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El alma romántica y el sueño PDF

496 Pages·2015·13.354 MB·Spanish
by  BeguinAlbert
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EL ALMA ROMANTICA Y EL SUENO Albert Béguin & Lengua y estudios literarios EL ALMA ROMANTICA Y EL SUEÑO La experiencia poética de los románticos llevó a su máxima entidad el predominio de la noche. Al irrumpir en su misterio, los poetas buscaban la total armonía con la naturaleza, impulsados con intensidad por las representaciones del inconsciente. Para ello aniquilaron las apariencias temporales, aprehendieron la existencia inme­ diata como una vía hacia ámbitos nocturnos y oníricos, aplicaron nuevos significados a la revelación de las sensaciones y así la poesía se convirtió en una forma de cono­ cimiento «mágico» que relacionaba estrechamente lo circundante con la vida oscura del poeta. De esa manera, Jean Paul, Novalis, Tieck, Hoffmann, Hólderlin y muchos otros en la Alemania del siglo XIX encaminaron su inspiración por una búsqueda del Ser sólo comparable a la emprendida por el místico. Habían descubierto que una misma ley impera en el mundo exterior y en el interior de la conciencia, y ella les ofreció la seguridad de alcanzar esa prevista comunicación que los hacía disolverse en el universo. La concepción analógica entre universo y alma se hizo a tal grado consciente que a menudo precedía a la aventura lírica. La radicalidad de esas ideas —en parte desbordadas de Alemania y en parte crea­ das paralelamente— se manifestó en Francia en una extraordinaria pléyade de escri­ tores que contribuyeron a formar una impetuosa corriente que todavía hoy, en los surrealistas sobre todo, adquiere vigencia. Sénancour, Nodier, Guérin, Nerval, Hugo, Baudelaire, Lautréamont, Rimbaud, Mallarmé y Proust han fortalecido esa tendencia al sumarse a la gran familia literaria que confía su inspiración al sueño y a la noche, y han ayudado a crear el concepto moderno del arte. En este admirable estudio sobre el romanticismo alemán y la poesía francesa, Albert Béguin establece las ideas que impulsaban a aquellos escritores y la filosofía peculiar en que se cimientan sus obras. De Béguin, fallecido en Roma en mayo de 1957, a los cincuenta y seis años de edad, se ha dicho: «Era un hombre extraordinario, comprometido en la impaciencia, de una generosidad de inteligencia y corazón de la que hay pocos ejemplos en nues­ tro tiempo... Con el cigarrillo eternamente en la boca, en conversaciones que devo­ raban una parte preciosa de su tiempo, intentaba siempre sacar a la luz nuestras convicciones interiores y nuestra verdad...» Decía pertenecer a la raza de los lectores y sentía la lectura como una exigencia espiritual. Se ha dicho también de él que sus juicios de exclusión podrían ser muchas veces estrechos, pero que nadie era más perspicaz y ferviente que él en sus juicios de inclusión, es decir, en aquéllos en los que su gran amor hacia un autor le permitían incluir todo lo que en él había de más íntimo y a la vez de más universal. Ningún ejemplo mejor de esta genial «crítica sin método» que este libro que el Fondo de Cultura Económica reimprime de nuevo para sus muchos y muy fieles lectores del gran ensayista francés. cubierta: Ruiz Angeles EL ALMA ROMANTICA Y EL SUEÑO Ensayo sobre el romanticismo alemán y la poesía francesa por ALBERT BÉGUIN Traducción de Mario Monteforte Toledo Revisada por Antonio y Margit Ai.atorre FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MEXICO - MADRID - BUENOS AIRES Sección de Lengua y Estudios Literarios El alma romántica y el sueño Primera edición en francés, 1939 Segunda edición en francés, 1946 Primera edición en español, 1954 Primera reimpresión, 1978 Título original: Váme romantiquc et te reve: Essai sur le Romantisme aUemand et la Poésie frangaise © 1939. Libraírie José Corti, París D, R. © 1954. Fondo de Cultura Económica Avda. de la Universidad, 975, México 12. D. F. Ediciones F. C. E. España, S. A. Femando el Católico, 86. Madrid-15 I. S. B. N.: 84-375-0143.1 Depósito legal M. 6.939*1978 Impreso en España Ht apartado mis pies de la íierray mis manos de todas las manos, mis sentidos de todo objeto exterior, y de mis sentidos mi alma„ . . Ya no hay un hombre, no hay más que un movimiento. No hay más que un origen. Sufro un nacimiento. He caducado. Cerrando los ojos nada me es ya externo; soy yo lo externo. Claudbl, Arte poética ADVERTENCIA DEL AUTOR 1939 A LA EDICIÓN DE La primera edición de este libnc' apareció en febrero^ de 1937, La que hoy presento ha sufrido varios retoques. De acuerdo con el editor, he procurado que el texto, compensado y aligerado de diversos pasajes superfluos, pueda caber en im solo volumen. El aparato crítico y ¡a bibliografía, que contaba más de quinientos títulos, hm sido suprimidos; doy rms excusas a aquellos que se dedican de preferencia a verificar la doczmientación de las obras que "^lee?f\ y me permito retmtirlos a la primera edición, en la que encontrarán todo lo que buscan. Deseando, sin embargo, otra clase de lectores para rm libro, en esta ocasión he indicado simple­ mente, al fin de cada capítulo, im reducido número de textos, no precisame?ite como fuentes de mi estudio, shio más bien como titiles complementos de mi propia exposición. Estas breves indi­ caciones se refieren, en lo posible, a las mejores obras francesas. El plan general del libro no ha sufrido ningún cambio, y no he creído oportuno modificar, con una intervención tardía, cier­ tas afirmacioftes que hoy me parecen poco satisfactorias. Fuera de las supresiones indispensables, me he limitado a corregir algun 7%os errores de hecho o algunas rnierpretaciones cuya ligereza me ha sido señalada. No era ya posible, aunque tal hubiera sido jm deseo, reparar ciertas omisiones justamente deploradas, sobre todo en fia parte del libro qUe se refiere a los franceses: Lautréamont, Julien Green y varios poetas vivos podrían figurar aquí con el irús7no derecho que los sterrealistas; y rms páginas sobre el simbo­ lismo son demasiado sumarias, por no decir injustas. Pero ya no me es posible pensar en alargar aun mas mi texto... Lo que más lamento es no haber sabido dar su legitimo lugar a dos genios que adrráro particularmente y que, ctmulo menos por algunos aspec­ tos de su obra, se sitúan e?i la dirección de mi estudio: Balzac por una parte y Claudel por otra. A modo de excusa diría que ambos son de?nasiado grandes, y, de 7mnera muy diferente, demasiado ^^únicoí^ para hacerlos entrar sin violencia en una tradición tan estrecha como la que examino e>i estas págjnás. Y no pierdo la esperanza de volver a su mensaje de wia manera mejor de lo que permitiría un simple capítulo. Finalmente, una preciosa colaboración me ha permitido dar tm aspecto más agradable a los capíndos sobre los p>etas alemanes: no quería sustituir las citas de los textos originales con ñas pobres 1 8 ADVERTENCIA DEL AUTOR versieves literales, smo con una mténtica traducción poética, y s^olamente un poeta podía sacarme del apuro\ Una afortunada cir­ cunstancia ha permitido que Gustave Roud, poeta tan cercemo a ¡os románticos alemaries, haya podido realizar esta delicada trans­ cripción. Debo, pues, a su getnileza el poder ofrecer a los lecto­ res, en una versión digfia de ellos, los poemas de Hólderlin, de Novalis, de Ehhendorff y de Brenttmo que aparecen citados en rrú texto. Le doy aquí las gracias, como a todos los que han tenido a bien conceder su atención a mi obra; si no me hubiera sentido animado por algunos comentarios que, con sola mía excepción, fueron sumamente indulgetites, no me habría atrevido a pensar en esta reimpresión, Séame permitido, por ello, emetnerar los artícu­ los que, a nienudo por el hecho nnsvto de que proponían impor­ tantes reservas sobre tal o cual de nns afimracw?ies, me han ayu­ dado a comprender mejor lo que yo había querido hacer y ¡o que quedaba por debajo de mis a?nbicio?res. El lector aficionado a los debates sobre la poesía encontrará objeciones a nú libro en los es­ tudios siguientes, que me limito a citar sin comentarios: Edmond faloux (Nouvelles Littéraires, 20 y 27 de febr ero de 1931). André Thérive (Le Temps, P de abril), Kml Vossler {Frankfurter Zcitung, 28 de marzo), Gastón Dericke (Rouge et Noir, 19 de mayo). A, M, Fetkjean (Nouvelle Revue Fran^aise, P de junio), André Rousseaux (Fígaro, 19 de jimio. Recogido en el volumen Litterature du xx® siécle, 1938), Yanette Delétang- Tardif (Nouveau Journal de Strasbourg, 14 de fuñió), J, E, Spen- lé (AÍercure de France, agosto), G. Nicole (Suisse Remande, septiembre), Marcel Raymond (Yggdrasill, 29 de septiembre), Benjamín Fondane (Rouge ct Noir, 13 de octubre). Christian Ducasse (La Vie Intellectuelle, 29 de novieinbre). Emest SeilUéres <(Débats, 28 de noviembre, y Revue de France, P de marzo de J938. Recogido en Le naturisme de Montaigne ct autres essais, 1938), J, P, de Dadelsen (Cahiers du Sud, diciembre de 1931), J, Rouge (Revue Germanique, enero de 1938), F* Baldcnsperger (The Romanic Review, febrero), Geneviéve Bianquis (Revue de Litt¿rature Comparéc, 1938, 2^ fascículo), Rdissa Maritain (en Situation de la j^ésic, 1938). Uri intercambio epistolar con }, Bousquet apareció en Cahiers d\i Sud, febrero y abril de 1938, Confio en que no se vea en esta lista más que el deseo de da? tas gracias a quienes tuvieron la bondad de aceptar el debate que yo proponía, Y porque se me han hecho tantos elogios como re- ADVERTENCIA DEL AUTOR V pracheSy sólo añadiré qv^e no era rm intención escribir una apolo­ gía del sueño y del inconsciente en detrimenta de la vida cons­ ciente. Los capítulos sobre Carus, sobre Novalis y ante todo la conclusión general me parece que marcan claramente una actitud bastante diversa. A. B. Lalcuf, 17 de julio de 1938. INTRODUCCIÓN Á ese momento en que todo se me escapdp en que se abren inmensas grietas en el palacio del mundo y yo le sacrifi­ carla toda mi vida, si acaso quisiera durar por tan irriso'* rio precio. Entonces el espíritu se desprende un poco de la máquina humana, entonces no /oy*y<i la bicicleta de mis sentidos, la piedra de afilar recuerdos y encuentros. Louts Aragón Toda época del pensamiento humano podría definirse, de manera suficientemente profunda, por las relaciones que establece entre el sueño y la vigilia. Sin duda nos admiraremos siempre de vivir dos existencias paralelas, mezcladas una a la otra, pero entre las cuales no llegamos nunca a establecer una perfecta concordancia. Cada creatura se encuentra, tarde o temprano, y con mayor o menor claridad, continuidad y sobre todo urgencia, frente a esta pregunta insistente: ¿Soy yo el que sueña? Pregunta de aspectos infinitos, que interesa a nuestras razones vitales, a la elección que debemos hacer entre nuestras posibilidades interiores y al proble­ ma del conocimiento tanto como al de la poesía. Es una de esas tres o cuatro preguntas frente a las cuales no somos libres para dar una respuesta que satisfaga sólo al pensamiento abstracto, se­ parado de la existencia y de la angustia elemental; porque esas preguntas no han sido propuestas por nosotros en el campo de la reflexión autónoma, sino que parecen arrojadas a la cara por una indefinible realidad, más vasta que nosotros mismos y de la cual dependemos hasta el punto de que no podemos rechazar el diálo­ go sin condenamos a una vida disminuida. ¿Soy yo el que sueña en la noche? O bien, ¿me he convertido en un teatro en que alguien o algo presenta sus espectáculos ora ridículos, ora llenos de una inexplicable cordura? Cuando pierdo el gobierno de estas imágenes con que se teje la trama más secre­ ta, la menos comunicable de mi vida, ¿tiene su unión imprevista alguna relación significativa con mi destino o con otros aconteci­ mientos que se me escapan? ¿O acaso me limito a asistir a la danza incoherente, vergonzosa, miserablemente simiesca de los átomos de mi pensamiento, abandonados a su absurdo capricho? No tendré ninguna razón para tranquilizarme cuando la in­ trospección o la ciencia psicológica me hayan ensenado a seguir el funcionamiento preciso que relaciona las imágenes del sueño 11

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