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El ascenso del militarismo en El Salvador PDF

155 Pages·1980·4.961 MB·Spanish
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# 755-/35-0 DLCj Rafael Guidos Vejar EL ASCENSO DEL MILITARISMO EN EL SALVADOR F l(+87,5' ,&8 ¿ editores- RQODfl? t,T771 Colección Estructuras y Procesos Volumen 8 Primera edición UCA / EDITORES, 1980 San Salvador, El Salvador, Centroamérica. © 1980 UCA/EDITO RES Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, Autopista Sur - Antiguo Cuscatlán, Teléfono 23-4491 Ap. 668 San Salvador, H Salvador Centroamérica. 1 El impacto de la crisis mundial de 1929 en la sociedad salvadoreña La aguda depresión con que se expresa el desarrollo del capitalis­ mo mundial al iniciarse la década de los treinta del presente siglo, tal como sucedió en la mayoría de los países latinoamericanos, abre en El ' Salvador un nuevo ciclo histórico. Los serios trastornos políticos que llevaron a una redefínición del sistema de dominación de la época, todavía hacen sentir su peso en la sociedad salvadoreña, no obstante su distanciamiento de casi medio siglo con la actualidad. No es riesgoso afirmar que en esa época se sentaron las bases más permanentes de la actual estructura política del país, sin negar por esto las variaciones específicas que se han producido en la constante rearticulación de los componentes sociales del desarrollo económico, social y político pos­ terior. La importancia actual de los rasgos que provienen del primer trientenio del siglo, y cuya persistencia demuestra la profundidad del resquebrajamiento social de aquel período, no tienen la misma jerarquía que en su momento de origen, pero se mantienen presentes, aportando su significación y determinación, en la estructura social sal­ vadoreña. La “gran crisis’’ tiene una repercusión diferenciada en los distin­ tos niveles de la vida social salvadoreña, a la cual afecta íntegramente. Deja intacta, por ejemplo, la estructura económica básica que giraba fundamentalmente en la producción agrícola para el exterior y en don­ de la producción del café imponía su importancia como primera activi­ dad generadora de ingresos para el país, manteniendo y reforzando el sistema de propiedad privada, con las características originales en el siglo anterior. Una incipiente industrialización ve bloqueada y poster­ gada su posibilidad de desarrollo, contrariamente a lo que sucedió en otros países latinoamericanos en el mismo período. La debilidad de es- e proceso de industrialización es un ejemplo de la incapacidad estruc- 7 tural de la economía salvadoreña de aceptar una diversificación pro­ ductiva basada en la expansión importante del mercado interior. En ese momento ninguna otra actividad productiva, incluso aquellas otras orientadas hacia el exterior, puede competir con la defensa cerrada que se hizo para proteger la producción cafetera. Ningún intento de diver­ sificación productiva, aun cuando se generan modestos movimientos para, realizarla pocos años después de la crisis, encontrará las condi­ ciones necesarias para su expansión, sino casi quince años más tarde. El orden social, por consiguiente, es sólo afectado mínimamente, manteniéndose las mismas estructuras del período anterior. Las posibi­ lidades de reestructurar el orden social se vieron obstaculizadas al man­ tener inalteradas las bases objetivas de diferenciación social. No obs­ tante, en la esfera política se manifestaron en forma muy acentuada, casi sin mediaciones y de la manera más “cruda", las expresiones de los distintos grupos sociales subalternos que, ante la posibilidad que permitía la coyuntura de modificar las relaciones imperantes, se deci­ dieron a enfrentarse contra las fuerzas dominantes con el objetivo de crear las condiciones más favorables para la “máxima expansión" de sus potencialidades políticas. Las contradicciones internas de la so­ ciedad salvadoreña, en las cuales se redefinían las determinaciones “externas" del momento y que venían acumulándose durante un lar­ go período de gestación y definición paulatina de las relaciones capita­ listas, afloran abruptamente en busca de una impostergable resolu­ ción. La fuerza con que se enfrentan en El Salvador los distintos grupos sociales adquiere dimensiones trágicas, como en muy pocos países lati­ noamericanos llega a alcanzar. Es, pues, en el campo propiamente político donde se resuelve la problemática salvadoreña de la época. Es más, es en el nivel político-militaren el que llegan a dirimirse las pro­ fundas contradicciones sociales.- Las manifestaciones más claras c inequívocas de la crisis mundial del 29, son las que irrumpen en el plano político; es, en este plano, donde se condensan todas las contradicciones esenciales de la sociedad salvadoreña. Por otra parte, la “crisis mundial" del 29 no puede pre­ sentarse como una variable de tipo causal que nos explique todos los sucesos ocurridos en El Salvador en aquel período. Esta posición, fre­ cuente en la literatura política y sociológica que trata sobre dicha problemática, podría, aparentemente, facilitar la explicación del período al costo de deformar los hechos reales y los verdaderos movi­ mientos de la sociedad salvadoreña. La “crisis" es una de las múltiples determinaciones, con un peso específico substancial, en la cual se rede­ finen las otras determinaciones que conforman el proceso que venía gestándose desde mucho antes al interior mismo de la sociedad “oli­ gárquica" salvadoreña. Es la particular matriz estructural, la específica correlación de las fuerzas sociales que en ella se genera, la orientación que en el marco nacional adquiere la lucha social y política de las dis­ tintas clases involucradas en los más importantes procesos productivos. Son esos elementos los que proporcionarán las líneas explicativas pertinentes de los sucesos salvadoreños del período que tratamos. La cristalización de los trastornos políticos que tienen lugar en El Salvador a raíz de la forma específica que adquiere en su interior la “Gran Depresión’’, podría resumirse de la siguiente manera: a) “La burguesía cafetalera’’ manifiesta un “repliegue” político. A partir de 1931, ésta inicia una nueva forma de dirección del país reti­ rándose de la zona frontal de la escena política y delegando en manda­ tarios, de origen clasista distinto a ella, la conducción del aparato esta­ tal. Como dice Edelberto Torres Rivas, la burguesía cafetalera inicia la dirección del país “por interpósita mano”. b) Aun cuando permanece una gran cantidad de intelectuales ci­ viles (economistas, abogados, políticos, etc.) identificados con los cuadros tradicionales de los anteriores regímenes, el control del apara­ to estatal queda completamente bajo control del ejército nacional. En el supuesto “repliegue oligárquico” y en la asunción de la dirección estatal por los militares, algunos investigadores ven un retiro de la ¡ burquesía a la “sociedad civil”; una división del trabajo en la cual la burguesía se reparte el manejo exclusivo de los negocios nacionales y el ejército el manejo directo del aparato estatal. c) El Estado adquiere una mayor participación en la orientación de la actividad económica del país. Adopta medidas, primero, en la re­ gulación de la estructura financiera, y posteriormente, en la mayoría de actividades productivas. Comienza el Estado a adquirir rasgos muy marcados que, paulatinamente, lo caracterizarán como “interven­ cionista”. El Estado, así, asume un papel sumamente importante en la reestructuración y reorganización de la sociedad salvadoreña posterior a la crisis mundial. Se convierte en garante y promotor de la nueva ex­ pansión de la agricultura comercial, de la poca actividad industrial (meras artesanías y manufacturas en su primera fase), de la regulación social adecuada para mantener rígidamente el orden y estabilidad so­ cial, necesarios para la nueva etapa productiva. d) El Estado llega a formar y manipular (aunque no en forma exclusiva, pues otras instituciones lo usan a conveniencia) un mecanis­ mo de dominación ideológica basado en el más puro anticomunismo. Dicha ideología funciona como un elemento cohesionador de distintas clases y fracciones de clases sociales en torno del Estado y justifica so­ cialmente la represión de los movimientos populares. El anticomunis­ mo se basa en los sangrientos sucesos del 32, que son recordados pe­ 9 riódicamente, en los momentos en que se debilita la dominación de clase y el poder contestarlo de los sectores populares es catalogado co­ mo “peligroso” para el orden establecido. Los sucesos del 32 siempre son una advertencia, tanto para la clase dominante como para la domi­ nada, de las posibles consecuencias de una participación popular no controlada por el Estado. La advertencia tiene más perspectivas de reali­ zación en cuanto se trata de la participación campesina y de los obreros agrícolas, base de la estabilidad económica de El Salvador. Es en torno a los tres primeros rasgos presentados que trataremos de centrar la problemática de nuestro trabajo. En nuestra exploración, como punto de partida, retomamos la paradoja señalada por Edelberto Torres Rivas en varios de sus importantes trabajos para Centroamérica: “La rebelión campesina de 1932 y los efectos de estancamientos econó­ mico que produjo la gran crisis mundial en El Salvador provocaron una aparente paradoja política. En efecto, ¿cómo habiéndose constituido en este país el grupo burgués cafetalero más concentrado y con mayor sentido empresarial, se vieron desplazados del ejercicio de gobierno por un pequeño grupo militar que solo después, moderno y profe­ sionalizado, se convirtió en ejército?”.* Son varias las interrogantes que sugiere el planteamiento de Torres Rivas, que más adelante trataremos de explicitar, pero quizás lo más importante es el señalamiento del surgimiento de esa nueva rela­ ción que se establece entre “la clase propietaria” y los nuevos “titula­ res del poder”, pertenecientes a otras clases, que a cuarenta años de haber dado su primer golpe de Estado, continúan dirigiendo la so­ ciedad salvadoreña en “nombre y representación” de la primera. ¿Cuáles fueron las necesidades, cuáles las mediaciones e instancias que obligaron al sector dominante con larga tradición de representación di­ recta a dominar políticamente por intermedio de líderes militares? ¿Cuál fue el apremio social que posibilitó esta transferencia a pesar de que el contenido social de los grupos dominantes no tuvo una va­ riación muy marcada? ¿Qué los hizo buscar otros medios de expresión política? ¿Es, en verdad, una continuación del anterior proceso de do­ * Ver “Síntesis Histórica del Proceso Político”, en "Centroamérica Hoy”, México: Siglo XXI, 1976. O el trabajo en conjunto con Vinicio González: “Naturaleza y Cri­ sis del Poder en Centroamérica”, en “Estudios Sociales Centroamericanos". 1972 (Sep-Dic): “¿Cómo habiéndose constituido aquí una minúscula y poderosa élite propietaria a quien la imaginación periodística encerró en el número de las catorce familias, pudo ser al mismo tiempo, políticamente débil para ceder el ejercicio for­ mal del poder a militares mestizos de origen plebeyo; y luego cómo pudo operarse en el lapso mayor de una década , un ejemplar caso de auto-modernización social?” minación política o hay un rompimiento real? ¿Qué imperativos so­ ciales hacen que el Estado asuma nuevas funciones y que, contra­ riamente a las pautas liberales, comience a intervenir en el coto de la empresa privada? ¿Podría llamarse a este fenómeno un inicio de la autonomización creciente del Estado? ¿Existe realmente una separa­ ción entre ‘sociedad civil” y ‘‘sociedad política” o hay por el contra­ rio, una integración de ambas sociedades? Toda la problemática entre Sociedad y Estado se replantea en la paradoja mencionada y las interro­ gantes que sugiere no tienen límite. El acercamiento a la respuesta de algunas de ellas no sólo tiene un interés puramente académico, ya que aportaría ciertas luces para comprender la intrincada red de relaciones que permitieron el ascenso del militarismo en El Salvador y proporcionaría, en forma limitada, elementos para el conocimiento de las actuales relaciones entre grupos dominantes y grupos militares. Ciertamente no esperamos encontrar una respuesta a los problemas ac­ tuales en la aproximación al esclarecimiento de los pasados. Muchos acontecimientos han ocurrido en las cinco décadas de distancia. Nuevos actores sociales han hecho su aparición, nuevas condiciones in­ ternacionales se han conformado, nuevas contradicciones internas se han gestado, etc. Sin embargo, adentrarse en la génesis de la actual so­ ciedad salvadoreña ayudará a comprender mejor muchos de los proble­ mas modernos, conocer las debilidades estmcturales y posibilitar la participación consciente en el proceso de desarrollo histórico, etc. Para facilitar la exposición y comprensión del problema, creemos que es necesario exponer brevemente los rasgos históricos generales más sobresalientes del período, muchos de los cuales serán retomados con mayor profundidad posteriormente: A. - El ‘‘Supuesto Efectivo”: sociedad y Estado salvadoreño (1927-1932). 1. - Antes de la crisis mundial, a partir de 1927, se da un proceso de relativa apertura democrática, inédita hasta en ese momento en El Salvador. Esta apertura es permitida por el último gobierno represen­ tante de una ‘‘dictadura civil familiar” que se mantenía en el poder desde 1913. 2. - Se dan las condiciones para una amplia participación de los sectores populares urbanos y rurales, quienes desde 1924 habían acele­ rado su proceso de organización sindical y gremial y muy rápidamente buscaban su organización política independiente. Los miembros de la ‘‘dinastía” Quiñónez Meléndez, como se conocía a la ‘‘familia oligárquica” en el poder, en varias ocasiones recurrieron a organizar a grupos de artesanos y campesinos en un partido político ‘ ‘con estructu­ 11

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