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Dostoievski: Los años de prueba 1850-1859 PDF

452 Pages·1986·8.026 MB·Spanish
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SECCIÓN DE ÜBRAS DE LENGUA Y ESTUDIOS LITERARIOS DOSTOIEVSKI JOSEPH FRANK DOSTOIEVSKI Los años de prueba, 18 5 0-18 5 9 Traducción de JAIME RETIF DEL MORAL FONDO DE CULTURA ECON óMICA MÉXICO Primera edición en inglés, 1983 Primera edición en español, 1986 Título original; Dostoevski. The Years of Ordeal, 1850-1859 © 1983, Princeton University Press, Princeton ISBN 0-691-06576-4 D. R. @ 1986, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, S. A. DE C. V. Avenida de la Universidad, 975; 03100 México, D. F. ISBN 968-16-2448-3 Impreso en México Dedicado a la memoria de RUFUS W. MATHEWSON, JR. (1918-1978) inspirador eslavista y amigo al que jamás olvidaré PREFACIO El presente tomo es el segundo de una serie sobre la vida y la obra de Dostoievski. En fecha próxima aparecerá el tercero, dedicado a los siguientes cinco años de la vida de Dostoievski. Su producción literaria fue tan copiosa durante este más o menos corto espacio de tiempo, y Dostoievski estuvo tan íntimamente involucrado en to das las peripecias de estos dramáticos momentos de la historia rusa, que se requiere un libro por separado para tratarlo adecuadamente en estas circunstancias. El tercer tomo se encuentra en las etapas finales de revisión y, después de la aparición del presente, no habrá de transcurrir mucho tiempo antes de que sea publicado. La favorable acogida que recibió mi primer libro me ha compla cido mucho, y me gustaría agradecer a todos aquellos que expre saron su aprobación, ya sea en letras de imprenta o en correspondencia privada. Nada puede ser más alentador para un autor que está en frascado en una labor tan ambiciosa, cuya culminación aún precisa de muchos más años de esfuerzo. Esta acogida confirma mi opinión de que el método que he ele gido -la subordinación de la vida privada de Dostoievski a la des cripción de su interdependencia con la historia literaria y sociocultural de su época- satisface la gran necesidad experimentada por aque llos que buscan las biografías de los escritores eminentes por su interés en ellos como escritores. Tal interés no puede ser colmado si el biógrafo destina la mayoría del espacio a narrar la diaria exis tencia o los acontecimientos, o bien si las obras quedan simplemente disueltas en la interminable relación de las experiencias que pueden o no haber motivado su génesis. Para comprender, hasta donde sea posible, el proceso creativo mediante el cual la vida es transformada en arte, la experiencia de la vida debe ser aprendida y organizada sin ninguna violación del registro histórico, para aclarar esta miste riosa mutación. Y esto sólo puede ser llevado a cabo si la vida es constantemente observada a la luz de la obra, y en íntima relación con ésta, en lugar de la manera más acostumbrada de considerar la obra como un producto más o menos fortuito de la vida. 9 10 PREFACIO Como ahora comprendo, no era muy difícil conservar tal enfo que en mi primer tomo, en el que la vida de Dostoievski pudo ser desentrañada en gran parte por medio de su afiliación a los diver sos círculos literarios y sociopolíticos de la década 1840-1849. El presente libro plantea un problema muy distinto, ya que la exis tencia de Dostoievski durante 1850-1859 transcurrió primero en con finamiento solitario, después de una prisión en Siberia y, finalmen te, como soldado en uno de los regimientos siberianos del ejér cito ruso. Físicamente se encontraba a miles de kilómetros de los centros de la actividad literaria rusa, e incluso durante cuatro años quedó aislado de toda correspondencia con el mundo exterior. Esto confirmó la necesidad de retratarlo mucho más en soledad (no social, por supuesto, sino cultural) de lo que había hecho yo antes, y me ocasionó bastantes problemas. Debido a ello, resultó muy difícil dar forma a los capítulos referentes a los años en el presidio, de acuerdo con la perspectiva que había elegido, y particularmente interpretar el acontecimiento más decisivo de aquellos años -lo que Dostoievski denominó "la regeneración de mis convicciones"- en tales términos. La mayoría de los anteriores biógrafos han quedado satisfechos con ellos mismos haciendo una lista de citas de Dostoievski que nada explican, o bien, ateniéndose a las especulaciones psicoanalí ticas de Freud, a pesar de la manifiesta incapacidad de éstas, al exami narlas con detenimiento, para encajar con los hechos (Dostoievski no dio muestras de sentimientos de culpa de ninguna clase respecto al zar-padre, sino sólo respecto de la gente). Por eso me vi obligado a reexaminar el tema. Eso me condujo a enfocar aspectos de la situación que habían sido, hasta cierto punto, pasados por alto, tal como la ca talítica importancia que para Dostoievski tuvo su relación con sus compañeros presos polacos. Mi narración, de todas formas, no pierde de vista el significado que estas experiencias tuvieron para él, y su papel determinante, tanto al causarle el rechazo de ciertos elementos de su pasado, como al preparar el camino para su futura evolución ideológica y, por lo tanto, artística. Además, la correspondencia de Dostoievski, antes y después de este periodo, revela su ansia desesperada por no perder contacto con lo que estaba ocurriendo en la cultura rusa. Yo coloco esta característica de su vida en el primer plano de mi presentación, rechazando un des pliegue más completo de la documentación disponible. Podría agregar PREFACIO 11 que este esfuerzo me condujo a la iinesperada consecuencia, aunque afor tunada, de hacerme explorar en forma más intensa que antes ciertos documentos más o menos desdeñados (como la correspondencia entre Dostoievski y Alexei Pleshcheev, de la cual sólo las cartas de Plesh cheev han subsistido. Estos textos proporcionaron un valioso testimo nio del que se infieren las reacciones de Dostoievski ante la escena cultural rusa en la mitad de la década de 1850-1859, y ayudan en la realización del retrato de este oscuro periodo de su vida. Inevitablemente, sin embargo, acontecimientos tales como su pri mer idilio serio y su casamiento, que ocurrieron durante los años des critos en este tomo, requirieron un tratamiento biográfico más amplio de lo que su vida privada recibió en el primero. No quise caer en la misma postura, bastante absurda, de Boris Eichenbaum, un crítico al que admiro grandemente y cuya obra sobre Tolstoi en tres tomos (por desgracia dejada incompleta por su fallecimiento) me ha servido de inspiración para la mía. Es uno de los fundadores del formalismo ruso y, al igual que otros miembros de esta escuela, feroz oponente de confundir el arte con la vida. Posteriormente se echó a cuestas la tarea de realizar un estudio histórico masivo de Tolstoi -pero so lamente, como lo explica con cautela, en el nivel de "tradiciones literarias" (es decir: de la historia literaria y sociocultural de su épo ca)-. Como resultado, en su segundo tomo y tras una discusión mi nuciosamente detallada de las luchas de Tolstoi con su escuela para niños campesinos y de sus teorías sobre pedagogía, Eichenbaum concluye: "Tolstoi no se convirtió en expatriado, sino que cerró la escuela, se casó y se atrincheró en Yasnaya Polyana, como un señor feudal en su castillo." ¡Y adiós al tema del matrimonio! No obs tante mi inmenso respeto por Eichenbaum y el reconfortante estímu lo proporcionado por tal vivaz iconoclasia, me parece que es posible proporcionar un poco más de "vida real'', y todavía mantener el interés primario en las "tradiciones literarias" que lo condujeron a un ascetismo extremo. De cualquier manera, al trabajar en el presente libro quedé per suadido de que había hecho una afirmación demasiado categórica cuando dije, en el prefacio del primer tomo, que "mi obra. . . no es una biografía". Sin embargo, sigo sosteniendo que quienes se acer quen a mis páginas buscando una "biografía convencional" pueden resultar decepcionados. Las críticas recibidas también me ayudaron 12 PREFACIO a cambiar de opinión, en vista de que el primer libro fue invariable mente considerado, no como un intento de apartarme por completo de la biografía, sino más bien, como un bienvenido esfuerzo por extender los límites del género. Así, ahora me complazco en hacer mía la observación de un distinguido comentarista, quien, con gene rosidad, habla de mi prometedor "experimento de fusionar biografía, crítica literaria e historia sociocultural". Tal fusión, como ahora comprendo, es exactamente lo que he estado tratando de conseguir. Si la he logrado o no en esta obra, lo dejo al juicio del lector. En el prefacio de mi anterior tomo di las gracias a todos los que me habían ayudado en la extensa y laboriosa tarea que llevé a cabo durante muchos años de trabajo en diversos borradores. El agrade cimiento que sigo sintiendo por Rufus Mathewson, lo mismo que el dolor que me produjo su muerte, están registrados en mi dedi catoria. En este segundo tomo deseo particularmente dar las gracias, una vez más, a Robert L. Jackson y a René Wellek, quienes le yeron el manuscrito y aportaron críticas y sugerencias que me ayu daron a mejorarlo. Nina Berberova también tuvo la amabilidad de leerlo, y acudió en mi ayuda con su profundo conocimiento de la vida y la literatura rusas. Me salvó de cometer varios atroces errores y también, de súbito, me acercó mucho a mi tema, al· comentar en forma casual que su abuelo, uno de los terratenientes liberales del comité de distrito de Tver que menciono, había conocido a Dos toievski durante la estancia del novelista en esa ciudad provincial. Julian Jaynes me proporcionó material referente a la epilepsia, y me hizo el gran favor de ponerme en contacto con el Dr. Gilbert H. Glaser, de la Escuela de Medicina de Yale, quien empleó parte de sus horas libres en realizar un escrutinio profesional de mis comen tarios sobre la enfermedad de Dostoievski. Ambos fueron inmensa mente amables. También estoy agradecido con David Goldstein por revisar mis no tas de pie de página y corregir errores de transliteración; con la señora Rebecca Balinski y con Jeannette Mirsky por su lectura escrupulosa y servicial de las galeradas. Con ojos de lince, mi correctora de manus critos, Gretchen Oberfranc, se precipitó sobre toda clase de equi vocaciones que, de lo contrario, hubieran pasado inadvertidas; también hizo muchas útiles sugerencias estilísticas. Mi mecanógrafa, Carol Szymanski, fue inagotablemente paciente, y su interés en la

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