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El concepto puro de revolución PDF

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I� 1.4 i. e (,, .:..i,"1 ü.• i�ttNt�El1Ttt 11111t tt � ,. e /;,.·, tt lt li \' 1.411 1 N tt por CARLOS COSSIO Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Nacional de La Plata '\ ) EL CONCEPTO PURO DE REVOLUCIÓN ,- ....... �. �-4' CARLOS COSSIO TRABAJOS CIENTÍFICOS DEL AUTOR :1 Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Nacional de La Plata OBRAS Sinopsis de Derecho Privado Universal, 1 vol., 148 págs. Buenos Aires. 1924. La Reforma Universitaria o El Problema de la Nueva Generación. Tesis doctoral. 1 vol. 328 págs., 2.ª edición. Buenos Aires, 1927. La Reforma Universitaria: Desarrollo histórico de su Idea. Folleto, 24 páginas. Buenos Aires, 1930. Agotado. EL CONCEPTO PURO La Reforma Universitaria y la Reacción. Folleto, 16 páginas. Buenos Ai· res, 1930. Agotado. El Problema de la Coerción jurídica y su estado actual. Folleto, 18 págs. Buenos Aires, 1931. El Plan de Estudio de Abogacía en la Facultad de Derecho de Buenos DE REVOLUCIO/ N Aires, 1 vol., 130 págs. Buenos Aíres, 1933. La Revolución del 6 de septiembre. 1 vol., 216 págs. Buenos Aires, 1933. REVISTAS Corrientes Ideológicas de la Juventud Argentina. En "Pareceres", no· viembre de 1926. Análisis de la No-vulgaridad. Contribución al estudio de Generación bis­ tórica. En "Nosotros", mayo de 1926. La Religiosidad. Fundamentación crítica de la Religión. En "Nosotros", enero de 1927. Fray Luis de León no tiene valor actual. En "El Carcaj", mayo de 1928. El Idealismo en la acción. En "El Carcaj", junio de 1928. Revaloración de Juan B. Justo. En "El Carcaj", julio de 1928. La reforma constitucional. En "El Carcaj", julio de 1928. El dogmatismo racional. En "El Carcaj", agosto de 1928. Revaloración de Leopoldo Lugones. En "El Carcaj", septiembre de 1928. Fundamentación racional del Nacionalismo. En "El Carcaj", septiembre f de 1928. Clasificación racional de los Nacionalismos. En "El Carcaj", octubre de 1928. Universidad y Humanismo. En "El Carcaj", noviembre de 1928. Revaloración de Alejandro Korn, En "El Carcaj", diciembre de 1928. Concepto de Generación histórica. En "El Carcaj", diciembre de 1928. Revaloraci6n de Juan B. Terán. En "El Carcaj", abril de 1929. Filosofía y Actualidad. En "El Carcaj", abril de 1929. Revaloración de Julio Navarro Monzó. En "El Carcaj", mayo de 1929. Introducción a la Filosofía. En "El Carcaj", mayo de 1929. La Revolución y la integración de la Teoría pura del Derecho. En "Anales" de la Facultad de Ciencias jurídicas y sociales de la Universidad de La Plata, tomo VII. B OS CH - Casa Editorial - Apartado 928 - BARCELONA ll '! ADVERTENCIA Ri­ Este trabajo fué remitido en agosto de 1934 a la vista Internazionale di Filosofía política e socia/e "Il Ro­ magnosi" ,- en cuyo comité directivo está el maestro Giorgio Del Vecchio. Auspiciado por tan alta autoridad, apareció ES PROPIEDAD allí en los números enero y sigs. del año 193 6; dicha cir­ cunstancia, por sí sola, explica la demora con que sale a luz en castellano. El presente texto tiene añadido, res­ fa cullad de Ocho. y Cs. Ss. pecto del italiano, el terna de los N tíms. 9 bis, 2 o bis, 2 3 bis UNIVERSlDi\D NACIONAL G'.: COWOBA y 45 bis, el muy importante asunto que se trata en el BlBUOTECA N. 0 4 2 bis y el Apéndice II; además, la frase final, mera­ ______ _(_3 -_{, ---2i[ mente aclaratoria, del segundo párrafo del N. 0 I 3; el pá­ 30-t _: .3 .. 3,2..., S1g�::;�i.:ra C .. rrafo final del N. 0 4 o y el del N. 0 4 I; las frases finales. Tope-� �éfi;::J __________ 3_5_7:0 _ igualmente aclaratorias, del segundo párrafo del N.0 42; una frase aclaratoria intercalada en el segundo párrafo del N. 0 6 o; otra breve frase en el tercer párrafo del N. 0 6 I; r--, un par de frases, también aclaratorias, en el segundo y ter­ cer párrafos del N. 0 6 2; la nota puramente ilustrativa N. 0 19, cuya primera frase únicamente está en la versión N.º italiana, la nota 20 bis, y la transcripción ahora agre­ N.º PRINTED IN SPAIN gada a la nota 23. La columna añadida al cuadro del N. 0 4 6 corresponde a lo indicado. Fm p r enta ct a r a s o; V't t t a r r o e t , 17. - Barcelona -1936 1 111 1- - 6 - � El asunto del N.º 42 bis y el Apéndice II fué publicado I por aparte, como aparece en esta obra, en el número corres­ pondiente ·a la edición del año r 9 3 5 de los Anales de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad CAPÍTULO PRIMERO Nacional de La Plata, sólo que ahora lleva algunos aña­ didos, pocos en número, pero de no escaso interés. LA FILOSOFÍA Y LA SOCIOLOGÍA FRENTE Algunas notas bibliográficas del Apéndice II se han in­ AL PROBLEMA DE LA REVOLUCióN cluído en el texto por razones de comodidad. Con esto quedan aclaradas para el lector las pequeñas I. MODERNIDAD DEL PROBLEMA diferencias que encontrará entre la versión castellana y la . No es agradable polemizar contra todos los autores italiana del presente trabajo. del mundo que han estudiado el valor general del fenó­ meno revolucionario. Pero, de hecho, a tal situación me llevan las investigaciones que he emprendido con un cri­ Buenos Aíres, enero 1936. terio radicalmente distinto de los usados para tratar el tema. Ya Aristóteles (1), en un capítulo de su celebérrima Política, hace un estudio general de las revoluciones, y a pesar que desde él hasta la fecha han ocurrido tantos hechos revolucionarios en la historia humana, es necesario llegar al siglo XIX - alguna rara excepción en el transcurso de tantas centurias - y al análisis de la metodología de la Historia, que entonces comienza a elaborarse, para que aquel valor general vuelva a atraer el interés de los estu­ diosos. El pensamiento filosófico se colocó de hecho sobre un equívoco frente al fenómeno revolución. ( 1) Y antes de él. Platón, en La República; pero el pasaje platónico reposa en un esoterismo pitagórico completamente fuera del alcance de nuestra comprensión científica. - 8 - - 9 - pero ninguno de los dos deriva esas exigencias de una ne­ cesidad teórica, sino de motivos prácticos más o menos ade­ 2. POSICIÓN DEL MATERIALISMO cuados al modo personal de considerar los problemas téc­ El materialismo, empeñado en explicar la historia nicos de la hidrología. El símil sirve para hacernos ver como un proceso de la Naturaleza, ve en la revolución cómo el materialismo despoja al problema de la revolu- un acto de igual contextura esencial que el resto. Siendo , ción de su valor teorético, relegándolo a una mera cuestión ) los hechos efectos necesarios de sus causas y a su vez causas de hecho: La ley objetiva de la historia no reconoce dife­ de futuros efectos necesarios, la cadena de la historia no rencias en la presentación de su desenvolvimiento; las reconoce sino una identidad substancial en la forma de denominaciones con las que nuestra apreciación califica el su desarrollo. Podrán las apariencias o los intereses sub­ curso de los hechos, no responden a una novedad esen­ jetivos de quien juzga, hacer ver que algún postetius es cial en éstos, sino a la adaptación que imponemos a las más importante que su ptius o que algún cambio se ha cosas al acomodarlas a nuestro mundo personal. efectuado más rápida o violentamente que otros cambios, Y esta postura general del materialismo es la misma, es decir, que el modo del curso histórico es distinto del sea que él considere a la historia como una sucesión me­ modo hasta entonces existente; todo eso es engaño, error cánica, sea que la considere como un desarrollo biológico de punto de vista, perspectiva interesada de apreciaciones a lo Spencer, pues el evolucionismo de éste es tan mecani­ humanas contingentes; la historia se desenvuelve según cismo como el tradicional, según Bergson lo hace ver de­ una ley de mecánica objetividad y esta ley subsume por finitivamente en L'Evolution créattice (2). igual, en forma invariable y necesaria, tanto a los episo­ dios que llamamos revoluciones, como a los que merecen otra calificación. El ojo humano percibe en la catarata una caída de agua más violenta que la corriente sinuosa (2) En la República Argentina, la Filosofía de la Historia está aún de la llanura, y esto, sin duda, es un hecho; pero la inte­ en cuna de nacimiento. Fuera de la posición escolástica, que existe en forma semi-dogmática doquiera haya pensamiento católico, hay que recordar ligencia humana sabe que es una misma ley la que preside a Echeverría con su Dogma socialista, y a Alberdi con su Preliminar al el desplazamiento del líquido en uno y otro caso. Esto ,l·� estudio del derecho, obras ambas inspiradas en la Escuela hístórica; y en los tiempos actuales, a Juan B. Justo con su Teoría y Práctica de la His­ último es lo único que constituye un verdadero conoci­ toria, y a Carlos Octavio Bunge con su El derecho, ambas dentro de un miento, pues, refiriéndonos al hecho, ¿ quién puede decir mecanicismo biologista; José Ingenieros, con su característica imprecisión y vaguedad, también ha navegado por estas aguas. Por otra parte, fuera injusto dónde comienza la catarata? Un hidrólogo que exija una no recordar que el pensamiento ulterior de Alberdi a la obra citada evo­ I· pendiente de 3 o por I oo, fijará el comienzo en un lugar 1 lucionó en forma notoria, hasta el punto que distinguidos publicistas J argentinos y españoles sostienen que anticipó la interpretación materialista distinto que otro que exija el 40 por I oo de pendiente, 1. de la historia explicando la historia sudamericana desde este punto de vista. r { t! A + -- 10 - - II - 4· IDENTIDAD DE AMBAS POSICIONES 3. POSICIÓN DEL IDEALISMO Así, pues, tanto el materialismo como el idealismo, Por su parte, el idealismo, basado en la singularidad por caminos opuestos, han contribuído por igual a que de los hechos históricos, elude por este arbitrio la cues­ la Filosofía de la Historia se desentienda ilegítimamente tión. Si la historia es la expresión del espíritu humano l 1 .. de los problemas filosóficos de la revolución; ambas orien- desarrollándose dentro de las posibilidades de su libertad, o taciones han relegado el asunto, sin pensado, a la cate­ si la historia, por necesidad epistemológica, se dirige a goría de una cuestión de grado, es decir, puesto que la los hechos en su singularidad dejando de lado todo lo historia trata de hechos, a la categoría de una cuestión que pueda haber en ellos de común o general que fuera de grado en experiencia. base para formular una ley de experiencia, es evidente Y con esto el problema quedaba virginalmente entre- � que cada hecho histórico es un acto de creación; que gado a las ciencias sin control de la Filosofía. La Socio­ cada hecho histórico añade algo propio y original a lo logía, que se dirige a los fenómenos sociales con criterio que han creado sus antecedentes. De modo, entonces, generalizador, debería hacerse cargo de él, lo que efectiva­ que todos los hechos de la historia, tanto los que llama­ mente no tardó en ocurrir. mos revoluciones como los que no llamamos así. están en una misma situación aportando algo único e irreversible, siendo cuestión de grado por su subitaneidad, por su in­ 5. POSICIÓN DOGMÁTICA DE LA SOCIOLOGÍA tensidad o por la cantidad creadora de este aporte lo que Pero la Sociología, en parte por sus orígenes corn­ nos determina a calificar a unos hechos como revolución tea nos, de los que no acaba de desprenderse todavía, en Y a otros no: Se trata de una cuestión de grado y no un parte por el aislamiento de ciencia especializada en el que cambio de modo en la creación histórica; se trata de un voluntariamente se confina a imitación de la postura cien- concepto empírico y no de un concepto puro. . tífica ordinaria de las ciencias físicas, en parte por su de­ Dentro del idealismo, solamente el sistema de Hegel terminación como ciencia natural a semejanza de la Psi­ daba base para otro punto de vista; pero la teoría de las cología (3), y siempre P9! causa de la conocida incultura revoluciones del materialismo histórico, de él . derivado, :filosófica de los sociólogos (4), estaba destinada a ernbar- no supo realizar esta posibilidad. Mas sobre el punto volveremos con mayor detención al finalizar este t'rabajo. (3) Aceptamos en esto el planteo de Rickert, tan sólidamente expuesto en Ciencia cultural y Ciencia natural. (4) "Las escuelas hoy dominantes niegan, en el fondo, la existencia es y posibilidad de una auténtica filosofía social, Semejante negación no 1'1¡1''! .,·1¡: ! - 12 - - 13 - carse en una aventura de resultados científicos negativos tarse y coordinarse en ciencias, con arreglo a estas unida­ o poco menos. Pues, en efecto, la investigación socioló­ des objetivas". gica se ha lanzado confiadamente sin un examen crítico También con Husserl reconocemos (lug. cit.) que el del valor del intelecto en semejante búsqueda, tal como '\ cultivo fructuoso de una disciplina no exige una previa Y hacían los metafísicos con anterioridad a Kant. adecuada definición del concepto de su objeto, pues "las Es grave y deplorable la situación de la Sociología definiciones de una ciencia, reflejan las etapas de su evolu­ cuando ve como su primer problema, el definirse a ella ción, no obstante que el grado de adecuación de las defi­ misma, sin advertir que el concepto de una ciencia no niciones ejerce también su efecto retroactivo sobre el curso Y pertenece a las investigaciones de esa ciencia. a Kant (5) de la ciencia misma; y este efecto puede tener o escaso enseñó profundamente que toda ciencia reposa en una idea influjo ·o influjo muy considerable según la dirección en pura y observó que la definición que de aquélla se da que las definiciones se desvíen de la verdad". al comienzo muy rara vez corresponde a dicha idea y Evidentemente la Sociología no puede hacer otra cosa que sólo después que se han recogido conocimientos de que enseñarnos conocimientos de carácter sociológico, ya acuerdo a esa idea latente y se los han agrupado como relativos a fenómenos, ya a sus leyes. Y sólo las inves­ materiales de construcción, sólo entonces podemos perci­ tigaciones que maduren en estos sentidos contribuirán a birla con claridad y llegar a su definición. Con esto coin­ asentarla como ciencia, pues una ciencia no aparece por cide Husserl cuando dice (6) que "la esfera de una ciencia decreto de un investigador que se la proponga como pro­ es una unidad objetivamente cerrada; no está en nuestro grama, sino por la existencia objetiva de conocimientos albedrío el modo y el punto de deslinde entre las esferas sistematizados. Sobre esta base real es tarea de la Filosofía de la verdad. El reino de la verdad se divide, objetiva­ el justificarla y definirla de 'acuerdo a su idea porque con mente, en distintas esferas; las investigaciones deben orien- esto estamos ya en plena epistemología. Toda definición que de ella intente un sociólogo es sólo un valor provi­ fruto necesario del empirismo filosófico; pero la mayoría de los empiristas sional, útil o perjudicial como instrumento de investiga­ actuales no pasan de ser meros positivistas. Estos maestros de la superfi­ ción, pero jamás una definición verdadera en el sentido cialidad creen que no les es menester ninguna filosofía de la sociedad, porque No pueden partir, sencillamente, de los hechos, de la "pura experiencia". No de la lógica pura. bien la definición fuera el intento saben que en la sociedad es cuestión de "espíritu", y que, por tanto, no de alcanzar un concepto universal valedero en absoluto es suficiente la imagen retiniana, sino que es menester captar el contenido y sentido espirituales ... Si empiristas y positivistas pudieran darse cuenta por su correspondencia objetiva con la cosa a la cual alu­ de su ceguera espiritual. comprenderían ese su eterno quedarse en las ramas." Othm.ar Spann, Filosofía de la Sociedad, palabras preliminares a de, se estaría haciendo una labor rigurosamente filosófica la edición de 1928. aunque fuera personalmente un sociólogo quien la hi­ (5) Crítica de la Ra:t:ón pura, Metodología trascendental, cap. III. (6) Investigaciones lógicas, Introducción, núm. 2. ciera. Ejemplar a estos respectos es la enseñanza que nos - 15 - - 14 - brinda la historia de la ciencia: cuando la Física moderna lucionario formulando definiciones y tratando de llegar nació con Galileo no empezó con intentos de definirse sino a su concepto por generalización inductiva. El resultado con el descubrimiento de las leyes del péndulo y de la fué una desnaturalización del asunto y una vaguedad 1 if caída de los cuerpos; a estos conocimientos se sumaron heroica de conclusiones, cosas que debemos establecer pre­ i! ·r¡;I muchos otros en el curso del tiempo, con lo cual se asen­ viamente antes de proseguir el curso de nuestra investiga­ ,11 taba cada vez más la Física como ciencia y todo lo ción, partiendo del análisis de aquellos resultados: \¡ii 1ill1!: cual planteaba a la Filosofía un mundo de problemas epis­ :,1,¡. temológicos cuya solución comienza con la Crítica de la 6. LA SOCIOLOGÍA ANALÓGICA ¡¡ Razón pura y remata en las formidables conceptuaciones , De dos tipos son los conceptos de revolución que nos " j: de aquella ciencia que han hecho los filósofos contempo­ 1 ha dado la Sociología, los cuales en las definiciones indi­ ¡:, ráneos. Particularmente útil para apreciar la situación de ¡,:•I viduales no siempre se presentan separados u opuestos la Sociología, por el íntimo parentesco que tiene con ella, ,1 entre sí, sino corno el predominio de uno sobre otro. :,\ ·I es el caso de la ciencia del Derecho persiguiendo también 1¡1 En un primer tipo prevalece un criterio tornado de r·1 1 inútilmente durante siglos el concepto universal del De­ 1. , 1,1 otras ciencias. Cornte había querido hacer de la Sociolosría I ti recho, en un hermoso drama intelectual que culmina en . o ,i· una física social, Spencer una biología, Tarde una psico- el siglo pasado cuando el empirismo y la escuela histó­ logía colectiva; había, pues, una gran tradición para de­ rica por un lado y la escuela de derecho natural por otro, _ ¡:!.J1·Ji finir a la revolución echando mano de conceptos que tie­ fl se afrontan ásperamente en una guerra sin cuartel, hasta 1 J· · nen un contenido indudable en esas disciplinas. Por la ;jl que el establecimiento crítico y metódico de la Filosofía importancia de sus investigaciones y por el influjo enor­ del Derecho por Stamrnler saca de la órbita de la Ciencia 1 me de su pensamiento podemos poner como ejemplo de del Derecho al problema epistemológico de su concepto, estas orientaciones, la definición del sociólogo contempo­ abriendo así la vía de la solución definitiva de la cuestión, J'i ráneo Sorokin para quien una revolución es el desborde '11 planteo sobre el que los pensadores contemporáneos han de los principales instintos de la mayoría de la sociedad ,11 llegado a concordar con unanimidad. ·r .. ante la imposibilidad de obtener para éstos un mínimum De este modo la Sociología como ciencia de hechos ;. , I' necesario de satisfacción debido a una represión creciente e inducciones, abandonada por la Filosofía que había de los mismos (7). Aunque a este tipo de definiciones al­ contribuído a relegar el problema de la revolución como 1 cance también - y quizás en mayor grado - la crítica una mera cuestión de hecho, y viciada en su formación ., :filosófica que haremos al segundo, no vamos a detenernos \1 por una total ausencia de crítica del conocimiento, se il lanzó a la tarea de buscar la esencia del fenómeno revo- (7) Pitirirn Sorck in, T'he Sociology of Reoolution, 1 ' - 16 - - 17 - mayormente en él porque es claro de por sí que la Sociolo­ Instituto Internacional de Sociología con motivo del con­ gía, como cualquier otra ciencia, debe trabajar con sus pro­ curso Téníchef (8): "Las revoluciones son los cambios pios conceptos y no con los de ciencias ajenas, pues ocu­ intentados o realizados por la fuerza en la constitución rriendo esto o alude auténticamente a las mismas cosas y de las sociedades." De más está decir que esta orientación entonces se disuelve corno un capítulo de ellas; o ha hecho es mucho más fecunda y promisora para la ciencia que un uso ilegítimo de tales conceptos aplicándolos por analo­ la anterior y que por llevar la investigación a un terreno gía a modo de símbolos, vale decir como un valor pura­ independiente y casi desconocido para el conocimiento hu­ mente metafórico. Así en el ejemplo particular citado mano, merece tanto respeto como cualquier otra clase de (donde quizás resuenan los estudios neurológicos que Soro­ investigación científica; precisamente por eso creemos ne- kin hizo en Leningrado) entendemos qué es un instinto en , cesaría una valoración filosófica prolija sobre el material un animal y sabemos que con ello aludimos a una cosa real así acumulado o que pueda acumularse. de un ser biológico, pero no entendemos qué pueda ser un Pero para empezar esta crítica necesitamos una defini­ 1 instinto de la sociedad. Cuando Sorokín, enumerándolos, ción que ofrezca más blanco que la del Instituto Interna­ li I'\ pasa de los instintos de conservación, alimentación y ;e­ cional de Sociología antes transcripta. Por razones metó­ producción a los instintos de preservación colectiva, de dicas conviene tener a la vista un caso donde los defectos li l propiedad y de libertad, pasa del campo de la biología se multipliquen; donde se reincida, por diferentes ángu­ a los dominios ilimitados de la metáfora. La sola obser­ los, en la falta de análisis epistemológico de que adolecen 1 vación de que un animal es una cosa concreta y la sociedad todas estas definiciones, incluso, la del Instituto; donde una a bstraccíón, evidencia lo ilegítimo de usar con sentido --f.._se haga patente hasta la evidencia que se está hablando de real y unívoco para lo segundo, conceptos que integran lo conceptos sin que haya propiamente un solo concepto; y primero . ...._ donde, para la fecundidad misma de la crítica que vamos ' a hacer sobre la base de un ejemplo, reúna éste tendencias . . divergentes de la investigación sociológica contemporánea 7. LA SOCIOLOGÍA SOCIOLÓGICA que faciliten el traslado de la crítica por esas direcciones. , En el otro tipo de definiciones prevalece un criterio Como un homenaje a los trabajos de sociología que bajo de no salirse del ámbito de los fenómenos sociales y de la dirección espiritual del doctor Raúl Orgaz nacieron en sujetarse al uso de conceptos que aluden a algo real dentro la Universidad de Córdoba para honor de la cultura ar­ de este ámbito. La orientación remonta hasta Aristóteles. gentina, tomamos la definición que ha elaborado el cate- Encontramos en ella como definición realmente modelo por su sencillez y limitación, la elaborada por el Jury del (8) A. Bauer. Essai sur les réoolutions, cap. l. 2. -El. CONCEPTO PURO DE REVOLUCIÓN

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