deas de manera distinta a la forma en que suele hacerlo el lenguaje oral. Diversos estudios demuestran que en los primeros estadios de la civilización la línea divisoria entre escritura, lengua y comunicaciones no verbales resultaba muy vaga. Ciertamente, cada una de estas actuaba como complemento de la otra, pero los mensajes escritos carecían de una exacta correspondencia con una forma lingüística dada. En grupos humanos con modos de existencia poco complejos, los pictogramas o cualquier otra clase de signos pueden transmitir, por sí solos, una vasta cantidad de informaciones primordiales. Gestos y señales tienen, además, la misma eficacia que la palabra articulada. En todo caso, dicho sistema de comunicación implica un activo entrenamiento de la memoria mediante una serie de elementos nemotécnicos que permiten interpretar o "leer" siempre de la misma manera los mensajes graficados. Esto supone compartir pensamientos y 2 Sampson (1985), pp. 26-45. 3 Vázquez Hoys, Ana María. “¿Dónde y cuándo comenzó la escritura?”, en Transoxiana-Journal Libre de Estudios Orientales (2006), p. 6. 8 modelar comportamientos que se simplifican en formas gráficas diferentes. A ese periodo de transición puede denominarse la etapa semasiográfica de la escritura, en la cual se alcanza la intercomunicación por medio de signos visibles que expresan un sentido, y no necesariamente mediante elementos lingüísticos4. Los signos escritos se ejecutan a través de acción manual, por lo que la palabra "escritura" esta relacionada etimológicamente con "dibujar", "rayar", "grabar" y "rascar". Pintar los signos desempeñó en las culturas antiguas una función muy parecida a la cumplida hoy por la escritura. Por ejemplo, entre los boras, grupo étnico perteneciente a la familia lingüística Boorá, la raíz "caatú" dio origen a las palabras caatúnu, cáátuvane, cáátuú, caatúra, caatúnu, que significan respectivamente escribir, escrito, escritura, diseño y diseñar o pintar. Esto significa que la practica de pintar y diseñar entre los boras se asocia con la ¡dea de escribir5. Asimismo, entre los shipibos, observamos que la palabra "huishá" expresa indistintamente raya, escrito o escritura, lo cual comprueba que ellos también vinculan el acto de dibujar o hacer rayas con la ¡dea de escribir o registrar6. Algo similar puede constatarse en la lengua asháninka, en la cual la palabra "nosanquenati" es usada para expresar la ¡dea de pintar y también escribir. Como observamos, el vínculo entre pintura y escritura deja en evidencia la interrelación entre texto e imagen en la comunicación de los pueblos amazónicos. Por ello, los mensajes son transmitidos con la ayuda de diseños en los objetos, distinguiendo en dichas producciones los reflejos o sombras de los dibujos creados por el hombre para trasmitir el mensaje. Esta distinción es destacada por Pierre Déléage, quien clasifica las imágenes de los sharanahuas en dos categorías fundamentales: las figuraciones y los dibujos. En el primer caso, los sharanahuas utilizan el término yoshi para reagrupar una serie de fenómenos perceptivos, ciertamente heterogéneos, pero que contienen una propiedad común y mantienen una relación de figuración con otra entidad. El yoshi constituye algo similar al duplicado o la representación de un ser cualquiera. De esa forma, una "sombra" o "reflejo" es yoshi en la medida en que 4 El origen semasiográfico de la escritura se aprecia también en el desarrollo psicogenético de la misma. En ese sentido, Emilia Ferreiro define la escritura como un fenómeno de utilización de signos, cuyo sentido se define en función del contexto en que se encuentra. Ferreira y Gómez Palacio (2001), p. 62. 5 Thiesen, Wesley y Eva Thiesen (1988), p. 481. 6 Loriot et.al., (1993), p. 191. 9 no son percibidos en calidad de entidades naturales, sino como fenómenos ópticos, es decir, en cuanto poseen cualidades figurativas. Los yoshi derivan de otros seres, porque constituyen modelos de estas figuraciones. Los sharanahuas emplean también el término furo yoshi (furo significa "ojo") para designar el reflejo de sí mismo en la pupila de alguien. Por otro lado, las máscaras son nombradas fuso yoshi (fuso denota "cara"), con lo cual se refieren al hecho de que las máscaras son figuraciones de las caras humanas7. La variedad de la percepción visual e ntre los sharanahuas, les permite distinguir un género distinto de imagen opuesto totalmente con la categoría de las figuraciones. Nos referimos al cudu, término que puede traducirse, con ciertos reparos, como "dibujo". Estos cudu se refieren básicamente a las pinturas faciales compuestas de motivos diversos y gráficos. Para simplificar podemos considerar a los yoshi como las "fotografías", mientras los cudu se asemejan más a lo que comúnmente definimos como "escritura"8. En esta última categoría de artefactos culturales está incluido lo que denominamos "repertorio gráfico", el cual analizaremos en el curso del presente trabajo. En la propuesta de Geoffrey Sampson, la Semasiografía reúne todos esos repertorios gráficos creados por las culturas antiguas, los cuales funcionan como un sistema de comunicación visible, entre cuyos elementos pueden distinguirse los mitogramas, pictogramas y objetos mnemónicos9. La Semasiografía recoge todas esas manifestaciones a las que no se les considera escritura convencional, y cuyos recursos mnemónico-identificador y descriptivo-representativo sirven para alcanzar la comunicación por medio de signos visibles que expresan sentido, sin que intervengan elementos lingüísticos. Es por esta razón, que en las sociedades carentes de escritura alfabética el cultivo de la imaginería devino en mecanismo para garantizar la supervivencia cultural. Partiendo de los conceptos aportados por la Semasiografía, estudiaremos el grafismo amazónico, su funcionamiento y lógica interna como auténtico sistema de signos gráficos. Conviene precisar cómo dentro de los 7 En los últimos tiempos, el término yoshi ha sido utilizado por los Sharanahua para designar las "fotografías". Por otro lado, el campo semántico de la categoría de yoshi, a pesar de su heterogeneidad, reúne el conjunto de los fenómenos figurativos conocidos por esta cultura. Entre éstos existen dos fenómenos que pueden considerarse producciones iconográficas: la máscara y la fotografía. 8 Déléage, Pierre. “Les répertoires graphiques amazoniens”, en Journal de la Société des Américanistes (2007), p. 102. 9 Carmona Maya, Sergio. “El simbolismo en la representación gráfica Embera”, en Documento electrónico de la Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango, www.lablaa.org. (2005). 10

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