Gabriel Delanne Demostración experimental de la inmortalidad 2ª edición Esta obra es un testimonio de la demostración experimental de la inmortalidad del alma. No es una teoría, ni una tesis. Basada en una serie de hechos reales, certificados por testigos de renombre e investigados a fondo por científicos imparciales, Gabriel Delanne, investigador metapsiquista, va asentando lentamente las bases, siempre desde la perspectiva científica, de la realidad de la existencia e inmortalidad del alma, de sus facultades, de su capacidad de obrar sobre la materia y de manifestarse, e incluso hacerse visible, a los sentidos corporales. Gabriel Delanne, con su probada honradez, no sólo nos habla aquí de aquellos que apoyan sus convicciones, sino que valientemente expone las opiniones y tesis contrarias, rebatiéndolas por la innegable comprobación de los hechos, en un serio e imparcial estudio de los mismos. E invita a todos aquellos que, libres de prejuicios, deseen profundizar en este interesante tema que nos concierne a todos. La idea esencial que se transmite en esta obra, la demostración de la inmortalidad, sigue siendo hoy de una candente actualidad. Los últimos descubrimientos de la física y la química en nada desmerecen las afirmaciones que en este libro se vierten, e incluso en algunos aspectos las confirman y fortalecen. El alma es inmortal – Gabriel Delanne NOTA DEL EDITOR Esta obra ha sido actualizada en su léxico para facilitar su comprensión, tanto para el lector profano como para el versado en estos temas. Nuestra intención ha sido siempre conservar el original francés en su máxima pureza, no obstante se han efectuado algunas correcciones que a nuestro entender eran necesarias. Se han introducido algunas notas a pie de página, especial mente en el capítulo El Tiempo. El Espacio. La Materia Primordial, en el cual se matizan algunos conceptos de química que hayan podido quedar desfasados; hemos pretendido conservar la intención del autor y a la vez no crear confusión en el lector. Estas notas se indican al final de las mismas con (N. del E.). Asimismo,. se ha respetado los tratamientos de cortesía en su versión original: M. (monsieur), Señor; Mme. (madame), Señora. 4 El alma es inmortal – Gabriel Delanne Demostración experimental de la inmortalidad INTRODUCCIÓN El Espiritismo ha venido a proyectar una nueva luz sobre el problema de la naturaleza del alma. Haciendo intervenir la experimentación en la filosofía, es decir, en una ciencia que no empleaba corno instrumento de investigación más que el sentido íntimo, ha permitido ver al espíritu de una manera efectiva, y darse cuenta de que hasta entonces había sido mal conocido. El estudio del yo, es decir, del funcionamiento de la sensibilidad, de la inteligencia y de la voluntad, hace percibir la actividad del alma en el momento en que se ejerce; pero no nos dice nada acerca del lugar en que ocurren los fenómenos, que parecen no tener otra relación entre sí que la de continuidad. Los progresos de la psicología fisiológica han establecido, sin embargo, que existe una estrecha dependencia entre la vida psíquica y las condiciones orgánicas de sus manifestaciones. A todo estado del alma corresponde una modificación molecular de la sustancia cerebral, y recíprocamente. Pero ahí se detienen las observaciones, y la ciencia es incapaz de explicarnos el por qué la materia que reemplaza la que es destruida por el gasto vital conserva las impresiones anteriores del espíritu. La experiencia espírita viene a llenar esta laguna: nos prueba que el alma no es una entidad ideal, una sustancia inmaterial, sin extensión, sino que es un cuerpo sutil, en el cual se registran los fenómenos de la vida mental y al que se ha dado el nombre de periespíritu. Lo mismo que en el hombre viviente hay que distinguir el espíritu de la materia, de igual manera no hay que confundir el periespíritu con el alma. El yo pensante es completamente distinto de su envoltura y no debería identificarse con ella, como no debe identificarse el vestido con el cuerpo físico; sin embargo, existen, entre el espíritu y el periespíritu, las más estrechas conexiones; pues son inseparables, como más adelante veremos. 5 El alma es inmortal – Gabriel Delanne ¿Quiere esto decir que hemos encontrado la verdadera naturaleza del alma? No, ya que esta naturaleza todavía nos permanece inaccesible, lo mismo que la esencia de la materia; pero hemos descubierto una condición, una manera de ser del espíritu que explica una cantidad de problemas insolubles hasta ahora. Las concepciones sobre la naturaleza del alma humana han evolucionado, en el curso de las edades, desde la materialidad más grosera hasta la espiritualidad absoluta. Los trabajos de los filósofos, lo mismo que las enseñanzas religiosas, nos han habituado a considerar el alma como una esencia pura, una llama in material. Estas miras tan diferentes se refieren a la manera como se considere el alma. Si se la estudia objetivamente, fuera del organismo humano, durante las apariciones, parece tan material como el cuerpo físico. Si se la observa en sí, parece que su sola característica sea el pensamiento. Todas las observaciones de la primera categoría han sido relegadas entre las supersticiones populares, y la idea de un alma sin cuerpo ha prevalecido. En tales condiciones, se hacía imposible comprender por qué procedimiento esa entidad podía obrar sobre la materia del cuerpo o recibir las impresiones en él. ¿Cómo imaginar que una sustancia sin extensión, y por consiguiente fuera de la extensión, pudiera obrar sobre la extensión, es decir, sobre cuerpos materiales? Al mismo tiempo que su espiritualidad, se nos enseña la inmortalidad del alma. ¿Cómo explicarse que esta alma conserve recuerdos? En la Tierra tenemos un cuerpo definido por la forma de nuestra envoltura física, un cerebro que parece registrar los archivos de nuestra vida mental; pero cuando este cuerpo muere, cuando esta sustancia física se destruye, ¿qué será de los recuerdos de nuestra existencia actual?, ¿dónde se localizan las adquisiciones de nuestra posible vida intelectual? ¿El alma está destinada a fundirse en la erraticidad, a desvanecerse en el Gran Todo perdiendo su personalidad? Estas consecuencias son rigurosas, pues el alma no podría subsistir en el espacio sin una forma que la individualice. Una gota de agua en el Océano es inapreciable de sus vecinas, no se diferencia del resto del líquido, a menos que esté contenida en alguna cosa que la limite, o si, aislada, toma la forma esférica, sin lo cual se pierde en la masa, y no tiene ya existencia distinta. 6 El alma es inmortal – Gabriel Delanne El Espiritismo nos hace comprobar que el alma es siempre in separable de cierta sustancialidad material; pero afectando una modalidad especial, infinitamente rarificada, cuyo estado físico procuraremos definir. Esta materia posee formas variables según el grado de evolución del espíritu y según habite en la Tierra o en el espacio. El caso más general es que el alma conserve temporalmente, después de la muerte, la forma que tenía el cuerpo físico en la Tierra. Este ser invisible e imponderable, a veces puede, en circunstancias determinadas, revestir un carácter suficiente de objetividad para afectar los sentidos e impresionar la placa fotográfica, dejando así huellas duraderas de su acción; lo que pone fuera de duda toda tentativa de explicación de este fenómeno por la ilusión o la alucinación. Nuestro objeto, en este libro, es presentar algunas de las pruebas que actualmente se poseen de la existencia de esta envoltura, a la cual se ha dado el nombre de periespíritu (de pert, alrededor; spiritus, espíritu). Para esta demostración, apelaremos no sólo a los espíritus propiamente dichos, sino también a los magnetizadores espiritualistas y a los sabios independientes que han comenzado a explorar este nuevo dominio; al propio tiempo, nos será posible comprobar que la corporeidad del alma no es una idea nueva, que ha tenido numerosos partidarios desde que la Humanidad se preocupa de la naturaleza del principio pensante. Veremos primeramente que la antigüedad, casi toda entera, admite más o menos esta doctrina; pero los conocimientos que se poseían sobre este cuerpo etéreo eran vagos o incompletos. Después, a medida que se ahondaba el foso entre el alma y el cuerpo y las dos sustancias se diferenciaban más, una multitud de teorías trataron de explicar su acción recíproca. Son las almas mortales de Platón, las almas animales y vegetativas de Aristóteles, el ochema y el eïdolon de los griegos, el nephesch de los hebreos, el haz de los egipcios, el cuerpo espiritual de San Pablo, los espíritus animales de Descartes, el mediador plástico de Cudworth, el organismo sutil de Leibniz, o su armonía preestablecida; el influjo físico de Euler, el archèe de van Helmont, el cuerpo aromal de Fourier, las ideas-fuerza de M. Fouíllée, etc. Todas estas hipótesis, que en ciertos puntos se aproximan a la realidad, no tienen el grado de 7 El alma es inmortal – Gabriel Delanne certidumbre que aporta el Espiritismo, pues éste no imagina, sino que comprueba. El humano espíritu, por el esfuerzo de sus especulaciones, no está seguro jamás de haber llegado. Le es preciso el socorro de la ciencia, es decir, de la observación y de la experiencia, para asentar su certeza. No es, pues, guiados por ideas preconcebidas cómo los espíritus enseñan la existencia del periespíritu, sino pura y simplemente porque ésta es para ellos el resultado de la observación. Los magnetizadores habían llegado ya, siguiendo otros métodos, al mismo resultado. Veremos por la correspondencia mantenida entre Billot y Deleuze, lo mismo que por las investigaciones de Cahagnet, que el alma, después de la muerte, conserva su forma corporal, que la identifica. Los médiums, es decir, las personas que gozan —en estado normal— de la facultad de ver a los espíritus, confirman absolutamente el testimonio de los sonámbulos. Estos relatos constituyen una serie de documentos que tienen un gran valor, pero que no nos dan todavía una prueba material; así, haremos constar que los espíritus han hecho todos los esfuerzos posibles para suministrar esta experiencia inatacable y, que lo han logrado. Las fotografías de espíritus desencarnados, las huellas dejadas por ellos en las sustancias blandas o fácilmente desmenuzables, los moldajes de formas periespirituales, son pruebas auténticas, absolutas, irrecusables de la existencia del alma unida al periespíritu, y su número es tan grande hoy, que es posible la duda. Pero si el alma posee verdaderamente una envoltura, debe ser posible comprobar su realidad durante la vida terrestre. Es, efectivamente, lo que ocurre. Los fenómenos de desdoblamiento del ser humano, que también reciben el nombre de bicorporeidad, nos han puesto en el camino. Se sabe en qué consisten. Un individuo, estando en París, por ejemplo, su imagen, su doble, puede dejarse ver en otra ciudad, de manera que pueda ser reconocido. Actualmente existen más de dos mil hechos bien comprobados de apariciones de vivos. En el curso de nuestro estudio veremos que esas visiones no son debidas todas a alucinaciones, y que por algunos caracteres especiales es posible asegurarse la objetividad de algunas de esas curiosas manifestaciones psíquicas. 8 El alma es inmortal – Gabriel Delanne Los investigadores no se han limitado a la observación pura y simple de esos fenómenos, han llegado a reproducirlos experimentalmente. Haremos constar, con M. de Rochas, que la exteriorización de la motricidad es, en cierta forma, el bosquejo de lo que se produce completamente durante el desdoblamiento del ser humano. En fin, llegaremos a la demostración física de la distinción entre el alma y el cuerpo, fotografiando el alma de un vivo fuera de los límites de su organismo material. Para todo investigador imparcial, este colosal conjunto de documentos establece sólidamente la existencia del periespíritu. Pero no debe limitarse ahí nuestra ambición. Debemos preguntarnos de qué materia está formado ese cuerpo. Aquí nos vemos reducidos a la hipótesis; pero veremos, por el estudio de las circunstancias que acompañan las apariciones de los vivos y de los muertos, que es posible encontrar, con los últimos descubrimientos científicos sobre la materia radiante y los rayos X, analogías precisas que nos permitirán comprender el estado de esta sustancia imponderable o invisible. Esperamos dar a conocer que nada se opone científicamente a la concepción de una envoltura semejante del alma; desde luego este estudio entra en el cuadro de las ciencias ordinarias, y no puede incurrir en el reproche de ser tildado de sobrenatural o de maravilloso. Insistiremos largamente acerca de la igualdad de los fenómenos producidos por la salida momentánea del alma de un vivo de su cuerpo y los que se comprueban por parte de los espíritus. Veremos que se parecen de un modo tal, que es imposible diferenciarlos de otro modo que por sus caracteres psíquicos. Pues, y éste es un punto de los más importantes, hay una continuidad real, absoluta, en las manifestaciones del espíritu, esté o no encarnado en un cuerpo terrestre. Desde luego, es inútil atribuir los hechos espiritistas a seres ficticios, demoníacos, elementales, conchas astrales, egregiones, etc.; es preciso reconocer que son producidos por almas que han vivido sobre la Tierra. Estudiando los elevados fenómenos del Espiritismo, fácil nos será comprobar que el organismo fluídico contiene todas las leyes organogénicas en relación a las que está formado el cuerpo. Aquí el Espiritismo aporta una idea nueva explicando cómo la forma típica del individuo puede sostenerse durante toda la vida, no obstante la 9 El alma es inmortal – Gabriel Delanne renovación incesante de todas las partes del cuerpo. Al mismo tiempo, desde el punto de vista psíquico, es fácil comprender dónde y cómo se conservan nuestras adquisiciones intelectuales. Hemos establecido en 1 otra parte cómo concebimos el papel representado por el periespíritu durante la encarnación; nos bastará decir aquí que, gracias al descubrimiento de este cuerpo fluídico, podemos explicarnos científica mente de qué manera conserva el alma su identidad en la inmortalidad. ¡Puedan estos primeros esbozos de una psicología trascendental, incitar a los sabios a escrutar este maravilloso dominio! Si nuestros trabajos tienen por resultado determinar a algunos espíritus independientes a formar en nuestras filas, no habremos perdido nuestro tiempo; mas, cualquiera que sea el resultado de nuestros esfuerzos, estamos seguros de que está próximo el tiempo en que la ciencia oficial, forzada en sus últimas trincheras se verá obligada a ocuparse del asunto que fue objeto de nuestras investigaciones. Ese día el Espiritismo aparecerá como lo que realmente es: la Ciencia del Porvenir. GGGGAAAABBBBRRRRIIIIEEEELLLL DDDDEEEELLLLAAAANNNNNNNNEEEE 1 Gabriel Delanne, La evolución anímica. 10
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