La gente no sabe qué hacer con Susan Green. Su familia y amigos la ven irritable y difícil de entender, pero para ella todo tiene sentido. A los cuarenta y cinco años, piensa que su vida es perfecta. Tiene un piso en Londres ideal para una persona, un trabajo estable que se adapta a su pasión por la lógica y un �amigo� que le proporciona beneficios culturales y otros más íntimos.