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Economia Derecho E Historia PDF

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PIERRE VILAR ECONOMÍA, DERECHO, HISTORIA Conceptos y realidades EDITORIAL ARIEL, S. A. BARCELONA Título original: UNE HISTOIRE EN CONSTRUCTION Approche marxiste et problématiques conjoncturelles Éditions du Seuil, 1982 La presente edición castellana reproduce una selección de artítulos del título francés 1.a edición: octubre 1983 Traducción de Nuria Lago J. e Ignacio Hierro El capítulo final, "Historia marxista, historia en construcción. Ensayo de diálogo con Althusser", se reproduce aquí gracias a la amabilidad de Editorial Anagrama (traducción de Antoni Doménech), primera edición: abril 1974 ©1983: Pierre Vilar Derechos exclusivos de edición en castellano reservados para todo el mundo y propiedad de la traducción: ©1983: Editorial Ariel, S. A. Córcega, 270 - Barcelona-8 ISBN: 84 344 6541 8 i Depósito legal; B. 35357- 1983 Impreso en España Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser repro­ ducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. PRÓLOGO En 1964 (jpronto hará ya veinte años!), la Editorial Ariel, a la que debo mi más fiel agradecimiento, publicaba bajo el título de Crecimiento y desarrollo una recopilación de artícu­ los míos, anteriores unos a 1960 y otros algo posteriores a esa fecha; algunos de ellos dedicados a diferentes episodios de la historia de España y otros a reflexiones de tipo meto­ dológico. En 1983 este libro se encuentra en su quinta edición. En 1982, bajo el patrocinio de la École des Hautes Études en Sciences Sociales, las Éditions Gallimard y «Le Seuil» publicaron en francés una recopilación de inspiración análo­ ga, que comprendía la mayor parte de los artículos incluidos en la edición española, pero de la que se excluían los estudios específicamente hispánicos y a la que, por el contrario, se añadían nuevas reflexiones metodológicas aparecidas alrede­ dor del año 1970. La Editorial Ariel me ha pedido que reúna en una nueva recopilación en castellano los textos que nQ figuraban en Crecimiento y desarrollo. Permítaseme aquí dar algunas ex­ plicaciones sobre los temas que se han conservado. La primera parte vuelve de nuevo a tratar las nociones de «estructura» y «coyuntura» en la elaboración de una proble­ mática histórica. Por ejemplo, con anterioridad al capitalis­ mo industrial y al asentamiento de sus «estructuras», tos hechos de «coyuntura corta» —es decir, las crisis agudas capaces de sacudir profundamente a tas sociedades— estaban determinados por lo que en ocasiones se denominan «capri­ chos de la meteorología» o, mejor aún, por la relativa «regu­ laridad de las irregularidades» en el nivel de las cosechas. El objetivo fundamental del primer artículo de la presente re­ copilación (escrito en homenaje a mi maestro Emest La- brousse, primer analista serio de estas «crisis de tipo anti­ guo») es el de mostrar que este tipo de crisis no ha desapa­ recido, pues por todas partes (quizás en la mayor parte del mundo), el fenómeno del «hambre», tan a menudo denuncia­ do, es más bien un fenómeno periódico —«escasez», «ham­ 8 ECONOMÍA, DERECHO, HISTORIA bres»—, algo que con frecuencia olvidan señalar los orga­ nismos oficiales, incluso los más especializados (como la FAO), reproduciendo de esta manera a nivel mundial algunos errores de apreciación, y de política, observados ya desde hace tiempo en la Francia o en la España del siglo XVIII. A menudo, no se ha subrayado este lazo entre economía e historia, entre conocimiento del pasado e interpretación del presente. Hacerlo puede ser útil. El segundo se refiere a las palabras empresa y beneficio, cuyos sentidos, y las connotaciones de todo tipo, cambian con la estructura material y moral de las sociedades: en las sociedades precapitalistas estos términos pueden haberse vis­ to rodeados por la desconfianza, por la reprobación, llegando incluso a implicar ilegalidad (¡ha podido existir un «delito de empresa»!), mientras que en la sociedad capitalista, sobre todo en los momentos de prosperidad, «la empresa» es objeto de una mitificación apologética, y el beneficio (es decir, to­ dos los «excedentes» que van más allá de la remuneración del trabajo), ha sido exaltado como si se confundiese, sin desorden ni desperdicio, con una inversión creadora. Por lo tanto, hay que hacer una historia de las palabras, de los conceptos, al mismo tiempo que de las realidades significa­ tivas. El artículo que aquí se reproduce anunciaba un progra­ ma de investigación del que no me queda la ilusión de que haya podido cumplirse. Cuando menos ha inspirado un libro reciente —Entrepreneurs, entreprise, histoire d'une idée (Pa­ ris, PUF, 1982)— en el que Hélène Vérin, brillante filósofa, ha presentado el problema de las relaciones entre el vocabu­ lario de una sociedad, sus prácticas y su moral. Más técnica y especializada puede parecer la discusión que he planteado hace ya mucho tiempo a los economistas, en ocasiones demasiado pagados de sí mismos, inventores de una «historia cuantitativa» de los productos globales, y de sus agregados, llevada a largo plazo. Las aportaciones de su intento son considerables. Pero creo útil señalar dos escollos: 1) el torpe manejo, equivocado en ocasiones, de las fuentes antiguas por los no historiadores; 2) la aplicación de concep­ tos económicos nacidos de la observación del mundo actual a sociedades de hace dos o tres siglos, diferentes de las nues­ tras en sus estructuras y en sus mecanismos. Creo que aún es válida esta prevención. Más ligeras y superficiales son las reflexiones que me han inspirado un día el proyecto (todavía en fase de experimen­ tación) de conseguir la penetración en la enseñanza secunda­ PRÓLOGO 9 ria —dedicado, por tanto, a los espíritus muy jóvenes— de elementos de educación económica, sociológica, incluso «po- litológica». Partiendo de esquemas de actualidad el riesgo es grande. Frente a dogmas implícitos es importante suscitar una actitud crítica, y únicamente el espíritu histórico es capaz de prepararnos para ello: ni la economía ni las socie­ dades se sitúan fuera del tiempo. Incluso cambia el sentido de las palabras. Pero, ¿cómo formar historiadores que no sean ignorantes en economía?, ¿cómo formar economistas, soció­ logos, habituados a pensar históricamente? Es difícil indicar soluciones, pero es importante ayudar a que se vaya tomando conciencia ante estos problemas. JJna segunda serie de artículos aborda los mismos pro­ blemas a partir de ejemplos críticos o constructivos: en Las palabras y las cosas, Michel Foucault ha creído poder carac­ terizar el pensamiento de la economía «clásica» como un «saber» cerrado, atento exclusivamente a los signos e igno­ rando los fenómenos de producción; confieso que me ha irri­ tado su forma brillante, pero nada científica, de utilizar los textos, y mi crítica está llevada a cabo en un tono polémico poco habitual en mí. Pido al lector que se divierta pues no es preciso tomar el charlatanerismo intelectual ni muy por lo trágico ni demasiado en serio. Concedo mayor importancia a un tipo de reflexión de la que estoy reconocido a la Universidad de Granada, y al pro­ fesor Pérez Prendes, por haberme proporcionado la ocasión. Se trata del derecho como tema de reflexión para el histo­ riador. Y, claro está, de la historia como referencia posible para los juristas. El derecho debería descansar en principios válidos por sí mismos (hay quienes creen que es así). Pero, esos principios, ¿son los mismos para un imperio de la anti­ güedad, para el mundo feudal o cuando se trata del siglo XIX europeo? En la Alemania del siglo pasado la «escuela histó­ rica del derecho» ha dejado planteado el problema. He inten­ tado una rápida puesta a punto inspirada en recientes con­ quistas de la historia y en mi propia experiencia como histo­ riador. En principio, he encontrado que en el joven Marx (1842), discípulo y crítico de Savigny, aparecían nociones de­ cisivas para su. pensamiento futuro acerca de las relaciones entre «Estado» y «sociedad civil», entre legislación y transi­ ción de un tipo de sociedad a otra: episodio fundamental en la evolución de la ciencia histórica. Esta referencia marxista introduce en el volumen el últi­ mo tipo de reflexiones que lo forman. Se trata del papel de­ 10 ECONOMÍA, DERECHO, HISTORIA sempeñado por Marx en la elaboración de un tratamiento razonado de la historia, de las sociedades. En un primer desa­ rrollo, y dedicado a un público no marxista, intento exponer con toda simplicidad lo que es el marxismo para un historia­ dor: no se trata de una «filosofía de la historia», según se ha sostenido a menudo, sino de un instrumento de análisis. La historia, como cualquier otra actividad del espíritu, es una conquista continua. Pero con descansos. En esta conquista, creo que Marx ha franqueado un umbral decisivo. ¿Ha sido escuchado, comprendido? En 1968, una revista francesa muy oficial ha tenido la idea de hacer una encuesta entre los historiadores sobre el estado actual de su disciplina, que ya no puede ser el mismo que el de hace un siglo o dos, desde el mismo momento en que determinadas formas de interrogar la realidad han quedado anticuadas. «La historia después de Freud» le fue confiada a mi amigo Alphonse Du- pront. A nú se me encargó «La historia después de Marx». Este hecho me proporcionó la ocasión de hacer un esfuerzo por distinguir, en la historiografía contemporánea, lo que el método de Marx ha impuesto en la práctica corriente, tanto si se admite como si no, al tiempo que sería un eror el mirar únicamente las etiquetas si se pretende juzgar la penetración del marxismo. Pero el artículo es de 1969. Desde entonces han pasado muchas cosas en las luchas ideológicas (abiertas o disimuladas) en torno al marxismo, en torno de la historia. Pediría que ese artículo se lea como una puesta a punto bien fechada. El volumen se cierra con un «Diálogo» con Althusser, que algunos han considerado erróneamente como un ataque, una polémica. De hecho se trata de un auténtico diálogo entre dos actitudes del espíritu: el espíritu filosófico (o, si se prefiere, «teórico»), y el espíritu histórico formado en la práctica co­ tidiana del análisis concreto. Dos actividades complementa­ rias por poco que se las entienda correctamente. He dudado de incluir ese artículo en la recopilación pues ha sido tradu­ cido al castellano en varias ocasiones. Pero constituye un todo con los demás planteamientos que he resumido aquí. Puede muy bien servir de conclusión. Julio de 1983. I ESTRUCTURAS Y COYUNTURAS

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